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sábado, 4 de agosto de 2012

Impacto en la avenida Alvear

Los productos de lujo, en retirada

A las marcas que se van del país, se suman faltantes de stock por las trabas a la importación
Por Loreley Gaffoglio | LA NACION
Enfundada en un trench charolado de Prada, Maricarmen, una turista colombiana de 42 años, trajinaba el martes la avenida Alvear con entusiasmo. Tenía la firme decisión de gratificarse con una cartera clásica marrón, con el conocido monograma de Louis Vuitton.
"Entré a la tienda, en la que había comprado en mis viajes anteriores, y observé que la gran estantería de pared a pared estaba vacía. Había unos 20 espacios para la exhibición de modelos, pero ninguna cartera", contó sorprendida a LA NACION.
Dentro del local, la empleada le dio la siguiente explicación: "Desde diciembre que no recibimos esas carteras, insignias de la marca. Es que no son de cuero, sino de un tipo de algodón tratado con enduidos que endurece el material, sobre el cual se estampa el sello LV. Pero las consideran productos textiles, por eso no entran", dijo y le ofreció a cambio uno de los bolsos de cuero que consuela el magro stock de la tienda francesa.
La avenida Alvear, el paseo de compras más lujoso de la Argentina, enfrenta una metamorfosis que muchos juzgan letal: la de la escasez que mutó casi en un desierto para el consumo de bienes suntuarios.
En esa avenida neurálgica, emblema local de la distinción y el deseo de alta gama -como en el mundo lo son Madison Ave., Place Vendôme, Rodeo Drive o Via Condotti-, nadie se sorprende por la estampida de persianas bajas de prestigiosas firmas internacionales que antes de las trabas a las importaciones contribuyeron a fraguar la identidad del lujo y el glamour en Buenos Aires.
Emporio Armani fue la primera hace tres años. En diciembre le siguió Yves Saint Laurent, luego de 30 años en el país. Y se sumaron Escada y, por unas semanas, Ermenegildo Zegna. En tres meses partirá Cartier, propiedad del grupo suizo Richmond, radicado en la Argentina desde hace 15 años. De forma anunciada como temporaria también cerró esta semana la maison Polo Ralph Lauren , que había logrado surfear con éxito el tsunami de 2001.
Basta asomar en Cartier , en Hermès o en joyerías nacionales que antes vendían relojes Rolex o Bulgari para entender que donde no hay objeto de deseo no hay consumo. Aunque todos coinciden en que comprar hoy un producto de lujo importado, atado a la cotización del dólar oficial, es un buen negocio si se cambian esos mismos dólares en el mercado paralelo. Y si se consigue el producto.

El consumo contagia

"Hay un principio básico que el Gobierno desoye: la competencia extranjera, aun sin producción en el país, prestigia y fomenta el consumo en todos rubros. El consumo contagia al consumo", apunta un tradicional joyero local que en 1997 vivió con temor el desembarco de Cartier en el área y que ahora confiesa: "Fue mi mejor bendición, fueron los mejores años de mi negocio".
Hoy, con un 30% menos de ventas, el joyero reconoce que 2006 y 2007 fueron los mejores años en los 50 años de historia de su negocio. La caída actual la atribuye en gran media a "este estado de incertidumbre que a nadie beneficia", sumada a la baja del turismo y, en menor medida, a la desaceleración económica.
"El lujo es un tipo de consumo pasional, de conocedores guiados más por el ánimo y la opción de calidad que por los precios", apunta el joyero. "En producción de bienes suntuarios en el país no existe la competencia desleal. Cada marca hace lo suyo, con su know how , su tradición artesanal y las mejores materias primas a su alcance. Quien usa una cartera Hermès y puede pagarla, no la va a reemplazar por otra nacional, por mejor diseño que tenga. La comprará afuera", dijo, y señaló a la clientela local como el motor del 70% del total de consumos en la avenida Alvear.
Desde hacía seis años que Lucas Bianchini trabajaba en el área de PR del grupo Esteé Lauder. La marca, que agrupa a las marcas de cosméticos y fragancias Clinique, La Mer, Bobbi Brown, Donna Karan, Mac y Tommy Hilfiger, se había ido en 2001 y regresó en 2005. Junto con otros cuatro compañeros, el 29 de junio fue despedido.
"Bajó mucho el consumo y a eso se sumó la entrada errática de los productos de lanzamiento. En marzo estalló la debacle. Cada cargamento era primero un estrés, luego un caos. ¿Lo liberan o no lo liberan? ¿Mandamos la información o no a los medios? Todo era una desorganización forzosa y desgastante. Trabajo de crisis lo llamábamos", graficó Bianchini, que busca trabajo desde entonces. Un número no precisado de empleados en los puntos de venta del interior del país también debió ser reducido.
Pero las trabas a las importaciones no afectan a todos los rubros por igual. Algunas marcas automotrices de alta gama como Audi, que opera al amparo de VW, aseguran que la demanda aumentó 30%, y en los casos de los concesionarios que tenían mayor cupo de importación, las ventas se incrementaron otro 15% en los últimos dos meses.
En el razonamiento del consumidor que tiene dólares, explicaron en el mercado automotriz, los autos de lujo se pagan hoy a valores competitivos en pesos, ya que están regidos por la cotización del dólar oficial. Es decir, "el ahorro del comprador supera el 30%, que es la diferencia entre el precio del dólar oficial y el paralelo, si cambia esos mismos dólares en el mercado negro".

La voluntad de El Príncipe

"Pero la realidad es que hoy hay mucha más demanda que oferta", confió una fuente segura del mismo sector. "Se acepta sólo una seña del 20% por el auto a importar, ya que la entrega se puede prolongar por tiempo indeterminado. Todo depende de cómo se levante El Príncipe [por el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno], o si el pedido sale arbitrariamente observado, algo que es moneda corriente. Pero siempre es mejor hablar con Moreno que con Beatriz Paglieri [secretaria de Comercio Exterior]. Con ella sí que no se puede razonar", dijo.
Todas las fuentes consultadas hablaron de un espíritu zen al momento de esperar repuestos. Indicaron que los neumáticos son los que tienen mayores dificultades e ironizaron sobre "cruzar los dedos para no chocar" y en rezarle "a San Expedito para que no se te rompa nada".
"De todas maneras, esto de vivir con lo nuestro no es nuevo -recordó una fuente-. Sucedió en los 70 y en los 80. Es tan arcaica, dañina y burocrática esta política que no podrá sostenerse mucho más en el tiempo."
LOS SIBARITAS, TAMBIÉN PERJUDICADOS
A las elites de sibaritas, acostumbradas a determinados sabores y productos de calidad premium, hoy no les queda otra que reeducar el gusto o pedirles a los amigos que viajan algunas de las delicatessen que ofrecen los free shops .
"En la práctica, muchos se abastecen de estos productos comprándolos al por mayor en viajes al Uruguay o a Chile", revelaron fuentes que conocen los circuitos gourmets.
En locales como Valenti, desde hace meses brillan por su ausencia una infinidad de productos. Según contaron varios de esos connaisseurs, al queso gorgonzola ahora se suma el pecorino romano y los quesos duros franceses e italianos: el roquefort Societé; el brie y camembert Président, el parmigiano macchiato San Daniele o el Reggiano encabezan la nómina de los productos faltantes. En restaurantes italianos confiaron que un plato típico como el prosciutto de Parma San Daniele, líder en calidad, debió ser reemplazado por otras marcas. Faltan también cervezas importadas y una gran variedad de tés, desde los ahumados Twinings, a los orgánicos franceses Dalfour y los ingleses Ammad Tea.
" Es difícil entender el porqué de esta prohibición cuando no hay igual producto de marca nacional que los reemplace", se quejó una clienta en El Viejo Molino, un local especializado en alimentos gourmet, en Belgrano. "Hoy asoma una nueva modalidad, impensable tiempo atrás: la gente stockea, todos los comercios también, ya que muchos proveedores mayoristas especulan por demás con los precios -contó la dueña de otro local especializado en Retiro-. Si falta un producto que la gente compra, y luego aparece, como la pasta italiana Garófalo, o el arroz negro canadiense, el mayorista termina imponiendo el precio que quiere."

Tres claves

  • Persianas bajas A la salida ya concretada de Emporio Armani, Yves Saint Laurent y Escada, se sumaron el cierre de Cartier y Ralph Lauren.

  • Menos productos Casas que siguen abiertas muestran faltantes, como carteras Louis Vuitton o relojes Rolex.

  • Menos clientes La merma del turismo europeo y brasileño agravó la situación de las marcas de lujo.

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