sociedad
sondeo por el microcentro porteño
Las cosas que todavía se pueden comprar por un peso
Dos turrones. Tres cigarrillos. Una carta de no más de 20 gramos. Qué (pocas) cosas aún están al alcance de la moneda bicolor.
Dos turrones. O cinco caramelos de dulce de leche. O dos chupetines Pico dulce. O tres cajas de cuarenta fósforos. O tres cigarrillos sueltos. O seis galletitas saladas Club Social. O un paquetito de pastillas de menta. Usted elige. Por $1 puede acceder a cualquiera de estas opciones que descansan en la vitrina de un kiosco de Buenos Aires. Pero no es tan sencillo. Para calmar la sed, un peso no alcanza. La botella de agua mineral de medio litro que alguna vez se consiguió con una moneda, ahora cuesta $2,50 en el mejor y más barato de los casos. Tampoco los jugos frutales de cartón son una posibilidad: hoy salen $1,50 o $2, según la marca. Para apaciguar las temperaturas todavía elevadas, la única alternativa que queda es el helado de palito Popsy Frutal, de Frigor. El kiosquero de Bernardo de Irigoyen al 100 es claro: “Es el único que existe por esa plata”. Cuando se incursionan otros rubros, la aventura de conseguir qué comprar por un peso en Buenos Aires se va volviendo más y más compleja. Por ejemplo, las posibilidades farmacéuticas que brinda la moneda bicolor se reducen sólo a dos: una tableta de Parageniol o un sobre de Bayaspirina C (los dos, analgésicos antifebriles). “Nada más”, se indigna el empleado que atiende una farmacia en Chacabuco y Alsina. Navegar 20 minutos en Internet está al alcance de nuestra moneda, pero más no: media hora frente a la pantalla equivale a $1,40. Pero no hay que desanimarse. Todavía se puede mandar una carta simple que no pese más de 20 gramos o hacer, desde cualquier locutorio, una llamada local de ocho minutos de duración. Y todavía podemos acceder a una lectura entretenida. Un puesto de diarios de Avenida de Mayo ofrece por esa suma una oferta exclusiva: dos fascículos de la colección “Ídolos del Espectáculo Argentino”, que el diario Clarín publicó hace un año. Por un peso, ya no se puede viajar ni en colectivo ni en subte. Pero sí en tren: con 0,80 centavos se puede llegar de Retiro a Florida o a Vicente López; o de Once a Liniers, por poner algunos ejemplos.
Y en una verdulería, hay que optar por una banana o una manzana o un tomate. “Tiene que ser mediano, si no nos pasamos eh...”, juega la verdulera mientras pesa el fruto en la balanza como en un programa de entretenimientos. “Viste, yo te dije: 0,96. Te gané”. En fin, una medialuna de manteca. O una goma de borrar. O una birome. O diez caramelos Sugus. O un viaje de ida en tren. O un billete de lotería.
(*) redactora de Perfil.com
sondeo por el microcentro porteño
Las cosas que todavía se pueden comprar por un peso
Dos turrones. Tres cigarrillos. Una carta de no más de 20 gramos. Qué (pocas) cosas aún están al alcance de la moneda bicolor.
Dos turrones. O cinco caramelos de dulce de leche. O dos chupetines Pico dulce. O tres cajas de cuarenta fósforos. O tres cigarrillos sueltos. O seis galletitas saladas Club Social. O un paquetito de pastillas de menta. Usted elige. Por $1 puede acceder a cualquiera de estas opciones que descansan en la vitrina de un kiosco de Buenos Aires. Pero no es tan sencillo. Para calmar la sed, un peso no alcanza. La botella de agua mineral de medio litro que alguna vez se consiguió con una moneda, ahora cuesta $2,50 en el mejor y más barato de los casos. Tampoco los jugos frutales de cartón son una posibilidad: hoy salen $1,50 o $2, según la marca. Para apaciguar las temperaturas todavía elevadas, la única alternativa que queda es el helado de palito Popsy Frutal, de Frigor. El kiosquero de Bernardo de Irigoyen al 100 es claro: “Es el único que existe por esa plata”. Cuando se incursionan otros rubros, la aventura de conseguir qué comprar por un peso en Buenos Aires se va volviendo más y más compleja. Por ejemplo, las posibilidades farmacéuticas que brinda la moneda bicolor se reducen sólo a dos: una tableta de Parageniol o un sobre de Bayaspirina C (los dos, analgésicos antifebriles). “Nada más”, se indigna el empleado que atiende una farmacia en Chacabuco y Alsina. Navegar 20 minutos en Internet está al alcance de nuestra moneda, pero más no: media hora frente a la pantalla equivale a $1,40. Pero no hay que desanimarse. Todavía se puede mandar una carta simple que no pese más de 20 gramos o hacer, desde cualquier locutorio, una llamada local de ocho minutos de duración. Y todavía podemos acceder a una lectura entretenida. Un puesto de diarios de Avenida de Mayo ofrece por esa suma una oferta exclusiva: dos fascículos de la colección “Ídolos del Espectáculo Argentino”, que el diario Clarín publicó hace un año. Por un peso, ya no se puede viajar ni en colectivo ni en subte. Pero sí en tren: con 0,80 centavos se puede llegar de Retiro a Florida o a Vicente López; o de Once a Liniers, por poner algunos ejemplos.
Y en una verdulería, hay que optar por una banana o una manzana o un tomate. “Tiene que ser mediano, si no nos pasamos eh...”, juega la verdulera mientras pesa el fruto en la balanza como en un programa de entretenimientos. “Viste, yo te dije: 0,96. Te gané”. En fin, una medialuna de manteca. O una goma de borrar. O una birome. O diez caramelos Sugus. O un viaje de ida en tren. O un billete de lotería.
(*) redactora de Perfil.com
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