MEDIOS Y COMUNICACION
Wayruro: 20 años de comunicación
popular
Con motivo de cumplirse veinte años del
inicio del grupo de realización audiovisual creado por parte de un grupo de
estudiantes jujeños de antropología al calor de piquetes y marchas, Christian
Dodaro reflexiona sobre el grupo y los caminos de la comunicación popular.
Los medios masivos de comunicación nos
realizan un recorte de la realidad. Nos dicen qué es noticia y qué no. Es
decir, nos informan de qué es lo que pasa y qué es lo que no pasa hoy. Por lo
cual, nos plantean sobre qué tenemos que discutir y reflexionar. En la tapa de
los diarios, en el panorama informativo de la radio o en los títulos del día de
los noticieros, los medios nos instalan una agenda informativa. A esta
capacidad de los medios de decirnos qué discutir se la denomina “agenda
setting”.
Según Donald L. Shaw,
como consecuencia de la acción de los periódicos, de la televisión y de los
demás medios de información, el público es consciente o ignora, presta atención
o descuida, enfatiza o pasa por alto, elementos específicos de la “realidad”.
La gente tiende a incluir o a excluir de sus propios conocimientos lo que los
medios masivos de comunicación incluyen o excluyen de su propio contenido.
El 24 de marzo se
cumplieron 34 años del golpe de Estado. Por lo cual se organizaron marchas que
fueron multitudinarias en todo el país. Sin embargo, la tapa de Clarín del día
hacía referencia a la oferta a los bonistas, la gripe A y a un partido de
Estudiantes.
¿Por qué Clarín evitó
titular sobre el aniversario de la dictadura? ¿Por qué buscaba que ese día
discutiéramos sobre estudiantes y los bonistas, si la masividad de las
múltiples marchas mostraba el interés de la mayoría del pueblo?
Probablemente, en el
marco del proceso judicial para determinar la identidad de los hijos adoptivos
de la dueña del Grupo Clarín, Ernestina Herrera de Noble, sumado a la
confrontación del grupo con el Gobierno, no era funcional una marcha
multitudinaria de la temática de los derechos humanos. En ese sentido, si el
hecho no es noticia, no es considerado importante, la gente tenderá a no
preocuparse por el tema del aniversario del golpe de Estado.
Más allá de las
políticas comunicacionales específicas del Grupo Clarín, la concentración de
los medios masivos de comunicación genera la existencia de un grupo hegemónico
que intenta instalar una agenda de discusión que responde a sus intereses.
Si existe una
pluralidad de medios, existirán múltiples agendas de discusión y tendremos
muchas miradas de la realidad coexistiendo. Por suerte, la comunicación no es
lineal y la última palabra de la agenda de discusión la tiene el pueblo. La
marcha del 24 de marzo fue multitudinaria, se reafirmó el repudio al genocidio
y se respaldó el derecho a la identidad.
* Licenciado en
Comunicación Social. Docente UNLZ.
MEDIOS Y COMUNICACION
Comunicación alternativa
Alba Fajardo retoma el concepto de la
comunicación alternativa, la ubica en la historia latinoamericana y reafirma su
vigencia.
Por Alba Fajardo *
En general, hay una idea vaga respecto
de lo que se denomina comunicación alternativa. Se la suele asociar con medios
pequeños y pobres, que tienen un sentido social y con poco poder económico
respecto de los grandes medios. A la comunicación alternativa se la nombra
también de maneras diferentes: comunicación para el desarrollo, popular,
comunitaria, para el cambio social, entre otros. No quiere decir que estén metidos
en la misma bolsa, pero tienen en común principios en los que el lucro y
mantenerse en el mercado de la información no son los esenciales. La
comunicación alternativa (por tomar una de sus denominaciones) tiene como
propósito principal contemplar la comunicación como un derecho, un espacio y
camino de transformación social.
Para aterrizar la
idea, vayamos a ejemplos. Las radios siempre han llevado la bandera en este
campo. Radio Paj Sachama, emisora del Movimiento Campesino de Santiago del
Estero, funciona con paneles solares y fue creada con la intención de tener una
agenda propia, incluyendo temas como la defensa del territorio. Otra
experiencia, esta vez en Buenos Aires, combina la comunicación con la salud
mental. Se trata de La Colifata, creada por la asociación civil que tiene su
mismo nombre. Ahí hay programas en los cuales los pacientes narran lo que
sienten y piensan del mundo, desde su perspectiva. Tenemos así un grupo de
radios que se relacionan de manera diferente con la comunidad y que además de
desarrollar un proyecto de comunicación, cumplen una función social. ¿De dónde
viene todo esto?
La comunicación
alternativa nació en el año 1948 en latitudes colombianas, mucho antes de que
fuera bautizada así por los teóricos. Se fue forjando con radios, como
Sutatenza, que buscaban hacer partícipes a los campesinos colombianos, no sólo
para informarlos, sino también para comunicar sus necesidades y opiniones, para
enseñarles a leer y escribir, y construir con ellos soluciones a sus problemas.
En la misma trayectoria se ubica el trabajo de la red de radios mineras en
Bolivia (conformada por 33 emisoras), claves en la búsqueda de una revolución
nacionalista radical, encaminada a instaurar el voto universal, promover la
reforma agraria y la nacionalización de la minería. En la revisión histórica
habría que incluir también el aporte de la cooperación internacional que
financió muchos proyectos en comunicación, que si bien estaban planteados para
“ayudar” al “desarrollo” de los países del “tercer mundo”, permitió visibilizar
la comunicación como una herramienta facilitadora de crecimiento social.
Años después vino la
crisis económica de los ’70, acelerada por la escasez del petróleo. La
reflexión dio origen a la “teoría de la dependencia” y se comenzó a hablar
también de “dominación cultural” ejercida a través de los medios de
comunicación. Distintos teóricos empezaron a formular ideas que manifestaban el
deseo de una comunicación más equitativa. ¿Qué pasó entonces? Aunque las
razones son numerosas, Luis Ramiro Beltrán, teórico latinoamericano de la
comunicación, señala que la fuerte oposición del sector privado y las maniobras
de los políticos afectados en sus intereses hicieron que a esta idea se le
fuera deteniendo el pulso. Así fue como treinta recomendaciones de la Unesco
para una comunicación más democrática, el llamado Informe McBride y las
propuestas de los Países No Alineados se quedaron en el papel.
La búsqueda por una
comunicación que sume a la transformación de nuestras realidades lleva más de
cuarenta años y no han bastado los acuerdos teóricos para materializarla en
proyectos palpables en la vida real. Por eso, aunque son importantes los
adelantos en legislación que buscan la desconcentración de los medios, como
sucede hoy en la Argentina, en la mayoría de los países latinoamericanos el
capital extranjero sigue controlando gran parte del sistema mediático.
Tendríamos que recordar que no se puede confiar un derecho que es de todos sólo
a acuerdos escritos. Democratizar la comunicación supone discutir sobre la
propiedad de los grandes medios, pero sin perder de vista también que la
comunicación, en sus distintas manifestaciones, es ante todo un espacio donde
las personas crecen como sujetos sociales. De eso se preocupa la comunicación
alternativa.
* Licenciada en
Comunicación Social. Periodista de la Universidad Externado de Colombia.
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