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lunes, 3 de diciembre de 2012

nuevos escenarios

Destinos del periodismo

Por Eliseo Verón
01/12/12 - 11:52
Tenemos tres convicciones. La primera es que lo digital está y estará en el corazón de nuestro oficio de periodistas. La segunda, que internet es una revolución industrial y no necesariamente significa superficialidad, inmediatez, conformismo, flujo. Estamos contra el flujo”. “Nuestra tercera convicción es que hay que defender la creación de valor de la profesión. Esto implica que la buena información hay que pagarla”. “En internet se puede hacer un periodismo de tan alta calidad como el mejor periodismo en papel”. “Nuestro objetivo es la defensa de la tradición del periodismo en el corazón de la modernidad”. “Con internet, el ciudadano común ha reconquistado un derecho que los periodistas habían monopolizado: la libertad de expresión. Antes, había que pasar por el periodista para expresar su opinión en el espacio público: tribuna del lector, entrevista, micrófono. Ahora ya no. Para los periodistas, es una excelente noticia”.
Estas rotundas afirmaciones pudieron ser escuchadas (y discutidas) en Buenos Aires durante la semana que acaba de concluir. Su autor, el periodista Edwy Plenel, fue invitado a dar conferencias y a participar en varios debates, conjuntamente por el CFA (Centro Franco-Argentino de la Universidad de Buenos Aires) y por la Maestría en Periodismo de mi universidad (Maestría organizada en el marco de cuatro instituciones: la Universidad de San Andrés, el Grupo Clarín, la Universidad de Columbia y la Universidad de Bologna).
Durante la presidencia de François Mitterrand, Edwy Plenel estuvo asociado a múltiples polémicas y revelaciones (acusado, entre otras cosas, de ser agente de la CIA). Fue periodista del diario Le Monde durante veinticinco años, y se desempeñó como director de la redacción a partir de 1996. Renuncia a ese cargo en el 2004, por desacuerdos con la dirección general y es despedido en 2005. En el 2008 funda Mediapart.fr, que se ha convertido en uno de los sitios de periodismo electrónico más prestigiosos de Francia y de Europa. A contrapelo del folclore generalizado acerca de la gratuidad de los contenidos de internet, Plenel insiste en la creación de valor propia de la profesión del periodismo y por la cual la información no puede ser gratis. Bueno –mis lectores recordarán que en alguna vieja columna abordé este tema–, “gratis” es una manera de hablar: nada es gratis en la cadena capitalista de generación de valor agregado; la cuestión es más bien quién paga. El principio fundamental de la independencia del periodismo (“sin ningún lazo de dependencia con respecto a intereses financieros, industriales o políticos”), sólo puede ser preservado, según Plenel, si los que asumen los costos no son empresarios (con frecuencia ajenos al campo de la información), sponsors o agencias de publicidad, sino los consumidores, a quienes la información propuesta interesa y cuyo valor reconocen. Internet hace posible la sustentabilidad de semejante transacción comercial. Un periódico electrónico elimina dos tercios de los costos de producción de un diario de papel, a saber, precio del papel + proceso de impresión + distribución y venta. En estas condiciones, el pago directo de la suscripción por el consumidor vuelve sustentable un proceso de producción de discurso informativo creador de valor agregado. En su corta historia, Mediapart parece haber proporcionado la prueba de que esto es posible. Sin ningún tipo de publicidad, Mediapart tiene hoy 60 mil abonados a nueve euros por mes, y un promedio de más de 100 mil visitas por día. En equilibrio desde fines de 2011, tendrá en 2012 un margen beneficiario estimado en 700 mil euros. De las cuarenta personas que emplea, más de veinte son periodistas profesionales con salarios comparables a los del conjunto del sector (punto central para Plenel, dada la persistencia de la idea según la cual el periodismo digital es un periodismo “de segunda”).
El paso por Buenos Aires de Edwy Plenel dejó planteadas cuestiones apasionantes. El rol de los periodistas, dice Plenel, no es opinar, sino dar información de interés público, respondiendo al derecho fundamental de “saber” que tiene el ciudadano. Yo pregunto: ¿Quién define lo que es de interés público y lo que no? Siguiendo a Hannah Arendt, Plenel distingue “verdades de opinión” y “verdades de hecho”: según él, son éstas últimas el objetivo esencial del trabajo periodístico. Yo pregunto: ¿Quién define a qué clase pertenece el discurso sobre tal o cual acontecimiento? El peligro es aquí el encierro en una mala epistemología, puramente autorreferencial, centrada en la oposición entre verdad y mentira. Porque en ese caso la “defensa de la tradición del periodismo” que Plenel encarna, podría ser percibida por la sociedad como la gestualidad desesperada de una especie en vías de extinción.

*Profesor emérito, Universidad de San Andrés.

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