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domingo, 19 de abril de 2009


Inusual estructura de campaña
De Narváez, el candidato que no repara en gastos
Laura Serra LA NACION
Nada se libra al azar en la campaña electoral de Francisco de Narváez, candidato a diputado nacional del PJ disidente. Cada palabra, cada gesto, cada aparición pública suya es calibrada al milímetro por un equipo de 120 asesores y técnicos, que son los verdaderos forjadores de la candidatura de este empresario convertido en político.
Su campaña se caracteriza por una rigurosa aplicación de la mentalidad empresarial a la actividad política.
No bien se trasponen las puertas del búnker de campaña, una moderna casa en el barrio porteño de Las Cañitas, queda claro que allí no se escatiman recursos. Tampoco dinero. Una isla de edición de TV donde graba sus spots publicitarios; un enjambre de compugraba sus spots publicitarios; un enjambre de computadoras donde casi 100 de "jóvenes sub-40" estudian cada detalle de la provincia; un avión particular para trasladarse donde sea y cuando sea; la imagen del candidato en las páginas web más conocidas; un mapa digital con todos los medios de comunicación de la provincia, incluso aquellos de los lugares más recónditos; mediciones permanentes propias; un 0-800 que funciona las 24 horas... En fin, una logística electoral sin precedentes puesta en marcha para instalar al candidato y moldear su discurso, que termina de pulir con clases de oratoria y de teatro.
Esta tarea la encarna un staff propio de asesores y publicistas, aunque de Narváez recibe también, de manera esporádica, el consejo de "publicistas estrella" como Ramiro Agulla o el estudio publicitario González Taboada y Guevara. Incluso el equipo de campaña mantiene contacto con los asesores de imagen del presidente de Estados Unidos, Barack Obama.
Semejante puesta en escena proselitista insume millones de pesos, aunque la cifra es un misterio absoluto. "Es verdad, en esta campaña se gasta mucha, mucha plata, pero todo el financiamiento es privado, proviene de Francisco. Nada es del Estado", explica Gustavo Ferrari, director de la campaña electoral de De Narváez.
Sus rivales se quejan: dicen que semejante desembolso genera un desequilibrio en las condiciones de competencia y que debería someterse esos gastos a un control oficial, pese a que el dinero sea propio.
La utopía
Ferrari, hombre de máxima confianza de De Narváez, fue uno de los primeros en acompañar al empresario en su idea de poner proa rumbo a la gobernación bonaerense en 2011. Una utopía, por entonces. Se trazó el primer objetivo: instalar al candidato. Casi nadie lo conocía. Para eso se inundó la provincia de carteles con apenas su cara y su nombre, nada más. Era necesario, además, investigar la provincia: saber cuáles son las necesidades de cada distrito. Para eso se realizaron (y realizan) investigaciones cualitativas y cuantitativas, que incluyen dotaciones de expertos que se instalan todo un día para entrevistas personales.
Tercer paso, llevar al candidato a la gente. Y aquí entra en acción un amplio aparato mediático. Con el simple clic de un mouse, una computadora revela cada barrio con todos sus medios de comunicación, incluso las FM más pequeñas.
"Sabemos los horarios de los programas más escuchados y quiénes los conducen. Francisco aparece por día en seis o siete radios, sabiendo previamente qué realidad rodea al barrio de esa radio", indica Ferrari.
No sólo la radio, sino también la televisión. Allí, en su búnker, De Narváez graba todos sus spots publicitarios, desde aquel que se emite con insistencia por los principales canales de TV hasta saludos por las emisoras locales por algún evento o festividad.
¿Estamos frente a sólo un candidato mediático? Ferrari lo niega: "De Narváez viaja a tres o cuatro localidades por día", asegura.
Gracias a su avión y a una flota de transporte terrestre, la extensión de la provincia no se le hace tan inaccesible como al resto de los candidatos opositores.
Cada visita de De Narváez es precedida por una puntilloso relevamiento de su equipo de campaña, que incluye sondeos de imagen pública. Estas mediciones, a cargo de la consultora Isonomía, se contratan especialmente.
Semejante despliegue hace de la campaña proselitista de De Narváez una campaña atípica. El oficialismo ya lo rotuló como un mero candidato mediático; el desafío de De Narváez será mostrar, entonces, a la persona que hay detrás del personaje político que sus millones supieron construir.
Jugando al filo de la ley electoral
Pese al enorme gasto publicitario antes del inicio legal de la campaña, Francisco de Narváez se las ingenió para no vulnerar la norma. En los afiches que desplegó por la provincia figura su rostro y un eslogan, pero no se explicita su candidatura. "Es una picardía para esquivar la ley", dijo Laura Alonso, de Poder Ciudadano, que recordó que no era ése el espíritu de la norma.
Sin ahorrar
120 Asesores
De Narváez tiene trabajando en su búnker de campaña a publicistas, consultores de prensa, especialistas informáticos, encuestadores, editores de video y telefonistas.
24 Horas por día
Funciona el call center que abrió para que la gente llame. Una grabación de él da paso a un telefonista cuando se marca el 0800-4444-336.
400.000 Pesos
Es el límite de aportes a un partido que la ley permite a una empresa. El debate: ¿corre para el dinero del propio candidato?

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