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El arte callejero como herramienta de comunicación política.
Por Lic. Flavia Heredia
“Las ciudades como lugares de alta concentración de personas y flujos de transito de sus vecinos, son sin duda el ámbito donde se generan las más variadas y diversas relaciones próximas, estáticas, dinámicas, de estímulos visuales o auditivos, de mensajes tantos publicitarios como señal éticos o informáticos, textuales y discursivos. En ese rico escenario de producción comunicativa se ha generado espontáneamente, formas de comunicación a las que podríamos llamar autónomas o fueras de pautas programadas tanto desde el discurso como desde el ámbito usado para la manifestación. Las construcciones escritas y/o visuales que encarnan la cultura social urbana, son por lo general, la expresión de jóvenes que aprovechan espacios para canalizar no sólo su inconformidad a temas en particular, sino también, para expresar sus inquietudes artísticas y que no siempre están asociadas a la marginalidad”[1]El Arte Callejero en ArgentinaEl artista prepara sus materiales frente a ese desafiante espacio en blanco, que lo intimida y seduce. Esa tela que se convertirá en obra de arte. Despliega colores que meticulosamente eligió; pigmentos, aglutinantes y calidades que mejor se acomodan a sus necesidades. Comienza a trabajar y en esa milésima de segundos donde se produce el contacto con la superficie, toda su vida, sus imágenes, pensamientos, deseos, frustraciones, lo consciente e inconsciente; juegan su partido. Por:Máximo Jacoby – Ezequiel BlackAhora imaginemos lo mismo, pero en la calle.Street art o arte callejero, son nomenclaturas, categorías estéticas o artísticas en construcción. Sus acepciones por momentos generan sutiles desacuerdos. Por ejemplo, en junio del 2008 el suplemento Cultural del diario el País, Babelia, esbozaba "...Lo llaman arte urbano, street art, arte callejero de la era postgraffiti. Porque no nos referimos a las pintadas de nombres y tags (firmas) que invaden ya las paredes de las grandes ciudades de todo el planeta....". Esta es una clara intención de acercarse a una definición concreta, estilos quedan adentro, otros afuera.Para nosotros, el arte callejero incluye la idea de arte urbano, es decir, toda intención artística de intervenir el espacio público. El arte es una institución social pero también es una forma de tomar, entender y atacar al mundo. La historia del arte, según nuestro parecer, puede unificar todo tipo de intención estética de comunicar. Es imprudente limitar esta categoría solamente a sus técnicas o materiales. La relación cada vez más estrecha y fértil entre el arte contemporáneo y el callejero, solidifican esta idea.Por esto los materiales utilizados varían constantemente; aerosol, varios tipos de pintura industrial, papeles, marcadores, chapas, residuos, etc. El street art desarrolló una tecnología personal y eficaz que responden a la especificidad contemporánea como ningún otra disciplina actualmente. Es veloz, económica, inclusiva, global, de fácil aprendizaje y apta para el perfeccionamiento personal. La proliferación de imágenes por Internet, hacen sencillo la creación y socialización de un stencil, como sucedió con el grupo local, “Bs. As. Stencil” y su famoso Bush con orejas de Mickey Mouse. Una critica satírica y profunda sobre la distribución del poder mundial y su discurso, generada desde la periferia.La historia Argentina es rica en intervenciones urbanas o callejeras. En 1968, artistas utilizaron pintadas con aerosol, dentro del proyecto multidisciplinario llamado “Tucumán Arde”. Se escribió este lema por toda la ciudad para generar conciencia sobre los despidos a trabajadores y campañas falsas de prensa y comunicación producidas por el gobierno militar.Luego en 1983 junto con la vuelta a la democracia se realizo el “Siluetaza”, siluetas pintadas de los detenidos-desaparecidos, se expandieron por la plaza de Mayo. En esta línea, podemos sumar las intervenciones de Marta Minujín, entre otras. Pero en el 2001, con una nueva crisis económica "terminal" de la Argentina, es cuando se profundiza el fenómeno actual de arte callejero y street art a nivel local. La potencia que inyecto la crisis en genero la posibilidad de nuevos rumbos para la disciplina. Se multiplicaron los grupos y artistas en las calles. Esta explosión consolido nuevos estilos dentro del ámbito local. A los grafiteros olds school, se sumaron diseñadores y artistas. Muchos desarrollaron personajes DE FICCION, algunos devenidos del comic o el manga japonés (sic). El muñequismo local y sus personajes se distribuyeron por toda la ciudad. En paralelo, muy variados estenciles, se apoderaron de la cosmética porteña, generando una respuesta instantánea en el público que busca desde entonces nuevas imágenes en sus recorridos cotidianos.El mapa del arte callejero local ha crecido mucho en los últimos años a ritmos incontrolables. La tendencia se consolida con la participación de instituciones que antes no valoraban estas producciones.Varias galerías se dedican exclusivamente al arte callejero, como la mítica “Hollywood in Camboya” en Palermo Viejo.En 2007 organizamos en conjunto (o conjuntamente) con Ezequiel Black una de las primeras exhibiciones de arte callejero dentro de una institución pública y de la Universidad de Buenos Aires, como fue Street Art en el Centro Cultural Rojas. Participaron en esta exposición artistas de las diferentes tendencias dentro del arte callejero, quienes intervinieron también en las paredes de la galería de arte. Este hecho inédito, dio lugar (originó) una serie de acciones que dan cuenta de su fuerza y actualidad. Como ejemplo de este fenómeno podemos citar; Intervenciones en paredes del Centro Cultural Recoleta en el Festival ciudad emergente, Ficus Repens exposición curada por Violeta Bronstein y finalmente Del graffiti a la pintura, donde artistas de Italia, Brasil y Argentina se expresarán o (diálogarán) en forma directa.El arte callejero es una acción de liberación individual y grupal. El lugar que una nueva generación elige como canal de expresión. Es un caldo de cultivo y termómetro de la máquina creativa local. Es una forma de hacer y comprender el arte; un filtro para interpretar e intervenir la realidad. Presenta sus imágenes sobre paredes, edificios, monumentos, generando así una nueva realidad, otro mundo posible sobre la piel de la ciudad. Un sistema de relaciones y pensamientos, que surge del seno de la vida contemporánea. Como arte es hijo pródigo de las ciudades cosmopolitas, cada vez más globales y conectadas; New York, Berlín, San Pablo, Barcelona... y ahora con firmeza, Buenos Aires. [2]El caso Tucumán Arde[3]La experiencia del colectivo de artistas denominado “Tucumán Arde”, se desarrolla a fines de la década del sesenta, en un momento en que el campo del arte argentino se halla impregnado por el lenguaje modernizante y desarrollista que viene instalando el frondizismo desde la década anterior. Tanto en el terreno político como en el artístico, la Argentina sesentista se encamina hacia un mismo fin, ocupar un lugar privilegiado en la escena internacional.En consonancia a los proyectos de modernización e internacionalización del arte latinoamericano que se inician en la segunda posguerra desde los Estados Unidos, el campo cultural argentino promueve la emergencia de programas de vanguardia y la creación de instituciones oficiales y privadas con el objetivo de promover el arte abstracto. Es el momento en que el Instituto Di Tella de Buenos Aires se constituye en uno de los centros artísticos más importantes de la escena local.“Vanguardia e internacionalismo” son los conceptos que circulan cotidianamente en el repertorio cultural de aquellos años, y que formará parte de la publicidad de sus convocatorias.En paralelo al discurso hegemónico y hacia la segunda mitad de los 60, aparecen las críticas a la institucionalización del arte de vanguardia a través de proyectos artísticos de corte revolucionario.“Tucumán Arde” es el ejemplo más significativo de este tipo de críticas. Es un grupo de artistas plásticos integrado en su mayoría por rosarinos, pero también santafesinos y porteños como León Ferrari y Roberto Jacoby.La particularidad de este colectivo se debe, no sólo a su capacidad de intervenir en el discurso político que publicitan las instituciones oficiales de circulación del arte, sino también en dejar al descubierto la tergiversación de la realidad social por parte del poder político a través de la manipulación de los medios de comunicación. Como ejemplo del caso toman la situación crítica que atraviesa la provincia de Tucumán por aquellos años con el cierre de los ingenios azucareros y un importante número de trabajadores que quedan sin empleo.Consideran que el “Operativo Tucumán” -que lleva adelante el gobierno de Onganía como un proyecto desarrollista y modernizador-, es en realidad un “Operativo Silencio”, que intenta tergiversar y silenciar la verdadera situación que atraviesa la provincia norteña en ese momento.En este sentido, la obra que llevan adelante tiene como finalidad dejar en evidencia esta falsa imagen que muestran los medios de comunicación en alianza con el poder político. Para ello, su acción apunta a una intervención directa sobre los medios, intentando crear desde allí un contradiscurso.La obra se concibe en tres etapas. La primer etapa consiste en la recolección de la información y un trabajo de documentación de la misma. Se realizan dos viajes a Tucumán. En el segundo viaje toman contacto con la CGTA, con los sindicatos azucareros, y dan una conferencia oficial en el lugar, donde cuentan en parte su proyecto, pero no informan sobre la denuncia al aparato político que en realidad pretenden hacer con la obra. Paralelamente aparecen campañas publicitarias en las calles rosarinas que promocionan la obra, y son pensadas con la idea de que la convocatoria sea masiva. Los artistas eligen los espacios públicos mas concurridos para “promocionar” sus propuestas.En una segunda etapa se pone en marcha la muestra, donde se expone los materiales recogidos. Se lleva a cabo -ya no en el museo- sino en las sedes de la CGT en las ciudades de Rosario y Buenos Aires (esta última muestra sólo dura unas horas tras ser levantada por amenazas del estado de intervenir al gremio.En el caso de Rosario, la entrada se empapela con los nombres de los dueños de los ingenios, los afiches de la campaña callejera, recortes periodísticos que hablaban de la situación de la región, cartas de pobladores y maestras, carteles colgantes pintados a mano sobre tela con diversas consignas (”Visite Tucumán, jardín de la miseria”; no a la tucumanización de nuestra patria?; “Tucumán, no hay solución sin liberación”).En el interior del edificio se ponen paneles con fotografías que testimonian la miseria en que vivía la provincia, se proyectan cortos y audiovisuales documentales elaborados con materiales recogidos en el viaje y grabaciones trasmitidas por altoparlantes de entrevistas a dirigentes sindicales o trabajadores cañeros y pobladores tucumanos. Cada breves y regulares lapsos de tiempo, se cortan las luces del local, simbolizando la muerte de un niño tucumano. Se reparte café amargo entre los asistentes al lugar, simbolizando la crisis de la producción azucarera en la región norteña.La tercera parte de la obra que corresponde a la síntesis, evaluación y difusión de los resultados de la experiencia, no pudo llevársela a cabo a raíz de lo ocurrido en Bs As, que suspendieron las muestras programadas en Santa Fe y Córdoba.De cualquier manera la muestra busca generar un contraste fuerte con la propaganda oficial y para ello selecciona soportes técnicos tendientes a reflejar lo mas realista posible la verdadera situación tucumana (como ser fotografías, grabaciones, videos), donde los artistas no utilizan sus registros como mediaciones sino como implicados en el punto de vista mostrado, testigos de la realidad que mostraban.Ana Longoni y Mariano Mestman resaltan “la dimensión comunicacional” que recorre la obra, por el lugar privilegiado que ocupan los medios en su accionar. Y en este sentido tiene estrecha relación con “el arte de los medios” (1966) llevada a cabo unos años antes por algunos de los artistas que participan también de Tucumán Arde como el artista plástico Jacoby Roberto junto a escritores como Eduardo costa y Raul Escari que programaron un Anti-happening. El antihappening: Un happening que nunca existió aunque fue difundido por los medios masivos. Es decir, sólo existió en los medios.La comunicación Política.“Comunicar es la primera y elemental acción, de carácter social, que realiza una comunidad organizada. Toda relación personal y social nace y es determinada por la capacidad de trasmitir, interpretar e intercambiar mensajes. Todo puede (y debe) ser dicho, explicado, trasmitido o callado. Incluso los silencios también conforman un arma comunicacional poderosa. Tan determinante es, que la capacidad para comunicar acertadamente los actos de gobierno cotidianos definen, en buena parte, el éxito o fracaso de una gestión”.[4]“El verbo gestionar, según el origen y estructura de la palabra, está emparentado a la gestación. Su etimología remite, también, a la gesta. Es por lo tanto, una palabra fecunda. En el desarrollo de la vida social, política y cultural, la gestión es acción pura. Es la forma en que los actores sociales desempeñan su papel y a través de la cual darán cuenta de su nivel de eficiencia y competividad.Quienes conducen un municipio, se relacionan, se definen y se posicionan socialmente por su capacidad de gestión. De acuerdo con su significado profundo, cuando un intendente define políticas de gobierno, esta fundando, gestando un nuevo espacio social, una común-unidad de intereses que se verán afectadas ( positiva o negativamente) por las decisiones que éste tome durante su mandato político”.[5] La cultura al municipioLas gestiones municipales necesitan buena comunicación lo cual no significa reemplazar a la gestión.Se hacen muchas cosas durante una gestión pero no todas son comunicables, por lo que la gestión debe pensar en eventos mediáticos, en situaciones que generen noticias.Llevar la cultura a una cuestión de estrategia de gobierno es pensar en acciones comunicables, tomando las realizaciones callejeras como manifestaciones de una cultura que podrá cambiar conductas o establecer pautas entre los ciudadanos.“Hoy las ciudades cuentan con espacios degradados que bien pueden ser lugares propios que sirvan no sólo para que los artistas plásticos desarrollen su creatividad, si no también, para desarrollar experiencias comunicacionales urbanas, de divulgación de conceptos que tienen que ver con la modificación de hábitos y costumbres de una comunidad.Actualmente un concepto en boga es el de la responsabilidad social empresaria; las empresas encuadran sus acciones tendientes a paliar ciertas falencias dentro de la sociedad, y en tal sentido, la utilización del arte para la transmisión del mensaje empresarial, permitirá un mejor posicionamiento dentro de la ciudad en que se desenvuelve”[6]Hay ciudades que ya han desarrollado programas de participación compartida con las empresas privadas y con los ciudadanos. El arte llega a todos a través de un escenario público, de un espacio común.Rosario llevo a cavo el programa Arte a la Vista donde “Propone al espacio urbano como un escenario del encuentro entre la gente y el arte, reproduciendo a escala gigante la obra de artistas rosarinos consagrados. Las medianeras de los edificios son el soporte de los cuadros y Rosario se transforma en el gran marco que recoge la memoria pictórica de ciudad en un museo inédito al alcance de la mirada de todos.Este es un proyecto que triangula al estado, capitales privados y la disposición ciudadana con el objetivo de limpiar por contraste el horizonte de nuestra ciudad. Así, la belleza del trazo de Berni, Schiavoni, Vanzo, Gambartes, Bretolé, Ouvrard, entre otros, trepan las paredes de los edificios, entran en el paisaje urbano y se quedan para formar parte de la vida cotidiana.Transformar el entorno, construir nuevas señaléticas instalando la cultura en el espacio público es el gran desafío de este museo urbano, que por sus características integradoras es único en el mundo.Con el arte la ciudad se cuenta, se muestra al mundo e invita a levantar la mirada para buscar la belleza que permite hacerla visible a través del lenguaje de nuestros pintores.[7]El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires entiende lo que significa hacer participe al vecino y acercarlo a la gestión municipal, por lo que presentó en conjunto con el pintor Santa María Marino un conjunto de obras de distintos artistas en el pasaje Lanín, del barrio de La Boca, creando así una exposición a cielo abierto que se desarrollará los fines de semana.Ubicado en el área del paredón del ferrocarril, entre Brandsen y avenida Súarez se podrá disfrutar de más de 30 obras de artistas contemporáneos Carlos Alonso, Ana Eckell, León Ferrari, Luis Felipe Noé, Marta Minujín y Carlos Pérez Celis son algunos de los creadores que aportan a la exposición.“La acción del Gobierno porteño se centra en la intención de dar una mirada a nuevos barrios turísticos, con el énfasis puesto en el sur de la Ciudad, y principalmente acercar a turistas y residentes nuevas opciones que permitan salir de los circuitos tradicionales.Asimismo, se busca valorar la participación del vecino en la toma de conciencia del respecto por el espacio público y el embellecimiento del área, como la posibilidad de crear un producto en el barrio y generar un estímulo a la ciudadanía a visitar los museos porteños.Invertir en la belleza del espacio público es invertir en una ciudad más justa, como también resulta trascendental para nosotros que esta iniciativa se desarrolle en la zona sur y recuperando a nuestros artistas” Palabras del Ministro de Cultura y presidente del Ente de Turismo porteño, Hernán Lombardi.Lo que se hay que buscar a través del arte callejero, como estrategia de gobierno de los municipios, es ir mas allá del embellecimiento de las ciudades, lo que se pretende es que el soporte sea el espacio urbano y el mensaje trasmitido por la obra de arte.El ser humano está sometido a distintos estímulos comunicacionales diariamente, desde el municipio hay que desarrollar acciones creativas que despierten el interés del ciudadano, sacarlo de su sitio de seguridad y hacerlo pensar. El arte es una forma de lograr un compromisos, mirar el problema desde otra perspectiva, logrando la atención del ciudadano y haciéndolo participe ya tenemos la mitad del problema resuelto. Hay que involucrar a la sociedad en general en torno a temas complejos de sensibilidad social, siendo estos los de mayor impacto dentro de la comunidad.Para el francés Marc Augé, los espacios son claramente contractuales, ya que concurren en ellos una coexistencia permanente de opiniones y de acuerdos diversos por parte de los individuos que los ocupan.[8]La ciudad en la que las personas pueden cruzarse y encontrarse, según Auge,[9] es el ámbito donde van a coincidir en los temas que sí les son comunes.Estos espacios comunes son donde el arte urbano, como herramienta de comunicación política, puede desplegar todo su encanto uniendo a través de lo comunicacional, llegando a toda la sociedad en su conjunto. Siendo el arte Urbano el vehiculo adecuado para resumir el multiculturalismo homogeneizando el paisaje.“En la medida que exista una fuerte identidad social (en el sentido de Tajfel, 1981; Turner, 1987; Breakwell, 1986, y Twigger-Ross y Uzzell, 1996) en una comunidad, el horizonte de la sostenibilidad es potencialmente más viable. La identidad social comprende tanto una red consolidada de interacciones sociales de soporte informal, como un elevado nivel de identidad de lugar (Proshansky, Fabián y Kaminoff, 1983).Así, el lugar actúa como elemento aglutinante de la colectividad, y como símbolo de su permanencia en el tiempo. El espacio se constituye en un referente de significado y se convierte en lugar a través de los mecanismos de apropiación (Korosec, 1976) con sus componentes de acción-transformación/significación-identificación (Pol, 1996) que actúan de manera individual y colectiva.Los lugares con una fuerte identidad ayudan a aglomerar a la colectividad y a mantener su identidad social. En este sentido, la vertebración y la cohesión social crean identidad de lugar, y a su vez, los lugares con identidad facilitan la integración social.Es reconocido el valor del concepto de identidad de lugar, de Proshansky, Fabián y Kaminoff (1983), pero por su carácter individual resulta necesario considerar los aspectos de construcción social del espacio por parte de los grupos y colectivos ubicados en el entorno urbano, como han afirmado Lalli (1988, 1992), Hunter (1987) y Valera (1993).Ello supone considerar los procesos de identidad social en términos más amplios, al tener en cuenta las dimensiones histórica, socioespacial, psicosocial, cultural, ideológica y el imaginario social, que configuran lo que viene a ser la identidad social urbana (Valera y Pol, 1994)”.[10]El arte callejero contribuye a la construcción de una identidad municipal, lograr la identificación por parte de lo ciudadanos es hacerlo parte de la gestión, es construir ese espacio donde confluyen las dimensiones sociales, culturales, ideológicas y comunicacionales.Si el municipio no lo aprovecha para generar una conexión con las habitantes lo podrá usar la oposición o los mismos vecinos para plasmar sus insatisfacciones.La creatividad articulada con la cultura y a la identidad comunitaria es lo que dará el valor agregado para lograr un posicionamiento la cuidad.Lic. Flavia Heredia
[1] Etchelecu, Leontina. Manual de Comunicación Política, Comunicando desde la Identidad. Konrad Adenauer Stiftung. Pág. 57.[2] Revista Ñ: Disponible en http://www.revistaenie.clarin.com/notas/2008/09/09/_-01756432.htm[3] Blog de Lorena Betta, disponible en http://www.lorenabetta.com.ar[4] Ivoskus, Daniel, Lo que no se dice no es, Ed.Sudamericana, Buenos Aires, 2007, p. 15.[5] Ivoskus, Daniel, Lo que no se dice no es, Ed.Sudamericana, Buenos Aires, 2007, p. 45.[6] Etchelecu, Leontina. Manual de Comunicación Política, Comunicando desde la Identidad. Konrad Adenauer Stiftung. Pág. 57[7] Programa Arte a la vista, disponible : http://www.rosario.gov.ar/sitio/lugaresVisual/verLugar.do?id=3120[8] Augé, Marc, El viajero subterráneo. Un etnólogo en el metro, Ed. Gedisa, Barcelona, 2002, pp. 78 y 79[9] Augé, Marc, El viaje imposible. El turismo y sus imágenes, Ed. Gedisa, Barcelona, 1999, p.121[10] Dossier Identidad Urbana disponible:http://www.cge.udg.mx/revistaudg/rug19/articulo4.html
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