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domingo, 19 de abril de 2009


cae el consumo en restaurantes
Por la crisis, la clase media vuelve al hábito de la comida casera
En el último semestre creció la venta de alimentos como fideos, arroz o tapas de empanadas, según un relevamiento de la consultora CCR. El consumo de estos productos indicaría un retorno a la costumbre de cocinar en el hogar, como una medida de ahorrar, sobre todo en las familias de clase media. Mientras, las cámaras gastronómicas hablan de una retracción del consumo de hasta 30 por ciento en los restaurantes y bares. Ya cerraron más de 300.
Por Brenda Focas
Así como ante una tormenta el hogar es el refugio preferido, ante el clima económico adverso, las familias argentinas desempolvaron ollas, sartenes y algunas viejas recetas caseras. Porque, con el temporal financiero haciendo estragos en todo el mundo, la salida al restaurante es uno de los primeros lujos dejados de lado.
Según datos auditados por la consultora CCR Latam, productos como harinas, arroz, tapas de empanadas y fideos, claves para cualquier comida casera rápida, están en alza en las góndolas porque, al parecer, el almuerzo o la cena volvió a hacerse en casa.
Para Guillermo Oliveto, directivo de CCR, la sociedad está cambiando sus hábitos a la hora de elegir cómo gastar el dinero. “Es una especie de ‘afuera hacia adentro’ o de ‘paso a paso’. Se empiezan a restringir ciertos consumos que en general venían siendo muy altos. Ni siquiera es abandono de conductas, sino restricción de frecuencia”, explica.
Lo cierto es que cada vez más familias vuelven a cocinar en casa, una experiencia que parecía olvidada, luego del boom del hábito de comer afuera y del delivery que se instaló en la clase media.
“Antes íbamos casi todos los días a algún bar, nos habíamos acostumbrado. Ahora, vamos a veces los fines de semana, y aunque no tenemos ganas, cocinamos”, cuenta Josefina Coss, que vive con su novio en Palermo.
Del estudio de CCR se desprende que comparando el total de 2008 con el primer cuatrimestre de 2009, la venta de harinas creció un 3,8%; los fideos, un 4,7%; las tapas de empanadas y tartas, un 8,4%, y hasta el detergente, un 7,7%, para que quede demostrado que el hábito se instaló completamente. Otros productos que se venden más son los congelados, lácteos y bebidas sin alcohol (aumentaron un 3,6%, un 2,9% y un 8,2%, respectivamente, en comparación con el primer bimestre del año pasado).
“Hay un concepto de volver a ciertos parámetros más austeros, a tener un grado mayor de precaución, dado que está claro que este año no será como el anterior. Y por eso el pie aparece dentro de este nuevo paradigma, un fuerte crecimiento de productos vinculados a lo que llamamos comida casera”, detalla el directivo de CCR.
Mesas vacías. La carta de los restaurantes ya no resulta atractiva para los bolsillos de la clase media. Si las parejas o los solteros tienden a dejar de lado las cenas fuera de casa, para las familias es casi una salida para olvidar.
Paralelamente al alza en la venta de los alimentos básicos en los supermercados, se da el fenómeno de la baja en el consumo de los restaurantes, y bares, que buscan nuevas estrategias de ofertas y promociones para no seguir perdiendo clientela.
También, a la hora de almorzar en el trabajo, muchos eligen la vianda, antes que salir a comer y gastar un promedio de 30 pesos por día. “De vez en cuando íbamos a una parrilla con mis compañeros, pero con los costos de las bebidas más lo que comés, gastás 30 pesos; una locura”, cuenta Pablo Ercoli, un abogado de 30 años que optó por prepararse un tupper para el almuerzo diario, ahora en la oficina.
Y los datos corroboran el fenómeno. Según la Asociación de Hoteles, Restaurantes, Confiterías y Cafés de Buenos Aires, en los últimos cinco meses hubo una retracción del consumo del 25 al 30% en los bares y restaurantes, que se condice con el cierre de más de 300 casas de comida sólo en la Ciudad.
“Hay muchos alimentos y bebidas que ahora se consumen en el hogar, eventos gastronómicos que ahora se hacen en la casa, y la vianda para el trabajo; esto es muy significativo y repercute en la pérdida de clientes que salían a comer afuera”, explica Luis María Peña, presidente de la entidad. Además, agrega que “en los restaurantes del Centro, que trabajan hasta las seis de la tarde, es donde más cayó el consumo, casi un 50%”. Y reconoce que muchos locales se están aggiornando a los tiempos que corren con descuentos, tenedor libre y ofertas. También bajaron los pedidos de delivery.
Para los analistas, el retorno de la comida en casa es más una necesidad que un cambio de costumbre. Oliveto lo resume: “La gente no quiere entregar la mejora en la calidad de consumo que tuvo en los últimos años. Está tratando de mantener el nivel lo más posible, gastando menos o administrando mejor los gastos”.
Tiene sus ventajas si no es vivido como una privación
Aunque para muchos parece algo común, de todos los días, ir a cenar o almorzar fuera de la casa con cierta cotidianidad, es una práctica que se instaló hace poco entre los argentinos. Para la socióloga Daniela Gutiérrez, es a partir de la globalización, y en particular en la década de los noventa en Argentina, cuando la escena de comer ingresó en la lógica del mercado y de la mundialización de la cultura. Por eso, se impusieron nuevos modos de consumo con relación a comer. “El aumento de lugares para comer fuera de casa tiene que ver con un cambio de hábitos culturales: por ejemplo, la eficacia en el trabajo y la lógica de la productividad crearon para los empleados los fast food, y la lógica de la apariencia hizo también para los grupos de clase media en adelante que el verse comiendo pasara a ser un signo de eventual opulencia o bienestar económico”, explica la especialista. También se impuso la moda de la cultura gourmet, como signo de sofisticación y “buen paladar”.
Pero el retorno de volver a la vida doméstica por falta de dinero también tiene su lado positivo. Para Gutiérrez, si no es vivido como privación, “tiene todas las ventajas de una práctica social, que desde que el hombre tuvo casa, implicó una reunión en torno a algo valioso: reunirse, cocinar y comp

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