EL COLONIALISMO EN EL HOMO VIDENS
El colonialismo en el Homo videns
Santiago Gómez analiza y critica la
postura de Giovanni Sartori sobre la cultura y reivindica el camino emprendido
en América latina.
Dentro del ciclo de entrevistas a la
presidenta Cristina Fernández, la mandataria argentina, al hablar del poder de
los medios de comunicación, hizo referencia a Giovanni Sartori, autor de Homo
videns. La sociedad teledirigida, libro que también cita Zaffaroni en sus
trabajos. En dicha obra, se describe la capacidad de condicionamiento social
que tiene la televisión y se le cuestiona “el retraso cultural” que implica,
con el desprecio propio de los eurocentristas. Sartori condena a los niños que
asisten a mucha televisión a ser “un adulto marcado durante toda su vida por
una atrofia cultural”. Lo antipopular en la población argentina es efecto del
eurocentrismo; esto también puede observarse en Brasil, porque lo que tenemos
en común es que fuimos colonizados.
El problema con
Sartori es que es eurocentrista y, como tal, habla de “pueblos primitivos”.
Nosotros, latinoamericanos, nos reconocemos pueblos autóctonos. La nominación
domina. Nombrarlos primitivos es colocarlos en un lugar y dominarlos. Nos
nombraron retrasados, primitivos, eso hizo Europa. Y de este lado repetimos
“países en vía de desarrollo”. ¿En qué vía si nos privatizaron los trenes, los
desaparecieron? Diferente de Sartori hace Zaffaroni, que nos advierte que el
discurso único en los medios es un suicidio cultural, porque eliminamos la
posibilidad de que otras formas tengan lugar. ¿De qué se trata el imperialismo
si no es del imperio de una forma? Si existen quienes valoran un imperio más
que el otro, porque uno también se apropiaba de la cultura de los colonizados e
incorporaba lo que consideraba valioso, mientras que el otro sólo piensa en
eliminarla.
Con la televisión,
exportaron el imperio de las formas. Un ejército imperial de televisores,
diciéndonos cómo debíamos vestirnos, cómo comportarnos, qué eran los políticos,
qué era la política, qué los sindicalistas y repitiendo que el aumento de
salario genera inflación, como si le hiciera mal al trabajador que le aumenten
el sueldo. Sabemos del peso que tuvo un político que trabajaba de periodista durante
los noventa, para promover las privatizaciones, divulgando una imagen criminal
del Estado y sus miembros. Un empleado público era un vago, un delincuente si
hacía política en el sindicato, quien se metía en lo público sólo pensaba en
cómo enriquecerse. Cuando el periodista enfermó, el presidente fue a conducir
el programa. Qué obscenidad, faltarle el respeto así a la investidura
presidencial. Esa era la imagen que difundieron en los medios de América latina
desde los cincuenta hasta la fecha. El imperio colonial: lo del otro vale más
que lo tuyo, tenemos que ser como ellos y si no somos como ellos la culpa es de
uno de los nuestros que nos impide el progreso individual.
Escribió Sartori: “El
término cultura posee dos significados. En su acepción antropológica y
sociológica, quiere decir que todo ser humano vive en la esfera de la cultura.
Si el hombre es, como es, un animal simbólico, de ello deriva eo ipso que vive
en un contexto coordinado de valores, creencias, conceptos y, en definitiva, de
simbolizaciones que constituyen la cultura. Así pues, en esta acepción genérica
también el hombre primitivo o el analfabeto poseen cultura. Y es en este
sentido en el que hoy hablamos, por ejemplo, de una cultura del ocio, una
cultura de la imagen y una cultura juvenil. Pero cultura es además sinónimo de
‘saber’: una persona culta es una persona que sabe, que ha hecho buenas
lecturas o que, en todo caso, está bien informada. En esta acepción restringida
y apreciativa, la cultura es de los ‘cultos’, no de los ignorantes”. Millones
de profesionales que piensan de esta manera: una persona analfabeta no sabe ni
tiene cultura. A los europeos los dominaron los griegos con la valorización del
saber intelectual, de los mantenidos por los esclavos.
Por eso podemos decir
que Sartori describe el alcance de los medios de comunicación masivos, pero no
los analiza. Porque no analiza el colonialismo, él tiene la lógica discursiva
colonialista, es un colonialista, quiere que el otro sea como él, que actúe
como él, que haga lo mismo que él, que sea culto. Qué tipo más ignorante. Ellos
tienen la cultura, lo nuestro son artesanías, lo de ellos arte. Tenemos que
reconocer el valor de nuestros intelectuales latinoamericanos, como Zaffaroni,
como García Linera, ambos en los cargos más altos a los que pueden llegar en el
Estado. Debemos reconocernos como hermanos con los pueblos de los países
latinoamericanos, porque estamos pasando por procesos semejantes, porque a
nivel mundial lo que se está cuestionando es el colonialismo. Los Estados más
importantes del mundo están pidiendo que se les respete la soberanía.
Sartori pertenece a
la mayoría de los intelectuales que desprecian lo popular, porque el
individualismo les impide reconocerse en el otro, sólo saben diferenciarse. Es
uno de los que coloca a Perón en serie con Hitler y Mussolini, sin poder
diferenciarlos. “Damos por hecho que el máximo líder, como decimos hoy, puede
emerger de todos modos, incluso sin televisión. En sus tiempos, Hitler,
Mussolini y Perón se las arreglaron perfectamente con la radio, los noticieros
proyectados en los cines y los comicios. La diferencia es que Hitler
magnetizaba con sus discursos histéricos y torrenciales y Mussolini, con una
retórica lapidaria, mientras que el vídeo-líder más que transmitir mensajes es
el mensaje. Es el mensaje mismo en el sentido de que, si analizamos lo que
dice, descubrimos que los medios de comunicación crean la necesidad de que haya
fuertes personalidades con lenguajes ambiguos [...] que permiten a cada grupo
buscar en ello [...] lo que quiere encontrar.”
Cuando leemos la
descripción de lo que Sartori llama video-líder, como si se tratara de un
video, cuando se trata de qué intereses están en juego, rápidamente pensamos en
Sergio Massa. Pero si estuviéramos en Brasil pensaríamos en Eduardo Campos. Un
gobernador que era parte del frente de gobierno de Brasil, que se fue, que
ahora dice que va a mantener lo bueno, pero corregir lo malo, y nunca dice
nada. Lo que estamos viviendo son las resistencias del colonialismo ante la
liberación de los Estados nacionales latinoamericanos. La resistencia de
quienes no soportan que cambien las formas, que sea a nuestra forma, así como
somos, feos, sucios, malos, pero como somos. De lo que se trata el imperialismo
es del imperio de una forma. Pero no es que con la ley de medios terminamos con
la influencia del colonialismo, pero sí recuperamos tierras perdidas.
* Psicoanalista.
Columnista de la Agencia Paco Urondo.
MEDIOS Y COMUNICACION
Hablá más
Emiliano Samar y Roberto Samar, a
partir del caso de una cuestionada publicidad de cerveza, sostienen que la Ley
de Servicios de Comunicación Audiovisual es una herramienta legal muy
importante, pero que la construcción de un nuevo paradigma comunicacional
requiere de la participación de las audiencias.
Por Emiliano Samar * y
Roberto Samar **
Las publicidades diseñan nuestros
deseos y para ello apelan a supuestos que dan cuenta de una manera determinada
de ver el mundo. Casi como una regla imperante y difícil de contrarrestar,
apelan a los estereotipos como una estrategia de mercado.
De esta manera,
muchas veces se refuerzan patrones culturales con contenidos discriminatorios.
Podemos pensar que éste es el caso de la publicidad de Line, donde un joven es
golpeado por manifestarle su afecto a un amigo.
Exactamente el joven
dice: “Amigo, te quiero agradecer por estar siempre ahí. No tanto como mi
novia, que no me pasa eso”. A continuación afirma, “porque cuando vos me
abrazás”. En ese momento una caricatura lo golpea en la cara. Luego la voz de
una locutora sostiene “Hablá menos, Line más” y se suceden imágenes de cervezas
brindando y una caricatura haciendo “okay”.
Ahora bien, ¿por qué
le pega? Podemos deducir que el golpe es la consecuencia de la manifestación de
afecto del joven a su amigo. Entendemos que esta publicidad refuerza el
imaginario social de una “masculinidad” desvinculada de los sentimientos y
donde el afecto debe ser reprimido. La cual, finalmente, es aceptada y
promovida cuando se asocia al consumo de alcohol. Por último, se puede destacar
que tenemos naturalizada la violencia, por lo cual el golpe a un joven es un
elemento que no indigna. No se destaca, pasa inadvertido.
A partir de esta
preocupación nos contactamos con la Defensoría del Público, cuyos profesionales
realizaron un estudio interdisciplinario sobre el contenido. En ese sentido
sostuvieron que “la pieza presenta una serie de aspectos cuestionables que el
presente análisis repone y que no resultan amparados en propósitos narrativos
ni humorísticos, sino que expresan, por el contrario, formas violentas de
relación/reacción que, a la vez, proponen de manera taxativa –el golpe es
expresión de ello– una forma de comunicación limitada a un deber ser que
desestima aquellas manifestaciones que no se condicen con las lógicas
heteronormativas que parecieran ser las que debe actuar un varón”.
Asimismo, la
Defensoría convocó a representantes de Nickelodeon, Disney y Discovery Kids
para plantearles las inquietudes del público sobre la publicidad de Line. Los
integrantes de las empresas se comprometieron a dejar de emitir esa publicidad.
Como conclusión
podemos pensar que una comunicación basada en la diversidad y pluralidad, que
no refuerce estereotipos discriminatorios, no es la consecuencia mecánica de la
aprobación de una ley. Necesita personas que se movilicen. La Ley de Servicios
de Comunicación Audiovisual es un marco legal maravilloso, que crea
instituciones necesarias como la Defensoría del Público, pero el contenido y la
fuerza a la construcción de un nuevo paradigma comunicacional se lo damos entre
todos y todas.
* Referente de UTE
Diversidad (Unión de Trabajadores de la Educación), presidente del colectivo
Educación por la Diversidad Todas las Voces.
** Licenciado en Comunicación
Social UNLZ.
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