) La regulación del mercado cambiario implementada en 2011, además del fuerte cambio que significó en la compra y venta de dólares de forma legal para atesoramiento, se convirtió en un nuevo elemento de presión mediática en torno a la política económica y la gestión del Gobierno Nacional, que se incrementa en contextos eleccionarios.
Las medidas de administración del mercado cambiario implementadas desde finales de 2011 implicaron una fuerte limitación a la demanda de dólares de manera legal para atesoramiento y, como correlato, una mayor supervisión a la compra de divisas para el pago de importaciones y el turismo internacional.
Desde entonces, publicar en los medios hegemónicos la cotización del mercado ilegal del dólar (el "blue") se convirtió en una herramienta que es utilizada, por un lado, para presionar al gobierno nacional para torcer el rumbo de la política económica.
Por el otro, para incidir en la opinión pública con conceptos económicos "negativos" orientados a socavar las chances del partido gobernante, como en su momento fueron el Riesgo País o las opiniones del FMI.
Hasta octubre de 2011, la compra de dólares por parte del sector privado mostraba una dinámica preocupante.
Las causas de este fenómeno tienen origen de índole estructural, macroeconómica y coyuntural.
En particular, me interesa remarcar lo que consideramos uno de los determinantes coyunturales más importantes: aquellos relacionados al factor "amedrentador".
En este sentido, es importante prestar mucha atención a la compra de divisas como forma de presión política.
Al respecto, Gaggero, Casparrino y Libman destacan en un trabajo publicado en 2007 que la compra de divisas puede ser un mecanismo de veto de las clases dominantes a decisiones políticas trascendentes que afectan la acumulación privada.
No es casual que a finales de 2011, en coincidencia con la reelección de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, se hayan comprado más de 9 mil millones de dólares de agosto a octubre, lo que marcó un récord absoluto desde 2003.
Ello nos permite afirmar que, si bien la serie muestra una tendencia creciente como resultado de la crisis internacional y de la mayor renta agropecuaria, los factores políticos coyunturales no son irrelevantes.
Una vez implementadas las medidas de regulación de la compra de divisas, este factor político de amedrentamiento se trasladó al mercado ilegal del dólar.
Asimismo, la fuerte alza de la cotización del mercado cambiario no puede ser analizada sin tener en cuenta el manejo noticioso de los medios de comunicación que, ante la cercanía de comicios, incrementan el espacio dedicado a las noticias que generan clima de malestar (es decir, la sensación de "está todo mal").
Aunque en la actualidad este comportamiento se hizo más visible (en el nuevo escenario suscitado tras la aprobación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual), resulta interesante recurrir a un estudio realizado por el COMFER (hoy AFSCA) en 2007.
Ese trabajo muestra cómo la cantidad de noticias sobre hechos vinculados con "la inseguridad" aumentaron en las distintas señales de televisión en octubre de 2007, mes de elecciones presidenciales.
También, ya en relación directa con los temas económicos, sucede el mismo fenómeno con noticias sobre inflación.
De esta manera, la intensificación del "malestar" impulsado por los medios de comunicación a horas de las elecciones legislativas exacerbaron y complementaron- las presiones sobre el mercado paralelo, como se ha observado en estos últimos días.
Sin embargo, este factor no se calmará tras las elecciones del domingo pasado, sino que tendrá cada vez una mayor incidencia sobre la brecha entre la cotización de los mercados legal e ilegal.
Por consiguiente, mantener controlado esa brecha requerirá esfuerzos extraordinarios del sector público y una concientización de todos los argentinos del manejo político mediático de este hecho.
Tan difícil como lograr esto último, en un contexto de fuerte concentración también ilegal- de los medios de comunicación, es atacar y disminuir la cuestión estructural del problema: los limitantes externos de nuestra economía en crecimiento con distribución del ingreso.
Esto dependerá, fundamentalmente, de la dinámica de la crisis internacional, del desempeño de Brasil y de la capacidad del gobierno nacional de seguir cambiando la estructura productiva.
En este sentido, es preciso continuar con la administración del comercio y del mercado cambiario; incentivar la exportación y la sustitución de importaciones; regular la remisión de utilidades y atraer inversión extranjera directa hacia sectores transables que no profundicen la concentración de los sectores primarios.
Ninguna de estas tareas es fácil, ni se resuelve de la noche a la mañana. Desde la oposición, se proponen soluciones que convencen por su aparente sencillez.
Así, la propuesta de solucionar el problema externo argentino a través de una devaluación abrupta y pronunciada, con la siguiente liberalización de las regulaciones cambiarias y de comercio, indudablemente culminará con un exceso de dólares, sí, pero no por haber logrado una estructura productiva más equilibrada sino por justamente lo contrario.
Estos programas económicos buscan generar un exceso de dólares revirtiendo logros alcanzados en relación a la distribución del ingreso, empleo, mayor soberanía política e independencia económica.
(*) Economista del CEIL-CONICET y del Colectivo Economía del Bicentenario.