UN HABITO ARGENTINO EN INTERNET
Por qué en los comentarios en la web hay más insultos que opiniones
Mientras en otros países muchos sitios web se alimentan de los comentarios hechos por los lectores y usuarios, y los publican al mismo nivel que sus propios colaboradores, en la Argentina pareciera que las reglas de los comentaristas son el insulto y la descalificación. Periodistas y expertos sostienen que el anonimato y el clima político enrarecido del país promueven esta actitud. Para psicólogos y sociólogos, en cambio, se trata de una forma de catarsis. Por su parte, la militancia digital del kirchnerismo tiene un grupo de comentaristas que dan la “batalla de ideas” en los blogs y en páginas de Internet.
Por Pedro Ylarri
La noticia era el fallecimiento de uno de los contrayentes durante el festejo de su propia boda, la primera entre dos personas del mismo sexo en Mar del Plata. Para un lector, se trató de “justicia divina”; para otro, el deceso fue a causa de un “pelpa (de cocaína) mal cortado” y otros dos criticaron a coro al periodista por difundir la noticia: “Domina la prensa pro gay, por eso les dan nota a estos dos kuliaos” dijo el primero, mientras que el segundo se preguntó: “¿También ustedes son trolos?”. Sólo dos de los otros 84 comentarios llevaba condolencias.
Como un virus informático o una enfermedad de la conciencia, los sitios en Internet de diarios y revistas de Argentina, al igual que medios periodísticos basados en el mundo en línea, explotan en la actualidad de comentarios agresivos y negativos por parte de sus lectores –la mayoría con el dedo acusador levantado para denunciar desprolijidades y todo tipo de patrañas– amparados, muchas veces, en el paraguas invencible del anonimato.
Periodistas, ejecutivos de medios, filósofos, sociólogos y especialistas en nuevos medios opinan en diálogo con PERFIL acerca del origen de este fenómeno que, según algunos, es favorecido por el clima de “crispación política” actual en nuestro país y las “patotas del kirchnerismo”, pero que para otros se trata simplemente de una forma barata y eficiente de descargar la bronca cotidiana. Ningún consultado atinó a negar la furia argenta volcada en la Web. En este debate, primero opinan los que escriben: los periodistas.
Pepe Eliaschev, columnista dominical de este diario y precursor en la Era de Internet, reconoce que “el escenario es catastrófico” ya que “los supuestos comentarios que se depositan en las columnas son, en realidad, fusilamientos, encarnecimientos y agresiones personales”, y estima que “si en los medios digitales se aceptara el mismo código que para los medios escritos, no menos del 95 por ciento caerían”, porque “los comentarios en los sitios de Internet proliferan desde el anonimato y la cobardía”.
El columnista cuenta que una vez, enojado, escribió en su blog las direcciones de correo electrónico de comentaristas agresivos “y ahí ardió Troya porque, dijeron, estaba invadiendo la privacidad”. Con lo cual, agrega, la situación no es la misma para todos, ya que “uno tiene que caminar por la calle dando la cara y hay otros que no se hacen cargo”. Pese al mal trago, no niega que haya comentarios “muy enriquecedores”, y denuncia, al igual que varios colegas, que hay gente a la que se le paga para amedrentar y comentar agresivamente (ver recuadro).
Ezequiel Fernández Moores, colaborador deportivo de La Nación, dice que su columna en la Web de ese diario suele “atraer más insultos” que cuando publicaba en Página/ 12, ya que “hay temas que impactan más en ciertos públicos”. Pero se toma en sorna los agravios: “Yo los llamo mi ‘club de fans’: de lo que escriba, estarán allí para insultar”.
Sin embargo, aclara, “si tengo que definirme, prefiero que existan, aún con desbordes, porque hay algo extraordinario en este juego de ida y vuelta; tal vez los insultos sean consecuencia lógica de algo que es joven, pero me gusta estar atento a los comentarios, no por los insultos o elogios, sino porque me gusta el complemento, cuando aportan algo, te señalan que hay algún error o te marcan algo”, dice el periodista, también editor en la agencia ANSA.
Blogueros. El filósofo Alejandro Rozitchner es otro de los pioneros en Internet con su blog 100 Volando, con el que debió tomar diversas políticas respecto a los comentarios. En diálogo con PERFIL, asegura que en su sitio “la mayor parte son aportes al tema”, aunque “hay un porcentaje importante que se llama al vandalismo, gente que quiere joder... neuróticos que se creen inteligentes por criticar u obsesivos puntillosos que canalizan en Internet un veneno interno que no saben donde meter”.
Como filósofo, opina que la costumbre argentina de insultar en los comentarios se da porque “hablar del otro es una manera de zafar del trabajo de tener que ser uno mismo; ésa es la tendencia social que muchos encarnan en sus comentarios tontos y agraviantes”. Tiene también una explicación de analista político: “La crispación en temas políticos es inmensa. Proviene, sobre todo, de los extremos y, básicamente, de un progresismo ensoberbecido y fascista, que cree tener derecho a maltratar a todos porque se siente defensor de grandes causas, pese a que en el camino deje de lado toda humanidad”.
El sociólogo y director de la Consultora Equis, Artemio López, también autor del popular blog Ramble Tamble, consideró que los usuarios hacen aportes “muy interesantes”, aunque “hubo una etapa de agravios y amenazas por las que debimos moderarlos, generalmente coincidente con tiempo de elecciones”. Como sociólogo, su posición en relación con los comentarios agraviantes es muy clara: “Muestran impotencia y frustración a nivel personal”.
Por su parte, tres de los autores de Finanzas Públicas, un blog que suele tener buenos debates entre los usuarios –incluso muy apasionados– explican el secreto de su éxito, sin revelar su identidad:
—Ana C.: Porque moderamos poniendo límites y contribuyendo al debate desde siempre.
—Musgrave: Porque es una política deliberada nuestra cuidar los debates. Los insultos directos son borrados automáticamente.
—El del 0.33%: Porque los integrantes del blog pensamos todos distinto, eso hace que el blog no se identifique con una línea, y porque moderamos los que no tienen una idea por detrás.
Censores. Cuenta el periodista brasileño Rosental Calmon Alves, de larga trayectoria en Estados Unidos, que cierta vez se encontró con un ejecutivo del prestigioso The New York Times, y éste le comentó que el diario había decidido contratar a dos personas para moderar los comentarios. A los pocos meses, se volvió a encontrar con la misma persona, quien le informó que ya eran 16 los censores; y al año del primer episodio, le confesó que eran 72 los encargados de corregir errores y eliminar exabruptos, tantos como los de la redacción de un diario regional.
“La moraleja es clara: si querés moderar bien, necesitás un ejército de moderadores, algo que, en general, no es posible”, opina Darío Gallo, el jefe de Perfil.com. Dice, en cambio, que aparecerá en las redacciones un nuevo oficio periodístico: serán “como bastoneros que coordinarán el debate” y lo irán llevando a mejores puertos. “Lo que no podemos hacer es sacarlos, porque un sitio sin comentarios es como la página impresa subida a una computadora, Internet es interacción”, destacó. Pepe Eliaschev considera que la ausencia de moderadores “hace que las páginas sean cloacas, donde hay incluso ataques étnicos y raciales”, muy diferente a la prensa impresa, “donde jamás aparecerían mensajes que sí lo hacen en Internet”. Sin censores, dice el columnista, las páginas que trabajan las 24 horas “no deben convalidar el derecho al agravio” y “estimular la ficción de una participación que no es tal”, al menos, no permitiendo el anonimato.
Sin dinero para financiar moderadores, páginas de Internet de Argentina y del mundo comenzaron a idear estrategias para eliminar los comentarios malignos, uno de ellos es vincular las cuentas de los diarios con Facebook, de manera de disminuir los riesgos de anónimos. En Estados Unidos, un diario decidió cobrar un dólar para registrarse y así lograr los mismos objetivos, ya que el usuario debe dejar los datos de su tarjeta de crédito.
¿Mala política? Darío Gallo asegura que la efervescencia de los comentarios en la Web local es similar a la de América latina: “en la región hay una sanguinaria forma de comentar, porque es la forma de hacer política”, remarcó, al citar los casos de Colombia y Venezuela, donde “la crispación de la calle se sube a la Web”. Además, dice que los que más se quejan de los comentarios son los mismos columnistas, porque algunos consideran que “cinco opiniones negativas equivalen a una silbatina, cuando no es así”.
Diego Ursini, periodista y asesor de prensa de La Plata, miembro de Pjdigital.org, una red de blogueros con inclinación justicialista, opina en cambio, que “los agravios tienen más de descarga psicológica que de contenido o bronca real... lo nuevo es que el insulto llega a quien estaba dirigido, pero existía en forma previa”. Añade que la “cintura y entereza para responder” por parte del agredido, que si es un político debe “asumir una impronta propia de respuesta” y contestar siempre que sea para ampliar y favorecer el debate. “Los agresores terminarán, incluso, agradeciendo la respuesta”, finalizó.
Sea la política o la economía, una forma de descarga emocional o la incapacidad de afrontar los propios problemas, los comentarios agresivos se multiplican en sitios, blogs y ahora más con las redes sociales. Los temas son varios, incluso puede serlo esta nota, que si no le gustó, ya sabe qué tiene hacer. La dirección es Perfil.com.
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Pepe Eliaschev
Los supuestos comentarios que se depositan en las columnas son, en realidad, fusilamientos, encarnecimientos y agresiones personales. Si en los medios digitales se aceptara el mismo código que para los medios escritos, no menos del 95 por ciento caerían.”
Dario Gallo
“Si querés moderar bien, necesitás un ejército de moderadores, algo que, en general, no es posible. Lo que no se puede hacer es eliminar los comentarios, porque si no, es como una página impresa subida a una computadora. Internet es interacción.”
Artemio Lopez
“En mi blog, los usuarios hacen comentarios muy interesantes, aunque es verdad que hubo una etapa de agravios y amenazas por las que debimos moderarlos. Los comentarios agraviantes muestran impotencia y frustración a nivel personal.”
Pablo Capurro.
“Existen empresas que ofrecen seeding a compañías y personalidades. Se trata de influir en la opinión pública a través de comentarios y mensajes que simulan ser de usuarios legítimos, aunque en realidad no son auténticos. Se amparan en el vacío legal y el anonimato.
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