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Si las empresas están tan interesadas en que veamos sus avisos, ¿por qué no les pedimos que nos paguen por hacerlo? La idea puede sonarle descabellada, pero de hecho ya se ha puesto en práctica. Una de las que ofrece ese trato es Loffles, una firma norteamericana que paga por ver publicidad. O para ser más exactos, regala.
Luego de registrarse en su sitio, hay que seguir tres pasos. Primero, elegir el premio de una lista que le van a proporcionar. Luego, ver el aviso que le sugieren. Finalmente, contestar una pregunta para confirmar que lo vio atentamente.Tanto si gana como si no gana el premio (las chances no siempre son muy altas), se le asignan puntos que podrá canjear más tarde por productos que se ofrecen en el mismo sitio. El sistema es simple y, desde el punto de vista del consumidor, parece una idea interesante. Pero, ¿es igualmente atractivo para las empresas?
La respuesta corta es: Sí, por supuesto. Eso explica que existan propuestas como ésta y también que el modelo de negocio muy probablemente sea imitado. La razón es que no es fácil hacer que la gente vea publicidad. Cada vez menos.
Como consumidores, perfeccionamos tanto el arte de no prestar atención, que las empresas han tenido que volverse muy innovadoras (o tentadoras) para convencernos de hacerlo. Por ejemplo, hace años que la publicidad se vuelve cada vez más invasiva. Encontramos publicidad hasta en los baños y hemos visto películas que eran algo parecido a un largo comercial (¿recuerdan la de la empresa de correos?). También hace muchísimo que existen campañas promocionales con premios que nos tientan para acercarnos a un producto o marca.
Sin embargo, esta tendencia en publicidad es un poco más transparente y directa. Las empresas nos dicen: "quiero que vea mi producto y estoy dispuesto a darle algo a cambio". No lo obligo a ver, pero sólo le voy a dar algo si mira lo que quiero mostrarle. Quid pro quo .
Esa es la oportunidad que hace que aparezcan empresas como Loffles. Los fabricantes (de electrónica, indumentaria, productos de belleza, etc.) acuden con comerciales que quieren que la gente vea y también con productos que ofrecen como premios. No necesitan montar su propia promoción, sino que tercerizan, por así decirlo, su organización.
Los miembros, por su parte, acuden sabiendo que en un sólo lugar pueden encontrar una gran cantidad de promociones. No necesitan suscribirse a muchos sitios, a la caza de distintas oportunidades. La web simplemente une ambas partes, organizando ese mercado. En realidad, es eso: un mercado de promociones. O podríamos llamarlo también "agregador de promociones".
Lo cierto es que si para algo sirve Internet es para organizar mercados, de éste o de cualquier otro tipo. Donde quiera que haya dos comunidades con necesidades complementarias, allí surgirá una empresa web capaz de ponerlos en contacto. por una módica comisión.
Ahora bien, ¿cuáles son las barreras de entrada al negocio que explota Loffles? Es decir, ¿qué impedirá que le copien y surjan decenas desarrollando el mismo negocio? En realidad, nada. La tecnología es simple, la gestión comercial tampoco es nada del otro mundo y es posible que haya algunas ventajas por especialización geográfica que contrapesen las economías de escala.
En otras palabras, prepárense para ver unos cuántos "agregadores de promociones" en breve..
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