PROYECTO DE UNA FUNDACION EN EL ABASTO
Buscan disminuir la brecha digital
Puerta 18 es un programa gratis para que chicos de bajos recursos aprendan nuevas tecnologías.
Por: Guillermina De Domini
Una oportunidad, un camino distinto de contención, de motivación, de imaginación. Para que no "pierdan el tren". Para que puedan convertirse en profesionales, artistas o académicos antes de que los avances tecnológicos refuercen su exclusión social. Jonathan Mercado (18 años) muestra en la computadora fotos en blanco y negro de su hermanita en su casa de Fuerte Apache. Las sacó con cámara de rollo. Pero, orgulloso, dice que después las retocó con photoshop, que hizo videos y animaciones 3D con ellas. Y gracias a eso, descubrió que quiere estudiar cine o efectos especiales. Como Jonathan hay otros 359 chicos en la misma situación. Tienen entre 13 y 18 años. La mayoría no cuenta con una computadora en sus casas y por ende desconocía sus talentos y vocaciones por "falta de estímulos", dicen. No sabían usar las herramientas multimedia, que muchas veces les piden en la escuela, o sus conocimientos eran escasos. Un programa les enseña a usar las nuevas tecnologías de información y comunicación (TICs) y a expresarse a través de ellas. Fotografía con cámaras digitales, diseño de páginas Web, producción digital, efectos especiales, retoque fotográfico, producción integral de videos, animación 2D y 3D, diseño de indumentaria, robótica, programación de videojuegos y dibujos e historietas. Se trata de Puerta 18, un espacio gratuito de la fundación IRSA que lucha por disminuir la brecha digital, que no es otra cosa que la diferencia que existe entre las personas según su posibilidades de acceder a las tecnologías y utilizarlas para trabajar, entretenerse o estudiar. Es el primero dedicado a adolescentes en el país. "El objetivo es generar igualdad de oportunidades, descubrir y potenciar las habilidades y vocaciones de los chicos, darles un lugar de encuentro y reflexión. Y disminuir la deserción escolar fortaleciendo el trayecto académico de cada uno con recursos para mejorar su futura empleabilidad", explica a Clarín Laura Benbenaste, la directora.El programa funciona de martes a sábados desde hace un año en Zelaya 3118, en el barrio de Abasto. El único requisito es que los chicos asistan a la escuela. Cuenta con tres áreas: docentes de la Universidad Tecnológica Nacional dan cursos y talleres, hay un sistema de apoyo escolar para escuelas y lo que más les gusta a los chicos: el Computer Clubhouse. Un espacio donde los adolescentes son creadores y protagonistas. Consumen los productos tecnológicos y se convierten en diseñadores, jugando con producciones que ellos mismos crean, navegando por las Webs que ellos programan. Todo a prueba y error. La idea fue creada por el Museo de Ciencias de Boston y el Labotorio de Medios del Instituto tecnológico de Massachusetts (MIT) de Estados Unidos y copiada en Argentina. "Los riesgos son muy concretos para los adolescentes de hoy: en pocos años será más difícil acceder al mercado laboral por falta de conocimientos tecnológicos elementales", asegura Benbenaste.Trabajan en el marco de una Comunidad de Aprendizaje, donde todos enseñan y todos aprenden. Cada uno puede ir cuando quiere. "Los chicos traen ideas y acá se los ayuda a caminar entre todos. Implica que el alumno pueda armar un proyecto, algo que sueña y que lo pueda llevar adelante", dice Federico Waisbaum (27), uno de los tres coordinadores, mientras en el estudio de música dos grupos preparan canciones de hip hop y reggaetón, "Talento Corazón" y "Directo de la calle", con la computadora. Es para presentarlas el 20 de diciembre, la fiesta de fin de año, un espacio ideal para afirmar la inclusión, el objetivo básico.
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