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miércoles, 18 de junio de 2014

MEDIOS Y COMUNICACION ¡Hasta la madre!

MEDIOS Y COMUNICACION
¡Hasta la madre!
Según Matías Casas, los medios de comunicación hegemónicos en la Argentina pretenden reconquistar el rol directivo que tuvieron otrora utilizando la estrategia de presentar una “realidad” cada vez más desoladora.

http://www.pagina12.com.ar/commons/imgs/go-gris.gif Por Matías Emiliano Casas *
La sociedad argentina se encuentra atravesada por los debates en torno de la inseguridad. Numerosos opinólogos, especialistas y políticos esbozan sus teorías y profetizan soluciones a una problemática estructural que afecta no sólo a nuestro país, sino a toda la región, con variada intensidad. Mientras tanto, los medios de comunicación juegan su propio partido. Alzando la bandera de “voceros populares”, se encargan de transmitir sensaciones apocalípticas y pretenden extender una atmósfera de agitación social desde la cual legitiman, soslayadamente, acontecimientos que transgreden las normativas constitucionales.
Los intereses políticos y económicos que determinan el funcionamiento de muchos medios en la Argentina trascienden ampliamente la tensión que genera la competencia del mercado. Llegado este nivel de abandono de la información y de simbiosis entre actividad periodística y proselitismo político, la romántica ley de oferta y demanda en pos de rentabilidades económicas resulta una quimera. El objeto de disputa es el poder. Como lo demuestra la historia reciente, las corporaciones mediáticas adoptan una supuesta postura de “trasparencia y objetividad” insostenible en la actualidad.
El discurso mediático, que se reproduce con la lógica monopólica de quienes ostentan la potestad de diversas estaciones de radio, canales de televisión, periódicos y revistas, revela subrepticiamente otra problemática. Los medios hegemónicos pretenden discutir la tutela de los consumidores/ciudadanos impregnando la sensación de “orfandad” ante la “ausencia estatal”. En 1991, la disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas confirmaba lo que en algunos de sus países satélites se iba evidenciando en años anteriores. Las superpotencias occidentales se lanzaron a la caza, a través de sus tentáculos económicos, de los pequeños Estados que veían derrumbarse a su núcleo tutelar.
El agotamiento del “socialismo real” se evidenciaba desde hacía tiempo con signos bien concretos. Ahí radica la diferencia con la coyuntura argentina, “la ausencia del gobierno” es una de esas “verdades” que, con lógica goebbeliana, se pretende construir siempre que se encuentre un resquicio facilitador. “¿Qué les diría a los funcionarios que hablan de ‘sensación de inseguridad’?” interpelan a quien sea que haya sufrido la pérdida de un familiar en algún hecho delictivo. Allí subyace la disputa. Cuanto más desoladora se plantea la “realidad”, mejores son las posibilidades para reconquistar el rol directivo que pretenden conservar ad eternum los medios hegemónicos en todos los sectores de la sociedad.
El sociólogo Zigmunt Bauman advierte sobre las potencialidades del mercado de la inseguridad. La industria que moviliza su maquinaria productiva usufructúa el humus de miedo y paralización que tanto fomenta el poder mediático. En efecto, si hay una certeza sobre los años transcurridos de este siglo XXI, en los cuales los tópicos sobre la indefensión individual, la inseguridad global, el terrorismo y demás amenazas proliferaron con una marcada intensidad luego de septiembre de 2001, es la ineficacia para construir una sociedad “más segura”. Como el relato de aquella señora que se mudó a un barrio privado para relajarse en la tranquilidad de las fronteras cerradas, pero la noche que, por problemas técnicos, no lograron trabar las rejas circundantes, la encontró desvelada, previniendo desde su ventana alguna “invasión” de los de “afuera”. Cuanto más se fomenta el tópico de la inseguridad mayor es la certidumbre sobre el peligro que “acecha”.
El poeta Javier Sicilia encabezó en México el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad tras el asesinato de su hijo a manos del narcotráfico, en 2011. Las movilizaciones que cuestionaban el accionar de Felipe Calderón en sus políticas contra el crimen organizado siguen reclamando acciones concretas al actual presidente Enrique Peña Nieto. El lema que caracteriza sus manifestaciones es “¡Estamos hasta la madre!”. La semántica de la expresión indica más que hartazgo, motiva la sensación de estar en el fondo, de no poder caer más bajo. Al mismo tiempo, representa el llamado a un cambio y evidencia la idea de que “así no se puede seguir”. Seguramente, el poder mediático de la Argentina omitió la posibilidad de establecer una vinculación explícita entre la cruzada de Sicilia y la coyuntura social argentina. Empero, aun desconociendo el clamor mexicano, trabajan perseverantemente por desgastar el ánimo de sus consumidores para que se aúnen a sus intereses con un grito al unísono: ¡Estamos hasta la madre!
* Profesor. Magíster en Historia, UNTreF-Conicet.
MEDIOS Y COMUNICACION
Los sospechosos de siempre
Alejandro Aymú y Luciana Mignoli, autores de Prensa en conflicto, un libro sobre los recortes periodísticos de algunos de los trances sociales más trascendentes de la historia argentina, presentan la obra y las razones por las que, a su juicio, fue necesaria su reedición.

http://www.pagina12.com.ar/commons/imgs/go-gris.gif Por Alejandro Aymú y Luciana Mignoli *
El conflicto con el sector agrario en 2008 por la resolución 125 y las discusiones previas y posteriores a la sanción de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual permitieron instalar abiertamente en la opinión pública el cuestionamiento sobre la “independencia” y “credibilidad” de los medios de comunicación.
El debate sobre el ya obsoleto paradigma de la “objetividad periodística” se clavó como una estaca en la agenda pública, pero comparte terreno con una pretendida imparcialidad de quienes producen noticias, un resguardo aparentemente necesario para que su discurso sea verosímil y para que sigan presentándose como sello de “independencia”.
Y aunque todo medio proponga a sus destinatarios un contrato de lectura de acuerdo con las expectativas, motivaciones e intereses de su público, ese pacto ya no es tan “sagrado” como otrora, ya que el nivel de análisis crítico va en aumento.
La discusión sobre los medios, que antes era patrimonio exclusivo de una clase letrada, se ha transformado en una “propiedad colectiva” que incluye a cualquier ciudadano/a de a pie que hoy sí se permite desconfiar de los relatos periodísticos. “¿Por qué dice eso?”, “mirá la música que pusieron de fondo”, “¿viste la foto que eligieron?”; preguntas y apuntes sobre la construcción del relato periodístico que ya no sólo circulan por pasillos de universidad.
Que los medios no son objetivos, ni imparciales, ni neutrales, ya lo sabemos. ¿Pero siempre fue así? ¿Qué pasa con el lugar de un medio ante un conflicto social de envergadura? ¿Quién es el “otro” en el conflicto? ¿Qué sujetos construyen los medios? ¿Qué nos aporta hoy mirar los diarios de distintas épocas?
Con esas preguntas como guía, hace un año lanzábamos –de la mano y con el prólogo del maestro Osvaldo Bayer– Prensa en conflicto. De la Guerra contra el Paraguay a la Masacre de Puente Pueyrredón en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, un trabajo que pone la lupa sobre los recortes periodísticos de algunos de los conflictos sociales más trascendentes de la historia argentina: Guerra contra el Paraguay, Campaña del Desierto, huelga de inquilinos, Semana Trágica, bombardeo a Plaza de Mayo, Cordobazo, huelga de la CGT en la última dictadura y masacre del Puente Pueyrredón.
En ese mismo lugar, este año –junto a otros libros de Ediciones del CCC y la presencia de la periodista Stella Calloni– presentamos la segunda edición de esta obra colectiva, realizada por catorce investigadores/as del Departamento de Comunicación del Centro Cultural de la Cooperación.
La repercusión de Prensa en conflicto –que integra once entrevistados, ocho de los sucesos más importantes de nuestra historia y más de tres años de trabajo– excedió ampliamente nuestras expectativas: en pocos meses nos quedamos sin ejemplares.
Entrevistas, notas, charlas, debates, invitaciones; y sobre todo, la posibilidad de tener voz pública, de decir lo que pensamos sobre la construcción histórica (y aún vigente) que producen los medios de comunicación sobre los sujetos que protagonizan conflictos sociales.
Este libro nos permitió conocer personas, colectivos, organizaciones e instituciones de distintos lugares que, desde muy diferentes espacios, se esfuerzan por fomentar una mirada crítica del rol de los medios y de la propia historia.
Ahora bien, ¿qué es lo que hace que un libro sobre periodismo e historia se agote?, ¿qué es lo que mueve a que se sigan sucediendo propuestas de charlas, debates, presentaciones? Sin lugar a dudas, hay una sociedad que hizo suyo el debate sobre el rol histórico de los medios de comunicación y que participa en la consolidación de la “crisis de credibilidad” como un tema de agenda pública.
Por eso queremos agradecer a los y las colegas que se sumaron a difundir la obra. A las universidades, ferias del libro, cooperativas, organizaciones, instituciones y colectivos que nos invitan a presentarlo en distintos puntos del país. Y a quienes nos leyeron, prestaron el libro, interactuaron en redes sociales (facebook.com/PrensaEnConflicto twitter.com/PrensaConflicto) y corrieron la voz. Sin esa enorme ciudadanía movilizada, crítica e inquieta, esta reedición no hubiera sido necesaria.

* Autores del libro Prensa en conflicto.

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