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sábado, 5 de septiembre de 2009

Tendencias modernas


sociedad
afecta especialmente a mujeres adolescentes
Cutting: se hacen cortes en el cuerpo para escapar de la angustia cotidiana
Por lo general son de clase media y educadas, pero viven una gran tristeza cotidiana y no están contentas con sus vidas. Dicen que realizarse cortes en sus brazos y otras partes del cuerpo les hace olvidar el dolor. Los psicólogos aseguran que con terapia y mucho apoyo familiar se puede salir, aunque el daño físico es irreversible. Una chica de 19 años relató su experiencia de automutilación en un libro y ya tiene decenas de seguidores en Internet.
Por Silvina Herrera
Cuando la angustia los ahoga por dentro, tanto, que no encuentran alivio, ellos se cortan. Una gillette, un cuchillo o cualquier elemento filoso sirve para tajearse la piel de los brazos y sentir un dolor físico que los haga olvidar de la tristeza que sienten.
La mayoría de las personas que recurren al cutting o self injury son adolescentes mujeres, que por lo general nacieron en hogares sin graves problemas económicos. Sin embargo, no están conformes con sus vidas y se hacen daño a sí mismas como una forma de canalizar la desolación que les provoca la relación con el mundo. Saben que está mal, pero no lo pueden controlar y para muchos se vuelve una adicción. Según investigaciones hechas en Estados Unidos, el 1% de la población mundial se corta.
En primera persona. Giuliana Caleca tiene 19 años y toda una adolescencia de sufrimiento y automutilación. La primera vez que se cortó tenía 12 y estaba en el medio de la clase en el colegio. Agarró un compás y se lo clavó en el brazo. “Me angustiaba estar viva, no quería vivir la vida que tenía. Era gorda y me odiaba tanto que creía que debía morir”, cuenta ahora con una dulzura que conmueve. Giuliana tiene todo el cuerpo tajeado, estuvo dos veces internada e intentó suicidarse en ocho oportunidades. “Estaba jugando con mi vida”, confiesa. Hace unos pocos meses decidió escribir su historia y la Editorial Planeta la publicó en el libro que lleva por título F.I.L.O.S., Fea, inútil, loca, obesa, suicida. Afirma que descubrió que se puede salir y que contar lo que le pasó la ayudó mucho. “Me di cuenta que estaba matando a toda mi familia. Cuando nació mi hermano, hace dos años, y lo vi tan chiquito pensé que tenía que parar”, recuerda Giuliana, que agradece el apoyo y el cariño que tuvo siempre de su familia. Recurrir a una terapia psicológica y contar con el afecto familiar son una ayuda fundamental para estas chicas.
A partir de la salida del libro, muchos jóvenes se contactaron con Giuliana a través de Internet porque se sintieron representados. “Cuando estoy desesperada hasta agotar todas las opciones recurro a los cortes. Mi cuerpo se convierte en las páginas que demuestran mis penas”, relata en F.I.L.O.S. “Ella escribió lo que a mí me pasa”, dice Johana Polly, una chica de 21 años que todavía no puede dejar de cortarse. Lo hace desde los 17 y explica: “Es una forma de escapar a lo que siento, cuando estoy aplastada por el otro. Es como si fuéramos dos personas, una que dice que no lo haga y otra que no puede parar de hacerlo. Sé que no es algo normal”. Johana estaba junto a su papá, Juan, que la iba a acompañar al psiquiatra. “Quiero entender qué le pasa para poder ayudarla. Cuando ella se corta me duele a mí”, indica.
Fernando Romandeta tiene 21 años y dejó de cortarse hace cuatro. Empezó a los 14 cuando sus padres se separaron, porque no lo podía aceptar. “Era una forma de sentir el dolor que no podía decirle a nadie, de escapar a una realidad que no me gustaba, pero me di cuenta que no tenía sentido y dejé de hacerlo”, sostiene.
Mónica Cruppi, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), intenta dar una explicación a tanta autodestrucción. “Son chicos perturbados, en los que subyacen angustias primitivas, como el desamparo. Los cortes están simbolizando algo que no pueden decir. Encuentran placer en el dolor, pero no es una moda, detrás hay terribles angustias. El daño es irreversible pero con terapia se puede salir.”

El cine y la música reflejan el fenómeno
Para todos o casi todos los chicos que se cortan, la música es parte fundamental de sus vidas. Escuchan bandas oscuras en las que pueden hallar algún tipo de reflejo de su realidad llena de angustia y dolor. Evanescence es una banda de new metal gótico, y es la más escuchada entre los jóvenes que se cortan. Otros escuchan Simple Plan o My Chemical Romance, música lúgubre con letras que hablan sobre la muerte y el desamor. Hay canciones dedicadas a la automutilación, como Cut de Plumb, que dice en su traducción al castellano: “No quiero morir por dentro sólo para respirar, estoy cansado de sentirme tan entumecido, el alivio existe, lo encuentro cuando me corto”.
También hay películas con personajes que practican la automutilación, como La secretaria, de Steven Shainberg, en la que una joven llega a cortarse al estar obsesionada con su jefe abogado. En La profesora de piano, sorprende la escena del personaje que interpreta Isabelle Huppert en la bañera con una gillette.

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