12 de Agosto de 2008 ARGENTINA EL ESPACIO DE ALBERTO BORRINI
Los futbolistas valen más que muchas empresas
En su columna de hoy, el autor analiza el hecho de que muchas figuras del deporte internacional tienen un valor igual o mayor al de muchas empresas de los países en los que desarrollan su carrera profesional.
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Las tablas de posiciones convencionales ahora alternan con las motivadas por las cotizaciones de los jugadores, apunta Borrini.
Nunca más oportuno resultó el cálculo económico del Corriere della Sera de hace unas semanas, que vino a confirmar, como si hiciera falta, que el fútbol ha dejado de ser sólo un deporte para convertirse, de manera creciente, en un negocio.
Oportuno para poder entender mejor la telenovela olímpica protagonizada por Messi, el Barcelona y la Selección Nacional, que tuvo un final feliz, y otros conflictos en los que la pasión del fútbol eclipsa la realidad del valor económico, de los jugadores, de los clubes más poderosos y de sus organizaciones nacionales e internacionales.
Los estadios son las catedrales de este siglo; su construcción se encarga a arquitectos internacionales famosos, y pronto se convierten en íconos de sus respectivas ciudades. La televisión, que multiplicó los públicos, y la publicidad, que paga el espectáculo, son las responsables del milagro económico.
El periódico italiano, motivado por la descapitalización, producto de la crisis que padece Europa, de algunas empresas en la Bolsa de Milán, comparó el valor de las más afectadas con la cotización de varios
ídolos deportivos. La conclusión fue que varias de esas compañías, que emplean a centenares de personas, cuestan igual, o menos, que el valor de mercado de los cracks más conocidos.
Citó varios ejemplos: la Central de la Leche de Turín, que tiene 240 empleados y es el sexto productor italiano del producto, vale lo mismo que Ronaldinho, por quien el Milan acaba de pagar 22 millones de euros.
Otro caso es una de las marcas emblemáticas de la vestimenta italiana, Stefanel, conocida mundialmente, que se cotiza en la Bolsa menos de lo que debió pagar de multa al fisco el corredor de motos Valentino Rossi: alrededor de 20 millones de euros. Pero hay más ejemplos.
Estamos habituados a la danza de millones que mueven los deportes más masivos, y hasta justificamos el precio de pagado por un jugador cuando un ídolo como Messi, Tévez o Agüero hace una jugada genial, sobre todo si lleva al triunfo a la selección nacional o al club de nuestra preferencia..
El problema que tienen el fútbol y otros deportes masivos es que, en ocasiones como las Olimpíadas, o la Copa del Mundo, donde está en juego el orgullo nacional, debe conciliar el aceite del dinero con el agua del sentimiento. Hasta esos momentos, negocio y deporte parecen avanzar por sendas paralelas sin molestarse demasiado.
Hay señales cotidianas en este sentido. Las tablas de posiciones convencionales, ahora alternan con las motivadas por las cotizaciones de los jugadores. Cuando dos selecciones nacionales, o los elencos de dos clubes poderosos, están a punto de enfrentarse, suele sacarse a relucir la cantidad de millones de dólares que pisan la cancha.
En Europa hay una tabla de clubes por puntos logrados en torneos y otra por sus ingresos en dólares; así nos enteramos que el Real Madrid encabeza la lista con 550 millones de dólares, seguido por el Manchester United, con 454 millones.
¿Quién duda de que lo que ofreció el Chelsea al Milán por el pase de Kaká, 150 millones de dólares, supera la cotización en Bolsa de firmas más que medianas? La oferta por Kaká no prosperó, pero movió a un periódico a continuar con los cómputos, y decir que con 150 millones el Chelsea podía comprar en lote varios cracks, cuyo precio oscila entre los 25 y los 40 millones. Entre ellos Agüero, que vale 38 millones.
La dimensión económica cobrada por la transferencia de los futbolistas se extiende también al terreno de las ventas, porque los más buscados son también campeones de la recaudación publicitaria. David Beckham, por ejemplo, fue comprado al Real Madrid por Los Angeles Galaxy a cambio de 33 millones de dólares, y su contrato anual es por alrededor de 6,5 millones. Pero además, Beckham es una máquina de facturar como endorser publicitario; el año pasado cobró 15 millones de dólares en este aspecto. El estudio del Corriere no aporta mucha novedad, pero de todos modos no estaría mal que algún periódico local se tomase el trabajo de comparar las cotizaciones de Palacio o Buonanotte, o del basquetbolista Ginóbili, con los valores de mercado de algunas empresas conocidas. En este punto sí podría haber genuinas sorpresas.
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