TELEVISION › BALANCE DE LA TEMPORADA 2009 EN LA PANTALLA CHICA
Un año contaminado por la lógica del mundo chimentero
La temporada no será recordada por su calidad de producción o su madurez para desarrollar contenidos plurales. Telefe dominó el rating, Pol-Ka volvió a colocar un exitazo, Tinelli cambió de caballo sobre la marcha y el fútbol fue para todos.
Por Emanuel Respighi
Este 2009 a punto de quedar en el pasado, tal vez como en ningún otro año, la TV demostró su poder de penetración, a la vez que dejó en claro su funcionamiento ciclotímico. En tiempos en los que el fin del mundo pareciera estar a la vuelta de la esquina según profetas y teorías varias, con 2012 como horizonte donde todo desaparecerá, la de 2009 se la podrá reconocer como la temporada de la paranoia. Con la televisión a la cabeza, las señales de alarma colectiva se encendieron –sin otro objetivo que difundir temor a los televidentes– en primer lugar con la crisis económica internacional, luego con el dengue, después con la gripe A, más tarde con las elecciones legislativas y sus consecuencias, y durante todo el segundo semestre con la Ley de Medios Audiovisuales: en todos los casos el tratamiento fue con tono de espanto, apocalíptico por repetición, pensando más en el rating o en intereses particulares que en coberturas proactivas o preventivas. En este marco, la problemática de la inseguridad no corrió mejor suerte.
La temporada que finaliza no será recordada, entonces, por su calidad de producción o por su madurez a la hora de desarrollar contenidos plurales e interesantes. Año olvidable salvo raras excepciones, el 2009 catódico profundizó su apego por la TV basura o chatarra, entendiendo ese concepto como una pantalla que cree que todo puede mostrarse y que carece de valores éticos o morales. En este sentido, no estaría mal catalogarla como una TV rializada, en tanto que a la anterior le sumó la diseminación de la lógica chimentera hacia todos los géneros. La tendencia hacia el peligroso entrecruzamiento de géneros que la TV local viene evidenciando desde hace años se plasmó esta temporada de dos maneras: o buena parte de los temas de interés social se discutieron dentro mismo de los programas de chimentos, con los mismos interlocutores que minutos antes peleaban por un lugar en la marquesina del show-business, o bien el pretendido tratamiento “serio” de estas cuestiones se tiñó de frivolidad, slogans y latiguillos que más que aportar análisis e información alimentaron la sensación de que el fin estaba a punto de llegar.
Una temporada televisiva pobre en términos de contenidos, que bien puede dividirse en tres momentos, que no por casualidad tuvieron como hitos a cuestiones extratelevisivas que la afectaron sobremanera: la crisis económica mundial, el traspaso de la televisación del fútbol de la TV paga a Canal 7 (ver aparte), y el debate y aprobación de la Ley de Medios de Comunicación Audiovisuales. Ninguna de estas tres cuestiones pasaron inadvertidas en la TV 2009 que se apaga hoy. Más bien los canales y algunos conductores supieron mezclarlas a todas.
El derecho a entretener
Fue el año en que los famosos utilizaron su poder social en función de cuestiones políticas. Desde su rol de “ciudadanos”, pero descuidando o enmascarando su influencia social, Susana Giménez, Mirtha Legrand y Marcelo Tinelli le exigieron públicamente al Gobierno que “haga algo porque nos están matando a todos”, en referencia a los problemas de seguridad. Sus declaraciones fueron difundidas una y mil veces por noticieros, ciclos de chimentos, radios, diarios y revistas, como la única voz del mundo del espectáculo sobre el tema. Las declaraciones contrarias a ese mensaje de Florencia Peña o Damián De Santo, entre otros, no tuvieron la misma difusión.
En la misma línea, pero con un mensaje más subrepticio, ShowMatch puso al aire una nueva edición de Gran Cuñado, que estuvo más lejos de tratarse de verdadero humor político que de influir –voluntariamente o no– en el voto de muchos televidentes en las elecciones legislativas. ShowMatch festejó sus 20 años acorde a su única lógica: el rating hizo que la pretensión inicial de combinar envíos de humor y de Bailando kids le cediese lugar al escándalo de vedettes, bailarines, mediáticos y payasos de todo tinte. Incluso, cuando el rating no lo acompañó, Tinelli no sólo dejó de conducir Bailando kids –que luego levantó del aire–, sino que comenzó a apelar a lo que más sabe: caídas, peleas, desmayos y amenazas de pugilato entre participantes en vivo y en directo. Ni rastros del programa de humor, ni rastros del gran show.
La frase que sostiene que toda crisis es también una oportunidad de experimentación lejos estuvo de tratarse de una máxima comprobada para el universo catódico argentino: aquí la recesión económica se tradujo, según lo visto en el año, en falta de creatividad. La TV modelo ’09 se llenó de ciclos de entretenimiento pasatistas (Justo a tiempo, Flor de palabra, Hoy puede ser un gran día, Canta conmigo), ficciones que repitieron clichés y fórmulas (Niní, ConSentidos, Casi ángeles, Botineras, Valientes), y noticieros cada vez más relajados. Que los mediáticos hayan regresado al ruedo (con Jacobo Winograd, Guido Süller y Amalia Granata contratados por Un mundo perfecto) y que algunos se hayan convertido en “personajes del año” y levantasen el rating de ciclos históricos (los casos de Zulma Lobato y Ricardo Fort) no hace más que hablar a las claras de a qué recursos echó mano la TV para sortear una crisis económica que, aunque se sintió en la pauta publicitaria, fue más psicológica que real.
Entre las cosas positivas que dejó 2009 resalta la campaña que Missing Children y Telefe llevaron a cabo a comienzos de año y que permitió dar con el paradero de varios chicos que habían desaparecido de sus hogares. En Peter Capusotto y sus videos, Diego Capusotto volvió a demostrar su capacidad para el humor con nuevos personajes (Violencia Rivas y Jaime de las Mercedes Cárdenas fueron los más logrados), con una minitemporada de 8 episodios que dejó gusto a poco. Más humorística que filosa, Ernestina Pais sentada en el centro del escritorio de CQC supo llevar el rol con soltura, imprimiéndole su propio sello a un ciclo que abandonó definitivamente el importuno a los políticos y cierta mirada misógina que destiló en tiempos de Mario Pergolini y Eduardo De la Puente.
El debut de Fabio Alberti como conductor de Duro de almorzar pasó con más pena que gloria: el ciclo que reemplazó a Duro de domar duró apenas dos meses en el aire de El Trece. Por su parte, la expectativa que había generado el desembarco de Roberto Pettinato en un night show a su medida se disolvió al poco tiempo de estar al aire: Un mundo perfecto cambió horarios de emisión, modificó su formato a mitad de temporada y terminó apelando a los mediáticos para conformar un ciclo incomprensible y que divagó sin rumbo ni gracia.
El fatídico 17 de junio, día de las muertes de Fernando Peña (Duro de acostar, Isla flotante), Alejandro Doria (Atreverse, Alta comedia, El Rafa) y Oscar Ferreiro (Ricos y famosos, 22, el loco, Montecristo), quedará en la historia de la TV como una de las jornadas más tristes de su historia. A su manera, cada uno aportó su talento y personalidad al medio catódico.
Historias mínimas
Poca cantidad y casi nulo riesgo: ésa es la sensación que dejó la ficción de 2009. Con una historia polkeana clásica, llena de vueltas de tuerca, enredos amorosos, venganzas y desengaños, Valientes fue un llamativo fenómeno de rating, promediando los 30 puntos diarios en la pantalla de El Trece. Hasta que estuvo al aire, algo de fuerza hizo Los exitosos Pell$, el programa de Underground que en Telefe fue más fenómeno de repercusión que de rating, y que todo lo elaborado estéticamente se echó a perder hacia el final con un epílogo de los más insulsos que se recuerden (con el paso del tiempo se incrementa la incertidumbre sobre qué hubiera sido de Los exitosos Pell$ sin el protagónico dentro y fuera de la pantalla de Mike Amigorena). Con Botineras, la productora intentó continuar plasmando la línea estética pero sin corregir aspectos narrativos: a sólo dos meses de la puesta al aire, la historia que ficcionaliza a trazo grueso lo que los programas de chimentos se cansan de ventilar a través de los verdaderos protagonistas cambió autores y se relanzará en 2010.
La cuota de calidad en el rubro la puso Tratame bien, el unitario de El Trece. Pese a contar con un nudo dramático sencillo y que pecó de monótono, el ciclo se destacó por las impecables actuaciones de –entre otros– Julio Chávez y de Cecilia Roth, como los integrantes de un matrimonio maduro en crisis terminal. Un programa que vuelve a darle crédito a Pol-Ka en el terreno de los unitarios. Hacia fin de año, la ficción mostró otras dos cartas que hacen ilusionar con que en 2010 se podrá revertir la tendencia. Con Dromo, el unitario con el que Alejandro Fiore debutó en la producción, la pantalla se demostró que la voluntad de contar otro tipo de historias puede paliar la falta de recursos económicos. Pero probablemente lo mejor del año en la materia fue Ciega a citas, tercera ficción producida por Rosstoc y Farfán (que también estrenaron la demasiado correcta Mitos, crónica del amor descartable). Su nudo dramático claro y definido, su puesta al aire acorde a la propuesta y algunas actuaciones sobresalientes (con Muriel Santa Ana y Georgina Barbarossa a la cabeza), cristalizaron un programa que fue la grata sorpresa del año. Una pena que la prioridad del fútbol televisado y la decisión inicial de programarlo casi a la medianoche (actualmente se emite a las 22.30) se confabularon para que el seguimiento diario se convirtiera en una misión casi imposible para los televidentes.
En el 7, también, se destacaron las ficciones enlatadas a las que acudió, desde la reposición de Vientos de agua hasta las dos temporadas de la española Bruno Sierra, pasando por las brasileñas Ciudad de hombres y Carandirú. Series que demostraron que las latas no sólo sirven para rellenar la programación.
¡No me tires pálidas!
Sin entrar en cuestiones editoriales, en materia periodística la TV se dejó llevar una vez más por lo peor del género: el abordaje amarillista y superficial de la noticia o el hecho. Lejos de la seriedad y la capacidad de investigación de Edición Plus o Telenoche investiga en otras épocas, los periodísticos y noticieros se tiñeron invariablemente de la frivolidad que invadió la pantalla. La cornisa confundió la política con el espectáculo (algo que sucede en la realidad pero que periodísticamente cuesta comprender), Zoom se dejó llevar por un abordaje burlón de la realidad, Calles salvajes por todo aquello que atrae audiencia –con el sexo, la noche y la violencia como materia prima–, Documentos América por investigaciones menores que invariablemente terminan a las corridas, y GPS prefirió el impacto visual a desentrañar algún negociado importante.
A tono con el resto de los géneros, los noticieros también sufrieron un cambio de contenidos y de formas. Fue habitual ver en los informativos segmentos light, en donde se reproducen videos absurdos de Internet (Telefe noticias, América noticias, Telenoche), los pormenores del mundo de la farándula ocupan cada vez más lugar y hasta las novedades tecnológicas forman parte del temario. Por cuestiones económicas o decisiones editoriales, el clima y el tránsito también ganaron espacio en detrimento de informes de investigación propia.
La tendencia liviana no se limita a los contenidos, atañe también a los conductores. Mientras en el manual del viejo estilo los presentadores de noticias tenían prohibido reírse o bromear, hoy el denominador común es el estilo descontracturado. Las bromas entre conductores o con el detrás de cámara, los saludos a familiares y amigos se han vuelto moda. El lenguaje coloquial y distendido se generalizó, sea para el piropo furtivo o para reafirmar la toma de posición de los informes. Germán Paolosky en Diario de medianoche y Sergio Lapegüe en la noche de TN son los conductores que más lejos llegaron, alcanzando status casi de modelo publicitario.
2009 se recordará, también, como el año en el que por primera vez un canal boicotea sin disimulo un programa de su grilla: eso ocurrió con TVR y El Trece. Las posiciones que tomó el periodístico producido por PPT sobre la Resolución 125 el año anterior y su postura a favor de la Ley de Medios este año, contraria a la que sintonizó sin matices todo el Grupo Clarín, llevó a que la relación ingresara en un campo tenso. Si bien no hubo levantamiento, TVR sufrió un corrimiento de horario que cada vez lo depositó más cerca de la madrugada de domingo, con el claro propósito de que su postura política alcance la menor cantidad posible de televidentes.
La otra propuesta de PPT, 6 en el 7 a las 8, que se emite por la emisora estatal, intentó erigirse como un espacio abierto a desentrañar el funcionamiento de los medios y pluralizar el discurso político, social y económico que circula por los grandes medios de comunicación. Con el excelente material de archivo y edición que caracteriza a los programas de PPT, el problema de 6 en el 7 a las 8 es que no permite lugar al debate de ideas dentro del mismo programa. Tanto los panelistas del programa como los invitados suelen expresar la misma idea que la que esbozan los informes, volviendo monocorde el mensaje y haciendo tropezar al ciclo con la misma piedra que critica del resto.
El anuncio de Claudio Villarruel y Bernarda Llorente de alejarse de la dirección y subdirección de contenidos y programación de Telefe fue una de las últimas noticias del año que trastrocó al medio. La apertura de On TV, la productora con la que desarrollarán ideas para el canal, es garantía de que contenidos de temática “diferencial” continuarán al aire.
Entre contenidos pasatistas, un abordaje alarmista de la realidad y la recuperación de personajes que parecían olvidados, la TV ’09 se apaga con la ilusión de que la que está por comenzar no repita viejos errores. Un buen deseo para 2010.
Un año contaminado por la lógica del mundo chimentero
La temporada no será recordada por su calidad de producción o su madurez para desarrollar contenidos plurales. Telefe dominó el rating, Pol-Ka volvió a colocar un exitazo, Tinelli cambió de caballo sobre la marcha y el fútbol fue para todos.
Por Emanuel Respighi
Este 2009 a punto de quedar en el pasado, tal vez como en ningún otro año, la TV demostró su poder de penetración, a la vez que dejó en claro su funcionamiento ciclotímico. En tiempos en los que el fin del mundo pareciera estar a la vuelta de la esquina según profetas y teorías varias, con 2012 como horizonte donde todo desaparecerá, la de 2009 se la podrá reconocer como la temporada de la paranoia. Con la televisión a la cabeza, las señales de alarma colectiva se encendieron –sin otro objetivo que difundir temor a los televidentes– en primer lugar con la crisis económica internacional, luego con el dengue, después con la gripe A, más tarde con las elecciones legislativas y sus consecuencias, y durante todo el segundo semestre con la Ley de Medios Audiovisuales: en todos los casos el tratamiento fue con tono de espanto, apocalíptico por repetición, pensando más en el rating o en intereses particulares que en coberturas proactivas o preventivas. En este marco, la problemática de la inseguridad no corrió mejor suerte.
La temporada que finaliza no será recordada, entonces, por su calidad de producción o por su madurez a la hora de desarrollar contenidos plurales e interesantes. Año olvidable salvo raras excepciones, el 2009 catódico profundizó su apego por la TV basura o chatarra, entendiendo ese concepto como una pantalla que cree que todo puede mostrarse y que carece de valores éticos o morales. En este sentido, no estaría mal catalogarla como una TV rializada, en tanto que a la anterior le sumó la diseminación de la lógica chimentera hacia todos los géneros. La tendencia hacia el peligroso entrecruzamiento de géneros que la TV local viene evidenciando desde hace años se plasmó esta temporada de dos maneras: o buena parte de los temas de interés social se discutieron dentro mismo de los programas de chimentos, con los mismos interlocutores que minutos antes peleaban por un lugar en la marquesina del show-business, o bien el pretendido tratamiento “serio” de estas cuestiones se tiñó de frivolidad, slogans y latiguillos que más que aportar análisis e información alimentaron la sensación de que el fin estaba a punto de llegar.
Una temporada televisiva pobre en términos de contenidos, que bien puede dividirse en tres momentos, que no por casualidad tuvieron como hitos a cuestiones extratelevisivas que la afectaron sobremanera: la crisis económica mundial, el traspaso de la televisación del fútbol de la TV paga a Canal 7 (ver aparte), y el debate y aprobación de la Ley de Medios de Comunicación Audiovisuales. Ninguna de estas tres cuestiones pasaron inadvertidas en la TV 2009 que se apaga hoy. Más bien los canales y algunos conductores supieron mezclarlas a todas.
El derecho a entretener
Fue el año en que los famosos utilizaron su poder social en función de cuestiones políticas. Desde su rol de “ciudadanos”, pero descuidando o enmascarando su influencia social, Susana Giménez, Mirtha Legrand y Marcelo Tinelli le exigieron públicamente al Gobierno que “haga algo porque nos están matando a todos”, en referencia a los problemas de seguridad. Sus declaraciones fueron difundidas una y mil veces por noticieros, ciclos de chimentos, radios, diarios y revistas, como la única voz del mundo del espectáculo sobre el tema. Las declaraciones contrarias a ese mensaje de Florencia Peña o Damián De Santo, entre otros, no tuvieron la misma difusión.
En la misma línea, pero con un mensaje más subrepticio, ShowMatch puso al aire una nueva edición de Gran Cuñado, que estuvo más lejos de tratarse de verdadero humor político que de influir –voluntariamente o no– en el voto de muchos televidentes en las elecciones legislativas. ShowMatch festejó sus 20 años acorde a su única lógica: el rating hizo que la pretensión inicial de combinar envíos de humor y de Bailando kids le cediese lugar al escándalo de vedettes, bailarines, mediáticos y payasos de todo tinte. Incluso, cuando el rating no lo acompañó, Tinelli no sólo dejó de conducir Bailando kids –que luego levantó del aire–, sino que comenzó a apelar a lo que más sabe: caídas, peleas, desmayos y amenazas de pugilato entre participantes en vivo y en directo. Ni rastros del programa de humor, ni rastros del gran show.
La frase que sostiene que toda crisis es también una oportunidad de experimentación lejos estuvo de tratarse de una máxima comprobada para el universo catódico argentino: aquí la recesión económica se tradujo, según lo visto en el año, en falta de creatividad. La TV modelo ’09 se llenó de ciclos de entretenimiento pasatistas (Justo a tiempo, Flor de palabra, Hoy puede ser un gran día, Canta conmigo), ficciones que repitieron clichés y fórmulas (Niní, ConSentidos, Casi ángeles, Botineras, Valientes), y noticieros cada vez más relajados. Que los mediáticos hayan regresado al ruedo (con Jacobo Winograd, Guido Süller y Amalia Granata contratados por Un mundo perfecto) y que algunos se hayan convertido en “personajes del año” y levantasen el rating de ciclos históricos (los casos de Zulma Lobato y Ricardo Fort) no hace más que hablar a las claras de a qué recursos echó mano la TV para sortear una crisis económica que, aunque se sintió en la pauta publicitaria, fue más psicológica que real.
Entre las cosas positivas que dejó 2009 resalta la campaña que Missing Children y Telefe llevaron a cabo a comienzos de año y que permitió dar con el paradero de varios chicos que habían desaparecido de sus hogares. En Peter Capusotto y sus videos, Diego Capusotto volvió a demostrar su capacidad para el humor con nuevos personajes (Violencia Rivas y Jaime de las Mercedes Cárdenas fueron los más logrados), con una minitemporada de 8 episodios que dejó gusto a poco. Más humorística que filosa, Ernestina Pais sentada en el centro del escritorio de CQC supo llevar el rol con soltura, imprimiéndole su propio sello a un ciclo que abandonó definitivamente el importuno a los políticos y cierta mirada misógina que destiló en tiempos de Mario Pergolini y Eduardo De la Puente.
El debut de Fabio Alberti como conductor de Duro de almorzar pasó con más pena que gloria: el ciclo que reemplazó a Duro de domar duró apenas dos meses en el aire de El Trece. Por su parte, la expectativa que había generado el desembarco de Roberto Pettinato en un night show a su medida se disolvió al poco tiempo de estar al aire: Un mundo perfecto cambió horarios de emisión, modificó su formato a mitad de temporada y terminó apelando a los mediáticos para conformar un ciclo incomprensible y que divagó sin rumbo ni gracia.
El fatídico 17 de junio, día de las muertes de Fernando Peña (Duro de acostar, Isla flotante), Alejandro Doria (Atreverse, Alta comedia, El Rafa) y Oscar Ferreiro (Ricos y famosos, 22, el loco, Montecristo), quedará en la historia de la TV como una de las jornadas más tristes de su historia. A su manera, cada uno aportó su talento y personalidad al medio catódico.
Historias mínimas
Poca cantidad y casi nulo riesgo: ésa es la sensación que dejó la ficción de 2009. Con una historia polkeana clásica, llena de vueltas de tuerca, enredos amorosos, venganzas y desengaños, Valientes fue un llamativo fenómeno de rating, promediando los 30 puntos diarios en la pantalla de El Trece. Hasta que estuvo al aire, algo de fuerza hizo Los exitosos Pell$, el programa de Underground que en Telefe fue más fenómeno de repercusión que de rating, y que todo lo elaborado estéticamente se echó a perder hacia el final con un epílogo de los más insulsos que se recuerden (con el paso del tiempo se incrementa la incertidumbre sobre qué hubiera sido de Los exitosos Pell$ sin el protagónico dentro y fuera de la pantalla de Mike Amigorena). Con Botineras, la productora intentó continuar plasmando la línea estética pero sin corregir aspectos narrativos: a sólo dos meses de la puesta al aire, la historia que ficcionaliza a trazo grueso lo que los programas de chimentos se cansan de ventilar a través de los verdaderos protagonistas cambió autores y se relanzará en 2010.
La cuota de calidad en el rubro la puso Tratame bien, el unitario de El Trece. Pese a contar con un nudo dramático sencillo y que pecó de monótono, el ciclo se destacó por las impecables actuaciones de –entre otros– Julio Chávez y de Cecilia Roth, como los integrantes de un matrimonio maduro en crisis terminal. Un programa que vuelve a darle crédito a Pol-Ka en el terreno de los unitarios. Hacia fin de año, la ficción mostró otras dos cartas que hacen ilusionar con que en 2010 se podrá revertir la tendencia. Con Dromo, el unitario con el que Alejandro Fiore debutó en la producción, la pantalla se demostró que la voluntad de contar otro tipo de historias puede paliar la falta de recursos económicos. Pero probablemente lo mejor del año en la materia fue Ciega a citas, tercera ficción producida por Rosstoc y Farfán (que también estrenaron la demasiado correcta Mitos, crónica del amor descartable). Su nudo dramático claro y definido, su puesta al aire acorde a la propuesta y algunas actuaciones sobresalientes (con Muriel Santa Ana y Georgina Barbarossa a la cabeza), cristalizaron un programa que fue la grata sorpresa del año. Una pena que la prioridad del fútbol televisado y la decisión inicial de programarlo casi a la medianoche (actualmente se emite a las 22.30) se confabularon para que el seguimiento diario se convirtiera en una misión casi imposible para los televidentes.
En el 7, también, se destacaron las ficciones enlatadas a las que acudió, desde la reposición de Vientos de agua hasta las dos temporadas de la española Bruno Sierra, pasando por las brasileñas Ciudad de hombres y Carandirú. Series que demostraron que las latas no sólo sirven para rellenar la programación.
¡No me tires pálidas!
Sin entrar en cuestiones editoriales, en materia periodística la TV se dejó llevar una vez más por lo peor del género: el abordaje amarillista y superficial de la noticia o el hecho. Lejos de la seriedad y la capacidad de investigación de Edición Plus o Telenoche investiga en otras épocas, los periodísticos y noticieros se tiñeron invariablemente de la frivolidad que invadió la pantalla. La cornisa confundió la política con el espectáculo (algo que sucede en la realidad pero que periodísticamente cuesta comprender), Zoom se dejó llevar por un abordaje burlón de la realidad, Calles salvajes por todo aquello que atrae audiencia –con el sexo, la noche y la violencia como materia prima–, Documentos América por investigaciones menores que invariablemente terminan a las corridas, y GPS prefirió el impacto visual a desentrañar algún negociado importante.
A tono con el resto de los géneros, los noticieros también sufrieron un cambio de contenidos y de formas. Fue habitual ver en los informativos segmentos light, en donde se reproducen videos absurdos de Internet (Telefe noticias, América noticias, Telenoche), los pormenores del mundo de la farándula ocupan cada vez más lugar y hasta las novedades tecnológicas forman parte del temario. Por cuestiones económicas o decisiones editoriales, el clima y el tránsito también ganaron espacio en detrimento de informes de investigación propia.
La tendencia liviana no se limita a los contenidos, atañe también a los conductores. Mientras en el manual del viejo estilo los presentadores de noticias tenían prohibido reírse o bromear, hoy el denominador común es el estilo descontracturado. Las bromas entre conductores o con el detrás de cámara, los saludos a familiares y amigos se han vuelto moda. El lenguaje coloquial y distendido se generalizó, sea para el piropo furtivo o para reafirmar la toma de posición de los informes. Germán Paolosky en Diario de medianoche y Sergio Lapegüe en la noche de TN son los conductores que más lejos llegaron, alcanzando status casi de modelo publicitario.
2009 se recordará, también, como el año en el que por primera vez un canal boicotea sin disimulo un programa de su grilla: eso ocurrió con TVR y El Trece. Las posiciones que tomó el periodístico producido por PPT sobre la Resolución 125 el año anterior y su postura a favor de la Ley de Medios este año, contraria a la que sintonizó sin matices todo el Grupo Clarín, llevó a que la relación ingresara en un campo tenso. Si bien no hubo levantamiento, TVR sufrió un corrimiento de horario que cada vez lo depositó más cerca de la madrugada de domingo, con el claro propósito de que su postura política alcance la menor cantidad posible de televidentes.
La otra propuesta de PPT, 6 en el 7 a las 8, que se emite por la emisora estatal, intentó erigirse como un espacio abierto a desentrañar el funcionamiento de los medios y pluralizar el discurso político, social y económico que circula por los grandes medios de comunicación. Con el excelente material de archivo y edición que caracteriza a los programas de PPT, el problema de 6 en el 7 a las 8 es que no permite lugar al debate de ideas dentro del mismo programa. Tanto los panelistas del programa como los invitados suelen expresar la misma idea que la que esbozan los informes, volviendo monocorde el mensaje y haciendo tropezar al ciclo con la misma piedra que critica del resto.
El anuncio de Claudio Villarruel y Bernarda Llorente de alejarse de la dirección y subdirección de contenidos y programación de Telefe fue una de las últimas noticias del año que trastrocó al medio. La apertura de On TV, la productora con la que desarrollarán ideas para el canal, es garantía de que contenidos de temática “diferencial” continuarán al aire.
Entre contenidos pasatistas, un abordaje alarmista de la realidad y la recuperación de personajes que parecían olvidados, la TV ’09 se apaga con la ilusión de que la que está por comenzar no repita viejos errores. Un buen deseo para 2010.
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