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martes, 30 de agosto de 2011

Sábado 27 de agosto de 2011 | Publicado en edición impresa
La Compu

Linux, el primer fruto de las redes sociales

Por Ariel Torres | LA NACION
Linux es muchas cosas. Es un sistema operativo, el conjunto de programas, bibliotecas y controladores que permiten a un amasijo de chips y cables comportarse como una computadora.
Es también el más ubicuo de estos sistemas, porque además de funcionar en las PC se encuentra en un notable espectro de dispositivos. Tu router Wi-Fi posiblemente usa alguna versión de Linux, por ejemplo. También los celulares y las tabletas con Android, claro, pero hasta existen instrumentos musicales que funcionan con este sistema, como los KRONOS y OASYS de Korg y el RD 700-GX de Roland, entre varios otros.
Linux es, por supuesto, el ícono del software libre. Cuando Microsoft dominaba cómodamente el mercado global de computadoras personales y corporativas con un modelo clásico de comercialización, Linux pateó el tablero y mostró una forma alternativa de capitalizar estas tecnologías. Se dijo de este modelo toda clase de tonterías, como que era comunista; hasta se lo calificó de cáncer. Pero generó riqueza. A montones. Google, de la que no se puede predicar que sea una compañía con tendencias soviéticas, acaba de invertir 12.500 millones de dólares para defender Android, que se basa en Linux y por lo tanto es atacado con las mismas armas que se amenaza a Linux, es decir, demandas por patentes.
Como tal ícono me parece también un emblema del más precioso de nuestros dones: la libertad. Como he dicho en alguna otra ocasión, no fueron sus características las que me atrajeron al principio. Hace 14 años, cuando lo instalé por primera vez (sin entender ni lo básico, y me aguardaban muchos meses de leer y aprender), casi nada andaba bien y muchas cosas no andaban del todo. No, no fue eso ni su bonita interfaz gráfica, que no la tenía del todo. Fue la libertad. Podía usarlo, modificarlo y compartirlo sin quebrantar la ley, al revés que con Windows o las versiones comerciales de Unix. Es más, podía venderlo, si se me ocurría una forma de hacerlo de forma rentable, como se les ocurrió a Bob Young y Marc Ewing, los fundadores de Red Hat, y esto también era legítimo. Lo único que no podía hacer era retacear, esconder o de cualquier forma negar el acceso al código fuente. Para un periodista, cuya profesión existe si y sólo si la información puede fluir libremente, esto me parecía de lo más lógico.
Un tweet en Usenet
Pero estos días, pensando en el tema a causa del aniversario por venir, me di cuenta de que Linux fue uno de los primeros ejemplos del poder de las redes sociales conectadas por medio de redes electrónicas; Internet en sí fue quizás el primero de todos.
Ahora, con Facebook, Twitter y Wikipedia en la cresta de la ola, hemos aceptado que podemos hacer cosas buenas en conjunto, sin el paternalismo al que nos tenía habituado el mundo antiguo, predigital. Pero veinte años atrás nadie hablaba de redes sociales. Ahora, ¿fue acaso Linus Torvalds, él solo, quien construyó Linux? De ninguna manera. De hecho, ya estaba casi completo desde mucho antes.
Póngase en el lugar de Torvalds, que entonces tenía 21 años y vivía bien lejos de las grandes capitales tecnológicas del mundo. Su mensaje original presentando el primer borrador del núcleo de Linux es básicamente un tweet. Es un comentario en Facebook. Nunca imaginó que causaría tal revuelo, mucho menos que se convertiría en un pilar de la industria. Pero obtuvo la misma reacción que habría cosechado si lo hiciera hoy. Despertó entre los programadores de todas partes del planeta una fiebre cooperativa que empujó ese experimento estudiantil al estrellato.
De hecho, aunque la palabra Linux es una combinación del nombre Linus con la típica X que distingue a los sistemas tipo Unix (como Aix, Irix o Xenix), este pegadizo pero egocéntrico nombre no fue elegido por Torvalds, que hubiera preferido Freax . Fue su amigo Ari Lemmke quien, además de sugerirle subir el núcleo a un servidor FTP para hacerlo fácilmente accesible a otros programadores, le puso Linux a la carpeta donde éste se almacenaría. ¿Por qué? Porque Freax le parecía feo. (A mí también.)
Además, Torvalds escribió tan sólo el núcleo, y un sistema operativo es muchísimo más que eso. Los sistemas tipo Unix funcionan sobre la base de un gran número de pequeños programas que hacen una o dos cosas bien, y nada más. Se los puede concatenar de varias formas, pero si uno mira los directorios de un Linux recién instalado encuentra cientos de programitas. El núcleo de Torvalds no habría llegado a ninguna parte de no haber sido porque para entonces esa miríada de aplicaciones ya estaba escrita y también registrada como software libre. Esto se debió a los esfuerzos y la visión de Richard Stallman y su propia red social de programadores, que no sin razón reclaman que Linux debería llamarse GNU/Linux. Por razones obvias, Linux a secas pega más y así terminamos llamándolo. Pero casi todo lo que hoy llamamos Linux ya existía antes del 25 de agosto de 1991 y era obra del Proyecto GNU ( www.gnu.org ) de Stallman. De hecho, este muchas veces criticado cruzado del software libre había puesto en 1985 la piedra fundacional al crear gcc ( GNU C Compiler ), la clase de programa que convierte código fuente en ejecutables.
Hoy Linux está en Amazon, en la Bolsa de Valores de Londres, en casi el 91,8% de las supercomputadoras del Top 500 y hace andar el gran colisionador de hadrones, la Máquina de Dios ( http://es.wikipedia.org/wiki/Gran_colisionador_de_hadrones y www.linuxjournal.com/content/the-large-hadron-collider ).
Pero no lo creó un hombre solo. Lo creó una red social

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