Qué es un paradigma?
Siendo uno de los términos más utilizados dentro y fuera del ámbito científico cuando las crisis se profundizan y las explicaciones urgen, conviene precisar su alcance y entender por qué se transformó en un método de análisis para intentar entender los cambios del mundo y todo lo que generan.
uizás sea uno de los términos más mencionados en los análisis que se realizan actualmente sobre la crisis global que atravesamos. Sin embargo, puede generar equívocos y confusiones si no se aclara su significado cada vez que se lo utiliza.
Cuando se suscitan estos problemas, resulta muy útil ir a las fuentes. La pregunta es ¿a qué nos referimos cuando hablamos de los paradigmas?
En estos días, cuando se aborda el análisis de los fenómenos mundiales que estamos atravesando, suele utilizarse con frecuencia el concepto de ‘paradigma’. En efecto, frente a la actual crisis, comparable para muchos con la que sobrevino en los tiempos de la Gran Depresión, leemos en los diarios frases como las siguientes: “En el actual paradigma en que vivimos…”; “La era Bush destrozó algunos paradigmas que ahora Obama intentará restablecer”.
Sin embargo, tal empleo puede oscurecer el debate, a menos que quienes lo utilicen señalen previamente en qué sentido lo hacen, ya que por su amplitud semántica, este término puede resultar insustituible para caracterizar una situación, como provocar cierta confusión si no se especifica su alcance en cada ocasión en que se lo menciona.
Y a tal punto esto es así, que el mismo Thomas Kuhn, a quien debemos el concepto en el sentido en que hoy se lo utiliza con mayor frecuencia, reconocía que en su libro La estructura de las revoluciones científicas, el término se usa de veintidós modos diversos. Kuhn, físico, filósofo e historiador de la ciencia, nació en 1922 en Ohio, Estados Unidos. En 1949 se doctoró en Harvard. Allí dictó posteriormente un Curso de ciencia para no científicos, que tenía como objetivo acercar los valores y contenidos de la ciencia a las mentes de los futuros abogados y políticos, para ayudarlos a relacionar los desarrollos de las ciencias naturales con los otros campos de la acción humana.
En 1957 escribió La revolución copernicana, una historia de la ciencia filosóficamente reflexiva. Entre 1958 y 1959 estuvo en el Centro de Estudios sobre Ciencias de la Conducta, de la Universidad de Stanford. Dictó también cursos en Berkeley, Princeton y Massachussets. En 1962, publicó La estructura de las revoluciones científicas, donde explicita su teoría sobre los paradigmas. Esta obra provocó una revolución en el modo de comprender la ciencia.
Si bien Kuhn se dedicó a analizar específicamente lo que ocurría en el ámbito científico, sus ideas fueron interpretadas y aplicadas a contextos culturales distintos.
Intentemos descifrar las causas de tal dificultad.
El origen de la palabra y sus aplicaciones. Proveniente del griego, ‘paradigma’, como verbo, significa confrontar, poner de manifiesto, exponer, representar, y como sustantivo, plan, modelo, ejemplo, que es el modo en que se lo emplea comúnmente, en el sentido en que alguien se refiere a una “figura paradigmática” o al “paradigma”, aplicado a un modelo digno de ser imitado.
Tradicionalmente esta palabra funcionaba –y funciona todavía– como equivalente de ‘arquetipo’; también, como logro o logros ejemplares que se producen en un ámbito determinado. Por otra parte, aludiendo a referentes distintos, aparece en diversas disciplinas tales como la gramática o la lingüística.
Pero lo que suele entenderse por ‘paradigma’ en los actuales análisis políticos, sociales y culturales, es una cosmovisión, un conjunto de creencias, valores y experiencias que afectan la forma en que un individuo percibe la realidad. Asimismo se sostiene que los paradigmas dominantes son compartidos por los miembros de una comunidad y prevalecen en el contexto histórico del momento.
Así, epistemólogos y analistas sociales caracterizan la dinámica de procesos históricos de tal modo que es posible hablar, por ejemplo, del ‘paradigma’ medieval en comparación con el renacentista.
Por otro lado, si en los años ’90 se decía, por ejemplo, que los economistas parecían todos monetaristas de la Escuela de Chicago, en la actualidad suele considerarse que predomina el ‘paradigma’ keynesiano. Y aunque tales categorizaciones resulten discutibles y no pasen de ser una mera apreciación de tipo periodístico, son elocuentes para comprobar la gran difusión que ha adquirido este concepto.
Ante tanta vacilación, debemos preguntarnos, entonces, qué es un paradigma, o mejor: ¿qué es lo que decimos cuando hablamos de ‘paradigma’?
Es siempre esclarecedor ir a las fuentes para devolver a las palabras su auténtico significado.
Cómo surgió la teoría de los paradigmas. Hay que recordar que fue el filósofo francés Gaston Bachelard, en la década de 1930, quien, al profundizar en las condiciones del pensamiento científico, observó que los avances en la ciencia no eran acumulativos sino que se producían a partir de rupturas con los hábitos mentales del pasado.
Esta noción se corresponde aproximadamente con lo que luego elaboraría Thomas Kuhn sobre los ‘cambios de paradigma’.
Pero vayamos por partes…
Khun comenzó a gestar su famosa teoría cuando, estando en Stanford en 1958, en una comunidad formada por científicos sociales, presenció los amplios y numerosos debates que se producían entre los psicólogos y los sociólogos acerca de los problemas y métodos legítimos de la ciencia.
Por otro lado, al analizar la historia de la filosofía, Kuhn encontraba ciertas discontinuidades manifiestas. Se preguntó entonces por qué no se revelaban esas controversias o esas rupturas entre quienes se dedicaban a las ciencias naturales –digamos astrónomos, físicos, químicos, biólogos– con los que él se había formado. Y fue el interés por descubrir la razón de esa diferencia lo que lo llevó gradualmente a plantearse el concepto que dio en llamar ‘paradigmas’.
En definitiva, lo que Kuhn buscó demostrar es que la ciencia se sometía a los mismos procesos de consenso, convenciones y compromisos, crisis y resistencias racionales que otras disciplinas, y tal como sucede en otros procesos políticos y sociales.
Realizaremos ahora un recorrido por algunos aspectos de la teoría de este pensador, seleccionando aquellos que resulten más interesantes para explicar el desarrollo que ha tenido el concepto de ‘paradigma’ y la razón de su vigorosa vigencia.
Las revoluciones científicas. Kuhn vio en la marcha de los desarrollos científicos, que periódicamente cambiaban el lenguaje, las técnicas y los criterios. Entendió que el avance de la ciencia no consistía en aportes que se iban agregando al conocimiento ni en correcciones parciales de errores, sino que por el contrario, se producían revoluciones que hacían discontinuo ese avance aparentemente acumulativo.
Además, tradicionalmente se creía que la actividad científica era independiente de quien la desarrollara.
Kuhn critica esa concepción y pone el acento en el carácter social de la actividad científica, desarrollada por una comunidad que actúa en un determinado tiempo histórico. Llega a la conclusión de que el progreso de una disciplina científica consiste en el abandono de una estructura teórica y su reemplazo por otra, incompatible con la anterior. A eso lo llama “revolución científica” y lo considera como un “cambio de paradigma”.
Es importante destacar que una vez producida dicha revolución científica, los conocimientos esenciales del paradigma anterior no pasan al nuevo. Cuando se genera un cambio de esta naturaleza, se produce una ruptura y el viejo paradigma cae. Como en la construcción de un edificio, se necesitan cimientos nuevos. Posteriormente, se produce una reevaluación de hechos anteriores y los conceptos se ubican en un nuevo sistema de relaciones.
La resolución de enigmas. Kuhn observó que la ciencia atraviesa por determinados períodos lo que él llama “ciencia normal”. Durante su transcurso, los problemas se procesan dentro de los límites de un determinado paradigma, que ofrece las herramientas teóricas y prácticas para resolverlos. Son períodos normales regidos por ese paradigma.
Pero cuando se toma conciencia de una anomalía, cuando se reconoce que la naturaleza ha “violado” de algún modo las expectativas inducidas por el paradigma que gobierna la ciencia normal, se desencadenan los cambios.
La sucesión sería: ciencia normal, anomalías, crisis, revolución, ciencia normal.
Cómo se generan los cambios. El proceso se desarrolla de la siguiente manera: durante los períodos de “ciencia normal”, los científicos explican los hechos utilizando la observación y la experimentación. Asimismo, van resolviendo los problemas y las ambigüedades que se presentan durante su investigación. En ese intento de unir los hechos y las predicciones de la teoría, hasta pueden llegar a forzar a la naturaleza para que se ajuste a los límites preestablecidos por el paradigma.
Kuhn llamó enigmas o “rompecabezas” a los problemas que los científicos se dedican a resolver, que pueden ser desde la órbita de un satélite hasta la curación de una enfermedad.
Una comunidad científica realiza sus proyectos basada en la adhesión a un paradigma común.
En los períodos de “ciencia normal”, los científicos casi no tienen necesidad de reglas, sino que estas se presuponen. Las reglas explícitas se requieren cuando la ciencia entra en un período de crisis, porque en esos momentos se deteriora la confianza en el paradigma y tales reglas apuntan a vencer la inseguridad creciente. Pero continuemos con el proceso. En un momento aparece una ‘anomalía’, es decir, un interrogante que queda sin respuesta, un fenómeno para el cual el paradigma no ha preparado al investigador.
Cuando surgen estos problemas extraordinarios que no concuerdan con los presupuestos, al principio no se consideran como contraejemplos sino como conflictos aparentes cuya eliminación sólo exige un ajuste de la teoría.
Pero si los problemas reaparecen y se suceden, se transforman en anomalías que conducen a generar una crisis del paradigma, lo cual ocurre cuando dichas anomalías son numerosas, reiteradas, profundas y resistentes desde el punto de vista social, político y económico.
Gradualmente, el paradigma se ve cuestionado y las teorías en que se apoya pierden consenso en la comunidad. Una pronunciada falla en la actividad normal de resolución de problemas muestra que el paradigma ha dejado de funcionar en forma efectiva.
Surge entonces una teoría nueva que compite con la anterior. Como hemos dicho, cuando cambia un paradigma, los mismos datos, al ser ubicados en un marco distinto, se colocan en un nuevo sistema de relaciones.
Dice Kuhn que sucede como en la Gestalt: las manchas sobre un papel que se veían como un pájaro comienzan a verse como un ciervo o viceversa. En realidad –explica– “los científicos no ven algo como otra cosa, sino que simplemente lo ven”.
Valores negociados socialmente. De acuerdo con lo que afirma Gianni Vattimo, en su libro No ser Dios, lo que Kuhn sostiene es que no existen conocimientos objetivos válidos para todo el mundo y en cualquier tiempo, sino que todo acontece en la historia, es decir que ninguna idea se produce prescindiendo del momento histórico. Cuando se publicó La estructura, en 1962, “los científicos empezaban a ser conscientes de que investigaban y trabajaban bajo el mandato de una sociedad que pagaba por sus experimentos”. Y agrega: “No estamos ahí para buscar la verdad absoluta, intentamos comprender ciertas cosas que sirven para ciertas otras (...) Todo cambia, cambia la noción de verdad. Cuando se afirma una cosa, se presenta también el paradigma para verificarla, se dan las coordenadas dentro de las cuales aquella afirmación es verdadera o falsa”.
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En la concepción vigente en la época de Kuhn, la actividad científica se presentaba como si estuviera desgajada de sus raíces culturales, políticas y económicas. Lo que este pensador demuestra con numerosos ejemplos es que la autoridad de la ciencia depende de las comunidades de científicos activos y que sus decisiones se basan en valores negociados socialmente.
De tal manera, le fue posible afirmar que los paradigmas son los logros científicos universalmente aceptados, que durante algún tiempo suministran modelos de problemas y soluciones a una comunidad de profesionales.
Puntos de inflexión y modos de construir el mundo. Cuando los integrantes de un grupo de científicos van adoptando por consenso un paradigma, cuando lo van articulando, fijan cuáles son las teorías que aceptan y cuáles rechazan; adoptan un modo común de seleccionar y afrontar los problemas; se ponen de acuerdo en los supuestos, las metodologías, los principios éticos y los filosóficos, todo lo cual se va estableciendo a lo largo de un proceso histórico.
Durante ese tiempo, el paradigma se va aceptando, se va compartiendo por uso y costumbre, por libre aceptación y no por imposición de ninguna autoridad. Hasta la información se procesa a través de un mismo marco conceptual y existen un léxico y una categorización acordes con él.
Desde luego, en una revolución científica las teorías del viejo paradigma no son abandonadas todas al mismo tiempo. Un cambio de paradigma se produce lentamente. Pero hay un momento en que la comunidad advierte que se ha operado un gran cambio. Ese darse cuenta del quiebre es el punto de inflexión, se trata de un salto psicológico hacia algo nuevo. Cuando se produce, cambian los modos desde los cuales se observa, interpreta y construye el mundo.
Kuhn propone como ejemplo la revolución copernicana, que duró aproximadamente 150 años desde que Copérnico, con su nuevo sistema astronómico, agudizó la crisis en que había entrado el paradigma aristotélico. Pero fue Newton, con sus teorías de la gravitación universal, quien consumó esa revolución. Las teorías de Copérnico no fueron aceptadas inicialmente, ni tampoco fueron abandonadas de inmediato las viejas teorías de Ptolomeo.
La relación con la verdad. Uno de los temas centrales que Kuhn estaba poniendo en cuestión era la relación con la verdad. Porque dado que no nos es posible ver la realidad “tal cual es”, sino que siempre la percibimos como nos lo permiten nuestro lenguaje y nuestra cultura, los científicos sólo pueden ver lo que resulta significativo a la luz de sus teorías.
Podemos decir, entonces, que todo lo que se observa está condicionado por el paradigma. En definitiva, se hace una reconstrucción de la realidad desde el punto de vista del paradigma vigente en cada momento, de modo que, como dijimos, al caer un paradigma –ya sea que hablemos del que corresponde a una época o a una comunidad determinada–, caen también los modos de concebir el mundo de esa época o de esa comunidad.
Las crisis. A la luz de estas consideraciones que hemos venido analizando, podemos pensar las crisis no sólo como oportunidades sino como desafíos y, en palabras de Thomas Kuhn, como “preludios apropiados para el surgimiento de teorías nuevas”.
Agreguemos que esas nuevas teorías surgen cuando se considera que las anteriores se han extraviado de manera lamentable. Entonces, cuando finalmente la crisis da lugar al surgimiento de nuevos paradigmas, cambian las expectativas y se transforma la visión del mundo. En ese proceso, también cambian los marcos culturales y los lingüísticos porque dentro de los nuevos paradigmas, los viejos términos y conceptos entran en nuevas relaciones mutuas.
Porque es necesario comprender que un nuevo paradigma –como conjunto de valores y argumentos compartidos en una época o por una comunidad– implica un modo nuevo de ver los problemas.
Para finalizar, digamos que si Thomas Kuhn provocó fundamentalmente una revolución en el modo de comprender la ciencia, sus tesis fueron aplicadas y extendidas a campos distintos y su concepto de paradigma enriqueció enormemente el modo de considerar la dinámica de los procesos históricos, políticos, sociales y culturales.
Hacia nuevos marcos de pensamiento y de acción. En los días que vivimos, frente al colapso del sistema financiero global, los analistas no cesan de señalar que hacen falta nuevas normas, nuevas reglas. Se sostiene que en el período que va desde 1945 hasta 1989, durante la llamada Guerra Fría, la puja entre las dos potencias congeló la historia. Era un mundo bipolar. Sin embargo, gradualmente ese sistema financiero que había surgido en el ’45 fue resultando inadecuado frente a la creciente globalización, de modo tal que hoy, ante esta crisis de características nunca antes conocidas, se impone un cambio que abarcará no sólo el sistema monetario mundial sino que probablemente llegará a alcanzar dimensiones culturales insospechadas y quizás desemboque en una nueva configuración del orden mundial.
Y dado que hoy los acontecimientos han desbordado toda previsión, tal vez hemos llegado a uno de esos puntos de inflexión que tan bien describía Kuhn.
Junto con él podemos considerar que cuando las crisis se hacen muy profundas, hay muchas personas que se comprometen con proyectos concretos para la reconstrucción de la sociedad en nuevos marcos de pensamiento y de acción. En eso estamos y a eso aspiramos.
*Profesora en Letras, especializada en temas de
comunicación, lingüística y análisis del discurso.
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