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domingo, 16 de octubre de 2011

Universidad

Cualquier parecido con la realidad...

La película El estudiante, el último fenómeno del cine independiente argentino, actualiza el debate sobre el lugar de la participación política en la universidad. LA NACION convocó a tres dirigentes estudiantiles a verla, contrastar ficción y realidad, y contar sus experiencias de militancia
Por Raquel San Martin | LA NACION
Roque Espinoza empieza su tercera carrera universitaria, con poco entusiasmo y vocación dudosa, esta vez en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. A poco de cursar, y más motivado por una joven profesora que por sus ideales, descubre que tiene un talento: la negociación, la estrategia, hasta la venganza, o, para decirlo en una palabra, como le deja claro un compañero, la política.
Roque es el protagonista de El estudiante , la película que motivó el último fenómeno del cine independiente local, con elogios de la crítica, premios varios y exhibiciones a sala llena por varias semanas en el Centro Cultural San Martín y en el Malba. La película, que quedó segunda para representar a nuestro país en los premios Oscar, y que se puede ver este mes los viernes y sábados. a las 20, en el Malba, construye una ficción bien realista sobre la política universitaria como un entretejido de pactos, apoyos condicionados, tácticas y favores que, lejos de las preocupaciones académicas, obligan a los protagonistas a definir sus lealtades -al líder, al estudio, a sí mismos, a una idea- con crudeza.
Hay muchos como Roque en la UBA. De hecho, Roque podría estar sentado a esta mesa, a la que La Nacion convocó a tres dirigentes estudiantiles a ver la película y a usarla de excusa para hablar de la militancia en la universidad y en la escuela secundaria. Quizás Alejandro Lipcovich, del Partido Obrero, le diría que su agrupación pone en evidencia lo peor del estilo de conducción de la UBA de los últimos años, con alianzas poco transparentes entre autoridades, agrupaciones estudiantiles y gobiernos. Quizás Francisco Alfonsín, de Franja Morada, le objetaría que ha olvidado la discusión ideológica y le señalaría que nunca tuvo verdaderas convicciones políticas. Y Ramiro Yordan, de la escuela secundaria Esnaola, le criticaría la falta de conexión con los reclamos concretos de los estudiantes. Quizá los cuatro coincidirían en que el kirchnerismo no ha logrado hacer pie entre los estudiantes de la UBA porque La Cámpora -invitada a esta mesa con insistencia, pero voluntariamente ausente- está más cerca de las autoridades que del trabajo de base en las aulas. Y yo, sentada entre ellos, pensaría que Roque representa sólo una de las muchas maneras de ser militante universitario que existen.
"La película es muy interesante porque la trama política que muestra tiene mucho que ver con lo que ha pasado en la UBA en la última década, y en particular desde 2006, cuando se dio el debate sobre la elección del rector y la lucha de la FUBA cuestionando un régimen de gobierno. Es la primera película después de eso que muestra el régimen de poder de la universidad como un entramado en descomposición, donde lo que prima es una trenza infernal, donde interviene el Gobierno a través del Ministerio de Educación, y no por altos ideales sino por cátedras y secretarías", dice Lipcovich, de 26 años, estudiante de 4° año de Historia y presidente de la FUBA. Cuenta que es primera generación de militantes en una familia "relativamente politizada", que se acercó al PO en su colegio secundario, el Nacional de Buenos Aires, y que milita orgánicamente desde hace seis años. Su partido, en alianza con otras fuerzas de izquierda, ha tenido una presencia creciente en la política universitaria desde 2001, cuando le arrebató la FUBA a Franja Morada, que la conducía desde 1983. Desde allí, la izquierda más radical sumó las banderas de la FUBA a los reclamos de trabajadores, desocupados y movimientos sociales, en especial contra el kirchnerismo, y sus dirigentes se volvieron caras conocidas en marchas, tomas de facultades y escuelas, cortes de calles, y algunos lograron poner sus nombres en afiches como candidatos a legisladores locales y nacionales. "La película es un aval fuerte a lo que han sido nuestras denuncias de todos estos años, de que la universidad se maneja de esa manera", afirma Lipcovich.
"Es positivo que haya una película con una temática tan infrecuente en el cine argentino como la política universitaria. Pero creo que tiende a desprestigiarla, porque cae permanentemente en elementos que la subestiman y la reducen a la negociación, los acuerdos, la «rosca», y se dejan de lado otros valores, actividades sociales e instancias de discusión política que existen pero no se ven reflejadas. No les da valor a las convicciones políticas", disiente Francisco Alfonsín, de 23 años, en 4° año de Derecho, nieto del ex presidente Raúl y sobrino del candidato Ricardo, con una vida militante marcada por el apellido y la crianza "en un ambiente en que la participación política era algo cotidiano". Agrupación líder desde 1983, ligada a la conducción de la UBA en la primavera democrática y durante los 90 menemistas, Franja Morada pagó en la universidad y ante los estudiantes la caída del gobierno de De la Rúa y el desencanto con los partidos políticos post 2001. Se desmembró, cambió de nombre en algunas facultades, perdió sus militantes; pero de a poco, muchas veces en alianza con otras fuerzas, está recuperando algunos espacios en la UBA.
"No hay mucha similitud entre los secundarios y lo que muestra la película, porque en las escuelas públicas de la ciudad los centros de estudiantes son muy recientes, y no hay instancias de cogobierno. Pero veo en los colegios algo de la lógica política que muestra la película: en las elecciones para centros de estudiantes del año pasado, muchas autoridades armaron agrupaciones para ganar y evitar que volvieran las tomas de escuelas", apunta Ramiro Yordan, de 20 años recién cumplidos, en 6° año de la escuela Esnaola, con especialización en música. Ramiro fue protagonista de las tomas de escuelas en 2008, en contra del sistema de becas estudiantiles de la ciudad, y de 2010, en reclamo por la infraestructura escolar, que pusieron en la agenda pública el estado edilicio de los colegios e instalaron a estudiantes y padres como actores políticos polémicos. Ramiro empezó intentando armar el centro de estudiantes de su escuela en 2005 y de a poco se acercó al Partido Obrero, en el que ahora milita. Todos los sábados participa de las reuniones de la Coordinadora Unificada de Estudiantes Secundarios (CUES), que reúne a estudiantes de distintas escuelas, y en la que la izquierda es preponderante.
Estos estudiantes-militantes coinciden en un punto: lejos de las críticas más usuales, que afirman que sus consignas están alejadas de la vida cotidiana de los estudiantes y que carecen de representatividad entre quienes deben elegirlos, ellos creen que existe una mayor bienvenida social a sus reclamos públicos. "Es verdad que hay prejuicios o clisés, como que los militantes no estudian ni se reciben, pero es algo más de las autoridades que de los jóvenes. Creo que en los últimos años hay un aval a que la juventud salga a pelear por sus reclamos, como está sucediendo ahora en Chile", dice Lipcovich.
"Hay mayor apertura, y una idea de que es necesaria una política universitaria fuerte, sobre todo para estar al frente de las discusiones que se deberían venir. En pleno gobierno nacional y popular, como ellos dicen, seguimos teniendo una ley de educación superior de los 90", apunta Alfonsín. "Pero la película puede reforzar algunos prejuicios que a veces tienen nuestros compañeros sobre nosotros. Roque deja de estudiar, y todos sabemos que eso es más un mito que una realidad."
Predominio de la izquierda
Las coincidencias son menos cuando se pone sobre la mesa al kirchnerismo y sus intentos de lograr extender su influencia en la UBA. En las últimas elecciones para representantes del claustro estudiantil, en las que votó el 65% de los estudiantes, según fuentes de la UBA, aunque fueron obligatorias, continuó el predominio de las agrupaciones de izquierda, creció la presencia de los radicales y socialistas, y retrocedieron las fuerzas kirchneristas.
Para Lipcovich, "el kirchnerismo no ha podido formar una fuerza juvenil dinámica en la UBA porque el oficialismo es parte decisiva de un régimen de camarillas que para la mayor parte de la universidad no representa sus intereses. La Cámpora es una agrupación que entiende la militancia como algo punteril y que está formada desde las oficinas del Gobierno, con presupuesto público", dice. "La UCR, y con ella Franja Morada, hicieron un pacto con el kirchnerismo para gobernar la UBA en 2006; por eso el gobierno nacional puso el Congreso Nacional y la policía para hacer la asamblea universitaria y elegir al rector Rubén Hallú. Hoy tienen las secretarías más importantes. El kirchnerismo es el partido del orden en la UBA", asegura.
Alfonsín lo contradice. "Es absolutamente falaz que tenemos un pacto con el kirchnerismo. La mayor prueba es que nos enfrentamos en elecciones habidas y por haber, en el claustro estudiantil o de graduados. Hay sectores que no comprenden los mecanismos de la democracia, y por eso observan de manera peyorativa cualquier intento de diálogo, o de construcción de consensos, que siempre es imprescindible en política. Son sectores que han sido funcionales, durante el conflicto en la UBA en 2006, al no dejar sesionar a la Asamblea Universitaria, de una mayor intromisión del gobierno nacional en el proceso", dice. Y amplía: "Se elaboró un mito alrededor de que la juventud volvió a la política de la mano del kirchnerismo, pero al menos en la política universitaria, en la UBA y sobre todo en el interior del país, no ha sido así. Eso es una utilización política porque quieren tener otro factor de poder. Pero no conducen las federaciones estudiantiles más importantes ni la Federación Universitaria Argentina (FUA), que nosotros encabezamos desde el 83", dice.
Desde su experiencia en el secundario, Yordan coincide. "Donde existen agrupaciones apoyadas por el gobierno nacional, actúan contra la movilización, suspenden jornadas y asambleas, no participan en marchas. Pasó en el Nacional Buenos Aires, donde conduce el centro la agrupación La Jauretche; en el Esnaola; en el Mariano Acosta. Lo último que hicieron fue querer romper la CUES y armar una federación que jugó en contra de las tomas de este año", denuncia.
En la ficción que propone El estudiante , el Gobierno juega sus cartas en la elección del rector de la UBA a través del Ministerio de Educación, con uno de cuyos funcionarios Roque es enviado a negociar apoyo. ¿Refleja la política universitaria lo que sucede en la arena nacional? ¿Lo anticipa? ¿Es independiente? Sí a todo, responden en la mesa.
"La FUBA pasó a manos de la izquierda en 2001, una semana antes de que De la Rúa se fuera en helicóptero, así que anticipó un proceso que se dio luego en el país. Y este año, en las elecciones primarias nacionales de agosto, hicimos un frente de izquierda, nos fue mejor, puede haber diputados de izquierda en el Congreso; eso refleja un proceso político que también se da dentro de la UBA", analiza Lipcovich. "En este punto podemos hablar de un desafío: el aval a la izquierda en estos últimos años, lejos de ser un punto de llegada, es una etapa más en el camino de profundizar la lucha por una transformación social, en la que la juventud juegue un papel destacado, junto a los trabajadores."
Para Alfonsín, que representa en la mesa a un partido político en crisis que pelea un tercer lugar en las elecciones presidenciales de la semana que viene, la existencia y buena salud de Franja Morada es independiente del contexto político nacional, casi se diría independiente del mismo radicalismo. "Nosotros tenemos una inserción importante en la universidad, más allá de lo que ocurra nacionalmente. Agrupaciones como La Cámpora tienen vigencia pasajera. En cambio, Franja está intrínsecamente relacionada con muchos valores de la universidad. Claramente, lo que pasa en el radicalismo nos dificulta la tarea, pero estamos en un proceso de crecimiento paulatino", asegura.
En una de las escenas iniciales de la película, una estudiante objeta la intervención de un compañero militante de la izquierda más radical. "Yo estudio para entender la sociedad, no para cambiarla", le dice. Seguramente en la mesa no estarían de acuerdo. Ni siquiera Roque. El no militaba para cambiar el mundo; quizás sólo quería cambiarse él. Para algunos, eso también es militancia.

quien es

No desciende del general Bartolomé Mitre, pero la política parece estar de todos modos en el ADN de Santiago Mitre, el realizador de El estudiante. Sus padres fueron militantes de la Juventud Peronista y participaron del Frente Grande; su abuelo fue funcionario y embajador durante el primer peronismo, y su bisabuelo, ministro de Agricultura de Yrigoyen. La ópera prima de Mitre fue aplaudida por la crítica y estuvo a escasos votos de representar al país en la Academia de Hollywood. Obtuvo el Premio Especial del Jurado en el Bafici y ahora recorre el mundo.
¿Cuál fue la reacción de los militantes que vieron la película?
En general, muy buena. Necesité de su colaboración porque hay escenas que no se habrían podido reproducir si no me hubiesen habilitado el espacio real, como una asamblea con 600 personas. Pedí consejos a varias agrupaciones sociales. Fui muy cuidadoso porque es un material político y todo material de esta índole genera polémica. afortunadamente
La película pone la mirada en este grupo específico, todo pasa en torno a militantes. ¿Cómo son vistos estos jóvenes por la sociedad? ¿Advierte el movimiento estudiantil los prejuicios que recaen sobre él?
Sé que hay muchos prejuicios, sobre todo en sectores de la derecha, que los acusan de hacer lío y no estudiar. Intenté ir más allá. Creo que mi retrato es el de un grupo de gente inteligente y apasionada por algo. Pueden estar equivocados y recibir críticas por sus acciones. Pero no dejan de estar convencidos de aquello que hacen y de que las medidas que toman son necesarias para mejorar aspectos de la educación y de la vida democrática. El suyo es un espacio vital. El estudiante muestra cómo se construye el poder y el consenso y esto existe en una universidad, en un ministerio y en todos lados, porque son los mecanismos que tiene el sistema democrático.
La película no hace referencias a dirigentes políticos en particular, aunque sí a momentos y a partidos y su influencia en la universidad. ¿Qué aportó el kirchnerismo a este universo de militancia estudiantil?
No fue el kirchnerismo sino que, a partir de 2001, se empezó a tomar conciencia de que había que participar más en la vida política. Con el kirchnerismo llega el apogeo en torno a las manifestaciones llevadas a cabo por la juventud. Pero creo que esto también responde al espíritu de una época. Todo lo que ocurre en el presente es inédito. El caso de Chile es histórico. Mirá lo que ocurre en Grecia o Israel, y ni hablar del movimiento en España y ahora en Nueva York. No es algo que inventamos. Muchos actos y manifestaciones estaban en la TV y nosotros salíamos a filmar.
¿ La Cámpora cambió en algo la lógica de la militancia universitaria?
En la Universidad hay dos militancias: una contestaria, vinculada a los partidos de izquierda tradicionales, y otra más vinculada a la gestión, como podría ser el eje histórico que es Franja Morada, que además trabaja construyendo poder. La Cámpora aparece vinculada a esta última, porque muchos dirigentes que vienen de la militancia ocupan luego puestos de poder a nivel nacional. Claro que tiene sus especificidades y sus aspectos para criticar, pero no voy a ser yo quien lo diga. Yo hago cine.
¿Influyó el contenido de El estudiante en el hecho de que no recibiera apoyo oficial para su producción?
Hay un sistema restrictivo y bastante ineficaz para la producción y realización de óperas primas. Existen dos opciones: ir a un concurso o asociarse con un productor con antecedentes ante el Incaa. Igualmente, creo que el hecho de que hayamos perdido el concurso de ópera prima no tiene que ver con las cuestiones de contenido político que plantea la película, sino con la lógica de premiación, diferentes criterios, etc. Y que se dan en cualquier concurso en que se evalúe la potencial calidad artística o el interés de una película para una cinematografía..

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