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miércoles, 11 de junio de 2014

medios

MEDIOS Y COMUNICACION
Una mirada situada y soberana
Alejo García, Sol Benavente y Ramiro García reivindican la importancia de espacios y medios comunitarios, dando cuenta de la potencialidad del lenguaje audiovisual como herramienta para grupos sociales y sus comunidades.

http://www.pagina12.com.ar/commons/imgs/go-gris.gif Por Alejo García*, Sol Benavente** y Ramiro García***
Ya han pasado cuatro años desde la sanción de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y quienes venimos trabajando desde las organizaciones sociales, creemos necesario profundizar las acciones de promoción de espacios de comunicación populares que desde el territorio brinden una mirada alternativa a la de los medios dominantes y fortalezcan, a la vez, el entramado comunitario.
En este camino se han abierto debates en torno de la objetividad de los medios y la construcción de los discursos, las políticas públicas y sus destinatarios, los métodos y herramientas a la hora de pensar la intervención, problematizando así los saberes y sentidos desde donde trabajamos y nos pensamos.
En este sentido, los medios de comunicación comunitaria se nutren de la cultura popular, a la que dan visibilidad. Pensar la intervención sociocultural desde allí implica, como sostiene Alfredo Carballeda, “... una reconexión con los otros, con nuestra historia, con nuestro propio mestizaje americano, interpelando a la fragmentación cultural desde la memoria histórica; relacionando la intervención con el desarrollo de lo propio, de lo que el otro tiene; buscando y construyendo una intervención que no agregue ni quite nada, sino que permita hacer ver aquello que se tiene inscripto en la memoria como explicación y resolución”. Radios comunitarias como FM La Milagrosa en Ciudad Oculta, periódicos barriales como La Garganta Poderosa y espacios de producción audiovisual comunitaria como Wayruro Comunicación son algunas de las experiencias que hoy dan cuenta de la importancia de estos procesos.
Desde el espacio audiovisual podemos pensar estas prácticas como un “mirar situado” que produce desde las vivencias y saberes del pueblo, recuperando sus miradas, lenguajes, historias, propuestas y deseos, es decir, desde una percepción local e histórica. El desafío es, entonces, desarrollar una mirada enmarcada en un contexto socio-histórico y siendo parte de un proceso de mayor “soberanía audiovisual”, tal como lo han definido los compañeros del Grupo Chaski, de Perú. Por otro lado, desde la dimensión social, el hacer cine con sectores populares se vuelve una práctica subjetivante permitiendo que aquellos sectores que se encuentran excluidos socialmente se incluyan desde otra inscripción como sujetos políticos a partir de estas experiencias.
En nuestro caso, el trabajo con niños y niñas, jóvenes, mujeres en situación de violencia o prostitución, cooperativistas, promotoras de salud, adultos mayores y Veteranos de Malvinas entre otros, que no contaban con espacios de expresión y participación cultural, nos ha enseñado sobre la potencialidad del lenguaje audiovisual como herramienta y de la importancia que esto tiene para estos grupos sociales y sus comunidades.
La búsqueda de una mirada audiovisual situada y soberana es una construcción necesaria y urgente para los procesos de liberación que se han puesto en marcha en el continente y que más allá de la conquista de derechos sociales obtenidos deben dejar como legado el cambio cultural de esta época. Se trata, como lo ha explicado el filósofo argentino Rodolfo Kusch, de recuperar el horizonte cultural que vuelva a reunir en un mismo proyecto el sentido y el alimento: “... volver a recobrar la energía de los dioses, para luchar por una América que reúna otra vez el alimento y el hombre y que dé el hombre total. En última instancia, se trata del pan, pero de todo el pan, el pan que calma el hambre y el pan que calma la penosa tarea de existir, que ya no es pan, sino sentido de la vida”.
Ese legado estará vinculado con la reafirmación de valores como la memoria, la verdad y la justicia, con la revisión de nuestras propias identidades, en definitiva con la reconstrucción de los procesos históricos vividos en la lucha hacia la emancipación.
Como decía Ricardo Carpani, “yo parto de que si el arte, la imagen, tiene una potencia alienante al servicio del sistema, también tiene que tener la misma potencia al servicio de una causa liberadora”.
* Lic. en Trabajo Social. Coordinador de la AC Cine en Movimiento.
** Lic. en Ciencias de la Comunicación/UBA, Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini.
*** Lic. en Enseñanza de los Medios Audiovisuales. Coordinador de la AC Cine en Movimiento.





 MEDIOS Y COMUNICACION
Comunicación política en transformación
Geraldine Mendilaharzu y Karina Ortiz discuten acerca de la transformación del concepto de la comunicación política hacia una concepción estratégica que apunte a la construcción de sentido

http://www.pagina12.com.ar/commons/imgs/go-gris.gif Por Geraldine Mendilaharzu * y Karina Ortiz **
Hoy existen dos paradigmas de la comunicación en pugna, que se pueden visibilizar en las maneras de concebir y desarrollar la comunicación política. Una concepción lineal, descomplejizada y unidireccional, que sigue privilegiando al emisor, en desmedro de los actores sociales, colocándolos en el lugar de meros receptores. Una visión de la comunicación en la que pareciera que con pensar un slogan ingenioso, emocional y pregnante, basta para prender en la mente de los destinatarios, tratados como una totalidad homogénea y despersonalizada, bajo la creencia de que con sólo utilizar algunas herramientas comunicacionales básicas, que conformarían el kit de cualquier político y aspirante, bastará para desarrollar una comunicación exitosa.
Otro enfoque, que concibe que la construcción de sentido y la reapropiación y metabolización de los mensajes importa más que los mensajes en sí, se concentra en los actores sociales. Y, por ende, esta mirada se nutre de las dimensiones propias de la comunicación institucional y las relaciones públicas, en tanto ve a la comunicación como una práctica multisectorial y transversal. Entiende que la complejidad es la única clave de lectura de la cosa pública y desviste a la comunicación de su vestimenta paternalista y vertical, para pensarla desde una visión estratégica y de construcción de sentido compartida.
La transformación del concepto de la comunicación política a una concepción estratégica vinculada con la comunicación institucional y las relaciones públicas, muestra que más que pensar en el desarrollo de herramientas de comunicación aisladas, se debe trabajar arduamente en el discurso de identidad a priori, que abone para la construcción de sentido imprimiéndole una direccionalidad y una determinada orientación normativa.
Si la identidad de una institución o persona con incidencia pública está trabajada desde la complejidad comunicacional, luego permeará de manera natural el resto de las comunicaciones. Pero este proceso no puede darse de la manera inversa, como muchas campañas políticas han intentado e intentan. Es decir, constituirse en usinas de mensajes atractivos, con “gancho” y cortoplacistas, pensados por “grandes creativos”, pero carentes de profundidad y reconocimiento de otras variables sociales, culturales, políticas y económicas que construyen su sentido social.
Hoy, la decisión de otorgarle el voto a un candidato en una elección política no es el resultado de un proceso meramente razonado. Aunque suene paradójico, quienes busquen cambiar el resultado de una elección deben recurrir más a la emoción que a los argumentos racionales ya que la gente vota según su identidad moral y sus valores, aún cuando éstos vayan en contra de sus intereses.
Ya no se juzga a los políticos solamente por sus palabras y promesas, porque frente al descreimiento de los ciudadanos hacia la política, el aspecto o la actitud de los candidatos pasan a jugar un papel relevante y decisivo. Un gesto fuera de lugar o un comportamiento equívoco pueden minar la confianza de los ciudadanos, más de lo que está.
Los votantes son emocionales, por lo tanto, lo irracional es un componente dominante en una elección. Sin embargo, los políticos no deben olvidar que para gobernar bien, primero necesitan comunicar bien lo que, posteriormente, deberán gestionar bien.
En campaña pueden sonar bien determinados slogans y canciones pegadizas que se tararean hasta el hartazgo. Pero, una vez llegados al gobierno, los políticos deberán darles a esos electores, razones que justifiquen por qué los han apoyado para llegar hasta ahí. Los políticos tienen que saber que es hora de atender las necesidades de los ciudadanos para, a su vez, entender cuál es la orientación de su voto. Bajo esa premisa, en un contexto social donde el tiempo es un bien escaso, captar la atención de votantes descreídos se convierte en un milagro. Por ello, la política y los políticos deben aprender a contar cosas e implicarse desde la emoción.
Lo anterior exige una mirada compleja y estratégica, concentrando sus esfuerzos en la identificación y caracterización pormenorizada de los públicos, de manera de dar cuenta de los intereses y necesidades de cada actor social, en tanto preludio indispensable para el trazado de estrategias de comunicación. Este es uno de los tesoros de las relaciones públicas y la comunicación institucional que hoy puede nutrir a la comunicación política.
* Periodista. Especialista en Comunicación.
** Lic. en Relaciones Públicas. Especialista en Comunicación.


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