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lunes, 25 de agosto de 2008


Murió Diego Segura, un verdadero gigante de la profesión y de la vida

Por Diego Dillenberger.-
“¿Cómo andamos Coloso?”. Qué periodista argentino no escuchó alguna vez esta frase clásica de Diego Segura, que falleció en Londres a los 43 años. La noticia conmocionó tanto al ambiente de las relaciones públicas como al del periodismo. De muy pocos colegas de las PR se escuchó tantas veces que “era el número uno”. Diego Segura, por esa combinación de éxito en su carrera profesional y en su vida personal era verdaderamente único. Uno se atrevería a afirmar que nadie en este sector podía ser más apreciado y popular que el Coloso.
Además de haber sido uno de los profesionales del lobbying y la comunicación más cotizados, Diego Segura también era, sin lugar a dudas, el más carismático. Quien alguna vez almorzó con “el Coloso” en Puerto Madero, puede dar cuenta de ello: Diego no era solamente un directivo de comunicación, un influyente, luego asesor de campañas políticas: era una verdadera estrella.
La noticia de su deceso corrió por el ambiente de la comunicación como un reguero de pólvora y generó estupor.
Su fallecimiento, según informaciones preliminares, se habría producido por un infarto. Estaba viviendo todavía solo en Londres, preparando la mudanza de su familia para dentro de pocos meses.
Diego se había trasladado a mediados de año a Londres para instalarse e iniciar el paso más importante de su carrera en una posición de alto directivo mundial de Asuntos Públicos en B.A.T., la tabacalera de capitales británicos en la que se inició como abogado experto en asuntos públicos.
En el 2003, en desacuerdo con el management de entonces, Segura dejó Nobleza (el nombre argentino de B.A.T) y las lides regulatorias y de comunicación de la compleja industria tabacalera para aceptar otro desafío comunicacional difícil y de altísima visibilidad: defender ante la opinión pública a Aguas Argentinas, por entonces de la francesa Suez, de los ataques del gobierno de Néstor Kirchner, que finalmente le arrebataría la concesión.
En 2005, poco antes de la reestatización de Aguas, aceptó el desafío de ocupar el cargo de CEO o Market Leader de Burson-Marsteller en Argentina. El cargo había estado vacante casi dos años y la consultora, la marca más tradicional del mundo de las PR, había empezado a languidecer. Diego se lanzó a conquistar clientes de primer nivel por docenas y a armar un equipo de primera hasta devolver a la filial local de la consultora del grupo WPP al tope del ranking.
Luego de que se produjo un cambio en la cúpula de Burson en Estados Unidos y asumió su actual CEO, el consultor y analista político Mark Penn, Diego obtuvo permiso oficial para hacer lo que, en realidad, más le gustaba: el asesoramiento en comunicación política. Primero trabajó con el bloque de diputados del PRO y después en la campaña presidencial del ex ministro Roberto Lavagna.
Su regreso a B.A.T. era su máximo triunfo en la carrera. Era volver a la empresa de la que, en realidad, probablemente nunca se quiso ir, pero con un cargo de Asuntos Corporativos de muy alto nivel.
Diego deja atrás a cinco hijos y uno por venir.
El próximo martes 26, durante la Conferencia Internacional del Consejo Profesional de Relaciones Públicas, los profesionales del sector le rendirán homenaje.
Al respecto, Graciela Fernández Ivern, la presidenta del Consejo, expresó que: “Estamos conmocionados con esta noticia. Diego era un colega distinguido, entrañable para todos, reconocido profesional de las relaciones públicas y la comunicación corporativa; además de un excelente amigo. Ha sido un activo miembro de nuestra Comisión de Consultoras. Y hace tan sólo unas semanas lo despedimos en su nuevo rumbo laboral que lo llevó hacia Londres, acompañándolo con afecto y admiración. Le enviamos nuestras sentidas condolencias a su familia, amigos y al equipo que supo conformar y consolidar con eficiencia en Burson-Marsteller Argentina. Estamos seguros que recordaremos siempre con afecto su personalidad alegre, participativa y generosa”.

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