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domingo, 16 de noviembre de 2008


el efecto crisis
Nuevo consumidor ABC1: regatea, busca ofertas y mantiene el estatus
Por lo general, no se pasa a segundas marcas, pero realiza “compras inteligentes”: pelea el precio, aprovecha ofertas, promociones y cupones de descuento. Y no solamente con productos o servicios suntuosos. Los vendedores de los retailers dicen que hoy, el regateo, es moneda común y se intensifica con el temor a la crisis. Para los especialistas, usar determinadas marcas es un símbolo de estatus que se quiere preservar de cualquier forma. “Tienen autos de alta gama, pero se fijan en el precio del seguro o la nafta”, ironizan. En Europa, esta tendencia está instalada. El “derrochón” es mal visto.
Por Laura Gambale
Consumir las primeras marcas, al menor costo posible, es la nueva meta de la clase media alta argentina. Lejos de depender de la capacidad de pago, se trata de un nuevo tipo de consumidor, identificado por los especialistas como “inteligente” y “selectivo”.
Son, ahora, seguidores de ofertas, descuentos, cupones y todo tipo de oportunidades. “El regateo, en momentos de crisis, es un hábito en fuerte expansión, entre los compradores de mayores recursos económicos”, dijo Roberto, vendedor desde hace más de diez años en Garbarino. “Cuando el cliente llega decidido a pagar en efectivo, el regateo se intensifica y hoy se pone en evidencia sin vergüenza. ‘Te pago al contado, pero haceme un descuento’, es la primera estocada a la hora de conseguir el producto, desde una plancha hasta un plasma. Otra búsqueda común es la del ‘día de descuentos’”, explicó Roberto y puso un ejemplo: “Ayer, un cliente vino en busca de un plasma y pidió el 20% de descuento. Yo le expliqué que sólo los sábados se otorgaba. La respuesta inmediata fue ‘entonces espero para volver el próximo fin de semana’”. Hace un tiempo, esto quiza, no hubiese ocurrido.
“Desde los 25 hasta los 55, todos regatean”, resaltó Maximiliano Brett, gerente de la sucursal Frávega de la calle Florida, y coincidió en que los que pagan en efectivo siempre piden una rebaja, ya que “con plata en mano pareciera que tienen el derecho de conseguir, sí o sí, una mejor oferta”. Además, enfatizó: “Son insistentes, juegan con la competencia, y sostienen siempre la misma frase, ‘en el local de enfrente me ofrecen un 10%, si me hacés un 12% te lo compro a vos’”. En Falabella ocurre algo similar. María Paula, vendedora de una de las sedes céntricas, confirmó que los días de descuento “el local se llena”, y que la mayoría de los clientes “prefieren esperar los días con rebajas, antes que comprar sin descuento”. Además, comentó que la tarjeta de beneficios de la propia firma “cada vez da mejores resultados”. Los días que se reciben los cupones de los clubes de descuentos, “los productos se venden enseguida. Es que, desde la llegada de la crisis, la gente presta mayor atención a los beneficios”.
Mirada de especialistas. “La marca siempre fue sinónimo de distinción, y resignarla implica bajar de estatus. Por eso, la gente de alto poder adquisitivo sigue comprando autos de alta gama, pagando colegios privados costosos y usando indumentaria de primera línea, aún en contexto de crisis, pero ahora, se toma más tiempo para analizar las alternativas antes de gastar”, explicó Ana Wortman, socióloga, titular de la cátedra de Sociedad de Consumo de la UBA. “Ahora buscan precios, comparan, eligen los outlets, se fijan en las ofertas de las tarjetas de crédito, eligen los vuelos low cost (de bajo costo) pero no dejan de vacacionar del otro lado del planeta. Son los llamados consumidores “inteligentes” o “racionales”, porque tienen una relación de mayor conocimiento con respecto al objeto aspiracional, y con las alternativas que existen para llegar a él”, finalizó.
El ser, el tener y el pertenecer determina, para muchos, posiciones sociales y hasta su propia identidad. “El que busca elementos elitistas lo hace para diferenciarse del resto, y en épocas de crisis, es cuando más se aferran a éstos, porque es lo único ‘seguro’ para seguir perteneciendo a una clase o estatus determinado”, explicó Gabriel Krell, especialista en marketing y coordinador académico de la Escuela de Negocios de la Universidad de Palermo. Y puso un ejemplo: “No se vende el auto, pero se comienza a comparar los precios de la nafta, los repuestos pasan a ser usados, y los días de lavado automático dejarán de existir”.
El publicista Omar Bello, con fina ironía, analiza: “Cuidamos el cuerpo, las ballenas, el medio ambiente; empezar a cuidar la plata era cuestión de tiempo, mucho más después de que la crisis financiera mundial la convirtiera en recurso no renovable”. Y esto no se ve en las clases menos pudientes. “Resulta lógico que el fenómeno empezara en el segmento ABC1, donde nacen todas las tendencias. Hoy se trata de un replanteo de la forma en que se maneja el dinero. Si hace unos años, pagar lo que pedían sin chistar era algo así como una demostración de poder, hoy por hoy, estamos revisando paradigmas. El gasto desenfrenado dejó de ser sinónimo de bonanza y empezó un lento proceso de descalificación del “derrochón” que, aunque todavía está verde, va camino de consolidarse. En cierto sentido, pagar sin mirar o discutir, es grasa. Consigo lo mejor, al mejor precio, es la consigna”, finalizó Bello.
Una tendencia muy arraigada en Europa
En Europa, la cultura de consumo selectivo alcanzó tal grado de masividad, que las primeras marcas han tenido que sacar sus propias líneas “low cost”. Y el consumidor europeo medio no se avergüenza del regateo, si no que más, bien se enorgullece de hacerlo y valora conseguir descuentos.
Si bien el concepto de bajo costo surgió en la década del 70 en los Estados Unidos y en la industria de la aviación (para referirse a compañías con costos de operación bajo), fue en Europa, a principios de los 90, donde se expandió de la mano de las líneas aéreas Easyjet, Vueling y Ryanair. Con el correr del tiempo y una demanda cada vez más exigente por conseguir lo mejor al precio más económico, la tendencia alcanzó todos los rincones del mercado.
Así ocurrió con la multinacional sueca Ikeca, que ofrece muebles económicos tras eliminar los costes del montaje y traslado, y con la industria automotriz del conglomerado indio Tata Motors, que este año lanzó un auto para cuatro personas por un precio inferior a 2.000.
En el mercado informático, el ejemplo lo da Media Market, y en la industria de telefonía móvil española, las firmas MASmovil y Yoigo, primeras en el ranquing de tarifas económicas.

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