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miércoles, 31 de agosto de 2011

El cable se viste de época

Series: volver al pasado

La ficción televisiva recurre cada vez más a tiempos pasados para crear ciclos de calidad
Por Natalia Trzenko | LA NACION
Todo comienza con un telégrafo transmitiendo una muy mala noticia que cambiará para siempre la vida de quienes habitan la majestuosa Downton Abbey. Allí, en medio de la campiña inglesa, la mansión se alza imponente, testimonio de un mundo que ya fue, que está terminando. En esa encrucijada entre el tiempo que se agota tan inexorablemente como se hundió el Titanic, esa tragedia de la vida real que pone en marcha Downton Abbey, la serie británica que estrenará mañana, a las 21, Film&Arts.
Creada por Julian Fellowes, reconocido actor y escritor británico que en 2002 ganó el premio Oscar por su guión de Gosford Park, de Robert Altman, la serie de cinco capítulos tiene mucho de aquel film, especialmente su exploración sobre las diferencias de clase. Claro que el misterio policial en el centro del relato de la película aquí cobra visos de melodrama cuando los herederos del título y la propiedad del conde de Grantham se transforman en víctimas del iceberg más famoso de la historia, conmocionando tanto a los señores como a los sirvientes de la gran mansión. Las ambiciones se despliegan y las lealtades se cuestionan tanto en los salones como en las cocinas, en las escaleras principales y en las de servicio.
Por las primeras, se desplazan con gracia aristocrática el conde (interpretado por Hugh Bonneville), la heredera norteamericana que convirtió en su condesa para salvarse de la ruina (Elizabeth McGovern) y sus tres hijas, Mary (Michelle Dockery), Edith (Laura Carmichael) y Sybil (Jessica Brown Findlay). Además de la condesa viuda, representante de un viejo mundo donde la electricidad y la clase media son males innecesarios, y el pasaje al siglo XX, un trauma nunca superado. Para encarnar a la testaruda señora, Fellowes convocó a la actriz para la que escribió el papel: Maggie Smith. La gran dama del teatro y el cine británico se luce como Violet Crawley, dispuesta a casi todo por mantener el statu quo y no permitir el ingreso de advenedizos burgueses a su universo. Claro que las leyes que rigen la sucesión de Downton Abbey podrán más que su voluntad de hierro, y allí llegará el nuevo heredero junto con su madre. Un joven abogado que no entiende ni quiere hacerse cargo del legado que sus parientes de sangre azul quieren conservar con la misma férrea decisión que sus sirvientes. Una sociedad silenciosa, pero omnipresente que define sus jerarquías según el puesto que ocupan para sus jefes.
Con un despliegue de producción notable, un guión tan complejo como efectivo y unas actuaciones impecables, Downton Abbey consiguió además la rara hazaña de convertirse en uno de los ciclos más vistos de la TV británica. Su último capítulo fue visto por más de diez millones de espectadores, que aseguraron la realización de una segunda temporada que se estrenará en octubre, en Gran Bretaña, además de garantizarles larga vida a otras ficciones televisivas que eligen el pasado para contar historias que atraigan a los espectadores cansados de tanto presente.
Más allá de la capacidad de realización y distribución de las series norteamericanas, cuando se trata de recurrir a los trajes de época los británicos siempre parecen correr con ventaja. Claro que ya no se trata sólo de adaptar clásicos de su literatura, como Orgullo y prejuicio, Little Dorrit u Oliver Twist, sino de añadir ciclos originales a su reciente producción.
Desde la realización de Roma, en sociedad con HBO, tanto la BBC como su competidora directa y menos conocida, ITV, parecen haber recuperado el terreno que los poderosos canales de cable norteamericanos le habían arrebatado en materia de ficciones consideradas más eventos culturales que mero entretenimiento. Claro que HBO y otros canales premium parecen haber aprendido la lección de sus pares británicos: sean guiones originales o adaptaciones literarias, está claro que la pantalla chica de alta gama puso su mirada en el pasado y está lejos de dejarlo atrás.
Así, este año se vieron aquí Mildred Pierce, miniserie de Todd Haynes con Kate Winslet, una mirada sobre la lucha de clases, y Boardwalk Empire, además de Los Borgia, del irlandés Neil Jordan, y las inminentes Camelot, una nueva mirada sobre la corte del rey Arturo -que se estrenará a comienzos de septiembre en MovieCity-, y Los pilares de la Tierra, que presentará TCM a partir del 9 de octubre.

Un ataque ochentoso

La vestimenta no tendrá la distinción de los trajes de la época eduardiana y los modales dejarán bastante que desear, pero la serie Ashes to Ashes también forma parte de esta tendencia que impulsa a buscar sus mejores historias en el pasado. Film&Arts comenzará a emitir desde el miércoles 7, a las 22, la primera temporada (en HBO se ve la tercera y última) de este policial que transcurre en unos particulares años 80.

HISTORIAS CON HISTORIA

Los Borgia
Jeremy Irons interpreta a Rodrigo de Borgia, el papa que hizo de su lugar en el Iglesia un asunto familiar y una lucha por el poder nada piadosa.
Upstairs Downstairs
Una nueva versión de la clásica serie británica de 1971 que exploraba los conflictos de clase entre empleadores y empleados durante los años treinta en una distinguida casa londinense.
The Hour
Durante la Guerra Fría, un periodista, un productor y un conductor de noticiero lidian con una Inglaterra inmersa en el espionaje.
Camelot
MovieCity estrenará el domingo 11 esta serie que vuelve al mítico reino para contar la historia de Arturo (Jamie Campbell Bower) como un rey adolescente manejado por Merlín (Joseph Fiennes) y asediado por Morgana (Eva Green)..

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