LA
VENTANA › MEDIOS Y COMUNICACION
Famosocracia
Carlos De Angelis explica las
razones políticas, sociales y culturales que permiten que los “famosos” hagan
pie en la política apoyados en el “gran territorio” constituido por los medios
de comunicación.
Por Carlos
F. De Angelis *
Como insistente hit del verano,
repetitivo y pegadizo vuelven en año electoral a surgir nombres de famosos para
ocupar espacios en las listas de candidatos. Y también vuelven las preguntas:
¿por qué ocurre esto?, ¿es bueno para la democracia?, ¿es fruto de cierto oportunismo
o tienen un verdadero interés en aportar algo a la comunidad?
Sin dudas, todos los ciudadanos
tienen derecho a participar, elegir y ser elegidos. Sin embargo, no todo
ciudadano que da sus primeros pasos en política termina a los pocos meses
encabezando la lista de diputados de un partido político. Lógicamente, tan
veloz carrera despierta dudas y suspicacias.
Este hecho no es novedoso.
Durante los años noventa en Argentina fue una práctica común que el menemismo
incentivó. Vienen a la mente los nombres de Palito Ortega, Carlos Reutemann y
Daniel Scioli, que fueron hijos pródigos de la cantera de los famosos. Más
cerca de estos años también traspasaron las vallas de una actividad a otra el
cómico Nito Artaza, el árbitro Javier Castrilli y el basquetbolista Pichi
Campana, entre otros. Algunas noveles políticas tuvieron intentos fallidos como
Moria Casán y Zulma Faiad. Un caso emblemático es el del cómico de Midachi,
Miguel Del Sel, que con la débil estructura política que le proveyó el PRO,
quedó a menos de tres puntos de ganarle al más que centenario Partido
Socialista la gobernación de Santa Fe en 2011. Una novedad de la pospolítica es
la escisión de política y territorio. El Gran Territorio son los medios de
comunicación.
La lógica vernácula tiene su potencial
de exportación de famosos, como lo evidencian los carteles que en el tórrido
verano porteño pedían el voto de los ítaloargentinos para los artistas Iliana
Calabró, Gino Renni y el mediático médico Claudio Zinn para ocupar plazas en el
Parlamento italiano, que cuenta desde 2006 con representantes de los italianos
en el mundo. Se debe recordar que Calabró se candidateó, aun sin hablar
italiano, por el partido de uno de los famosocráticos sobresalientes: Silvio
Berlusconi.
¿Por qué los famosos? El primer
activo de los famosos es su fama, valga la redundancia. La “instalación” de un
candidato es una operación compleja y que muchas veces no sale bien, para no
hablar de la inversión necesaria para que un aspirante desconocido comience a
“mover el amperímetro” de las encuestas de opinión. Muchos funcionarios de
primera línea de diversos gobiernos son invisibles para el gran público.
Además, para ser político de carrera se necesita una trayectoria entre las
bambalinas de las estructuras partidarias, generar la confianza de sus
camaradas, poseer carisma, algunos conocimientos y capacidad de comunicación.
Todo esto el famoso ya lo ha descontado. Todos saben quiénes son, invitados a
los livings de millones de hogares por medio de la televisión. Se conoce, no su
currículum (que no suele ser extenso), pero sí sus noviazgos, sus familias, sus
peleas, sus logros y sus fracasos. Por decirlo de una forma coloquial, ya está
amortizado. Eso a una parte del electorado lo tranquiliza, piensa que el famoso
“no se va a quemar por nada”, y que “por lo menos lo conozco”.
Pero no es sólo su fama instalada
desde los televisores lo que cuenta, en general tienen una estructura
discursiva más simple que los políticos profesionales, ya sea por
desconocimiento o por falta de gimnasia en el planteo de promesas de campaña
ambiguas. En cambio, suelen ser directos, actúan en forma animada y con
estructuras proposicionales sencillas. El público-votante-espectador-ciudadano
los comprende rápidamente, en forma directa, lo cual genera empatía e
identificación, como un tío divertido en una fiesta de fin de año. Aquí, las
decanas de esta generación discursiva son Mirtha Legrand y Susana Giménez que,
aunque no han sido candidatas, desde sus posturas “despolitizadas” generan
filosos comentarios que penetran en los hogares con más facilidad que cualquier
alocución en un acto solemne.
Por otro lado, los débiles
compromisos partidarios o ideológicos de los famosos en la arena política
también les permiten abordar o expresarse sobre determinadas cuestiones sin
esperar avales o depender de la “coherencia partidaria”. No hace falta decir
que los famosos suelen tener tanta facilidad para manejarse ante las cámaras
como para escaparse con gran habilidad de los temas controvertidos o que les
exigen consistencia o capacidad analítica. “No soy político”, responden.
También, para no evitar las
controversias, se debe decir que frente a la desaparición de las
representaciones político-ideológicas con plataformas, programas y propuestas,
los famosos conforman otras representaciones, la de un relato del triunfo
individual sin historia, y sin compromiso más que, claro está, con la gente.
* Sociólogo, profesor de la
Facultad de Ciencias Sociales, UBA.
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Y COMUNICACION
La sintaxis de Moyano
Julián Maradeo presenta un
estudio sobre de qué manera se fueron registrando en Clarín los cambios de
imagen de Hugo Moyano.
Por Julián
Maradeo *
Los cambios en las relaciones de
fuerza afectan, mediáticamente, la imagen que se elabora sobre los actores
políticos. La propuesta es observar cómo mutó la forma de aludir a Hugo Moyano
y a aquello que da sentido a su potencialidad política por parte del diario
Clarín.
Las tres caras de Moyano
construidas por el matutino exponen a un sujeto relacional, cuyo poder, campo
de acción y características están determinados y valorados según el tipo de
relación que mantiene con el Gobierno.
Para Clarín, hay tres Moyano: el
adjetivo, el sustantivo y el verbo. Lo que también se puede expresar con el
trinomio: “disciplinado K”–“autonomía”-movilizar/presionar.
El Moyano adjetivo (va desde el
1/6/10 hasta el 26/10/10) tiene diferentes aspectos que, a la vez, exponen su
complejidad: “Disciplinado K”-“sindicalista con prácticas mafiosas”-“amenaza
potencial para el matrimonio”. Es definido como “táctico”: un jugador “incapaz
de trazar una estrategia de largo alcance” que, por sus maneras “patoteriles”,
se convirtió en “el sostén más importante de la estrategia oficialista”.
Para Clarín, el camionero era
imprescindible en el dominio de la calle por parte del Gobierno y, en paralelo,
un problema, porque Moyano “es el vivo ejemplo del rechazo” de la clase media.
Clave: mientras aparece subordinado al Gobierno, como su punta de lanza, por
ejemplo, contra los empresarios “díscolos”, es descripto como alguien reñido
con la ley, pues están omnipresentes las sospechas que se cernían sobre él. Por
caso, Covelia y la relación con José Pedraza. No obstante, era eje de numerosos
cuestionamientos por el bloqueo a Siderar, de Techint y, entre otros, el
lanzamiento de la Juventud Sindical Peronista (que para Clarín poseía
reminiscencias del “sindicalismo que en los ’70 se cobijó bajo el ala de la
Triple A”).
La segunda etapa (entre el
27/10/10 y el 15/8/11) marca el pasaje de adjetivo a sustantivo –es decir, un
sujeto con “autonomía” y capacidad de movilización no subordinada–. Al
principio, aparece enfrentado con los intendentes del conurbano, Daniel Scioli y
la UIA. A su vez, se acentúa que tanto la Justicia de Suiza como la local lo
acechan –busca “fueros para guarecerse de investigaciones judiciales en
marcha”, afirmó Julio Blanck– y que esto comienza a alejarlo del Gobierno.
De aquí que, para Clarín, el momento
que determina que la relación está “quebrada” es cuando, de cara a las
primarias, se da a conocer la ausencia de moyanistas en las listas. A partir de
este hito, empiezan a mermar las alusiones a sus problemas legales.
Desde ese momento emergerá, paulatinamente,
un nuevo Hugo Moyano en el diario insignia de este grupo
mediático-agroindustrial. Cual protagonista de una novela de aprendizaje, el
cual debe sortear difíciles obstáculos para forjar su personalidad, se inicia
el tránsito a la tercera etapa bajo las versiones de que “Moyano define su
alejamiento de la CGT”. De ahí en más, sus apariciones serán acompañadas por un
laborioso cambio de imagen y escenarios.
Anclada en su capacidad de
movilizar organizadamente, sirviéndose de la estructura sindical, la etapa de
verbo (desde el 16/8/11 hasta el 21/11//12) –cuando desaparecen las denuncias
en su contra– tiene dos momentos. El de baja intensidad, el del alejamiento,
marcado por demandas como la de “profundizar el modelo”, lo erige como “un
opositor desde adentro”. Y el de alta intensidad, el de la ruptura, consumado
en el acto de Huracán, por los festejos del Día del Camionero –ahora ungido
como “inesperado referente opositor”–, que conllevará un cambio discursivo de
dos pasos. Primero, reconocer que “de Moyano se podrían pensar y sospechar
muchas cosas. Pero es público que en la era menemista fue una voz disidente del
sindicalismo (...)”; así se legitimarían sus comparaciones: “La sintonía fina
suena como lo que proponía Menem”.
Asimismo, mientras, ahora, su
destinatario es el binomio trabajadorespueblo, se modifican las imágenes de las
coberturas de sus actos. Por ejemplo, al cotejar la tapa de los festejos del
Día del Camionero de 2009 con la de 2011, en ésta aparece el perfil “duro” de
Moyano, reemplazando las imágenes de jóvenes acostados en las afueras de los
estadios.
El anillo se cierra con el paro
del 20 de noviembre. Por un lado, conjugando los verbos movilizar y presionar,
la imagen de tapa muestra la 9 de Julio desértica, a la vez que el título anuncia
que fue “otra protesta masiva contra el Gobierno”. Sólo Moyano es nombrado en
la bajada. Por el otro, una nota de Eduardo Van der Kooy deja en claro los
límites trazados, por Clarín, al sindicalista: “El camionero, en la nueva
circunstancia, supo mutar su habitual sectarismo por una estrategia de brazos
abiertos (...) Como ensayo asomó interesante salvo que, ante el vacío
existente, Moyano empiece a presumirse como posible eje de una alternativa
electoral cuyo primer paso serían las legislativas del año próximo. En ese
caso, podría desmadejar rápido todo lo que ha tejido en este tiempo”.
* Periodista.
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