En La Salada, reflejo del consumo popular, venden 40% menos
Es el principal mercado concentrador de indumentaria donde se proveen mayoristas para el segmento de menores recursos de todo el país. Los días de feria llegaban 180 micros pero ahora sólo van 80. Y cada vez más se ven autos “clasemedieros”, que dejaron de lado primero los prejuicios y luego la comodidad de los negocios y el shopping center.
Por Carmen Lopez Imizcoz//Matias Barberia
El complejo comercial de La Salada, que provee la indumentaria que se vende en la mayoría de los comercios para sectores de menores recursos en el Gran Buenos Aires y el interior del país, también recibió el impacto de la recesión. El parate económico potenció las consecuencias del conflicto con el campo, que de por sí enfrió el consumo desde marzo del año pasado.
PERFIL visitó uno de los complejos que integran el populoso centro comercial durante la madrugada del jueves pasado, horario en el que llegan un centenar de colectivos en “tour de compras” provenientes de todo el país. Fue en busca de aclarar el debate que se generó a partir del respaldo del candidato de la Coalición Cívica, Alfonso Prat Gay, a los comerciantes que actúan en el lugar. Allí los responsables informaron una caída de ventas en marzo del orden del 40% respecto de un año antes.
El peso de la crisis en el interior es palpable en estas cifras. Pero el deterioro de la situación económica también se aprecia sin vueltas cuando los puesteros y responsables revelan que son cada vez más las personas de clase media que abandonan primero los prejuicios y luego la comodidad de los negocios o shopping centers para tomar sus autos particulares y proveerse de indumentaria a precios a casi el 50% de su valor.
La Salada recibe unas 50 mil personas por jornada de actividad. En su mayoría son revendedores. Por eso quienes trabajan en La Salada aseguran que se trata de un termómetro de la Argentina.
Enrique Antequera, administrador de Urkupiña, una de las tres ferias del predio, sostiene que la situación en las provincias es tan mala que no logra ser compensada por la mayor demanda de la clase media metropolitana.
Economistas de diferentes ideologías venían advirtiendo la necesidad de que el Gobierno impulsara medidas para recomponer los ingresos de la clase media-baja y baja, golpeados por un mercado de trabajo que no genera nuevos puestos y elimina primero los empleos informales. En cambio, el Gobierno optó por líneas de crédito e incluso medidas a favor de sectores de mayores ingresos como la eliminación de la tablita de Machinea. En La Salada se nota el efecto.
Recesión. “La mano está dura”, sintetizó Antequera. “Tenemos 80 micros de larga distancia por noche, pero el año pasado llegábamos a 130. Este es el termómetro de lo que pasa en el interior del país, cómo está el ánimo de la gente”, explicó. “Acá viene más gente a buscar trabajo, gente que acaba de cobrar su indemnización”, aseguró.
—¿Vienen a hacer compras mayoristas?
—También minoristas. La gente del Conurbano compra al por menor, mientras que el resto se lleva apara revender
—¿De qué origen es la mercadería que venden?
—Es 100% nacional. No hay intermediarios. De la fábrica al cliente. Son pymes de Capital y de todo el Conurbano.
—¿Y eso se traduce en un apoyo de los productores textiles a La Salada?
—No. Sólo recibimos críticas de las cámaras de comercio. Es hipocresía porque acá viene a comprar hasta la gente de los shoppings. Las grandes marcas de fabricación nacional trabajan con los talleres clandestinos. Acá hay imitaciones, pero si tenés cuatro hijos no podés comprar zapatillas a $ 400, con un sueldo de $ 1.500 por mes. Hay gente que compra mercadería acá y la vende como buena en su local. Hay un poco de hipocresía en todas partes.
—¿Qué centros comerciales se abastecen en La Salada?
—Todos los de la provincia de Buenos Aires, de Lomas de Zamora, La Matanza, San Justo. Hace 18 años que estamos acá.
—¿Hay mercadería trucha o robada?
—No. El 80% de la mercadería es de marcas propias desarrolladas por los puesteros y 100% de fabricación nacional. Algunos copian. Pero, qué pasa: los talleres abastecen a las grandes marcas y les copian los modelos y, de paso, cuando pueden vender, venden.
—¿Son los mismos talleres que abastecen a las grandes marcas?
—Son los mayoristas. La Unión Europea se queja de La Salada. Un equipo deportivo de cualquier marca grande no se fabrica en el país. Viene de China, Taiwán. En La Salada, se da trabajo a más de 100 mil argentinos. Hay 10 mil puestos de venta. Un 60% de lo que se vende en las ferias del interior proviene de La Salada.
—¿Cómo funcionan los puestos que están afuera?
—A los que están afuera (ver aparte), los de la ribera, no los organiza nadie. Son gente que vio el negocio. No aportan nada a nadie. Para nosotros, es competencia desleal. Pero no estoy de acuerdo en que los echen.
—¿Hay un ensañamiento especial con la evasión de La Salada?
—Con la gran recesión y las pocas ventas que hay, la gente de clase media del Conurbano se vuelca a La Salada. Con el problema del campo, se nota la diferencia: viene menos gente del interior.
De Urkupiña a una banca legislativa
El candidato a diputado nacional por la Coalición Cívica Alfonso Prat Gay sorprendió a fines de marzo cuando decidió reivindicar a los trabajadores de La Salada, a los que llamó “emprendedores que toman riesgos”. La jugada, llamativa para un economista de perfil técnico, despertó la ira de CAME y otras cámaras de comerciantes que despotrican contra la informalidad de La Salada. Pero, seguro, le anotó un poroto político.
“Los de la Coalición Cívica son los que mejor se han portado”, dijo a PERFIL Enrique Antequera, presidente de la feria Urkupiña SA, quien asegura estar conversando con distintas corrientes políticas la posibilidad de presentarse como candidato para algún cargo en las elecciones de junio. Y no descarta ir con la Coalición.
“La distribución del ingreso acá no se ve. Te lo digo yo, que la voté”, relató Antequera a PERFIL en alusión a la presidenta Cristina Kirchner. “Lo que no sé es si en junio la voy a volver a votar”, agregó.
Pocas semanas atrás, Antequera contrató asesores de prensa ante la posibilidad de lanzarse al ruedo político. Para ser un debutante, su currículum no está mal: lleva 18 años de gestión al frente de una sociedad anónima que convoca 15 mil personas por día, es conocido en el populoso barrio de Lomas de Zamora y seguido por los más de 3 mil comerciantes de la feria.
El hombre que quizás haya ganado a La Salada para la causa de la Coalición Civica, Alfonso Prat Gay, es un economista reconocido, de perfil técnico cosechado en la banca de inversión JP Morgan, y con buena imagen entre el electorado de su partido. Alcanzó su cima política, hasta la fecha, durante el gobierno de la Alianza, como presidente del Banco Central, y hoy se postula en la Capital Federal. El hombre menos pensado para involucrarse con una feria popular en el Gran Buenos Aires.
Pero parece que le fue bien. “Trajo ideas, quiero creer que no vino sólo por razones políticas sino a integrarse”, analizó Antequera. “El tiene la idea de generar más pymes, nuestra idea es seguir trabajando socialmente. Acá, la gente viene a buscar empleo”, añadió.
Es el principal mercado concentrador de indumentaria donde se proveen mayoristas para el segmento de menores recursos de todo el país. Los días de feria llegaban 180 micros pero ahora sólo van 80. Y cada vez más se ven autos “clasemedieros”, que dejaron de lado primero los prejuicios y luego la comodidad de los negocios y el shopping center.
Por Carmen Lopez Imizcoz//Matias Barberia
El complejo comercial de La Salada, que provee la indumentaria que se vende en la mayoría de los comercios para sectores de menores recursos en el Gran Buenos Aires y el interior del país, también recibió el impacto de la recesión. El parate económico potenció las consecuencias del conflicto con el campo, que de por sí enfrió el consumo desde marzo del año pasado.
PERFIL visitó uno de los complejos que integran el populoso centro comercial durante la madrugada del jueves pasado, horario en el que llegan un centenar de colectivos en “tour de compras” provenientes de todo el país. Fue en busca de aclarar el debate que se generó a partir del respaldo del candidato de la Coalición Cívica, Alfonso Prat Gay, a los comerciantes que actúan en el lugar. Allí los responsables informaron una caída de ventas en marzo del orden del 40% respecto de un año antes.
El peso de la crisis en el interior es palpable en estas cifras. Pero el deterioro de la situación económica también se aprecia sin vueltas cuando los puesteros y responsables revelan que son cada vez más las personas de clase media que abandonan primero los prejuicios y luego la comodidad de los negocios o shopping centers para tomar sus autos particulares y proveerse de indumentaria a precios a casi el 50% de su valor.
La Salada recibe unas 50 mil personas por jornada de actividad. En su mayoría son revendedores. Por eso quienes trabajan en La Salada aseguran que se trata de un termómetro de la Argentina.
Enrique Antequera, administrador de Urkupiña, una de las tres ferias del predio, sostiene que la situación en las provincias es tan mala que no logra ser compensada por la mayor demanda de la clase media metropolitana.
Economistas de diferentes ideologías venían advirtiendo la necesidad de que el Gobierno impulsara medidas para recomponer los ingresos de la clase media-baja y baja, golpeados por un mercado de trabajo que no genera nuevos puestos y elimina primero los empleos informales. En cambio, el Gobierno optó por líneas de crédito e incluso medidas a favor de sectores de mayores ingresos como la eliminación de la tablita de Machinea. En La Salada se nota el efecto.
Recesión. “La mano está dura”, sintetizó Antequera. “Tenemos 80 micros de larga distancia por noche, pero el año pasado llegábamos a 130. Este es el termómetro de lo que pasa en el interior del país, cómo está el ánimo de la gente”, explicó. “Acá viene más gente a buscar trabajo, gente que acaba de cobrar su indemnización”, aseguró.
—¿Vienen a hacer compras mayoristas?
—También minoristas. La gente del Conurbano compra al por menor, mientras que el resto se lleva apara revender
—¿De qué origen es la mercadería que venden?
—Es 100% nacional. No hay intermediarios. De la fábrica al cliente. Son pymes de Capital y de todo el Conurbano.
—¿Y eso se traduce en un apoyo de los productores textiles a La Salada?
—No. Sólo recibimos críticas de las cámaras de comercio. Es hipocresía porque acá viene a comprar hasta la gente de los shoppings. Las grandes marcas de fabricación nacional trabajan con los talleres clandestinos. Acá hay imitaciones, pero si tenés cuatro hijos no podés comprar zapatillas a $ 400, con un sueldo de $ 1.500 por mes. Hay gente que compra mercadería acá y la vende como buena en su local. Hay un poco de hipocresía en todas partes.
—¿Qué centros comerciales se abastecen en La Salada?
—Todos los de la provincia de Buenos Aires, de Lomas de Zamora, La Matanza, San Justo. Hace 18 años que estamos acá.
—¿Hay mercadería trucha o robada?
—No. El 80% de la mercadería es de marcas propias desarrolladas por los puesteros y 100% de fabricación nacional. Algunos copian. Pero, qué pasa: los talleres abastecen a las grandes marcas y les copian los modelos y, de paso, cuando pueden vender, venden.
—¿Son los mismos talleres que abastecen a las grandes marcas?
—Son los mayoristas. La Unión Europea se queja de La Salada. Un equipo deportivo de cualquier marca grande no se fabrica en el país. Viene de China, Taiwán. En La Salada, se da trabajo a más de 100 mil argentinos. Hay 10 mil puestos de venta. Un 60% de lo que se vende en las ferias del interior proviene de La Salada.
—¿Cómo funcionan los puestos que están afuera?
—A los que están afuera (ver aparte), los de la ribera, no los organiza nadie. Son gente que vio el negocio. No aportan nada a nadie. Para nosotros, es competencia desleal. Pero no estoy de acuerdo en que los echen.
—¿Hay un ensañamiento especial con la evasión de La Salada?
—Con la gran recesión y las pocas ventas que hay, la gente de clase media del Conurbano se vuelca a La Salada. Con el problema del campo, se nota la diferencia: viene menos gente del interior.
De Urkupiña a una banca legislativa
El candidato a diputado nacional por la Coalición Cívica Alfonso Prat Gay sorprendió a fines de marzo cuando decidió reivindicar a los trabajadores de La Salada, a los que llamó “emprendedores que toman riesgos”. La jugada, llamativa para un economista de perfil técnico, despertó la ira de CAME y otras cámaras de comerciantes que despotrican contra la informalidad de La Salada. Pero, seguro, le anotó un poroto político.
“Los de la Coalición Cívica son los que mejor se han portado”, dijo a PERFIL Enrique Antequera, presidente de la feria Urkupiña SA, quien asegura estar conversando con distintas corrientes políticas la posibilidad de presentarse como candidato para algún cargo en las elecciones de junio. Y no descarta ir con la Coalición.
“La distribución del ingreso acá no se ve. Te lo digo yo, que la voté”, relató Antequera a PERFIL en alusión a la presidenta Cristina Kirchner. “Lo que no sé es si en junio la voy a volver a votar”, agregó.
Pocas semanas atrás, Antequera contrató asesores de prensa ante la posibilidad de lanzarse al ruedo político. Para ser un debutante, su currículum no está mal: lleva 18 años de gestión al frente de una sociedad anónima que convoca 15 mil personas por día, es conocido en el populoso barrio de Lomas de Zamora y seguido por los más de 3 mil comerciantes de la feria.
El hombre que quizás haya ganado a La Salada para la causa de la Coalición Civica, Alfonso Prat Gay, es un economista reconocido, de perfil técnico cosechado en la banca de inversión JP Morgan, y con buena imagen entre el electorado de su partido. Alcanzó su cima política, hasta la fecha, durante el gobierno de la Alianza, como presidente del Banco Central, y hoy se postula en la Capital Federal. El hombre menos pensado para involucrarse con una feria popular en el Gran Buenos Aires.
Pero parece que le fue bien. “Trajo ideas, quiero creer que no vino sólo por razones políticas sino a integrarse”, analizó Antequera. “El tiene la idea de generar más pymes, nuestra idea es seguir trabajando socialmente. Acá, la gente viene a buscar empleo”, añadió.
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