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domingo, 10 de octubre de 2010

tendencias

LA CARENCIA LLEGA AL 70%
Por qué hay muchos psicólogos y tan pocos ingenieros
Las búsquedas de ingenieros y otros profesionales en ciencias duras crece vertiginosamente, aunque la cantidad de graduados todavía no despega. Mientras empresas y el Gobierno lanzan planes para captar más alumnos, los títulos tradicionales, aún con poca demanda laboral, siguen vigentes. Pagar por estudiar e importar talento aparecen como soluciones.
Por Pedro Ylarri
El profesor de Física frunce el ceño, se peina hacia atrás con las manos y mientras levanta la vista de unos documentos para dirigirla a su aula casi vacía, exclama: “Lo último que faltaba, vamos a tener que empezar a pagarles por estudiar”. Su exageración no está tan lejos de la realidad. Es que mientras la demanda de ingenieros crece a un ritmo vertiginoso, la cantidad de alumnos y de egresados universitarios en ciencias básicas y aplicadas no terminan de despegar.
La situación está motivando a empresas, universidades, fundaciones y a los gobiernos a lanzar programas específicos para favorecer las carreras científicas y técnicas e incluso pagarles a los estudiantes por terminarlas. Pero su éxito, hasta ahora, es relativo; y el futuro, cada vez más incierto.
El “divorcio” entre las necesidades del mercado y el interés de los jóvenes es resaltado por consultoras de recursos humanos, cámaras industriales y fuentes oficiales, quienes en diálogo con PERFIL sostienen que en líneas generales las búsquedas de ingenieros y otras especialidades en ciencias “crecen todos los años 50 por ciento, desde 2004”, en especial, en áreas como sistemas e informática.
Del otro lado, entre tanto, hubo un “muy lento” incremento en los egresados de ingenierías como industrial y civil; una disminución de las “duras” (mecánica, electromecánica y materiales) y una “casi nula” matrícula en otras, como ingenierías en petróleo o electricidad, en donde los graduados se cuentan con los dedos de las manos. En sectores como el de la minería, que tuvieron un crecimiento meteórico desde la crisis de 2001, las empresas ya hablan de “importación” de profesionales.
La demanda. “Existe una demanda de empleo insatisfecha de ingenieros y profesionales de la tecnología”, resalta a PERFIL Federico Barni, gerente de marketing de Bumeran.com, el sitio de avisos de empleo on line que está en medio de la oferta y la demanda. Desde allí, agrega que “el problema hace que las empresas compitan por los mismos talentos, teniendo que pagar salarios muy altos en comparación con otras profesiones”.
Según afirma, “el futuro para estos profesionales es auspicioso, porque las empresas no tienen más opción que pagarles salarios altos, y, para retenerlos, les deben costear estudios de posgrado, capacitaciones, viajes de actualización y otros beneficios”. La demanda es tan alta, agregan desde las universidades, que las bolsas de trabajo de las casas de estudio prácticamente no existen para estas carreras, ya que son las empresas las que buscan a los trabajadores.
Los números de la falta de ingenieros difieren según la industria. La Cámara de Empresas de Software (Cessi), por ejemplo, dice que la industria necesita 7 mil nuevos profesionales en sistemas e informática por año, pero según el Ministerio de Educación, apenas se recibe la mitad: 3.500 entre universidades públicas y privadas. Ingenieros en Petróleo se necesitan entre 15 y veinte por año, pero sólo se reciben diez. Según datos del Indec, no logra cubrir sus vacantes casi un tercio de las empresas que buscan personal profesional.
“El rubro tecnológico genera aproximadamente unas 10 mil posiciones vacantes anuales, mientra que la matrícula en general apenas supera las 3 mil, originando un ‘gap’ tan importante que pone en riesgo el mantenimiento de las altas tasas de crecimiento que el sector viene mostrando en los últimos años”, explica a PERFIL Daniel Luaces, gerente de Manpower Professional, una consultora internacional de recursos humanos.
Se refiere también específicamente a sectores como el de la minería: el crecimiento en este sector “está requiriendo de personal de todo nivel”, como investigación, diseño de infraestructura, operación y transporte, por lo que “probablemente deberá analizarse la posibilidad de importar especialidades faltantes en el país”.
La oferta. El licenciado Ricardo Barrera, director del Programa de Orientación Profesional (Popps) de la Fundación Telefónica, asegura que un puñado de carreras tradicionales (Abogacía, Economía, Medicina, Comunicación y Psicología) se lleva “entre 40 y 50 por ciento de los alumnos” y el resto queda para las miles de otras carreras, entre ellas, las ingenierías.
¿Por qué sucede esto? Para Barrera es porque antaño estas carreras eran bien remuneradas y tenían salida profesional, “todas cosas que hoy son mito porque están absolutamente saturadas”.
Dice también que hay “mucho desconocimiento” de la oferta (“¡Hay 200 carreras de ingeniería! ¿Lo sabía usted?”, enfatiza) y se lamenta porque “las ciencias duras como Física, Química y Matemática son filtros en la secundaria, donde los chicos no les encuentran el sentido. Eso genera anticuerpos y terminarán escapándoles de por vida”.
Sin estudios exhaustivos sobre el tema, un asesor educativo cita una estimación oficial, según la cual “en líneas generales, entre ciencias básicas y ciencias aplicadas se gradúan por año unos 20 mil alumnos en todo el país… Cuando se necesitan, al menos, el doble”. Por otra parte, entre las ciencias humanas y ciencias sociales se gradúan 60 mil personas por año… ¡y se necesita la mitad!”. Otro problema es la gran deserción: según el Ministerio de Educación, en el sistema público, el 81 por ciento de los que empiezan a estudiar no se reciben.
La ingeniera Norma Ciatti, coordinadora académica de la Facultad de Ingeniería de la UCA, explicó en ese sentido que en carreras vinculadas al software, la demanda es tan fuerte que “la industria los absorbe” con sueldos altos y buenos puestos de trabajo, lo que provoca que se extienda el periodo de estudio o directamente los jóvenes no terminen.
Intenciones. Gobierno, universidades y empresas intensificaron este año el combate contra la escasez de ingenieros, aunque todavía parece no verse una luz al final del túnel. El Ministerio de Educación, a través de la Secretaría de Políticas Universitarias (SPU), informó a PERFIL que ciertas ingenierías y licenciaturas en ciencias básicas son ahora llamadas “carreras prioritarias” y por lo tanto “son las principales beneficiarias de becas” desde la Nación.
La cartera de Trabajo, por su parte, salió a capacitar a operarios y personal técnico de las industrias, ya que falta personal aún en oficios básicos, como soldadores y torneros. “Entre 2003 y este año se habrán capacitado cerca de un millón de personas”, aseguró a PERFIL el ministerio. Sin embargo, para los cursos de este año se destinarán 165 millones de pesos, es decir apenas el 0,15 por ciento del presupuesto de 105.055 millones de pesos que tiene a cargo Carlos Tomada.
Para las casas de estudios, como la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), “el problema es la altísima deserción de estudiantes”. La SPU les da la razón: Ingeniería era en 2008 la tercera carrera con más alumnos en el sistema público, con 85 mil estudiantes (detrás de Economía y Administración, con 233 mil; y Derecho, con 144 mil). Por eso, dicen en la UNLP, “lanzamos una agresiva política de tutorías”, por las que cada alumno tiene una persona que los guía desde que empieza hasta que termina.
Las empresas tienen un rol central y son las encargadas de financiar becas y estudios, e incluso de levantar escuelas y universidades para garantizarse personal. Barni, de Bumeran.com, dice que “hay ciertas industrias, como la automotriz, en las que las fábricas sostienen escuelas técnicas”. Organización Techint, por ejemplo, tiene el Instituto Roberto Rocca, que otorga becas, además de programas de pasantías. En el Instituto Balseiro, en Bariloche, en carreras como Ingeniería nuclear o mecánica se cumple el pronóstico de aquel profesor de Física: a todos los estudiantes los becan y les pagan para estudiar y radicarse en el sur.
Las carreras, según pasan los años
Las estadísticas históricas sobre la cantidad de alumnos y egresados universitarios parecen revelar un drástico cambio en las vocaciones de los argentinos en las últimas décadas. La preferencia de los jóvenes con anterioridad a la década de 1980 por carreras vinculadas a las ciencias básicas –como Biología y Matemática–, y aplicadas –como Ingeniería y Arquitectura– han dado paso en los noventa a las ciencias humanas y sociales.
Según cifras de la Secretaría de Políticas Universitarias (SPU) del ministerio de Educación de la Nación, en 1986, las ciencias básicas y tecnológicas lideraban las preferencias de estudio de los jóvenes, con 40,6 por ciento de los alumnos en universidades públicas, guarismo que cayó a 29,6 por ciento en 2008, los últimos disponibles. Ese año, casi 95 mil personas se graduaron de las universidades argentinas y de ellas, sólo 3,7 por ciento fueron de carreras de ingeniería, es decir 3.550 personas.
Las ingenierías pasaron de ser las carreras más elegidas a ocupar el octavo lugar en el ranking de carreras con mayor cantidad de graduados en 2008. Economía –que incluye la popular carrera de Administración de Empresas– lidera en cantidad de egresados con 19.630, contando casas de estudio públicas y privadas. Le sigue Derecho, en segundo lugar, con 19.630 graduados.
Las carreras paramédicas (técnicos y enfermeros, entre otros) son el tercer rubro con mayor cantidad de graduados, con 14.235 personas. Además, en 2008 se recibieron, en cuarto lugar, 9.722 médicos. Educación, Psicología e Informática son carreras con más graduados que Ingeniería en la actualidad, y ocupan los puestos del quinto
al séptimo.

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