Nuevas tecnologías
La irrupción de avances tecnológicos invita a replantear su utilización en los ámbitos escolares para convertirlas en aliadas y no en un enemigo del desarrollo educativo en el marco de la sociedad de la información.
Por Silvina Gvirtz*
n esta clase vamos a hablar de las potencialidades y los límites de las nuevas tecnologías en los procesos de enseñanza y aprendizaje. Para ello se presentarán casos que ilustran los problemas que las nuevas tecnologías plantean a padres y docentes. Luego expondremos algunos datos sobre la situación actual de nuestro país en materia de acceso a las nuevas tecnologías. Se explorará el concepto de brecha digital. En el tercer apartado, haremos una reflexión acerca del rol que efectivamente cumplen y el que podrían cumplir las nuevas tecnologías, tanto para el aprendizaje de los estudiantes como para la gestión escolar. Por último se expondrán los desafíos posibles del Estado en materia educativa
Franco, Roxana, Matías y Lidia
Roxana siente que su hijo adolescente pasa demasiado tiempo frente a la computadora. Desconfía de él porque ve conductas “extrañas”. El joven asiste a un colegio exigente, de doble jornada, con 19 materias. A pesar de ello siempre lo ve “bajando” música en su notebook, chateando y jugando. Roxana cree que su hijo no estudia. Además, está preocupada porque Franco sale poco de su casa los fines de semana. Ni siquiera el fútbol, que lo enloquecía de niño, logra sacarlo de “su mundo”. Es mayo, todavía falta para que llegue el informe escolar, que ella deberá firmar. “Mas vale prevenir...” piensa. Luego de una charla con su esposo, entra decidida al colegio. Tiene una entrevista con la directora. A ella le plantea su inquietud y sin titubear, le pregunta: ¿Cómo anda Franco en las materias? La directora la mira y toma el mouse de su pc. En un clic, Roxana tiene frente a sus ojos las notas de Franco, de las pruebas de todas las materias, y también las observaciones de los docentes. Franco... no estaba mintiendo. No tiene notas brillantes, pero le va bien. Franco no sólo utiliza la computadora para su tiempo libre. Tiene totalmente incorporado su uso para la tarea escolar. Está familiarizado con las páginas más relevantes para obtener información sobre historia, ciencias naturales u otras materias. Utiliza frecuentemente el Excel para graficar problemas de matemática, el Word para presentar sus informes escritos y el Power Point para presentar los resultados de alguna investigación grupal. En su escuela se trabaja mucho sobre proyectos. Si bien las clases de su colegio son presenciales, sigue usando su carpeta y sus libros de texto. A Franco le es imposible imaginarse realizando sus trabajos escolares sin la computadora.
Matías va a 8º año de EGB de jornada simple. Una vez por semana recibe clases de computación pero no aprende mucho porque las pocas computadoras que había no funcionan. Las clases son aburridas y tanto los chicos como el profesor sienten el desaliento que resulta consecuencia de esa realidad material. Matías piensa que él igual no necesita computación, que ya sabe. Él no tiene computadora en su casa. Sin embargo, va frecuentemente a un “cyber”, la mayoría de las veces para jugar con sus amigos. Administra su fotolog, y muy de vez en cuando utiliza Google para obtener información para las tareas del colegio. Hoy obtuvo algunos datos sobre la población de Europa que la profesora había pedido como tarea.
Lidia está desbordada. Es directora de una escuela pública urbano marginal, y está llenando las planillas de datos que le pidió el Ministerio, “a mano”. No hay computadoras ni sistema para cargar y procesar la información de las escuelas. Esto le quita tiempo y energías para otras obligaciones de su rol directivo. Se queja, con razón, y piensa cuán fácil resultaría el trabajo si pudiera contar con auxilio de un sistema de información tecnificado. También se da cuenta de que le costaría aprender a manejarlo. Igual lo prefiere.
Lidia prohíbe el uso de los celulares en la escuela. Trabaja denodadamente para concientizar a los chicos sobre la importancia de no llevarlos a la escuela o de mantenerlos apagados.
Estas historias nos muestran problemáticas relacionadas al tema de esta clase. Se trata de un tema sobre el que mucho se habla en los medios de comunicación, se polemiza y preocupa a los padres y docentes. Se trata de la relación entre las nuevas tecnologías (computadora, internet, celulares), los chicos y la educación. Muchas veces, esta relación es presentada como de enemistad, como antagonismo... así lo veía, por ejemplo, la mamá de Franco. Pero hoy intentaré mostrar otros aspectos del problema. Tenemos que tener bien en claro que la relación entre los chicos y las nuevas tecnologías no es sólo un problema de “tiempo libre” o de “bajarse” monografías del Rincón del Vago y que no todos tienen acceso al mismo tipo de tecnología. La diferencia en el acceso de Franco y Matías ilustra este punto.
¿Qué es la brecha digital?
La posibilidad de acceso diferencial que las personas tienen a las nuevas tecnologías, sea por su condición social, el lugar geográfico en que se encuentren u otros motivos se denomina brecha digital. Este acceso desigual implica posibilidades diferenciales de apropiarse de la cultura contemporánea, de nuevos medios y formas de comunicación. Esto traduce modos de vida diferentes de las infancias y las adolescencias. Algunos niños y adolescentes pueden a través de internet, acceder a información ilimitada y de manera bastante autónoma, hecho impensable en décadas pasadas. A través de las nuevas tecnologías, se contactan con pares que pueden estar en distintos puntos del planeta, conformando comunidades de intereses diversos, estableciendo nuevos códigos de comunicación, compartiendo sus modos de vida y sus gustos, como es el caso de los fotologs. Del otro lado, muchos niños y adolescentes no cuentan con este acceso a las nuevas tecnologías y por lo tanto no están “conectados” con una parte importante de la cultura contemporánea. Su posibilidad de acceder a la información y a nuevas experiencias y a “otros” sigue estando limitada a los canales tradicionales: la escuela, el círculo local del barrio. Y aunque –como desarrollaremos más adelante– el acceso a la información no es sinónimo de conocimiento, si estamos en presencia de un fenómeno de desigualdad en el acceso a información y a experiencias que pueden ser muy ricas y con muchas potencialidades en el desarrollo de aprendizajes relevantes, tanto escolares como no escolares.
Es innegable que internet es un canal privilegiado de acceso a la cultura. Si bien los costos del acceso a las nuevas tecnologías se abarató mucho en los últimos años, investigaciones recientes (Sunkel, 2006) muestran que en América latina la posibilidad de que un hogar cuente con computadora y acceso a internet está fuertemente condicionado por el quintil de ingresos al que pertenece el hogar. Esto hace más necesario que la escuela ocupe un lugar privilegiado en el tema. La posibilidad de acceso a las nuevas tecnologías podría estar en la escuela. En las secciones siguientes veremos cómo es la brecha digital en nuestro sistema educativo.
La escuela y las nuevas tecnologías en nuestro país
A partir de un reciente informe de la Dirección Nacional de Información y Evaluación de la Calidad educativa, que depende del Ministerio de Educación de la Nación, y sobre la base de un relevamiento del año 2005, sabemos que en la actualidad 2 de cada 3 establecimientos del total del país están equipados con computadoras (62,3 %). En las áreas urbanas, este porcentaje es de 75,7 % y en las áreas rurales, 40,7%. Vemos aquí un primer indicador de la brecha digital.
Otro indicador significativo para percibir la brecha es el carácter estatal o privado de la escuela. Este indicador es especialmente relevante en la medida en que la mayoría de las escuelas de gestión privada atienden a una población de sectores socioeconómicamente favorecidos. A su vez, las escuelas de gestión estatal son casi las únicas que se ocupan de educar a la población más necesitada. El 70,5 % de las escuelas estatales cuenta con computadoras. En el sector privado cuentan con este recurso el 86 % de las instituciones. El promedio de alumnos por computadora en el sector público de gestión privada es de 26, frente a 80 en el sector público de gestión estatal. Otro punto clave es el nivel educativo. Es el nivel medio el que más probabilidades tiene de utilizar las nuevas tecnologías. En el nivel medio/polimodal hay 25 alumnos por computadora, y se repite la diferencia estatal y privado: hay 14 alumnos por computadora en el sector privado y 36 en el sector estatal. En los otros niveles, esta diferencia es aún más elevada. En el nivel primario, en el sector estatal el promedio de alumnos por computadora es de 121, en contraposición a 38 en el sector privado.
El acceso a internet en las escuelas también presenta importantes diferencias entre el sector estatal y privado. En el sector estatal urbano, el 24,6 % tiene conexión a internet y en el sector privado urbano, 57 %; es decir, más del doble. Asimismo, el nivel medio/polimodal es el que cuenta con un mayor porcentaje de establecimientos conectados:
59,2 % (en detrimento del nivel inicial, con un 20% y del primario, con un 30,4%).
Para cumplir con la nueva ley de educación (sancionada en el año 2006), que establece la necesidad de garantizar el acceso a las nuevas tecnologías, el Estado Nacional y los estados provinciales tiene un camino largo por recorrer. Especialmente en lo que respecta a la necesidad de reducir la brecha digital. En las próximas secciones analizaremos más aristas del problema de la brecha digital, reflexionando sobre qué es lo que se aprende a partir de las nuevas tecnologías.
Computadoras en la escuela… ¿Para qué?
En la actualidad, saber utilizar una computadora e internet es fundamental en cualquier ámbito de la vida social: el laboral, el interpersonal, el académico, y más aún, en el contexto de la sociedad del conocimiento. Cuando hablamos de sociedad del conocimiento, nos referimos a que en nuestro mundo contemporáneo, el uso intensivo del conocimiento es el principal factor de producción. Es decir, los sectores más pujantes y avanzados de la economía mundial tienen al conocimiento científico y los avances tecnológicos como su principal recurso y como su principal producto. En el mundo contemporáneo el desarrollo de una sociedad depende fuertemente del desarrollo que alcance el conocimiento, tanto en lo que refiere a su producción (investigación científica) como a la aplicación del conocimiento en la solución de problemas de todo tipo (desarrollo tecnológico). Que el conocimiento sea el recurso más importante para el desarrollo tiene una indudable potencialidad democratizadora: el conocimiento es un recurso al que todas las personas podrían tener acceso (a diferencia, por ejemplo de la renta de la tierra), es un recurso inagotable (el conocimiento no tiene límites en su crecimiento), y se multiplica: nuevos conocimientos generan más conocimientos. Pero asimismo, la sociedad del conocimiento presenta grandes desafíos al sistema educativo. No es posible pensar el desarrollo en el contexto de la sociedad del conocimiento, sin un sistema educativo capaz de garantizar el acceso al conocimiento (básico y avanzado) a todos/as los ciudadanos.
Por ello, en la actualidad, aprender a utilizar la computadora es un objetivo de la educación básica. El aprendizaje, no obstante, no debería restringirse al “uso” de una herramienta. Para hacer un uso adecuado de las nuevas tecnologías en la educación, no basta con saber operar una computadora, se necesitan aún más conocimientos y habilidades. Contra lo que pudiera parecer a simple vista, aprender con una computadora es una tarea tanto o más compleja que aprender sin ella.
La computadora con conexión a internet puede ser un valiosísimo recurso para aprender contenidos curriculares. Pero que ello sea así, no depende de la tecnología en sí misma. Depende, en cambio, de la propuesta pedagógico didáctica. Para decirlo en términos sencillos, el proceso de aprendizaje comienza cuando hay una pregunta, un interrogante, algo que no se sabe. Se aprende a medida que se van encontrando las herramientas cognitivas y conceptuales para “develar” ese interrogante. Por ello, las nuevas tecnologías brindan muchísimas posibilidades en ese camino de conocimiento a través del acceso a imágenes, audio, textos, juegos, programas de simulación, etc. Ello permite hacer más amena y rica la información, permite plantear estímulos para aprender a través de materiales novedosos y variados. Pero también es más lo que el niño, el joven o el adulto tienen que poner en juego... porque aprender a utilizar un “jueguito” requiere algo más que apretar un botón, lo mismo pasa con un programa de simulación. Obtener información valiosa es mucho más que “buscar” en Google.
Para utilizar las nuevas tecnologías y adquirir conocimientos a través de ellas, es necesario aprender a operar con información. No es cualquier conocimiento el que se requiere hoy en día. Aprender de memoria todo tipo de datos y fechas puede resultar irrelevante. Es necesario enseñar a pensar, enseñar a que los estudiantes sigan aprendiendo a lo largo de toda su vida. Conocimiento relevante implica desarrollar capacidades que, para la gran mayoría de la población, sólo pueden adquirirse en la escuela. Las nuevas tecnologías no son opuestas a lo que la escuela transmite. Por el contrario, son aliadas estratégicas en los procesos educativos. Al trabajo con estas nuevas competencias se lo denomina “competencias digitales”.
Competencias digitales y competencias escolares
En la actualidad se utiliza el concepto de “competencia digital” para dar cuenta de todo lo que se requiere aprender para operar con la información disponible a partir de las nuevas tecnologías. Tomando un trabajo reciente (Cassany, 2002 en Schneider, 2006), podemos clasificar a las competencias digitales en tres. La primera es la comunicación. Esta refiere a las destrezas que son necesarias para interactuar en medios que poseen un sistema alternativo de reglas y/o nuevas reglas de comunicación. En internet se ponen en práctica géneros nuevos, “con estructuras discursivas, registros o fraseología diferentes de las orales o escritas” (ibid). La segunda competencia es la construcción, la cual refiere a las habilidades de escritura, pero “con tres matices relevantes: se pasa del ensayo convencional al hipertexto, del lenguaje verbal al objeto multimedia y del autor a la co-construcción de textos o coautoría” (ibid). La tercera competencia es la investigación. Esta se corresponde con las habilidades requeridas para navegar en internet, por ejemplo, “saber encontrar sitios, desplazarse a través de su compleja estructura, saber evaluar críticamente la validez, fiabilidad y utilidad de los datos conseguidos, o saber interpretar tanto formas verbales escritas, como auditivas, visuales o gráficas” (ibid). Esta última se relaciona con la postura de los investigadores Burbules y Callister. Ellos sostienen que los usuarios de las nuevas tecnologías requieren “habilidades decisivas para que puedan discriminar la información inexacta (qué se debe creer), injuriosa (qué vale la pena), intrincada (qué tiene sentido) e inútil (qué es lo relevante)”. (Burbules y Callister, 2001:168). Desarrollar estas capacidades es fundamental para que internet pueda ser utilizada como una herramienta valiosa de información y conocimiento.
En síntesis, las competencias digitales son más complejas pero están basadas en competencias que se aprenden en la escuela: capacidad de comprensión lectora, capacidad de producción escrita, alfabetización científica y razonamiento lógico, entre otras. Para decirlo más claramente: las competencias digitales “no compiten” sino que son complementarias a las habilidades cognitivas que la escuela enseña y por ello deben enseñarse en la escuela.
En este sentido, las nuevas tecnologías deben ser pensadas como una oportunidad de aprendizaje. Y ello a través de soportes diferentes de los tradicionales, como el cuaderno, el libro y el pizarrón. Para ello es necesario no sólo el equipamiento, sino docentes muy bien capacitados y actualizados. Esto implica cambiar muchas rutinas de la enseñanza... y confiar en los estudiantes.
Cuando hablamos de calidad de los aprendizajes, de igualdad de oportunidades, vemos entonces que detrás de los datos estadísticos que presentábamos antes, hay mucho más que desigualdad en el equipamiento. Esto es sólo una parte. Esta desigualdad implica posibilidades diferenciales de conocer distintas cosas, de saber hacer distintas cosas, de acceder a información, en síntesis, de acceso a la cultura contemporánea. Porque no se trata sólo de que en la escuela “haya computadoras”, sino de qué capacidades permiten desarrollar en los chicos. Los especialistas en el tema señalan que el acceso material a las nuevas tecnologías no es suficiente. El acceso real a las mismas requiere de las competencias y desarrollo de las capacidades antes mencionadas.
Esto lleva a plantear la necesidad de nuevas estrategias de enseñanza, el tiempo escolar y el equipamiento necesario para favorecerlas. Al mismo tiempo tenemos que pensar en modelos de capacitación adecuados para aquellos docentes que lo requieran, aquellos que aún hoy se sientan incómodos con el uso de las nuevas tecnologías.
Otras tecnologías para las escuelas: los celulares, de fruto prohibido a herramienta didáctica
Con el abaratamiento de costos y la ampliación de la oferta, una cantidad considerable de adolescentes comenzó a llevar teléfonos celulares a la escuela. Una vez más los docentes y directivos enfrentaron el desafío de enseñar normas de convivencia. Era y es necesario que los alumnos aprendan esta regla básica: mantener apagado el celular en horas de clase. El teléfono celular es causa de interrupciones, distracciones en la clase, y hasta una herramienta para “copiarse”. Esta prohibición resulta más que sensata. Si el celular suena en las horas de clase, molesta la enseñanza, y molesta aún más si los alumnos hablan o envían y reciben mensajes.
Al mismo tiempo, el celular puede ser una oportunidad para integrar un nuevo recurso didáctico al aula. No es ni más ni menos que un medio de comunicación oral y soporte de escritura. Permite también registrar voz e imágenes. El celular no es en sí mismo ni necesariamente un elemento disruptivo. Por el contrario, como herramienta tecnológica tiene potencialidades que van más allá de su uso comunicacional. Un autor especialista en el tema, Nicholas Burbules, sostiene que “para los educadores sería más fácil pensar en incorporar las tecnologías que los alumnos tienen (...) Sucede que los celulares no son solamente teléfonos: son mensajes de texto, un grabador de voz, una cámara digital, permite hacer videos, es una computadora en sí misma. Sólo como ejemplo: tal vez un profesor podría tener en una clase alumnos que entrevisten gente, sacarle fotos con cámara, grabarlo y enviar el material por el celular. Es decir, no es un teléfono sino que es una herramienta de aprendizaje” (Burbules, 2007) Es un medio de aprendizaje, entre otros posibles. Sin embargo, hasta ahora la escuela no ha podido encontrarle ningún lugar en la enseñanza, por el contrario, lo ha considerado un elemento puramente amenazante. Pero, al igual que con las computadoras, también la escuela y los maestros pueden proponer otros usos para el teléfono celular.
Enviar un mensaje de texto puede ser un buen recurso para trabajar aspectos del uso de la lengua escrita; hacer llamados y realizar una entrevista en la propia aula con un científico o un especialista sobre un tema que se esté estudiando; puede servir para filmar y realizar un corto, tomar imágenes, etc. Si hoy en día existen películas filmadas enteramente con un teléfono celular ¿Cuál es el motivo para que ello no pueda ocurrir con aspectos que tienen que ver con aprender? Como siempre, y en pedagogía, un recurso no es bueno ni malo en sí mismo. Es la pregunta que proponemos a los estudiantes, la forma en que los acompañamos para que puedan aprender, los materiales que ponemos a su disposición, lo que nos permite decir que estamos frente a una “buena” enseñanza. El celular, al igual que otros recursos, tiene potencialidades que pueden ser aprovechadas productivamente en el aula.
Desafíos a futuro
En síntesis, para incorporar a todos los niños y jóvenes a las nuevas tecnologías la prioridad es lograr el acceso material al bien: computadoras e internet son parte de las condiciones para una escolarización inteligente. Resultaría destacable que el Gobierno haga públicos los indicadores de acceso y muestre paulatinamente los datos de la mejora. Pero no alcanza sólo con ello. El segundo paso es lograr que la incorporación de estas herramientas redunde en una mayor calidad de los aprendizajes adquiridos. Se trata de fomentar el acceso real a las nuevas tecnologías para todos. Se trata de reducir las brechas. Para que esto sea posible, es necesario fijar también políticas de capacitación continua. Una capacitación de buena calidad, que contemple la formación en servicio, que permita a los docentes llevar adelante formas creativas de transmitir el conocimiento, utilizando a las nuevas tecnologías como recurso para ello. Una capacitación que permita a los docentes, sin imposiciones arbitrarias, cambiar y ampliar las formas de enseñar.
*Dra. en Educación. Profesora de la Universidad de San Andrés/investigadora CONICET.
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