Violencia en la TV
Por María Pía Bertoldi
Los niños recurren a la TV para satisfacer sus necesidades de distracción, reducir las tensiones y como medio para obtener información.
Además de las motivaciones personales, podríamos agregar un factor situacional externo al niño: “el niño ve Televisión porque le es impuesta por el medio” , la ve porque no le queda otro remedio. Le es ofrecida en el ambiente del hogar y se le refuerza la conducta de contemplación por los padres. En muchos casos constituye la única compañía del niño y a veces se convierte en una especie de niñera.
El ver TV es un hábito que se refuerza diariamente a través de gestos, sonrisas y aprobaciones verbales de los adultos.
¿ Cuanto tiempo le dedican los niños a la TV?.
Ver televisión es la actividad líder del niño. Ellos gastan más tiempo viendo TV que haciendo cualquier otra cosa que no sea dormir.
El tiempo dedicado a la TV varía en función de la edad, sexo, clase social y está en relación con el dedicado por los padres.
En promedio los niños ven de 22 a 25 horas semanales de TV. En los preescolares esa cifra llega a un promedio de 54 horas por semana, lo que significa de 7 a 8 horas diarias. En general, podemos decir que durante el transcurso del año, los niños pasan más tiempo frente a la TV, que en la escuela.
El total de tiempo dedicado a ese medio de comunicación es a veces tan elevado, que aparentemente, queda poco tiempo para comer, ir a la escuela o dormir. Esto se debe a que los niños ven televisión mientras almuerzan o cenan, mientras leen un libro o hacen sus deberes. Es la TV más que cualquier otro medio la que proporciona una base común de información en las primeras fases de socialización del niño.
La “teleadicciòn” proceso no surge espontáneamente, sino por la conjunción de múltiples factores sociales, como las condiciones de vida urbanas actuales, la dependencia internacional y el valor comercial de la información, entre otros. Los efectos adictivos de la televisión se relacionan con estilos de vida urbanos, y con el temor a utilizar la calle para interactuar. De esta manera, la televisión se convierte en la distracción fundamental. Los “teleadictos” no son capaces de escapar por sí mismos de la imagen, influidos por un mecanismo psicológico igual al que ocurre con los farmacodependientes.
El hombre contemporáneo debe a la comunicación masiva 85% de su información y conocimientos, y que dedica a actos relacionados con ella 75% del tiempo que no ocupa en trabajar o dormir. En general, la tendencia es hacia un aumento constante en la cantidad de tiempo dedicado a los medios masivos, particularmente la televisión. Hasta la fecha, el tiempo destinado a los medios tiende a incrementarse y su uso regular parece haberse convertido en parte indispensable de la vida cotidiana de la sociedad, con excepción, quizás, de los grupos que carecen de posibilidad de acceso a ellos, por marginación, extremo aislamiento geográfico o extrema pobreza.
¿ Qué persiguen los comerciales de TV?
La TV explota comercialmente a los niños más pequeños. Los fabricantes de juguetes ganan más de cuarenta millones de dólares al año por lanzar al mercado sus productos para niños. Los sábados en la mañana, particularmente, se han convertido en un nuevo terreno a explotar con comerciales de juguetes, para vender más sus productos.
Los comerciales de TV, proyectan estereotipos en relación a aspectos raciales, sociales, culturales, sexuales, así como también hábitos alimentarios.
Según estadísticas norteamericanas un total de 23 comerciales por hora, representan el 60 % de avisos que sugieren cereales, galletas, refrescos y golosinas. Ese excesivo número de comerciales que sugieren alimentos, ha sido ligado a la obesidad infantil. Por otra parte la exagerada representación de imágenes corporales pueden contribuir al problema de la anorexia nerviosa sobre todo en adolescentes.
Además 70 % de los comerciales contienen información errónea, engañosa o ambas, que los niños creen como verdadera. De tal manera que, “la TV no sólo ofrece sino que impone experiencias, condicionamiento a nuestros niños pues ellos son el principal blanco hacia el cual van dirigidos la mayoría de los anuncios comerciales”.
¿ Violencia en TV genera Agresión?
Son muchos los investigadores que han planteado una hipótesis de agresión inducida por programas de TV en niños. Para Gadow y Sprafkin “el hecho de ver en la pantalla de TV c onductas agresivas, inducirá una conducta similar en los niños los que la aprenderán por imitación”.
Según Bandura, los niños pueden aprender conductas agresivas a través de la observación de modelos simbólicos presentados por la pantalla de TV.
Drabman y Thomas, plantean además que los niños que ven con frecuencia programas de TV de contenido violento, se convierten en apáticos a la violencia de la vida real.
¿Afecta en forma física?
Algunos autores incluso atribuyen al acto de contemplar la televisión efectos semihipnóticos y generadores de dependencia. Las características tecnológicas propias de la televisión activan el funcionamiento del hemisferio izquierdo y la inactividad del derecho, con lo que obstaculizan la recepción analítica de la información. El simple hecho de mirar la televisión conlleva una actitud mental pasiva y que la televisión propicia una preferencia por un aprendizaje de segunda mano, que no exige esfuerzo alguno, en detrimento de la experiencia propia.
En la televisión, la información llega a la sensibilidad sin requerir las inflexiones del raciocinio y, con mucha frecuencia, sin exponerse siquiera a ellas. En el interior de la esfera audiovisual, las imágenes prevalecen a la vez por su poder de impacto y por las formas de pensamiento mágico que imponen su naturaleza y los procedimientos de su empleo. La irrupción en la vida contemporánea de la información visual ha comenzado ya a trastornar su condición, al punto de que no pocos de los hallazgos de la psicología social se tienen que volver a examinar. La información visual afecta la personalidad no sólo de manera más intensa, considerable y profunda, sino sobre todo, de manera diferente, es decir, según otras modalidades; la característica más distintiva de la televisión, en relación con otros medios, es su capacidad de presentar sus mensajes como creíbles, debido entre otras razones, a sus características de inmadurez, fragmentación, repetición y recepción combinada de elementos auditivos y visuales.
Gionanni Sartori plantea en una provocadora posición extrema, que la esencia misma del ser humano se está modificando, merced a la influencia de los medios audiovisuales, transformando al homo sapiens en lo que él ha bautizado como el homo videns, para el cual la palabra ha sido destronada por la imagen, desplazando la primacía de lo inteligente hacia lo visible, “llevando a un ver sin entender que ha acabado con el pensamiento abstracto”.
Violencia en TV.
La violencia en la televisión parece ser cada vez más atractiva y, antes que disminuir, ha tendido a aumentar a lo largo de los años. Es de suponer que la tendencia continuará a menos que se tomen medidas formales contra ello. Por lo tanto, el problema, aún no resuelto, de sus efectos sobre el auditorio continúa vigente y ha aumentado en importancia. Es necesario tener cuidado de no minimizar o magnificar el problema. No podemos culpar a la ligera a la televisión de los males sociales. Un problema multicausal como la violencia social debe ser abordado por múltiples vías. Si se reconoce en definitiva la importancia de la televisión, y en particular de sus contenidos violentos, destaca la importancia de considerar el impacto de otros múltiples factores que contribuyen a desarrollar agresividad y conductas violentas en los ámbitos individual y social. Se precisa de análisis profundos y propuestas de acción amplias e integradoras.
La televisión ha sido glorificada por muchos como elemento central de la civilización moderna, foco de unión de las familias y generadora de una nueva raza de seres humanos, en tanto que otros la condenan como creación diabólica que ha generado una sociedad deshumanizada, cuasianalfabeta e hiperviolenta. Para estos últimos, la “caja idiota” es la puerta de acceso a un mundo de horror y enajenación. En un punto intermedio, preferimos ubicar a la televisión _indiscutible invento genial de la humanidad_ como un instrumento neutro, que es sólo un portador de mensajes, cuya influencia dependerá en gran medida de las intenciones de quienes lo utilicen. Consideramos que la caja no es “idiota” por naturaleza, sino que la hacen idiota muchos de sus contenidos. La televisión en sí misma no encierra el mal ni todo el bien, pues sus efectos dependen del uso que se le dé.
En la actualidad nuestro medio social se presenta violento, si tomamos en cuenta que la televisión es parte de ese medio y que de él recibe los temas y a él los devuelve en forma de influencia sobre los telespectadores, podemos decir que en parte la responsabilidad es del ambiente en donde se desenvuelve ese medio. Cuando nos referimos al problema de la violencia televisada, debemos señalar que no se trata de una violencia real, sino de una representación de la violencia; pero esto no exime a la TV de responsabilidad ni la despoja de todo peligro.
Cuando hablamos de violencia en TV debemos tener presente dos aspectos importantes: “violencia real” como un reflejo del medio social que se difunde a través de noticieros y reportajes de noticias y “violencia ficticia o representada” que es la que con mayor frecuencia llega al público a través de casi toda la programación.
La simple sospecha de que la televisión contribuya a la violencia real, sea por imitación, por activación de conductas o por desinhibición, así sea en conjunción con otros factores y sólo ciertos individuos predispuestos, es razón suficiente para destacar la necesidad de tomar medidas al respecto.
La propuesta básica es destacar la necesidad de que diversos sectores sociales fomenten programas de acción, que al contrarrestar o neutralizar la influencia televisiva dañina, propicien el uso de la televisión con fines y criterios distintos.
Los programas de contenido violento.
Los contenidos “violentos” se refieren a “escenas que impliquen la destrucción, lesiones o daño (tanto físico como psicológico) a personas, animales o cosas o que muestren aspectos delictivos”.
La concepción de representación de la violencia parte de una idea en movimiento. La acción de los intérpretes, los movimientos de la cámara, el ritmo de montaje y el desarrollo argumental constituyen cuatro poderosos medios, que “pueden ser empleados de tal modo en una escena, que quizás nos pareciera ficticia en la vida real, llegue a adquirir en TV una desproporcionada fuerza de impacto, hasta el punto de que, en mayor o menor grado, se pueda tomar por real lo ficticio”.
Un “segundo plato” podría servirse analizando la audiencia infantil de un viernes, alrededor de las once de la noche, considerando este espacio como estratégico ya que, con la excusa del fin de semana, los niños podrían acostarse más tarde y de esta manera sí podrían acceder a una pantalla “más violenta” . La medición de audiencia muestra que el 86% de los niños no está en contacto con la pantalla del televisor, y que 4,1% y 1,8% se adormece, junto a algún adulto del núcleo familiar, mirando el canal 10 o el 12 respectivamente. Podría pensarse que de algún modo casi 3.000 han sido abandonados, unos frente al video y otros frente a los Network cartoons en los sistemas de tevé para abonados. Se observa sí, pero con poca perspectiva de generalización, que 13.647 niños se entretienen mirando “Viernes 13″.
La argentinización de los principales canales nacionales constituiría la base lógica de un recambio de la pantalla violenta, frecuentemente asociada al “enlatado del norte”, para dar lugar a la comedia, al humor, y a un tipo de show aun difícil de adjetivar. Sin embargo, de los diez programas infantiles más vistos, sólo dos son argentinos (”Chiquititas” y “Verano del 98″). Otros cuatro son producciones internacionales que pertenecen al género “dibujo animado”.
Otras producciones (nacionales en su conducción pero notoriamente “extranjeras”) alcanzan el 8,8 por ciento de la audiencia infantil. Lejos de establecerse un vínculo con sus conductores, la frutilla de la torta de este programa ha sido durante los últimos años el dibujo animado de origen asiático Los caballeros del Zodíaco. Capricornio, Leo, Piscis, Cáncer y demás caballeros fueron seleccionados en un orfanato, para ser especialmente entrenados en luchar por “el bien”, remedando la historia de la mayoría de los niños del Iname que, según algunas investigaciones, logran insertarse laboralmente (en el Ejército en más del 70 por ciento de los casos).
El impacto de Los caballeros… no debería medirse únicamente por los niveles de audiencia sino por la identidad que algunos niños establecen con ellos (manifestada por ejemplo en los fuertes niveles de venta que estos animalejos tienen en cualquier juguetería o supermercado), algo similar a lo que sucede con “Las Tortugas Ninja” o los “Power Rangers”. Ya no se trataría de un fenómeno exclusivo de la televisión, al tiempo que si sólo se consideraran los niveles de audiencia los defensores de las tesis “violentistas” no deberían preocuparse mayormente.
De todos modos, cabría preguntarse en qué difiere este fenómeno del de los “Titanes en el ring” de los años sesenta y setenta, peleadores profesionales y hombres de carne y hueso con quienes los procesos identificatorios podían operar de modo más simple. El disco de Martín Karadagián y su banda batía récords de venta y todo niño de la época aplicaba su “piquete de ojos” a un amigo en medio de un ring improvisado.
Nueve de los diez programas más vistos en 1997 por los niños se emiten en horario autorizado, lo cual, sin ilustrar sobre la responsabilidad asumida por los tutores, podría perfilarse como un indicador de respeto hacia los horarios permitidos para los más pequeños.
Pero lo llamativo de algunas publicaciones es que no han siquiera reparado en la reconversión que en el texto televisivo se viene operando desde inicios de los noventa, argentinización mediante y con Tinelli a la cabeza, de quien se podría intentar argumentar su “estupidez”, su “procacidad”, su “agencia de merchandising”, pero difícilmente su contenido “violentista”.
Todas las tardes unos 80 mil niños canta el “Chufa, chufa, chá ” al ritmo de los huérfanos de Chiquititas. Un orfanato, ocho niñitas y una madrina angelical fueron el disparador inicial de esta historia que, apoyada por un desorbitante merchandising, cada día a las 18 horas invade los hogares.”Me da un poco de miedo, eso de que si bien el envase es bastante light, su contenido sea bastante trágico”, señaló Ileana Salaberry (43 años), madre de tres niñas, al tiempo que miraba el enésimo capítulo de la comedia infantil. Transcurrían allí los intercambios de noviazgos de los púberes protagonistas, y tras la frustrada relación de la madrina de las “chufas” y el médico, la pregunta de esta madre fue: “¿qué entenderán los niños?”.
Rosario Riccetti (39 años) no ocultó tampoco su preocupación. “Cuando escucho a mi hija cantar algunas canciones tristes de Chiquititas la amenazo con no dejarle ver el programa al otro día, pero después me gana, porque yo a esa hora trabajo.” Otras, como Silvia Vázquez (32 años) directamente prohibió a sus hijos ver esta comedia. “La menor las vivía imitando y me contestaba como las chiquititas”, dice.
“Mirá si yo voy a dejar que Sofi mire eso!!”, declaró por su lado Sandra Gutiérrez
La “realidad real” habla sin embargo de un proceso de debilitamiento acelerado de la familia nuclear tradicional, fenómeno del cual Chiquititas es una expresión. Cuatro de cada cinco consumidores del programa pertenece a familias de estratos bajos y medios bajos, que aparecen particularmente afectados por la evolución de la estructura familiar, con padres ausentes o con los que pasan escaso tiempo, o donde se viven escenas de violencia doméstica que la tevé no “crea”. El niño que es víctima de la pantalla, es víctima antes de unas cuantas cosas más. Seguramente en niños que estén psicológicamente elaborando el no sentir cerca a sus padres, el gancho de Chiquititas sea mayor. Es normal que los niños sueñen con que se diluye la vigilancia de sus padres y disfruten de pensar una convivencia con sus iguales como la que se ve en este programa. La comedia aborda también temas como el despertar de la sexualidad en las chicas y adolescentes y es uno de los pocos programas en que los niños lloran en pantalla. Cabe preguntarse si con Chiquititas, en particular los hijos de hogares desfavorecidos, no han logrado por fin verse reflejados en la pantalla, más que por la “violencia” allí explícita por la situación de desamparo que viven.
La televisión se ha convertido en la musa inspiradora de muchas personas que encuentran en la ficción el guión de sus propias vidas. Pero la realidad demuestra que niños y adolescentes son los más propensos a construir su identidad según patrones o modelos de vida brotados de la necesidad de vender mercancía barata pero segura: sexo, escándalos y violencia.
Ante estos cuestionamientos, los teledifusores se encargaron de recordar a los espectadores críticos que la misión de la televisión no es educar, sino entretener. La tele cumple funciones. Algunas tendrían atenuantes si el horario de protección al menor en la Argentina se cumpliera. Hoy, la responsabilidad de su control ha quedado librada los chicos o a una voz virtual que, paradójicamente, recomienda a las criaturas que no vean nada después de las 22, aunque pasada esa hora se encuentran muchos de los programas más inocentes: “La magia de la NBA”, fútbol y películas para todo público como “Liberen a Willie” o “Cuidado, bebe suelto”.
Al parecer, los canales abiertos suponen que el espectáculo más inocuo para la teleplatea está durante el día, con el inefable Mauro Viale o el repertorio de dramas domésticos ventilados sin pudor en los siete realitys shows que riegan la tarde. A la hora de los deberes, la temperatura se eleva con las promocionadas escenas eróticas de Paola Krum y una lady vernácula, también flechada por dos hermanos.
¿Más? En otro happening de enredos sentimentales, un chico de 14 años será padre y con su pareja (coetánea) decidirán si no es mejor abortar.
El vuelo de los guionistas alcanza cielos insospechados, al ras del horario protector. En “Verano del 98″ (TELEFE, todos los días, a las 19 hs.) hay una banda de púberes que habita en un bucólico pueblo a orillas del río. Allí, un muchachito mantiene un fogoso idilio con la madre de su amigo, una mujer de 40 años. En el mismo show apto para todo público, a una jovencita embarazada, el día de su boda, su suegro la atropello con su auto y provoco la pérdida del embarazo, entre otras situaciones.
Moralinas aparte, ¿alguien está en condiciones de asegurar que antes de las 22 los menores están protegidos, y de que después de las 22 comienza lo más fuerte de la televisión?
En el reino del revés argentino, salvo valiosas excepciones del cable, los canales gratuitos no disponen de espacios originales para chicos. Es que la mayoría de las fórmulas fue pensada para exhibir las gracias de la conductora de turno. Así, un universo de rubias bien alimentadas, de anatomías esculpidas y voz de corneta, sin otro mérito que repartir premios, inundaron la pantalla antes y después de que aterrizara Xuxa, el fenómeno brasileño, precursora del minishort brillante y las botas hasta la rodilla. Felizmente, la especie está en franca extinción en el mundo, aunque no aquí todavía. Hoy, el género tiene como protagonistas a los niños, autores y realizadores de sus propias fantasías.
Beatriz Rebossio, en su libro Los niños y la televisión en el mundo, describe ejemplos nada difíciles de imitar. Según la autora, en Nueva Zelanda, gente de 6 a 12 años produce “Sendero salvaje”, un ciclo sobre ecología. En Francia, una antigua y famosa colección de libros llamada Biblioteca verde fue adaptada para la pantalla chica, con el fin de provocar la búsqueda de respuestas en los libros.
En la BBC dramatizan cuentos clásicos en varios programas, como el tradicional “Jackanory”, y pasan dibujos animados con música de la Filarmónica de Londres. En Holanda, los pequeños arman un noticiero con reportajes conducidos por ellos. El entrevistado, en vez de responder preguntas, es sometido a un bombardeo de adivinanzas del que no siempre sale airoso. En otra cadena, la VPRO, se emite “Villa Achterwerk”, serie que sale al aire todos los domingos, a las 9, cuando los padres todavía descansan, y ofrece 30 minutos de entretenimientos e información general.
Efectos de la TV.
En toda comunicación se persigue lograr un “efecto” . Puede considerarse como un “efecto de los medios, todo cuanto se quiera que ocurra como resultado de una lectura, audición o de la observación de los mismos”.
La TV es el instrumento que mejor adapta su función a la formación de valores, de modos de vida, de estereotipos, etc., que al medio le convienen. La TV transmite y forma estereotipos sociales en los cuales se presentan directa o indirectamente, mensajes que conforman una actitud, siendo esta influencia mayor en los niños quienes son moldeados en muchos aspectos por estos mensajes de televisión.
Por otra parte se plantea que los niños pueden volverse apáticos ante la violencia de la vida real, después de observar violencia en un programa de TV.
El hecho de ver TV a una edad temprana, está asociado con menor autocontrol y más conductas agresivas en una edad más tardía.
Existen cuatro aspectos importantes:
1) Efectos en el aprendizaje
Los niños aprenden viendo la TV. La pregunta obligada es ¿ Qué aprenden?
De acuerdo a lo señalado en 1982 por el Instituto Nacional de Salud Mental de EE.UU, la violencia de TV conduce a conductas agresivas en niños y adolescentes. Gran proporción de las conductas agresivas son aprendidas por observación y retenidas por largos períodos de tiempo.
No obstante, los niños también pueden aprender de la TV muchos valores sociales, como cooperación y ser amables con los demás y aspectos relacionado con su escolaridad . De hecho en muchos niños “en desventaja” se recomienda 2 horas diarias de TV para de esta forma ayudar en el aprendizaje.
2) Efectos Emocionales:
La TV es un medio de gran penetración y que en los niños surte efecto en las áreas emocionales, cognoscitivas y conductuales, es decir influye en sus intereses y motivaciones hacia objetos comerciales o hacia la formación integral del niño.
Como resultado de la repetición de violencia en los medios de comunicación de masas hay un decremento en la sensibilidad emocional del niño ante la violencia. Por otra parte, hay un incremento en la agresión y la capacidad de ser violento o agresivo con otros. Además los niños demuestran mayor agresividad en sus juegos y prefieren seleccionar la agresión como respuesta a situaciones conflictivas.
3) Efectos en la respuesta de Catarsis:
La observación de escenas de dolor, horror y sufrimiento resulta en catarsis es decir, estos sentimientos pueden ser descargados en forma continua durante o después de la observación de programas de contenido violento.
4) Efectos en la Conducta:
La imitación es muy importante en la adquisición de la conducta ya sea, adaptada o desviada.
La TV ofrece modelos simbólicos, que juegan un papel fundamental en la conformación de la conducta y la modificación de normas sociales. Dichos modelos simbólicos pueden ser positivos (conductas normalmente aceptadas por la sociedad) o negativos (conductas rechazadas por la misma).
Los niños también pueden aprender a creer que las conductas agresivas son una solución aceptable a la provocación, ya que en los programas violentos estas conductas son vistas como moralmente justificables.
Los efectos de la violencia física en TV afectan selectivamente a los varones, mientras que las hembras manifiestan igualmente fuertes reacciones por medio de expresiones no físicas (verbales o psicológicas).
Horario de protección al menor
La ley nacional de radiodifusión 22.285, elaborada y promulgada según las voluntades de la Junta Militar, ya no se ajusta a las necesidades tecnológicas y comerciales de fin de siglo. Pese a las reglamentaciones y decretos dictados a partir de la democracia, su esencia no fue modificada, ni el artículo 17 derogado. En él se establece que, de 8 a 22, la televisión será apta para todo público y los ciclos para menores, ajustados a los requerimientos de su formación. También prohibe la presencia de chicos en programas en vivo pasadas las 22. Este punto se le pasó por alto a Marcelo Tinelli, que durante todo el año último llevó chicos al estudio desde el que emitía “VideoMatch”.
El Comité Federal de Radiodifusión (Comfer) asegura haber labrado durante 1997 unas 570 actas por infracciones a dicho artículo. Inútiles fueron las gestiones de “La Nación” para obtener un detalle de sanciones y valor de las multas. Los directivos del organismo se negaron a proporcionar información, apelando a la confidencialidad que merecen las empresas.
En los últimos años, en la Comisión de Comunicaciones de la Cámara de Diputados se presentaron más de diez proyectos tendientes a reformar la ley, pero la discusión sobre transferencia de ondas, licencias, señales y teledistribución los hizo naufragar antes de llegar al recinto. “El horario de protección al menor ha sido siempre un engaño, una especie de mecanismo por el cual se ha querido salvar la conciencia de algunos, para decir: bueno, después de tal hora puedo hacer más de lo que estaba haciendo antes”, sostiene Pedro Simoncini, presidente de “TV Quality”, de “Educable” y accionista de “TELEFE”.
Estadísticas
Acerca del impacto de la violencia televisiva en el universo infantil, las universidades de Quilmes, Buenos Aires y Belgrano, en un trabajo conjunto, descubrieron que en 242 horas de programación se reconocieron 4703 escenas de violencia. Según esta estadística, cada tres minutos se producen imágenes de agresión que se duplican los fines de semana y en períodos de vacaciones. Los autores concluyen que, a lo largo de seis años, un menor acumula en su memoria un total de 85.410 escenas violentas.
En una reciente investigación, la psicóloga infantil uruguaya Tatiana Merlo Flores concluye que los menores intuyen cuándo un programa es inconveniente para su edad. Los encuestados dijeron saber que existe un horario y series que no deberían ver, aunque en este sentido permanentemente burlan a sus padres. Como medida para solucionar esto, el 47% propone respetar el horario de protección, mientras que el 37% cree que debería ver programas con sus padres, y el 10% piensa que la solución está en no adelantar contenidos.
¿Qué opinan los chicos?
La indiferencia generalizada en cuanto a una mejor programación pedida por los chicos y a una extensión en el horario de protección al menor, movilizó a las organizaciones educativas no gubernamentales a reunirse en la Red Pro TV.
Entre las entidades agrupadas, “TV Familia” es literalmente la más joven, pues está formada por socios de 9 a 15 años, y presidida por Agustina Marcenaro, una activa funcionaria de apenas 13 años.
Los chicos planean hacer campañas en colegios, recorren despachos de diputados y funcionarios públicos buscando apoyo para su iniciativa.
“Los medios son necesarios para ayudarnos a crecer. Pero acá se abusan de su capacidad, manipulan a la gente y olvidan que en el público hay chicos. Pedimos esto porque nos quedamos mirando la tele hasta las once. Los padres trabajan hasta muy tarde, llegan a casa cansados y permiten ver cualquier cosa para no pelear -explica, -. Todos buscamos ejemplos, identificarnos con personajes, copiar la ropa que usan, la manera de hablar y así formarse uno mismo. Yo veo “Verano del 98″ porque me engancha, pero lo critico, sé que no refleja mi realidad. Pero, por ejemplo, en mi escuela, una chica de primer año se tiñó el pelo como una actriz de “Chiquititas” y otra, de tercer grado, le dijo a la madre que si la retaba, se iba a vivir a “Rincón de Luz”. No queremos prohibiciones, sólo extender el horario de 7 a 23, que el Comfer cumpla con su parte y que los canales piensen un código de ética serio, además de no pasar avances de pornografía y violencia. Ahora pedimos en el Congreso una reunión bicameral. Esperamos que escuchen”, dice, mientras su mamá la mira sin decir una palabra.
Agustina participó a mediados de Marzo del ‘99 en la Cumbre Mundial del Niño y la Televisión, realizada en Londres. Cambió experiencias e información, pronunció un discurso ante chicos de todo el planeta y llegó a la conclusión de que si ellos no trabajan por sus intereses, pocos adultos lo harán. Al menos, eso comprobó cuando se acercó por primera vez a los medios locales. Los chicos de su agrupación escribieron un obra de teatro corta para representar en los canales. La idea era ilustrar cómo impacta una imagen en sus emociones.
“Fuimos a Memoria y a América , y en todas partes nos dijeron que ya salíamos al aire. Pasaba el tiempo, y nada. Esperamos, insistimos, pero nunca nos dieron espacio.”
Cuando la niñera mecánica era una hoguera de vanidades y exabruptos, en agosto último la ATA tomó medidas que se materializaron en unas placas preventivas, exhibidas sólo antes de la transmisión de películas extranjeras. En sus postulados de buena voluntad, los directivos acordaron omitir avances publicitarios que contuvieran promoción indiscriminada de “sexo, desnudeces, muerte, acciones violentas, sangre, homosexualidad implícita, lenguaje impropio y escenas que alienten el uso de drogas”, literalmente y en ese orden. Finalmente, prometieron ajustar los programas nacionales, supuestamente en similar sentido.
Finalmente me doy cuenta de que nosotros, los mayores, ya seamos padres, hermanos, parientes, conocidos o profesores repetimos con frecuencia a los niños que ellos son el futuro, la esperanza del mundo, los hombres del mañana, etcétera. Pero solo basta echar un vistazo a la cartelera del día para preguntarnos si la frase no se ha vuelto otro de nuestros tantos lugares comunes.
Un estudio similar elaborado con cien preescolares permitió comprobar que el 48% mira -solo o con los padres- ciclos para adultos; el 19%, ciclos para adolescentes, y sólo el resto mira nada más que dibujitos. Varios chiquitos dijeron ver a Mariano sólo para poder estar con sus padres “un ratito más”, aunque sea, compartiendo a Grondona.Aun sin conocerse a ciencia cierta el verdadero impacto que ejerce la televisión sobre sus audiencias, esta “ideología” estaría sufriendo serias contradicciones si se considera que, de los diez programas más vistos por la teleplatea infantil, 50 por ciento son “para niños” ;tanto por su género como por sus protagonistas; mientras la otra mitad son entretenimientos para “la familia
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