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domingo, 2 de septiembre de 2012

La pantalla en 7 días

Lo que no te da la TV, te lo da Peter Capusotto y sus videos

Les pido disculpas por todos los daños provocados. Pero también les digo a todos que hagan que las cosas sean distintas para los viejos...

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Porque mañana ustedes van a ser los viejos que viven aislados, y agradeciendo la existencia de la televisión y la radio, como si la compañía de un viejo sólo la pueda dar un electrodoméstico…". Así habló Violencia Rivas, tras liderar una rebelión de jubilados contra la obra social, al cierre del primer capítulo de la séptima temporada de Peter Capusotto y sus videos (lunes 22:30, por la TV Pública).
De alguna manera, esa criatura sintetiza a todas las creadas por Pedro Saborido y Diego Capusotto. La triple condición de mujer, "inventora del punk" y "vieja de mierda" la legitima como portavoz de una minoría de género, de la cultura rock y de la sabiduría de la experiencia. En cualquier caso, aplicando alto voltaje crítico ("Yo menstrúo cuatro días al mes, no me digas que eso te hace daño. Yo menstrúo cuatro días al mes, y vos sos un forro todo el año…") e intrincando al espectador como parte de la controversia. Por eso, para reírse de estos chistes hay que aceptar de antemano que nadie está libre de pecado…
Casi irreconocible en su caracterización de Jorge Meconio –un cantante "que con total sinceridad se acerca, casi, a la autoayuda…"–, Capusotto dio lecciones de cómo ser un hijo de puta feliz. Lookeado a medio camino entre el empleado bancario y el funcionario porteño, Meconio manifestó: "Está comprobado que si sos buena persona podés pasarla bien. Pero si sos un sorete la pasás mucho mejor y te divertís aún más…"
En "Tres momentos para mirarnos hacia adentro y ver de qué estamos rellenos", un vaquero fumón y absorto, recomendó el "Control de Alcohonebbia" (para "seguir cantando diira, diiira, pero con responsabilidad"), ironizó en torno al uso de Robotril ("Porque lo que no te da la vida, te lo puede dar la industria farmacéutica") y patrocinó la tolerancia ("Convivencia y tolerancia. Todos podemos llegar a comer caca. Aprendamos a compartir").
Si es cierto que Peter Capusotto y sus videos se nutre de la realidad, también lo es que lo que va a denunciar con humor cáustico es la violencia simbólica que ejercen los medios al manipular la realidad a su antojo. El procedimiento es complejo por la cantidad de planos y perspectivas que trama: el lenguaje verbal, el dispositivo audiovisual, las prácticas culturales, las costumbres sociales, los clichés televisivos… En conjunto, la parodia apunta a derribar las ficciones de lo real que la TV fabrica (pero da por ciertas), así como las devociones del consumidor de chuchería mediática.
Cuando Peter Capusotto… ridiculiza a los noticieros ("Hay un lugar para no saber. Hay un lugar para seguir ignorando. Toda la incertidumbre en la información está en un solo noticiero: Telenose"), y a los usuarios de redes sociales ("Un ser humano puede ser alguien maravilloso para conocer. Pero también es un enfermo para tenerlo a distancia. Conectate con Garolfa…"), o a "Juan José Luis y su pareja" (el hombre golpeado por su porro), está desafiando al espectador habituado a que la TV exima a su conciencia de titubeos éticos. Por eso, entre otras razones, Peter Capusotto… ensancha la pantalla que lo emite y, de paso, democratiza los ojos del que lo mira.


La confusión está muy clara

El último comercial de Claro, recrea una cadena de malentendidos sobre el supuesto romance entre Ingrid Grudke y Gastón Gaudio. En segundo plano, insinúa otro “equívoco” fundado en la ambigüedad de la palabra “gato” que, según el caso, refiere al apodo de Gaudio, al felino de la modelo o a ella misma. Los comentarios en doble sentido se acrecientan hasta que Susana Giménez sorprende a los involucrados con el anuncio de su boda. Además de la incongruencia de promocionar mediante una red de confusiones, un servicio que se autoproclama virtuosamente “claro”, los presupuestos de género que exhibe resultan virtuosamente odiosos.

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