ventas en los supermercados
Consumismo K: la gente paga hasta tres veces de más para gratificarse
Se amplía la diferencia de precios entre los alimentos de marca y los que no la tienen. Los acuerdos del Gobierno con las empresas son compensados por las alzas salariales.
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A pesar de que los precios de alimentos y bebidas siguen aumentando a un ritmo del 27% anual desde 2010, la mayoría de los argentinos se empecinan en comprar artículos “de marca”, lo que los lleva a gastar hasta el cuádruple en productos que son commodities, es decir, que no se pueden diferenciar entre sí una vez sacados del envase, como el arroz, las harinas y ciertos lácteos.
La mejora de los ingresos de los hogares y la concentración de los eslabones de la cadena de comercialización de los alimentos, con espaldas para hacer fuertes inversiones en publicidad, explican esta conducta de los consumidores que, a primera vista, parece irracional.
Según una fuente del sector, 55% de las ventas de productos de almacén se concentra en cinco empresas: la chilena Cencosud (Disco y Jumbo), la francesa Carrefour, la estadounidense Wal-Mart y las nacionales La Anónima y Coto. A esto se suma que el 75% de lo que consumen los argentinos es fabricado por treinta empresas, de las cuales sólo dos son argentinas: Arcor y Molinos.
“En muchos casos, las diferencias de calidad entre los productos de primera necesidad ‘de marca’ y el resto son mínimas o inexistentes”, consideró Claudia Collado, presidenta de la Liga de Acción del Consumidor, Adelco. “Los precios pueden variar por la inversión que las empresas deben hacer para mantener la marca reconocida y/o la calidad. No siempre un producto más caro significa más calidad ni productos que parecen iguales lo son”, sostuvo y destacó la importancia de informar al consumidor.
Un caso de poca o nula diferencia de calidad es el del arroz “largo ancho” o Doble Carolina 0000. Para recibir este mote, el grano de arroz tiene que cumplir con una relación largo/ancho mayor a 2:1 y menor a 3:1 y una longitud media de al menos siete milímetros, según el Senasa. No obstante, en las góndolas, el precio de un kilo de este producto puede oscilar entre $ 5 y 15 pesos.
“La sustitución de marcas por más económicas suele darse en contextos de crisis, de atmósfera negativa, en los que la gente es más proclive al ahorro por el miedo concreto a perder sus fuentes de ingresos”, consideró Máximo Rainuzzo, presidente de la consultora de marcas Interbrand.
“A pesar de la inflación actual, mucha gente recibe una actualización periódica significativa en sus ingresos, lo que la acerca más al consumo de primeras marcas”, sostuvo Rainuzzo. “Además, es muy difícil ahorrar sin perder poder de compra, por lo que los consumidores optan por ‘darse los gustos’ ”, explicó.
Con una inflación anual de 23,6% (según el IPC Congreso) y un aumento de los salarios del sector privado en julio (último dato disponible del Indec) de 33% anual, el salario real –es decir, del poder de compra– creció 9,4% respecto de un año atrás y alcanzó su nivel más alto desde la devaluación de 2002.
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