MEDIOS Y COMUNICACION
¿Homovidens?
A partir de los debates planteados por la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, Daniel Cabrera vuelve a instalar la discusión sobre la construcción de la realidad en torno de los medios y de las audiencias.
Por Daniel Cabrera *
Curiosamente, las posturas esgrimidas por los dos bandos que parecen haberse formado en torno de la denominada ley de medios tienen un punto en común que resulta necesario analizar.
Por un lado, dicen los defensores de la nueva ley que los medios manipulan la realidad y no la reflejan tal cual es. Desde el otro, se defiende al gremio alegando que los medios muestran lo que sucede tal cual es.
Se infiere lógicamente de dichas premisas que una de las dos partes falta a la verdad, que la realidad es una sola y que todos podríamos observarla y transmitirla de la misma manera. ¿Es esto posible?
¿Es factible que todos veamos la misma realidad y la difundamos sin dejarnos influir por nuestros valores, por nuestra óptica, por nuestra posición social y política?
¿Por qué no aceptar que cada uno ve lo que quiere, o lo que puede, y lo comunica en consecuencia? La objetividad es un anhelo quimérico, aunque hay que hacer el máximo esfuerzo posible por lograr una subjetividad razonable y compartible.
De lo que se deduce que la realidad puede ser una sola, pero cada uno la construye basándose en sus creencias y, por lo tanto, cada uno la transmite, inevitablemente, de manera sesgada: resaltando, ocultando, enfatizando lo que su leal saber y entender indica.
Siendo más que obvio que siempre hay, al menos, dos puntos de vista respecto de un mismo fenómeno, resulta muy alentador que la nueva ley reprima monopolios, oligopolios o cualquier concentración exagerada de miradas; pero también es excedido el temor a la manipulación.
El poder de los medios masivos de comunicación se viene estudiando en las ciencias sociales desde hace casi un siglo. Luego de pasar por etapas en las que se creía que los medios influían directa e inmediatamente en el público, obligando a una única lectura y forzando unanimidad de respuestas frente al estímulo mediático, el consenso actual reconoce a los medios su capacidad para imponer temas y para operar sobre la cognición a mediano y largo plazo, pero no para decirnos qué pensar sobre cada tema.
Por otra parte, recientes estudios otorgan a las audiencias cierta competencia para decodificar los mensajes, independientemente de las intenciones de los mensajeros.
¿Cómo sostener, si no, las diferentes interpretaciones que el público hace de un mismo evento? ¿Cómo explicar que no haya opiniones unánimes para todos los asuntos que los medios ponen en agenda?
Como bien dijo un líder político ya fallecido: se puede engañar a muchos durante un cierto tiempo; o a unos pocos durante mucho tiempo; pero no se puede engañar a todos todo el tiempo.
Los medios pueden ser un gran monstruo, pero la gente no es estúpida.
* Licenciado en Ciencia Política, docen
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“Tatuados por los medios”
Un nuevo libro de la periodista Silvia Bacher presenta los dilemas de la educación de los jóvenes en la era digital.
Por Washington Uranga
Hay quienes los llaman “nativos digitales”. Silvia Bacher los nombra con el título de su libro (178 páginas) de reciente aparición: Tatuados por los medios (editorial Paidós, 2009). El trabajo, que lleva el subtítulo “dilemas de la educación en la era digital”, habla de los jóvenes y de su relación con los procesos educativos. La obra ingresa en la problemática que surge del desarrollo de las nuevas tecnologías en la vida de las generaciones más jóvenes, pero desde una perspectiva que inscribe este aspecto en el marco de una realidad mucho más compleja. O como lo señala el investigador colombiano Jesús Martín-Barbero en el prólogo del mismo libro, sin caer en “la tramposa instrumentalización de las ‘nuevas tecnologías’ para tapar con ruido y brillo digital la hondura de la crisis que atraviesan las relaciones de la escuela con su sociedad, o el altivo desprecio con que se identifica la mutación tecnocultural del mundo que habitamos con la más fatal de las decadencias de Occidente”.
El trabajo, que combina lo conceptual y los desarrollos teóricos que apelan a connotados investigadores en la materia con la presentación de experiencias, se transforma en una muy ordenada y orientadora agenda de las principales preguntas que el mundo adulto, en particular de los educadores, puede hacer hoy frente al conflicto que la digitalización y la complejidad de la integración tecnológica de los medios de comunicación, le plantea, en primer lugar, al sistema educativo en general, y en forma particular a educadores y los mismos padres. Sin recetas, pero con muchos recorridos que aportan luces para mejorar el diagnóstico, Tatuados por los medios es un desafío para abrir la cabeza alejándose del camino de la queja y de la declaración de impotencia ante el nuevo escenario.
Para ello, Bacher (periodista de radio, televisión y medios gráficos, especializada en temas de educación) recurre a sus propias experiencias, apoyada en la trayectoria de la red de radios escolares de la que es promotora y artífice junto a comunicadores y docentes de escuelas de todo el país. En un escenario donde se enfatiza el discurso de los derechos mientras se adelantan prácticas que lo contradicen, Bacher sostiene que “no hay forma de garantizar los derechos de la infancia, si no es potenciando la capacidad crítica y las habilidades comunicativas. Por eso, no pueden considerarse políticas públicas de promoción de derechos aquellas que se limitan a exhibir coloridos afiches en las paredes de las escuelas, a las que asisten la discriminación o la falta de solidaridad. Y a las que, si no se la desarticula, antes o después, concurre la violencia”.
El argumento del libro no es contra la escuela ni en desmérito de los docentes. Por el contrario. Las reflexiones aportan a rescatar la idea de una escuela de nuevo tipo, que tiene que dialogar con otra conformación social y cultural y, sobre todo, con jóvenes que forjan su identidad a partir de nuevos estímulos, a través de otras formas de incorporación de información y metodologías no imaginadas para la producción de conocimiento donde la escuela, y los docentes, dejaron de ser la única y privilegiada fuente del saber. Los docentes compiten con una suerte de otro maestro “fantasma” que se presenta de manera siempre inesperada y novedosa a través de la red de redes poniendo en jaque sus propios conocimientos y su autoridad. En ese marco Bacher sostiene que “educar en una sociedad en la cual los lazos se tornan frágiles no es tarea sencilla”, no obstante lo cual “en un entorno volátil, gobernado por las tecnologías y el marketing, los docentes son anfitriones de uno de los pocos escenarios aún vigentes que permiten construir vínculos en los cuales los valores como el amor, la libertad, la identidad, cobren carnadura”. En lo que podría titularse como “reivindicación del maestro en la era digital”, la autora rescata que son los docentes los que pueden promover la formación de hombres y mujeres abrazados al respeto a los derechos humanos, el reconocimiento del diferente y la preservación del medioambiente, entre otros valores. Porque “desde las culturas ancestrales, el maestro es el líder con carisma suficiente para iluminar mentes y corazones. Una guía capaz de estimular el pensamiento aun en condiciones adversas”.
¿Cómo? Desarrollando un modelo educativo que, lejos de enfrentarse a los medios y a la avalancha informativa de la red de redes, incorpore su lenguaje y su dinamismo desde marcos de referencia que consoliden las estrategias educativas, incentivando la curiosidad, la innovación y la creatividad, reconociendo también la brecha digital que existe entre estudiantes y docentes, pero vinculando todo ello en un proceso comprometido con la construcción de criterios y valores. Una “escuela wiki”, propone Silvia Bacher.
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