Miradas / Por Jorge Mosqueira
Conocer al empleado por las redes sociales
Empresas supervisan la Web para observar comportamientos fuera del ámbito laboral
Suele suceder que las noticias se organicen como los naipes de un mago, que a un mazo arbitrariamente mezclado lo hace aparecer ordenado de menor a mayor. Pocas semanas atrás, en este mismo espacio, hicimos referencia a la obsesiva intención de vigilar visualmente a los empleados. Más tarde supimos de técnicas de predicción pseudocientíficas sobre el futuro comportamiento de un postulante a través de los rasgos del rostro, intentando conjurar la incertidumbre.
Desde otra perspectiva más tecnológica, esta vez se aumenta la apuesta, mediante la averiguación de lo que hace y lo que hará una persona a través de un rastreo cibernético sobre su vida privada. Las frases que avalan el servicio son contundentes: "¿Qué pasa si uno de tus empleados enloquece, viene al trabajo con una espada samurai y comienza a amenazar a sus compañeros? Tú serías el responsable porque todas las señales de ese tipo de comportamiento eran claras para cualquiera que viera las páginas públicas de Facebook. Por eso deberías hacer un rastreo de los candidatos y realizarlos de forma continua con los empleados". Infundir miedo siempre da resultado.
Hay una agencia de investigación que actúa con el nombre de Social Intelligence, que se dedica a estas cosas: "Cuando los empleados han sido contratados, su conducta online plantea una posible amenaza para su empresa. Los empleados pueden criticar a sus jefes o compañeros en una red, subir fotos comprometedoras en un blog o actualizar sus páginas en horas de trabajo". La empresa, por lo tanto, logra enterarse mediante vías alternativas sobre lo que piensa y hace un empleado, fuera del circuito de las comunicaciones formales del trabajo. En otras palabras, ingresa subrepticiamente a parte de su vida privada.
Estas posibilidades tecnológicas ya tienen antecedentes. Es bastante común registrar los números telefónicos utilizados, el destino y la duración de la llamada. Más de una advertencia y hasta varios despidos han podido tener lugar a partir de aquella información. En la actualidad, con el despliegue de las redes sociales como Twitter, Facebook, Flickr, YouTube, LinkedIn, blogs y tantos otros medios, las posibilidades de conocer las actividades, emociones y los pensamientos de una persona se amplían. Es posible realizar un espionaje silencioso, bastante más sofisticado, pero muy parecido al primitivo método de revisar los archivos o los cajones del escritorio. La sutileza del tema es definir cuáles son los límites. Hasta dónde y cómo es legítimo averiguar. En cualquier caso es una amenaza sobre la libre expresión en Internet, otro tema de debate no resuelto todavía.
Una reciente legislación alemana prohíbe expresamente hacer uso de los datos personales de los empleados o de los candidatos contenidos en redes sociales de uso particular. Quedan exceptuadas las redes profesionales como LinkedIn o Xing. Naturalmente será difícil probar que una decisión de rechazo a un postulante o un despido no haya tomado en cuenta información personal, invadiendo la vida privada, por lo que, una vez más, habrá que aferrarse a otro método tan antiguo como el mundo: la cuestión ética. Cada cual sabrá, por política de empresa o por decisión moral, si está invadiendo de modo ilegítimo la intimidad de una persona, a la que sólo podría pedírsele que haga bien su trabajo. Todo lo demás, le pertenece absolutamente.
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