El 19 de septiembre pasado se cumplió un nuevo aniversario de la
muerte de John William Cooke, quizás uno de los cuadros políticos e
intelectuales orgánicos más interesantes que tuvo el peronismo a los largo de su
historia. Como se sabe, el "Bebe" fue diputado nacional, delegado personal de
Juan Domingo Perón, con quien intercambió una de las correspondencias más
fecundas de estos últimos 200 años en la Argentina, se enamoró de la Cuba
revolucionada por Fidel Castro y se convirtió en el padre fundador del peronismo
de izquierda o el peronismo revolucionario. En su labor parlamentaria, el
"Gordo", como también lo llamaban, tuvo varias intervenciones memorables: el
debate sobre las actas del Tratado de Chapultepec, sus célebres discursos en
contra de la economía liberal de mercado, la fundamentación de la necesidad de
reformar la Constitución Nacional y su alocución sobre el Caso La Prensa,
realizada el 16 de marzo de 1951. Esta nota de domingo es en cierta manera un
homenaje a Cooke y también a Eduardo Duhalde, quien compiló todos sus escritos y
discursos. Lo que sigue es un extracto de los principales pasajes de ese
discurso:
"Nosotros estamos contra La Prensa por razones mucho más serias,
mucho más fundamentales. Estamos contra La Prensa porque creemos que diarios de
esa clase son los que han minado la base de la nacionalidad, creemos que La
Prensa es uno de esos obstáculos, como hay muchos otros en el continente, que
han impedido o demorado todas las posibilidades de reivindicaciones proletarias
en Latinoamérica. Nosotros lo decimos por encima de las contingencias de la
comisión investigadora. Lo decimos como hombres políticos que expresamos
opiniones personales. Nosotros estamos con los obreros, y estamos contra La
Prensa, porque La Prensa siempre estará, como lo ha estado hasta ahora, contra
los obreros y contra nosotros…"
"Este diario es todo un poder, perfectamente cimentado a través
de muchos años de vida. Tanto es un poder que en todo el continente y aun en
Europa se han levantado voces de protesta contra el llamado atropello contra La
Prensa; e inclusive el señor ayudante de Estado para Asuntos Latinoamericanos
(de EE UU), Edward Miller, se ha permitido hacer declaraciones con referencia
específica al caso de La Prensa..."
"Si fuera exacto que está en juego la libertad de prensa,
ninguna voz se levantaría contra ese principio fundamental de los derechos
humanos; pero esto no es la libertad de prensa. La libertad de prensa es una
cosa auténtica, que se está mancillando a través del plan distorsionado que se
está siguiendo en este asunto. Nosotros creemos, sí, en la libertad de prensa,
en la libertad de la prensa independiente y de la ideológica, de la equivocada y
de la que está en la verdad, pero en lo que no creemos es en el derecho de las
empresas mercantiles capitalistas para procurar que los resortes del Estado se
pongan al servicio de sus intereses…"
"Nosotros sabemos que, para el imperialismo, el principio de la
libertad de comercio, el de la libertad de concurrencia, de la libre actividad
privada y de la libre empresa son todos fantasmas y mitos que a la larga sirven
para acentuar cada vez más la desigualdad que ya existe entre países coloniales
y semicoloniales. Desgraciadamente, a través de los procesos históricos de la
humanidad, la libertad de prensa, junto con otras libertades que he mencionado,
ha venido a constituir un instrumento más de de aherrojamiento, de sometimiento
de los pueblos coloniales y semicoloniales. ¡Qué nos vienen a hablar de libertad
de prensa! El propósito es querer embaucarnos con una supuesta igualdad
jurídico-formal, que es el punto de arranque de la exacerbación de la
desigualdad social y económica."
"Las empresas periodísticas como la que consideramos hoy están
en un mundo de los truts, de cárteles, de holdings, de toda forma de integración
monopólica. La llamada 'prensa grande', no ha escapado a este proceso, se han
ido integrando, concentrando, y al final han venido todos los órganos de opinión
de importancia comercial a quedar en manos de unos pocos propietarios vinculados
a las altas finanzas y a los grandes negocios."
"¿A quién le van a hacer creer que esos periódicos son expresión
de la opinión ciudadana, y que dirigen honestamente el pensamiento
público?"
"Nosotros creemos que en lugar de dignificar el oficio
periodístico, esos grandes diarios transforman a hombres dignos, que son los
auténticos productores de este ramo de la difusión de las noticias, en
verdaderos prisioneros encerrados en cárceles sin rejas, obligados a servir los
intereses de sus anunciadores".
"No se puede confundir prensa libre con la empresa periodística
que persigue un negocio. Nosotros tenemos el más profundo respeto por los
diarios que a través de nuestra vida nacional han salido a combatir por ideas,
desde los diarios de los primeros gobiernos, o el dirigido por Manuel Belgrano,
pasando por los jocosos periódicos de la época del padre Castañeda, y hasta los
de la época de la organización , y si bien con quienes dirigían el país y esos
periódicos podemos tener discrepancias ideológicas, es evidente que tomaban la
empresa periodística como una manera de defender su pensamiento. Pero no podemos
comparar eso con estos comerciantes que no bien tienen un conflicto con sus
obreros, pretenden, a través de todo ese movimiento internacional, que el
gobierno se ponga al servicio de los intereses de los propietarios contra los
servidores que hacen y han hecho su engrandecimiento…"
"No es este para nosotros un planteo circunstancial, sino de
fondo. Si La Prensa tiene razón, tiene que estar equivocado el país, y si tiene
razón el país está equivocado La Prensa y todos los que tienen relación con
ella."
"Voy a leer lo que dijo Hipólito Yrigoyen sobre ese tipo de
periodismo en nuestro país: 'Los pueblos siguen afrontando la lucha contra el
vicio y la impudicia triunfante, sin contar siquiera con una prensa nacional que
levante su mente y juzgue los sucesos en su verdadero significado.' Esto lo
observó quien fue jefe y fundador del partido de los señores diputados: la
ausencia de una prensa nacional. Cuando decía esto el presidente Yrigoyen hacía
ya 45 años que existían los diarios a los cuales nos estamos
refeririendo."
Obviamente, las épocas, los protagonistas y las situaciones no
pueden extrapolarse. Sin embargo, el discurso de Cooke demuestra que hay una
continuidad política que une al yrigoyenismo, al peronismo y al kirchnerismo en
su lucha contra los monopolios periodísticos. Hoy los argentinos estamos en las
vísperas del proceso de mayor democratización comunicacional de nuestra
historia. Como dijo Juan Domingo Perón, "quienes quieran oír, que
oigan".
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