Cultura Neo católicos
La fe reciclada
La mayoría de los argentinos se declara católica pero defiende hábitos que la Iglesia considera pecados graves. La era de las religiones flexibles.
Por Sebastián Zírpolo
Son católicos los católicos argentinos? Nunca la frontera entre ser y no ser fue tan difusa como ahora. Mientras que una abrumadora mayoría de argentinos se declara católica, su escasa participación en el culto, y peor aún, su disidencia en cuestiones básicas del dogma o las enseñanzas morales, está vaciando de sentido aquella identidad.
No sólo no van a misa. Apoyan el aborto, recurren a curanderos, usan anticonceptivos, piden el fin del celibato de los sacerdotes, exigen educación sexual en las escuelas, bautizan a sus hijos como parte de un rito cultural y no con sentido religioso, aprueban las relaciones sexuales prematrimoniales y el divorcio, y han dejado de comulgar, o lo hacen sin confesarse. Pero, al mismo tiempo, resaltan el rol social de la Iglesia y apoyan su misión entre los pobres, al punto tal de valorarla como la institución de mayor imagen positiva del país. Y creen y dialogan con Dios, sin intermediarios. Viven una religiosidad personal sin culpa, sin dudas y sin cuestionamientos hacia su fe. Sin entrar en crisis con su identidad católica. Son los neo católicos. Un movimiento generado desde las bases que está abriendo una grieta en el seno de la Iglesia. Una tensión invisible, avivada por una fuerte corriente de teologías aperturistas que está también radicalizando el discurso de los sectores más conservadores.
Autonomía. La investigación “Religión y estructura social en la Argentina del siglo XXI”, realizado por el Conicet y dirigida por el sociólogo Fortunato Mallimacci, echa luz sobre este fenómeno. Concluye que “la opinión mayoritaria de la sociedad argentina sobre cuestiones controversiales (aborto, educación sexual en las escuelas, uso de anticonceptivos, sacerdocio de las mujeres), revela la autonomía de conciencia y decisión, y toma distancia de los postulados doctrinarios de las instituciones religiosas”.
Según el sociólogo Juan Cruz Esquivel, profesor de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y coordinador del estudio, parte de las razones de este diagnóstico hay que buscarlas en la individualización y la autonomía de conciencia del individuo. “Se puede creer sin pertenecer, vincularse con lo trascendente sin la mediación de un sacerdote o un pastor. Tener opiniones y actitudes en la vida cotidiana alejadas de los postulados normativos institucionales sin contradicción alguna”, explica.
Católicos callejeros. “No vengo casi nunca” es lo primero que le dice Amadeo (48 años, empleado bancario) a NOTICIAS, a la salida de la iglesia Nuestra Señora de la Merced, en pleno microcentro. Amadeo está bautizado, confirmado y casado por el rito católico. Defiende el aborto, descree de la Iglesia y de los curas. “Pero vino a rezar”, le recuerda este cronista. “Sí, lo hago como forma de acercamiento. No dejo de vivirlo con algo de culpa”, reconoce. En las escalinatas de la Catedral, Rafael Molina Torres, un abogado de 50 años, se reconoce en las conclusiones de la encuesta, pero sin cuestionamientos. “Soy un católico callejero. Y esta es una religión liberal”, se defiende.
Para el padre Jorge Oesterheld, del Episcopado argentino, “mucha gente que forma parte de nuestra comunidad no sigue las enseñanzas morales de la Iglesia, pero eso no le impide seguir siendo católica. Un pecador sigue siendo parte de la Iglesia”.
Noticias: Pero la noción de pecado implica arrepentimiento. Distinto es el desacuerdo con la posición de la Iglesia en temas controversiales ¿Puede alguien ser católico y aprobar el aborto?
Jorge Oesterheld: La Iglesia no lo aprueba porque todo aborto es un crimen, pero no todo el que aborta es un criminal. No siempre se dispone de la libertad y la plena conciencia de lo que implica un aborto.
Noticias: ¿Debería entrar en conflicto con su identidad católica quien usa anticonceptivos?
Oesterheld: Ese es un tema muy distinto, sobre el que hay un montón de posturas dentro de la Iglesia. La jerarquía expone una posición, pero en la práctica es un debate abierto.
Noticias: Cada vez más católicos incorporan creencias de otras religiones o recrean un modo de espiritualidad personal. ¿Qué debería hacer la Iglesia ante esta situación?
Oesterheld: Es un gran desafío explicar más y mejor a nuestros propios miembros las afirmaciones de nuestra fe. Nada se soluciona poniéndolos fuera de la Iglesia. Ingresamos a ella al ser bautizados y excepto que alguien resulte excomulgado o decida apartarse, es miembro de la Iglesia aunque no practique todas sus enseñanzas morales.
Alejandro Frigerio, sociólogo y antropólogo especializado en religiones, asegura que “la gente saca sus creencias religiosas de otro lado, no yendo a misa. Creer que porque alguien se define como católico implica que obedece a la Iglesia es un error”, afirma.
Noticias: ¿Pero no debería ser así? ¿No hay una contradicción entre aquel que se define católico y no lo pone en práctica?
Alejandro Frigerio: Todos tenemos varias identidades que usamos en diferentes aspectos de nuestra vida. El ser católico es una identidad que se usa poco, no hay muchas situaciones en las que uno se identifique como tal. Entonces, si tu identidad es débil, difícilmente entre en conflicto con tus creencias. Eso te puede pasar si sos evangélico, donde si no vas al culto una vez por semana dejás de pertenecer. Pero si sos católico, podés no ir nunca, te alcanza con bautizar a tus hijos o darles la comunión, aunque tampoco todos lo hacen.
Noticias: Pero se siguen identificando como católicos.
Frigerio: Porque en algo creen ¿Si no qué son? ¿New Age? Los que no pertenecen a un grupo formal como umbandistas o evangélicos se identifican como católicos.
Noticias: ¿Y qué significa entonces ser católico?
Frigerio: No significa mucho. Antes había cosas que había que hacer: tomar la comunión, casarte por Iglesia. Era parte del ser argentino, no del ser católico, era lo que había que hacer para ser un ciudadano normal. Eso es lo que se quebró.
Esa ruptura se refleja en las creencias de los católicos a lo largo de su vida. Según revela el estudio del Conicet, la tasa de matrimonios religiosos es muy menor a la tasa de bautizados, con lo cual el alejamiento de la religión implica también abandonar algunos sacramentos que tenían fuerte significado social: el 95% de la población está bautizado, mientras que sólo el 73% se casó o se casará por Iglesia. Y si tomamos en cuenta que el 70,8% deja que sus hijos elijan su religión o creencia, observaremos que el bautismo ha pasado a ser una suerte de rito iniciático, cultural, que no determina la religión del bautizado.
Adentro, afuera. Entonces ¿qué es lo que hay que hacer para no contradecir al dogma? Para Pablo Semán, antropólogo y sociólogo e investigador de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), hay tal dispersión de premios y castigos dentro del catolicismo que cualquier creencia puede acomodarse a la definición de ser católico. “El catolicismo admite por abajo cosas que sanciona por arriba. Es muy exigente de palabra, pero no en los hechos. Entonces siempre hay una manera de quedar adentro”.
Hace unos años, un sacerdote de una barriada muy pobre del conurbano vivió su primer contacto con aquel secularismo callejero. Un día, un grupo de hombres se acercó a la parroquia y le hizo un pedido muy particular: ir a romper una macumba que le habían hecho detrás de uno de los arcos de la cancha donde debían jugar un partido de fútbol esa misma tarde. “Les dije que no había que tenerles miedo a esas cosas. No creían, pero tenían miedo. Y como no se quedaron conformes, terminé yendo a desarmar ese trabajo” recuerda entre risas. Mercedes Cánova de Piacenza tiene 50 años y asiste regularmente a la parroquia de Santa Rita, en Boulogne, en el norte del conurbano bonaerense. “Las reglas no nos impiden ser libres. El catolicismo es la religión de la libertad y la Iglesia es como una madre paciente”, dice.
Es cierto: el catolicismo es inclusivo y toma como manifestaciones de fe desde un sacrificio espiritual, hasta la participación en el culto, pasando por el amor al prójimo o la solidaridad desinteresada. Todo eso junto, o todo eso por partes. En definitiva, es la fe como un tema de libertad de conciencia. Sin embargo, aquella autonomía de pensamiento reflejada en la encuesta del Conicet está mostrando un debilitamiento en la capacidad de la Iglesia de transmitir los valores más intrínsecos de la religión católica. Por eso es que desde la máxima autoridad se advierte que no se puede vivir una fe individual por fuera de la Iglesia y ser católico al mismo tiempo. “La fe cristiana es esencialmente eclesial y sin un vínculo vivo con la comunidad, la fe del individuo nunca crecerá hasta la madurez. El resultado puede ser una apostasía silenciosa”. La apostasía es la negación, renuncia o abjuración a la fe en una religión. La frase que marca una incompatibilidad entre la vida no eclesial y la fe, pertenece al Papa Benedicto XVI y fue pronunciada a mediados del 2008 durante un encuentro que mantuvo con obispos católicos en su gira por los Estados Unidos.
Tensión ideológica. En la Iglesia, los neo católicos son un tema de debate tan intenso que es motivo de discusión en todos los encuentros de obispos y autoridades religiosas. “Por un lado, están quienes reconocen la mayor autonomía de conciencia y de decisión de los individuos, y quieren redefinir las estrategias de evangelización. Por otro lado, muchos otros visualizan un deterioro cultural fruto de esa modernidad, y promueven reforzar el mensaje doctrinario invariable”, detalla Esquivel.
Es difícil establecer cuál de las dos posturas tiene más peso dentro de la Iglesia. Si, como dice Esquivel, la tensión es constante, quizás la cara más visible de esa discusión haya sido la elección del Cardenal Joseph Ratzinger como el Papa Benedicto XVI. Aquella asunción equilibró para muchos la balanza hacia los sectores más conservadores de la institución, y dejó a parte de los miembros de la Iglesia, religiosos y laicos, con las ganas de ser dirigidos por una cabeza más a tono con los tiempos modernos: el teólogo alemán es considerado un conservador en materia de derechos individuales para los fieles católicos. Sin embargo, según José María Poirier, director de la tradicional revista Criterio, uno de los hombres que más conoce en la Argentina las internas vaticanas, gran parte del pensamiento posmoderno religioso empezó a verse durante el papado de Juan Pablo II, quien, asegura Poirier, no llegó a entender la profundidad de aquel cambio de mentalidad. “Hubo un quiebre entre la doctrina y la praxis. Juan Pablo II logró crear una relación de afecto con los fieles, pero no advirtió que se iba instalando una corriente de pensamiento distinta de su criterio, y que su opinión era una más. Ante eso, Benedicto, que además no tiene el carisma de Juan Pablo II, toma posturas muy conservadoras”, define.
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¿Cómo está compuesta aquella corriente de opinión de la que habla Poirier? El sociólogo español Millán Arroyo Menéndez, al analizar un estudio de la sociedad ibérica y sus conductas religiosas –con conclusiones similares al caso argentino– sostiene que estamos frente a un individuo sin verdades absolutas, impregnado de relativismo cultural y con una moral más relajada, que se desprende de valores conservadores para adaptarse a la nueva situación.
Uno de los aspectos más relevantes en los neo católicos sobre la construcción de su religiosidad es la adopción de creencias de otras religiones y movimientos espirituales, como el New Age. Fernanda tiene 30 años. Creció en escuelas religiosas y se recibió de abogada en la Universidad Católica Argentina (UCA). Aunque no va a misa, cada tanto se confiesa. La última vez fue en diciembre del 2008. En la muñeca derecha llevaba una cinta roja. “Lo primero que me miró el cura fue la cintita. ‘¿Qué hacés con eso?’, me preguntó. ‘La envidia no existe y si alguien te dice lo contrario, que me venga a ver a mí’, me dijo. Igual no me la pienso sacar”. La encuesta del Conicet incluye un ranking de creencias, que refleja cómo muchos católicos adoptan elementos de otras religiones, aunque contradigan su fe declarada. El 64,5% de los argentinos, por caso, dice creer en “La Energía”.
El debate también se da en el plano teológico. Los sacerdotes Antonhy de Mello y Jacques Dupuis realizaron sendas síntesis entre el catolicismo y corrientes orientales, como el budismo, el hinduismo y el taoísmo. Ambos fueron acusados por el Vaticano por incompatibilidad con la fe cristiana. El impulsor de ambas acusaciones fue el entonces cardenal Ratzinger, hoy Papa. “Quieren –dijo Dupuis poco antes de morir– que los teólogos orientales dejemos de difundir que la salvación es posible a través de otras religiones”.
Desde el llano, las cosas se ven de otra manera. Con menos dramatismo. Los curas, a diario, deben tratar con parroquianos que se confiesan con hojas gillette colgadas al cuello “para cortar la mala onda”. O que, en medio de la confesión y entre dientes, piden permiso para ir a ver a una bruja. “Yo les digo que si eso los hace felices y no va a significar un daño, bienvenido sea”, cuenta un sacerdote de una parroquia porteña. Luego hace un silencio. “Deberías venir a las reuniones de curas para que veas que hay otra manera de ver las cosas”, invita.
El valor de la ayuda social. ¿Cómo construye su religiosidad el neocatólico? Las fuentes van desde libros, relaciones personales, y una fuerte socialización familiar. Para Semán, estos elementos terminan conformando una nueva religión con reglas, premios y castigos. “Que la religiosidad no se acomode a la visión según las reglas oficiales no quiere decir que no tenga institucionalización. Hay dispersión, pero no es irracional”.
Si sumamos a este cuadro el hecho de que cada vez sean menos las vocaciones sacerdotales ¿peligra el catolicismo? Paradójicamente, hay quienes aseguran que mientras mayor sea la apertura religiosa, mayor será el universo de religiones disponibles y por tanto, se verá un crecimiento de la religiosidad. Además, existe una alta aceptación de la población hacia las actividades de ayuda social de la Iglesia. El estudio del Conicet analizó cuáles deben ser las actividades a las que, según la gente, la Iglesia Católica debe prestarles más atención. “Ayudar a los pobres” se llevó el 39% de las opiniones. Pero menor peso obtuvo su rol espiritual. “Formar a los fieles en cuestiones morales” recibió el 19,7% de adhesión. En este prestigio reside un riesgo: con un predicamento entre sus fieles con tendencia a la baja, quedar convertida en una ONG de ayuda social. Por eso, el presbístero Víctor Fernández, decano de la Facultad de Teología de la Universidad Católica Argentina (UCA) sostiene que “la Iglesia siempre intenta mostrar que hace esa obra social con motivaciones de fe muy profundas”.
El equilibrio entre su acción terrenal y su prédica divina parece ser la misión de la Iglesia para los seculares tiempos que corren.
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