VENTANA
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Un oficio peligroso
Washington Uranga recoge un
informe elaborado por la Comisión de Investigación de Atentados a Periodistas
(CIAP) asociada con la Federación Latinoamericana de Periodistas (Felap) y la
Organización Internacional de Periodistas (OIP), que denuncia asesinatos y
desapariciones de periodistas en América latina durante el año 2012.
Durante el pasado año 2012 un
total de 45 periodistas fueron asesinados en América latina y el Caribe, según
se desprende de un informe elaborado por la Comisión de Investigación de
Atentados a Periodistas (CIAP), organismo de índole regional fundado en 1991 en
forma conjunta por la Federación Latinoamericana de Periodistas (Felap) y la
Organización Internacional de Periodistas (OIP).
De acuerdo al informe del
organismo internacional, los asesinatos de los trabajadores de prensa
ocurrieron en ocho países de América latina y el Caribe en situaciones de
trabajo profesional y sin que exista actualmente en la región ninguna situación
de guerra o conflicto bélico reconocido y que podría ser motivo principal de
estas muertes. Entre las víctimas se cuentan cuatro mujeres, estudiantes de
periodismo y trabajadoras de prensa. Entre el 2007 y el 2012 el estudio
registra un total de 209 asesinatos de periodistas, entre quienes se cuentan 15
mujeres. La cantidad de muertos en el 2012 es la más alta que se registra en el
período estudiado por encima del 2010 (40) y del 2011 (39).
El país con mayor cantidad de
víctimas es México (17), seguido de Brasil (10) y Honduras (9). En Bolivia se
registraron cuatro muertes, en Colombia dos y una en Argentina, Ecuador y
Haití. En el caso argentino el informe de la CIAP-Felap denuncia que “Alexis
Céparo, de 22 años, comunicador y conductor de radio en Cerrito, localidad de
Paraná Campaña, provincia de Entre Ríos, murió el 25 de enero (de 2012) a
consecuencia de tres balazos recibidos cuatro días antes”. Y agrega que “el
autor fue identificado como Adrián Molaro, un amigo de la víctima”.
Las muertes en México se
adjudican a los enfrentamientos internos, en particular por la presencia de
grupos mafiosos vinculado al narcotráfico y a la represión desatada por el
anterior presidente mexicano Felipe Calderón. En el mismo país se informó
también de seis desapariciones forzadas. “Adela Jazmín Alcaraz López,
periodista mexicana, desapareció el 26 de octubre en Río Verde, estado San Luis
Potosí” y luego “dos hijos de la presentadora de noticias de TV cable canal 12
fueron devueltos a su abuela materna”, dice el informe de CIAP-Felap. Entre los
desaparecidos se cuentan también Mario Alberto Segura Segura, director del
semanario El Sol del Sur, estado Tamaulipas; Oscar Díaz Peniche (72 años), que
fue visto por última vez en Cancún el 16 de julio; Zane Alejandro Plemmons
Rosales (30 años), periodista independiente mexicano-norteamericano que
desapareció el 21 de mayo mientras cubría la información acerca de un enfrentamiento
armado en Nuevo Laredo (Tamaulipas); Federico García Contreras (57 años),
reportero gráfico desapareció el 16 de mayo en Tanquian de Escobedo (San Luis
Potosí) y Miguel Morales Estrada (35 años), reportero y fotógrafo del Diario de
Poza Rica, desapareció en Veracruz el 19 de julio de 2012.
Según la misma fuente, desde 2003
hasta el momento han ocurrido 23 desapariciones forzadas de periodistas en
México. Cuatro de ellos fueron hallados muertos y 19 continúan en condición de
desaparecidos. Según la Federación de Asociaciones de Periodistas Mexicanos
(Fapermex), durante los seis años del gobierno de Felipe Calderón en México
fueron asesinados 87 periodistas y otros 17 desaparecieron.
En Brasil los asesinatos ocurren
en las zonas fronterizas, donde también hay narcotráfico y contrabando de
armas. De acuerdo al informe de la Felap, “la frontera entre Brasil y Paraguay
se ha convertido en zona de riesgo para la cobertura periodística, por tratarse
de un área sin ley, de gran corrupción política y de relevante tránsito del
contrabando y drogas”. Agrega el mismo documento que “además de asesinatos y
atentados, son frecuentes las amenazas de muerte, como las sufridas por el
corresponsal paraguayo Cándido Figueredo, asignado en Pedro Juan Caballero,
ciudad de Paraguay que comparte la frontera con su gemela Ponta Porâ, del Mato
Grosso del Sur, separadas solo por una avenida”.
En el caso de Honduras, en la
última década fueron asesinados 32 periodistas, 27 de ellos después del golpe
de Estado ocurrido el 28 de junio de 2009 contra el presidente Manuel Zelaya.
El pasado 29 de junio el Parlamento Centroamericano solicitó al gobierno
hondureño encabezado por Porfirio Lobo que investigue hasta esclarecer los
asesinatos de periodistas y Ramón Custodio, Comisionado Nacional de Derechos
Humanos (Conadeh) del país centroamericano, envió un informe al Congreso de su
país en el que denuncia amenazas de muerte, persecución, atentados y agresiones
policiales en los últimos tres años.
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Comunicación
y sociocultura
A partir de una conversación
veraniega, Sandra Massoni invita a una exploración de aquello que el lenguaje
hace en otro lado para explicar el paradigma de la comunicación estratégica.
* Desde Rosario
De vacaciones y en la playa me
encuentro con un amigo que hacía tiempo no veía. Tomamos unos mates a la orilla
del mar y en medio de recuerdos, comentarios e intercambio de noticias sobre
los conocidos, salta la pregunta: ¿Me podés decir qué es eso del nuevo
paradigma de la comunicación? Vi que hace poco diste un curso en no sé dónde
bajo ese título...
Probamos. Nos salió una
disquisición/explicación breve y veraniega que conformó a mi amigo. Comenzamos
por repensar la idea de comunicación social tradicional, aquella que se
corresponde con alguna de las dimensiones del fenómeno que refieren sólo a lo
comunicativo y que típicamente abordan las teorías de la comunicación
desarrolladas en el siglo XX.
¿No será otra moda, che? Esto de
lo viejo y lo nuevo no me va. Porque queda bien decir “el nuevo paradigma
comunicacional”. Muchos lo dicen y sanseacabó: discusión cerrada. Comentario
finiquitado. Nada más que agregar.
Los enfoques que se incluyen en
los nuevos paradigmas, en contraposición, buscan desplegar una mirada sobre lo
comunicacional en reemplazo de lo comunicativo. Reconocen que, ante todo,
cualquier comunicación es una relación. Ese es su foco. Allí ubicados, lo que
toca luego es explorar ese fenómeno como una conversación multidimensional,
compleja, fluida, en la que interesa analizar cómo opera el encuentro entre
quienes hablan. No se trata de cualquier conversación: no una charla entre vos
y un Fulano, sino un vínculo intersubjetivo que configura el mundo deseable y
posible tanto para vos como para el Fulano pero cuyos ejes y tonos se resuelven
siempre a medio camino entre lo individual y lo colectivo. Ese es el recorte de
lo comunicacional. Al examinar lo que ocurre en esa situación, los autores de
los nuevos paradigmas hablamos del sentido enactuado. Claro, ese registro antes
no se consideraba... ¿por eso también desde los nuevos paradigmas se plantea
una especificidad para la comunicación social y antes se la ubicaba sólo como
un tema de investigación que abordaban a veces otros científicos sociales?
Entre mate y mate, pasamos a
revisar la cuestión de qué hacemos hoy los comunicadores ubicados en los nuevos
paradigmas. El asunto del recorte específicamente comunicacional requirió
situar esta nueva comunicación que plantean numerosos teóricos e investigadores
en el campo de estudios comunicacionales actuales. Tomamos como referencia al
mexicano Jesús Galindo Cáceres, quien habla de la tercera fundación de la comunicación
que hoy se registra en Latinoamérica. Repasamos congresos y jornadas
internacionales en los que se debatió el tema en el último año en diferentes
países y ubicamos a algunos coterráneos de la Escuela de Comunicación
Estratégica de Rosario. Ocurre que los comunicadores estratégicos no nos
ocupamos de las subjetividades (esto lo hacen, entre otros, los psicólogos y
los educadores), tampoco de las sociedades (esto lo hacen, entre otros, los
sociólogos y los antropólogos); los comunicadores estratégicos nos ocupamos de
la comunicación como espacio que emerge a medio camino entre ambos. De allí que
definimos la comunicación como encuentro sociocultural. Una tensión que brota,
a veces más cerca de un polo... a veces más cerca del otro... siempre en situación.
La interlocución hace al tono y por consiguiente la comunicación, lejos de
reducirse a la dimensión informativa, se despliega en dimensiones múltiples.
Nos detuvimos a comentar casos cercanos en los que es evidente que lo
comunicacional genera ciertas reverberancias colectivas que a veces nos
resuenan en el cuerpo –individualmente, claro–, pero que también compone
silencios como espacios socialmente cooperados. En esa dirección pensamos que
nuestro trabajo de comunicadores implica también una exploración de aquello que
el lenguaje hace en otro lado –como dice Noé Jitrik–, y –agrego yo– de aquello
que se hace más acá y más allá de las metáforas o aun de otros diversos
dispositivos de la dominación.
Nos gustó comprobar que los
nuevos paradigmas de la comunicación nos ayudan a visualizar cierta ampliación
de nuestras competencias como productores y consumidores de medios masivos. La
comunicación desde los nuevos paradigmas es un eco, una sinergia
individual/colectiva, una sintonía que incluye y a la vez excede lo simbólico,
porque lo rebasa. Nuestra tarea actual desde estos registros de la cuestión
comunicacional es más diversa, en tanto se interesa por las relaciones de
afectación mutua de los actores sin concentrarse exclusivamente en códigos y
mensajes.
Se nos acabó el agua del termo y,
como hacía calor, nos fuimos a nadar.
* Doctora en Ciencias Sociales.
Maestría en Comunicación Estratégica Univ. Nacional de Rosario.
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