Sociedad
Floggers: Blanco de la intolerancia
Son blanco de constantes agresiones, los adolescentes de otras "tribus" urbanas dicen detestarlos y a diario reciben insultos de quienes rechazan su glorificación de la imagen y su afán de notoriedad: tras la muerte de un joven en el pueblo de Las Tapias, en Córdoba, golpeado sólo por flogger , crece el temor a la estigmatización social de este grupo juvenil. Qué hay detrás de este rechazo y por qué la floggerfobia comienza a ser motivo de preocupación Por Lorena Oliva
Ignacio no parece un flogger , pero lo es. Desapareció el flequillo largo peinado sobre la cara, lleva una gorra de lana calada roja y blanca y su ropa es de una monocromía que no coincide con el "uniforme" colorido que caracteriza a la tribu adolescente a la que dice pertenecer.
"Después de lo de Córdoba, mi vieja me obligó a cortarme el pelo, y como lo tengo ondulado, no me queda bien", se excusa.
Lo de Córdoba a lo que alude Ignacio no es otra cosa que la muerte de Joel Guillermo Cáceres, el joven que el 21 de diciembre pasado murió a la salida de un boliche en la localidad cordobesa de Las Tapias, luego de ser golpeado por su condición de flogger .
Este hecho -por su desenlace el ejemplo más dramático de la intolerancia que muchos floggers padecen de manera cotidiana- está lejos de ser el único caso de agresión o discriminación contra este grupo que, coinciden adolescentes y especialistas, se ha convertido en el blanco preferido de las burlas, los insultos y las intimidaciones físicas y verbales de otros jóvenes.
Los floggers se hicieron conocidos para el gran público a partir de las peleas -no siempre buscadas por ellos- en que se trenzaron algunos de sus miembros con integrantes de otras tribus urbanas en las escalinatas del shopping Abasto. Pero entonces, en septiembre pasado, las agresiones se distribuían en forma más o menos equitativa entre los distintos grupos. Hoy, en cambio, hay una creciente preocupación entre jóvenes y especialistas de que los floggers se hayan convertido en el chivo expiatorio preferido de otros jóvenes.
Las señales de intolerancia comienzan incluso a ser materia de exportación. En estos días puede verse en Punta del Este, frente a La Mansa, un enorme grafiti con la leyenda "Floggers putos".
En ese contexto, no es de extrañar que la comunidad flogger haya comenzado a tomar ciertas precauciones: ahora prefieren organizar salidas grupales (un flogger sólo es presa fácil, admiten ellos) y muchos optaron por un perfil más reservado. "A veces uno lo hace más que nada presionado por sus viejos, que como tienen miedo nos piden que evitemos salir muy producidos", explica Joaquín (14), que es flogger desde hace más o menos un año.
Con él están Ignacio (15), quien reconoce que se agarra a las piñas casi a diario para defenderse de algún tipo de agresión, y Julián (16), quien recuerda un episodio ocurrido un par de semanas atrás. "Ibamos caminando por el estacionamiento del supermercado Jumbo de Unicenter y nos cruzamos con un grupo de negros (sic). Y uno de ellos dijo: "esos son floggers , vamos a pegarles". Ellos eran más, así que si no salíamos corriendo, nos cagaban a piñas", dice con impotencia.
El adolescente asegura que su caso no es excepción. "Estoy lleno de amigos que padecen este tipo de cosas todo el tiempo. Por ejemplo Gonza, uno de mis mejores amigos, al que hace pocos días le robaron todo en Carapachay y le dijeron que era por ser flogger . Unos días antes, estábamos con él en una fiesta y, de la nada, vino un flaco que era skinhead y le empezó a pegar. Lo más loco es que nadie nos ayudó y la dueña del lugar nos pidió que nos fuéramos sólo a nosotros."
¿Floggerfobia?
María José Hooft, autora del libro Tribus urbanas , cree que hay motivos para la preocupación y desliza un término inquietante: floggerfobia . La palabra deriva de un término que circuló por México hace un año: emofobia , que aludía a una serie de incidentes que tuvo a los integrantes de otra tribu urbana, los emos, como protagonistas y víctimas. En marzo del año último, miembros de otros grupos se organizaron vía Internet para boicotear sus reuniones y agredirlos en varias ciudades.
Para reforzar su idea, Hooft enumera algunos de los mensajes que circularon por aquí en la Red después de la muerte de Cáceres: "Hay que matarlos a todos como cucarachas", "Haga patria, mate a un flogger " o "La revolución no usa chupines" fueron algunos.
Pero, ¿por qué los floggers y qué hay detrás de esta agresividad de la que parecen ser objeto?
"Los floggers son, generalmente, receptores de violencia. No la incitan, al menos de manera consciente, pero lo cierto es que algunos aspectos de su estilo generan irritación entre otros grupos. Su apariencia los presenta como seres que viven en un mundo feliz, sin grandes preocupaciones, muy frívolos y hedonistas, y con un nivel socioeconómico supuestamente elevado. Todas estas características son interpretadas como una provocación por algunos miembros de otras tribus juveniles, como los cumbieros, y también por ciertos grupos marginales", explica Hooft.
Agustina (14), María Josefina (15) y Delfina (15) viven en Martínez y no tienen apariencia de cumbieras ni, mucho menos, de marginales. Sin embargo, aseguran odiar a los floggers . "Nosotras no somos floggers . Somos normales", dice de manera provocadora María Josefina el miércoles último, en el patio de comidas del shopping Unicenter.
"Es que los floggers son unos anormales. Son unos grasas que se quieren hacer los chetos. Y me da bronca que les hagan notas por no hacer nada. A la que más odio es a Cumbio, porque es una groncha que sale todo el tiempo por televisión", agrega Delfina.
A ellas se suman Tomás A., de 16 años, y Lucas T. de 17. Tomás tiene una gorra blanca que esconde un flequillo peinado al costado, al mejor estilo flogger . "Antes era flogger , pero por la imagen. Es que soy tarjetero de un boliche (Abadía) y eso te da más levante. Pero en realidad yo vivo en Munro, en una zona llena de villas. Soy amigo de villeros que, conmigo, todo bien. Pero que si ven a un flogger son capaces de robarle, molestarlo o hacerle algo."
El caso de Lucas, mejor conocido como "Mmuza", es peculiar. Se presenta como un ex flogger . "Dejé de usar el Fotolog como antes, después de un día en el que estuve muy viciado con el tema (sic). Tengo amigos que no salieron durante todo el verano pasado por estar con la compu." En el momento de la entrevista, el último posteo de fotos de Mmuza había sido el día anterior. Allí se lo puede ver con un amigo, posando con el pelo revuelto, al mejor estilo de un modelo.
Muy cerca de ellos, Lucía, de 17, ofrece otra muestra de intolerancia cuando recuerda que hace pocos días empujó a una flogger, a pesar de no tener motivo alguno para hacerlo. "Los odio, no sé muy bien por qué. Pero los veo y me dan ganas de pegarles. Ellos se quedan en el molde y no se defienden. Entonces da para pegarles", cuenta.
De todas maneras, para la titular del Inadi, María José Libertino, está más que claro lo que pasa con estos jóvenes. "Creo que estas disputas no están muy lejos de otros casos de discriminación, tal vez, más naturalizados en nuestra sociedad, como cuando los de la platea les gritan "villeros" a los de la popular."
Y agrega: "El verdadero problema aquí no son los floggers ni los villeros, sino lo que tiene que estar pasando en el mundo adulto, la poca contención que les estamos brindando a nuestros jóvenes, para que esto llegue a la gravedad de una muerte".
Similares, pero diferentes
A diferencia de los grupos urbanos de otra época, si algo caracteriza a estas tribus de la posmodernidad es la falta de una ideología, llana o profunda. Y los floggers son, en ese sentido, el mejor exponente. "Más allá de que uno pueda estar de acuerdo o no con lo que postulaban, algunas de las tribus de otras décadas se planteaban como una contracultura. Hippies , punks , góticos o rockeros tenían, en general, algún tipo de ideal. Los floggers , en cambio, no quieren cambiar nada. Quieren divertirse mientras dure", describe Hooft, a cargo de la cátedra de Subculturas Juveniles en el Instituto Bíblico del Río de la Plata.
Adoradores de la popularidad que suponen obtener al recolectar una determinada cantidad de firmas en sus fotologs, los floggers parecen estar en pose permanente. Pantalones chupines y coloridas remeras con escote en V, enormes anteojos, determinados modelos de zapatillas, así como collares con cierto toque artesanal, componen su uniforme. No debe faltar el flequillo peinado hacia el costado, tapando toda la frente.
Claro que, frente al desprecio que comienzan a percibir a su alrededor, es frecuente encontrar ahora jóvenes vestidos así que se esfuerzan en aclarar que no son floggers , así como jóvenes que lo son aunque no vistan de esa manera.
"Yo era re flogger hasta que me cansé", afirma Daniel, de 14, delante de todos sus amigos, quienes a sus espaldas corean que de lo que se cansó Daniel no es de usar Fotolog, sino de que lo bardearan (sic).
A su lado está Nicolás, un adolescente de 15 años y modos afeminados que se hace llamar "ex yeguo star". Recuerda que su condición de flogger le valió una agarrada a las piñas el viernes último en Pinar de Rocha. Dice que ganó él, pero sabe que su contrincante se la tiene jurada.
Aunque la violencia entre grupos es tan antigua como los grupos mismos, en la actualidad se imponen ciertas formas novedosas de agresividad: los insultos y las agresiones -potenciados por el anonimato que ofrece Internet y por un contexto social desigual y desintegrado- no son sólo potestad de los integrantes de las diversas tribus, sino también de individuos que, sin pertenecer a grupo alguno, se suman a esta dinámica.
"La no tribalidad es también una forma de identificación. El no tribal no entraba anteriormente en este tipo de disputas, se mantenía al margen. Pero ahora toma una posición más activa", afirma la socióloga Laura Goszczynski, coautora junto con Marcelo Urresti del libro Ciberculturas Juveniles .
Son las agresiones de este último grupo, justamente, las que más molestan a Agustina Vivero, más conocida como "Cumbio", una adolescente de 17 años que alcanzó una extraordinaria popularidad con su Fotolog, hasta el punto de encabezar campañas publicitarias y, hace poco más de un mes, publicar un libro ( Yo, Cumbio , de Ed. Planeta).
"Hay gente grande, te diría que de entre 20 y 30, que cuando ve a floggers superproducidos les gritan " floggers de mierda", "putos", "payasos". Te dan ganas de escupirlos, porque no hay motivo para que los agredan. ¿Qué hacemos de malo? ¿Tanto problema porque nos juntamos y tenemos amigos? Tal vez me vista de colores. ¿Y cuál es?", dice desafiante.
Cumbio es consciente de que, en el marco de las disputas tribales que se dirimen en la Web, los floggers son quienes reciben la mayor parte del odio y la agresividad. "Es lógico, porque concentramos todas las visitas. Ya hay casi 6 millones de fotologs en el país", enfatiza.
Pero el dramático traspaso de ese odio virtual a la vida real que simbolizó la muerte de Guillermo Cáceres, en Córdoba, la llenó de preocupación: "Cuando me enteré, se me puso la piel de gallina. Sabía que había amenazas en Internet, pero esto es demasiado. Da miedo. No a mí personalmente, que siempre estoy acompañada por alguien que me cuida, pero sé de amigos que hoy tienen miedo."
Según el sociólogo Luis García Fanlo, titular de la cátedra de Sociología de la argentinidad en la UBA, la estigmatización del que es diferente fue parte del proceso de construcción de nuestra identidad como sociedad. Pero esta estigmatización de los floggers le parece contradictoria: "Cuando se los discrimina, se pasa por alto que estos chicos sólo pueden ser el producto de una sociedad de consumidores como la nuestra, que instalan la idea de que está bueno ser flogger ya que, en una sociedad sin estímulos o espacios de inclusión, es una manera de salvarse. Otros van a lo de Tinelli y bailan por un sueño".
En todo caso, la muerte de Cáceres recuerda que la intolerancia y la discriminación del que es diferente son también formas de una violencia que nos interpela como sociedad.
© LA NACION
Hechos de violencia
5 de marzo de 2008: Un grupo de jóvenes se enfrentó a los golpes y provocó destrozos en el shopping Abasto. La pelea habría sido por una disputa entre floggers , según los efectivos de seguridad del lugar.
8 de septiembre de 2008: Otro enfrentamiento en Abasto, protagonizado por miembros de diferentes tribus. Veinte jóvenes fueron detenidos.
12 de octubre de 2008: Una gresca en la ciudad de Mendoza, iniciada por una joven flogger y otra cumbiera, desencadenó un enfrentamiento entre distintas tribus.
21 de diciembre de 2008: Joel Guillermo Cáceres, un adolescente de 16 años, murió luego de ser golpeado por otro debido a su apariencia flogger .
Agresiones en el mundo virtual
Videos, páginas y foros son algunos de los medios de los que se vale la intolerancia dentro del mundo virtual. Dirigida hacia todo tipo de grupos sociales, las nuevas tribus urbanas ( floggers , emos, cumbieros, etc.) no son la excepción.
En el caso de la extensa comunidad flogger , las páginas ofensivas se colaron también en Fotolog , la red social que funciona como el primer territorio en el que sus miembros nacen, se conocen y se conectan.
Tal es el caso de www.fotolog.com/odio_a_los_floggers , en el que su administrador, un joven formoseño explica en idioma flogger el por qué de su rechazo e invita opinar: "...en realidad esta buena la onda,, osea a mi me gusta,,el bailecito poronga ja,,y los chupines...:D pero aca en fsa ai algunos q se abusan,,y de ser un stilo para algunos pocos nada mas...se me hicieron todos floggers!!!!
También dentro de Fotolog, Cumbio_es_cumbia es otro espacio antiflogger. "Tanto éxito por hacer nada. Fotolog contento. Si no sos gold te cierran la cuenta. Una ofensa contra los derechos, de parte de quien dice ser una "compañia global", asegura su titular que, amparado en el anonimato, parafrasea al humorista Diego Capusotto: "Antes quemaban cuarteles, ahora se sacan fotos..."
En Facebook , la aversión hacia esta tribu también hizo pie de manera peligrosa. Muerte a los Flogger , Haga patria, mate un Flogger o Le ruego a dios que mi hijo no sea floguer (sic)" son tres sitios que circulan por este portal y que suman seguidores.
"HOLA SI. NO SOPORTO A LOS FLOGGERS!!!!!!!! ME DAN ASKO, DETESTO A LA GENTE SIN PERSONALIDAD...... " es uno de los comentarios que puede leerse en la página http://www.alfabetizacionflogger.com/ , que se burla del lenguaje utilizado por este grupo.
L. O.
Floggers: Blanco de la intolerancia
Son blanco de constantes agresiones, los adolescentes de otras "tribus" urbanas dicen detestarlos y a diario reciben insultos de quienes rechazan su glorificación de la imagen y su afán de notoriedad: tras la muerte de un joven en el pueblo de Las Tapias, en Córdoba, golpeado sólo por flogger , crece el temor a la estigmatización social de este grupo juvenil. Qué hay detrás de este rechazo y por qué la floggerfobia comienza a ser motivo de preocupación Por Lorena Oliva
Ignacio no parece un flogger , pero lo es. Desapareció el flequillo largo peinado sobre la cara, lleva una gorra de lana calada roja y blanca y su ropa es de una monocromía que no coincide con el "uniforme" colorido que caracteriza a la tribu adolescente a la que dice pertenecer.
"Después de lo de Córdoba, mi vieja me obligó a cortarme el pelo, y como lo tengo ondulado, no me queda bien", se excusa.
Lo de Córdoba a lo que alude Ignacio no es otra cosa que la muerte de Joel Guillermo Cáceres, el joven que el 21 de diciembre pasado murió a la salida de un boliche en la localidad cordobesa de Las Tapias, luego de ser golpeado por su condición de flogger .
Este hecho -por su desenlace el ejemplo más dramático de la intolerancia que muchos floggers padecen de manera cotidiana- está lejos de ser el único caso de agresión o discriminación contra este grupo que, coinciden adolescentes y especialistas, se ha convertido en el blanco preferido de las burlas, los insultos y las intimidaciones físicas y verbales de otros jóvenes.
Los floggers se hicieron conocidos para el gran público a partir de las peleas -no siempre buscadas por ellos- en que se trenzaron algunos de sus miembros con integrantes de otras tribus urbanas en las escalinatas del shopping Abasto. Pero entonces, en septiembre pasado, las agresiones se distribuían en forma más o menos equitativa entre los distintos grupos. Hoy, en cambio, hay una creciente preocupación entre jóvenes y especialistas de que los floggers se hayan convertido en el chivo expiatorio preferido de otros jóvenes.
Las señales de intolerancia comienzan incluso a ser materia de exportación. En estos días puede verse en Punta del Este, frente a La Mansa, un enorme grafiti con la leyenda "Floggers putos".
En ese contexto, no es de extrañar que la comunidad flogger haya comenzado a tomar ciertas precauciones: ahora prefieren organizar salidas grupales (un flogger sólo es presa fácil, admiten ellos) y muchos optaron por un perfil más reservado. "A veces uno lo hace más que nada presionado por sus viejos, que como tienen miedo nos piden que evitemos salir muy producidos", explica Joaquín (14), que es flogger desde hace más o menos un año.
Con él están Ignacio (15), quien reconoce que se agarra a las piñas casi a diario para defenderse de algún tipo de agresión, y Julián (16), quien recuerda un episodio ocurrido un par de semanas atrás. "Ibamos caminando por el estacionamiento del supermercado Jumbo de Unicenter y nos cruzamos con un grupo de negros (sic). Y uno de ellos dijo: "esos son floggers , vamos a pegarles". Ellos eran más, así que si no salíamos corriendo, nos cagaban a piñas", dice con impotencia.
El adolescente asegura que su caso no es excepción. "Estoy lleno de amigos que padecen este tipo de cosas todo el tiempo. Por ejemplo Gonza, uno de mis mejores amigos, al que hace pocos días le robaron todo en Carapachay y le dijeron que era por ser flogger . Unos días antes, estábamos con él en una fiesta y, de la nada, vino un flaco que era skinhead y le empezó a pegar. Lo más loco es que nadie nos ayudó y la dueña del lugar nos pidió que nos fuéramos sólo a nosotros."
¿Floggerfobia?
María José Hooft, autora del libro Tribus urbanas , cree que hay motivos para la preocupación y desliza un término inquietante: floggerfobia . La palabra deriva de un término que circuló por México hace un año: emofobia , que aludía a una serie de incidentes que tuvo a los integrantes de otra tribu urbana, los emos, como protagonistas y víctimas. En marzo del año último, miembros de otros grupos se organizaron vía Internet para boicotear sus reuniones y agredirlos en varias ciudades.
Para reforzar su idea, Hooft enumera algunos de los mensajes que circularon por aquí en la Red después de la muerte de Cáceres: "Hay que matarlos a todos como cucarachas", "Haga patria, mate a un flogger " o "La revolución no usa chupines" fueron algunos.
Pero, ¿por qué los floggers y qué hay detrás de esta agresividad de la que parecen ser objeto?
"Los floggers son, generalmente, receptores de violencia. No la incitan, al menos de manera consciente, pero lo cierto es que algunos aspectos de su estilo generan irritación entre otros grupos. Su apariencia los presenta como seres que viven en un mundo feliz, sin grandes preocupaciones, muy frívolos y hedonistas, y con un nivel socioeconómico supuestamente elevado. Todas estas características son interpretadas como una provocación por algunos miembros de otras tribus juveniles, como los cumbieros, y también por ciertos grupos marginales", explica Hooft.
Agustina (14), María Josefina (15) y Delfina (15) viven en Martínez y no tienen apariencia de cumbieras ni, mucho menos, de marginales. Sin embargo, aseguran odiar a los floggers . "Nosotras no somos floggers . Somos normales", dice de manera provocadora María Josefina el miércoles último, en el patio de comidas del shopping Unicenter.
"Es que los floggers son unos anormales. Son unos grasas que se quieren hacer los chetos. Y me da bronca que les hagan notas por no hacer nada. A la que más odio es a Cumbio, porque es una groncha que sale todo el tiempo por televisión", agrega Delfina.
A ellas se suman Tomás A., de 16 años, y Lucas T. de 17. Tomás tiene una gorra blanca que esconde un flequillo peinado al costado, al mejor estilo flogger . "Antes era flogger , pero por la imagen. Es que soy tarjetero de un boliche (Abadía) y eso te da más levante. Pero en realidad yo vivo en Munro, en una zona llena de villas. Soy amigo de villeros que, conmigo, todo bien. Pero que si ven a un flogger son capaces de robarle, molestarlo o hacerle algo."
El caso de Lucas, mejor conocido como "Mmuza", es peculiar. Se presenta como un ex flogger . "Dejé de usar el Fotolog como antes, después de un día en el que estuve muy viciado con el tema (sic). Tengo amigos que no salieron durante todo el verano pasado por estar con la compu." En el momento de la entrevista, el último posteo de fotos de Mmuza había sido el día anterior. Allí se lo puede ver con un amigo, posando con el pelo revuelto, al mejor estilo de un modelo.
Muy cerca de ellos, Lucía, de 17, ofrece otra muestra de intolerancia cuando recuerda que hace pocos días empujó a una flogger, a pesar de no tener motivo alguno para hacerlo. "Los odio, no sé muy bien por qué. Pero los veo y me dan ganas de pegarles. Ellos se quedan en el molde y no se defienden. Entonces da para pegarles", cuenta.
De todas maneras, para la titular del Inadi, María José Libertino, está más que claro lo que pasa con estos jóvenes. "Creo que estas disputas no están muy lejos de otros casos de discriminación, tal vez, más naturalizados en nuestra sociedad, como cuando los de la platea les gritan "villeros" a los de la popular."
Y agrega: "El verdadero problema aquí no son los floggers ni los villeros, sino lo que tiene que estar pasando en el mundo adulto, la poca contención que les estamos brindando a nuestros jóvenes, para que esto llegue a la gravedad de una muerte".
Similares, pero diferentes
A diferencia de los grupos urbanos de otra época, si algo caracteriza a estas tribus de la posmodernidad es la falta de una ideología, llana o profunda. Y los floggers son, en ese sentido, el mejor exponente. "Más allá de que uno pueda estar de acuerdo o no con lo que postulaban, algunas de las tribus de otras décadas se planteaban como una contracultura. Hippies , punks , góticos o rockeros tenían, en general, algún tipo de ideal. Los floggers , en cambio, no quieren cambiar nada. Quieren divertirse mientras dure", describe Hooft, a cargo de la cátedra de Subculturas Juveniles en el Instituto Bíblico del Río de la Plata.
Adoradores de la popularidad que suponen obtener al recolectar una determinada cantidad de firmas en sus fotologs, los floggers parecen estar en pose permanente. Pantalones chupines y coloridas remeras con escote en V, enormes anteojos, determinados modelos de zapatillas, así como collares con cierto toque artesanal, componen su uniforme. No debe faltar el flequillo peinado hacia el costado, tapando toda la frente.
Claro que, frente al desprecio que comienzan a percibir a su alrededor, es frecuente encontrar ahora jóvenes vestidos así que se esfuerzan en aclarar que no son floggers , así como jóvenes que lo son aunque no vistan de esa manera.
"Yo era re flogger hasta que me cansé", afirma Daniel, de 14, delante de todos sus amigos, quienes a sus espaldas corean que de lo que se cansó Daniel no es de usar Fotolog, sino de que lo bardearan (sic).
A su lado está Nicolás, un adolescente de 15 años y modos afeminados que se hace llamar "ex yeguo star". Recuerda que su condición de flogger le valió una agarrada a las piñas el viernes último en Pinar de Rocha. Dice que ganó él, pero sabe que su contrincante se la tiene jurada.
Aunque la violencia entre grupos es tan antigua como los grupos mismos, en la actualidad se imponen ciertas formas novedosas de agresividad: los insultos y las agresiones -potenciados por el anonimato que ofrece Internet y por un contexto social desigual y desintegrado- no son sólo potestad de los integrantes de las diversas tribus, sino también de individuos que, sin pertenecer a grupo alguno, se suman a esta dinámica.
"La no tribalidad es también una forma de identificación. El no tribal no entraba anteriormente en este tipo de disputas, se mantenía al margen. Pero ahora toma una posición más activa", afirma la socióloga Laura Goszczynski, coautora junto con Marcelo Urresti del libro Ciberculturas Juveniles .
Son las agresiones de este último grupo, justamente, las que más molestan a Agustina Vivero, más conocida como "Cumbio", una adolescente de 17 años que alcanzó una extraordinaria popularidad con su Fotolog, hasta el punto de encabezar campañas publicitarias y, hace poco más de un mes, publicar un libro ( Yo, Cumbio , de Ed. Planeta).
"Hay gente grande, te diría que de entre 20 y 30, que cuando ve a floggers superproducidos les gritan " floggers de mierda", "putos", "payasos". Te dan ganas de escupirlos, porque no hay motivo para que los agredan. ¿Qué hacemos de malo? ¿Tanto problema porque nos juntamos y tenemos amigos? Tal vez me vista de colores. ¿Y cuál es?", dice desafiante.
Cumbio es consciente de que, en el marco de las disputas tribales que se dirimen en la Web, los floggers son quienes reciben la mayor parte del odio y la agresividad. "Es lógico, porque concentramos todas las visitas. Ya hay casi 6 millones de fotologs en el país", enfatiza.
Pero el dramático traspaso de ese odio virtual a la vida real que simbolizó la muerte de Guillermo Cáceres, en Córdoba, la llenó de preocupación: "Cuando me enteré, se me puso la piel de gallina. Sabía que había amenazas en Internet, pero esto es demasiado. Da miedo. No a mí personalmente, que siempre estoy acompañada por alguien que me cuida, pero sé de amigos que hoy tienen miedo."
Según el sociólogo Luis García Fanlo, titular de la cátedra de Sociología de la argentinidad en la UBA, la estigmatización del que es diferente fue parte del proceso de construcción de nuestra identidad como sociedad. Pero esta estigmatización de los floggers le parece contradictoria: "Cuando se los discrimina, se pasa por alto que estos chicos sólo pueden ser el producto de una sociedad de consumidores como la nuestra, que instalan la idea de que está bueno ser flogger ya que, en una sociedad sin estímulos o espacios de inclusión, es una manera de salvarse. Otros van a lo de Tinelli y bailan por un sueño".
En todo caso, la muerte de Cáceres recuerda que la intolerancia y la discriminación del que es diferente son también formas de una violencia que nos interpela como sociedad.
© LA NACION
Hechos de violencia
5 de marzo de 2008: Un grupo de jóvenes se enfrentó a los golpes y provocó destrozos en el shopping Abasto. La pelea habría sido por una disputa entre floggers , según los efectivos de seguridad del lugar.
8 de septiembre de 2008: Otro enfrentamiento en Abasto, protagonizado por miembros de diferentes tribus. Veinte jóvenes fueron detenidos.
12 de octubre de 2008: Una gresca en la ciudad de Mendoza, iniciada por una joven flogger y otra cumbiera, desencadenó un enfrentamiento entre distintas tribus.
21 de diciembre de 2008: Joel Guillermo Cáceres, un adolescente de 16 años, murió luego de ser golpeado por otro debido a su apariencia flogger .
Agresiones en el mundo virtual
Videos, páginas y foros son algunos de los medios de los que se vale la intolerancia dentro del mundo virtual. Dirigida hacia todo tipo de grupos sociales, las nuevas tribus urbanas ( floggers , emos, cumbieros, etc.) no son la excepción.
En el caso de la extensa comunidad flogger , las páginas ofensivas se colaron también en Fotolog , la red social que funciona como el primer territorio en el que sus miembros nacen, se conocen y se conectan.
Tal es el caso de www.fotolog.com/odio_a_los_floggers , en el que su administrador, un joven formoseño explica en idioma flogger el por qué de su rechazo e invita opinar: "...en realidad esta buena la onda,, osea a mi me gusta,,el bailecito poronga ja,,y los chupines...:D pero aca en fsa ai algunos q se abusan,,y de ser un stilo para algunos pocos nada mas...se me hicieron todos floggers!!!!
También dentro de Fotolog, Cumbio_es_cumbia es otro espacio antiflogger. "Tanto éxito por hacer nada. Fotolog contento. Si no sos gold te cierran la cuenta. Una ofensa contra los derechos, de parte de quien dice ser una "compañia global", asegura su titular que, amparado en el anonimato, parafrasea al humorista Diego Capusotto: "Antes quemaban cuarteles, ahora se sacan fotos..."
En Facebook , la aversión hacia esta tribu también hizo pie de manera peligrosa. Muerte a los Flogger , Haga patria, mate un Flogger o Le ruego a dios que mi hijo no sea floguer (sic)" son tres sitios que circulan por este portal y que suman seguidores.
"HOLA SI. NO SOPORTO A LOS FLOGGERS!!!!!!!! ME DAN ASKO, DETESTO A LA GENTE SIN PERSONALIDAD...... " es uno de los comentarios que puede leerse en la página http://www.alfabetizacionflogger.com/ , que se burla del lenguaje utilizado por este grupo.
L. O.
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