los planes oficiales de incentivos no surten efecto
La incertidumbre política también frena el consumo de las familias
La inflación y las dudas sobre los futuros ingresos en los hogares argentinos hacen que se posterguen decisiones de compra de autos, electrodomésticos y viviendas. Los compradores reducen gastos en indumentaria y calzado, pero también en turismo y comunicaciones. El desempleo es uno de los principales temores, aunque no le gana a la inseguridad. También hay una parte de los consumidores que especula con que haya mejores precios y planes de financiación para llegar al techo propio y dejar de depender del transporte público. La confianza no aparece y es un bien escaso en la economía.
Por Rodolfo Barros
No sólo los empresarios frenan inversiones hasta que se despeje el horizonte político. Los consumidores argentinos tienen miedo. Saben que la crisis no entró a sus hogares pero el fantasma de la desocupación y la incerteza de los ingresos golpean sus puertas. Le temen más a los huracanes partidarios locales que a las continuas explosiones de las burbujas globales, y es por ello que las inversiones planificadas en autos, electrodomésticos e inmuebles se postergan a pesar de la batería de planes de financiación que el Gobierno lanzó con el dinero de las jubilaciones, precisamente, para evitar que el consumo caiga.
Estas son algunas de las conclusiones que pueden extraerse de la Encuesta Consumo en Crisis, que elaboró Cicmas Strategy Group a mediados de abril en el Area Metropolitana de Buenos Aires. Estudio que es concordante con otras encuestas que se observan en el mercado.
Por caso, un informe del Departamento de Estudios Económicos del Banco Ciudad, que conduce Luciano Laspina, recuerda que el consumo comenzó a frenarse en el último trimestre del año pasado. Primero fueron los bienes durables, como autos y casas, luego los suntuosos y ahora se confirman disminuciones en las ventas de bienes de consumo masivo: la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) acusó que las ventas minoristas cayeron 15% en marzo, respecto de igual mes de 2008.
Los productos más golpeados fueron los de indumentaria y calzado.
La encuesta de Cicmas asegura que los rubros ropa, turismo y comunicaciones son los más afectados por los recortes de los consumidores.
Las razones por las que los encuestados los practican son: “Porque nuestros ingresos son los mismos pero los gastos subieron” (inflación), “porque por las dudas prefiero gastar menos” y “porque no estoy seguro sobre cómo serán nuestros ingresos de aquí en adelante”. A pesar de que la mayor cantidad de respuestas apuntan a la inflación, sólo 3% de los encuestados la pone como uno de los principales problemas importantes del país. Como si los consumidores se hubieran acostumbrado a ella, sin ignorarla.
En cambio, afirman que la inseguridad, el desempleo y la pobreza son los tres principales problemas que hay en el país. Ayer PERFIL publicó una encuesta de MRC Mori con resultados similares, en la que los consultados cuelan a “los políticos” como parte del problema, entre los primeros lugares.
Autos, casas. Cuando los encuestadores de Cicmas consultaron a los consumidores sobre qué productos habían considerado comprar en 2009 pero postergaron la decisión a raíz de la crisis, en primer lugar fueron mencionados los autos (23%), seguidos por electrodomésticos y electrónica (18%).
“Existe un muy importante consumo contenido en autos, electrodomésticos y vivienda, con un porcentaje significativo de consumidores a la espera de mejores ofertas o planes de financiación”, sostuvo Sergio Ramos, director de la División Research de la consultora.
El caso de los autos es paradigmático, ya que buena parte de los esfuerzos gubernamentales para frenar la caída de la producción automotriz se dirigió a ese sector, con créditos a tasa fija subsidiada por los fondos de la ANSES, que no arrancaron.
Esta semana, ACARA, la asociación que nuclea a los concesionarios, informó que la venta de automóviles cayó 25% en abril, respecto de igual mes del año pasado.
“Si bien en muchos casos la decisión se posterga a un futuro impreciso, en una buena parte de la muestra simplemente se está a la espera de mejores ofertas o mejores planes de financiación”, aseguró Ramos, con lo que queda claro que al menos una parte de los compradores espera mejores ofertas que las propuestas por el Gobierno.
Otro tanto ocurre con la compra de viviendas. En marzo, la cantidad de escrituras por venta de departamentos cayó 21,9% respecto de igual mes de 2008, y acumulan una baja de 39,3% en lo que va del año en la Ciudad de Buenos Aires. En la Provincia, las escrituras cayeron 41,7% en el primer trimestre.
La política oficial para el sector parece encajonarse sólo en los efectos del blanqueo de capitales que, con suerte, comenzará a mostrar sus efectos a fines de año y apuntará a las viviendas de lujo. Por ello, no resulta extraño que 13% de los consultados por Cicmas admitiera que pensaba comprar una vivienda durante 2009, pero postergó esa decisión con fecha incierta. Tan incierta como los tiempos gubernamentales que impiden despejar las dudas sobre si los argentinos podrán mantener sus ingresos.
La incertidumbre política también frena el consumo de las familias
La inflación y las dudas sobre los futuros ingresos en los hogares argentinos hacen que se posterguen decisiones de compra de autos, electrodomésticos y viviendas. Los compradores reducen gastos en indumentaria y calzado, pero también en turismo y comunicaciones. El desempleo es uno de los principales temores, aunque no le gana a la inseguridad. También hay una parte de los consumidores que especula con que haya mejores precios y planes de financiación para llegar al techo propio y dejar de depender del transporte público. La confianza no aparece y es un bien escaso en la economía.
Por Rodolfo Barros
No sólo los empresarios frenan inversiones hasta que se despeje el horizonte político. Los consumidores argentinos tienen miedo. Saben que la crisis no entró a sus hogares pero el fantasma de la desocupación y la incerteza de los ingresos golpean sus puertas. Le temen más a los huracanes partidarios locales que a las continuas explosiones de las burbujas globales, y es por ello que las inversiones planificadas en autos, electrodomésticos e inmuebles se postergan a pesar de la batería de planes de financiación que el Gobierno lanzó con el dinero de las jubilaciones, precisamente, para evitar que el consumo caiga.
Estas son algunas de las conclusiones que pueden extraerse de la Encuesta Consumo en Crisis, que elaboró Cicmas Strategy Group a mediados de abril en el Area Metropolitana de Buenos Aires. Estudio que es concordante con otras encuestas que se observan en el mercado.
Por caso, un informe del Departamento de Estudios Económicos del Banco Ciudad, que conduce Luciano Laspina, recuerda que el consumo comenzó a frenarse en el último trimestre del año pasado. Primero fueron los bienes durables, como autos y casas, luego los suntuosos y ahora se confirman disminuciones en las ventas de bienes de consumo masivo: la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) acusó que las ventas minoristas cayeron 15% en marzo, respecto de igual mes de 2008.
Los productos más golpeados fueron los de indumentaria y calzado.
La encuesta de Cicmas asegura que los rubros ropa, turismo y comunicaciones son los más afectados por los recortes de los consumidores.
Las razones por las que los encuestados los practican son: “Porque nuestros ingresos son los mismos pero los gastos subieron” (inflación), “porque por las dudas prefiero gastar menos” y “porque no estoy seguro sobre cómo serán nuestros ingresos de aquí en adelante”. A pesar de que la mayor cantidad de respuestas apuntan a la inflación, sólo 3% de los encuestados la pone como uno de los principales problemas importantes del país. Como si los consumidores se hubieran acostumbrado a ella, sin ignorarla.
En cambio, afirman que la inseguridad, el desempleo y la pobreza son los tres principales problemas que hay en el país. Ayer PERFIL publicó una encuesta de MRC Mori con resultados similares, en la que los consultados cuelan a “los políticos” como parte del problema, entre los primeros lugares.
Autos, casas. Cuando los encuestadores de Cicmas consultaron a los consumidores sobre qué productos habían considerado comprar en 2009 pero postergaron la decisión a raíz de la crisis, en primer lugar fueron mencionados los autos (23%), seguidos por electrodomésticos y electrónica (18%).
“Existe un muy importante consumo contenido en autos, electrodomésticos y vivienda, con un porcentaje significativo de consumidores a la espera de mejores ofertas o planes de financiación”, sostuvo Sergio Ramos, director de la División Research de la consultora.
El caso de los autos es paradigmático, ya que buena parte de los esfuerzos gubernamentales para frenar la caída de la producción automotriz se dirigió a ese sector, con créditos a tasa fija subsidiada por los fondos de la ANSES, que no arrancaron.
Esta semana, ACARA, la asociación que nuclea a los concesionarios, informó que la venta de automóviles cayó 25% en abril, respecto de igual mes del año pasado.
“Si bien en muchos casos la decisión se posterga a un futuro impreciso, en una buena parte de la muestra simplemente se está a la espera de mejores ofertas o mejores planes de financiación”, aseguró Ramos, con lo que queda claro que al menos una parte de los compradores espera mejores ofertas que las propuestas por el Gobierno.
Otro tanto ocurre con la compra de viviendas. En marzo, la cantidad de escrituras por venta de departamentos cayó 21,9% respecto de igual mes de 2008, y acumulan una baja de 39,3% en lo que va del año en la Ciudad de Buenos Aires. En la Provincia, las escrituras cayeron 41,7% en el primer trimestre.
La política oficial para el sector parece encajonarse sólo en los efectos del blanqueo de capitales que, con suerte, comenzará a mostrar sus efectos a fines de año y apuntará a las viviendas de lujo. Por ello, no resulta extraño que 13% de los consultados por Cicmas admitiera que pensaba comprar una vivienda durante 2009, pero postergó esa decisión con fecha incierta. Tan incierta como los tiempos gubernamentales que impiden despejar las dudas sobre si los argentinos podrán mantener sus ingresos.
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