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domingo, 24 de agosto de 2008


Tendencias / Ecología
Cuestión de piel
La proliferación de campañas que apuntan a desterrar del mapa el uso de las pieles en la moda reaviva una antigua polémica en la que no faltan boicots a famosos, cámaras ocultas y tortazos vegetarianos. PETA, una organización no gubernamental contra el maltrato a los animales, va a la cabeza de las protestas en el mundo
Ni siquiera la popular serie Sex&The City escapa de la furia de un activista enajenado. El blanco es uno de sus personajes, Samantha Jones (interpretada por Kim Cattrall), enfundada en un tapado de piel que de pronto es salpicado con pintura roja al mejor estilo Jackson Pollock. Pero la verdadera sorpresa está en el backstage, cuando Cattrall confiesa que el desconsuelo de su álter ego Samantha es pura ficción. Y para dejarlo bien en claro, la actriz no ha dudado en despachar el abrigo salpicado nada menos que a PETA (People for the Ethical Treatment of Animals), una organización que va a la cabeza de las protestas contra el uso de pieles animales.
También su compañera de elenco Sarah Jessica Parker declaró hace tiempo que si de vez en cuando desempolva una estola de zorro es sólo para abrigar a su personaje en la serie, la etérea Carrie Bradshaw.
Christie Turlington, Kim Basinger y Eva Mendes ya se animaron a mostrarse como dios las trajo al mundo, en señal de protesta. Otras que pusieron el cuerpo al asunto, aunque sin mostrar tanto, fueron Charlize Theron, Pink y Joss Stone.
Pero, más allá de las personas, Internet podría tranquilamente erigirse como el enemigo número uno del uso indiscriminado de las pieles. Michael McGraw, vocero de Peta, dice a LNR: "Durante varios meses, el video más visto en nuestro sitio fue una investigación sobre la industria peletera china en el que se puede observar a un granjero despellejando vivo a un animal. Es chocante, pero considerando que la mayor parte de las pieles proviene de ese país, ha hecho que mucha gente dejara de usarlas".
A partir de la difusión de estos videos por el ciberespacio, organizaciones como la que integra McGraw han redoblado sus esfuerzos en su afán por declarar las pieles indumentaria no santa. Toda una "cruzada animalista" que incluso parece haber surtido efecto en la mediática Paris Hilton, quien pasó de lucirlas en cuanto evento participara a archivarlas repentinamente en su guardarropa. La razón que esgrimió por entonces la blonda Paris fue, justamente, haber visto aquellas imágenes.
Probablemente haya respirado aliviada cuando dejó de encabezar el ranking de las celebridades peor vestidas en la página de PETA, que se actualiza año tras año ( www.peta.org ).
A quien tampoco le quedó más remedio que dar por terminado su idilio con las pieles -al menos en público- fue a Beyoncé, luego de convertirse en el blanco de una "emboscada" perpetrada por un par de activistas infiltrados que se hicieron pasar por fans de la cantante. Más que autógrafos, los falsos admiradores le pidieron que viera -note¬book mediante- uno de aquellos videos de las granjas peleteras. Fue un mal trago para la ex Destiny´s Child, que fue incluso filmado y publicado en Internet.
Del otro lado
La británica Lesley Hornby, más conocida como Twiggy, fue una de las primeras modelos en cuestionar el uso de pieles. Poco después, hicieron lo mismo varias de las niñas dilectas del difunto Versace, entre las cuales se encontraba Naomi Campbell. Con el lema "Prefiero estar desnuda a usar pieles", las modelos posaron para una campaña que recorrió el mundo entero y reavivó el debate. Pero, paradojas de la vida, la diosa de ébano no encontró inconvenientes para lucirlas luego en sus desfiles.
Otra supermodelo que posó en ese tipo de campañas fue Fernanda Tavares, aunque, a diferencia de Campbell, la brasilera mantiene hasta la fecha su postura inalterable: "En una oportunidad fui a hacer una prueba de ropa para un desfile que tenía confirmado en París. Al tercer cambio me dieron un gorro de piel que me negué a modelar. Una hora después, mi participación en ese desfile había sido cancelada", cuenta la modelo a LNR, y remata: "Siempre sostuve que si no compro ni uso pieles, tampoco voy a posar bonita para venderlas".
A fines de 2007, la ex modelo y manager Janice Dickinson se alineó en las filas de Tavares al instaurar en su agencia de modelos nada menos que una política libre de pieles. Durante el anuncio "oficial", ella y sus chicas se encargaron de que todo Hollywood se enterara, y sobre todo viera, que preferían estar casi desnudas a usar pieles.
Claro que la lista de famosos que objetan el uso de pieles (la deportista olímpica Amanda Beard, Julie Christie, Natalie Portman, el músico Moby, Joachin Phoenix, Simon Cowell, Ellen Degeneres, Ophra Winfrey y todo el clan McCartney) tiene su contracara. ¿Quién encabeza esta lista? Nada menos que Anna Wintour, la directora de la influyente revista de modas Vogue América y musa inspiradora de la película El diablo viste de Prada (o a la moda, como se llamó aquí). Su permanencia en el podio a través de los años la ha convertido en el blanco preferido de los más radicalizados defensores de animales.
El asedio a Wintour comenzó allá por los 90, cuando una activista le arrojó un mapache muerto sobre su plato en el coqueto restaurante de un hotel, ante la mirada impávida del resto de los comensales. Más tarde, durante la Semana de la Moda en París, Wintour recibió un tortazo de tofu en la cara. ¿El motivo que alegó el perpetrador? La cantidad de páginas que la directora de Vogue dedicaba a las pieles en su revista. Ver a una de las mujeres más influyentes de la moda cubierta de crema fue un hecho escandaloso que recorrió las redacciones del mundo a la velocidad del rayo. Cuando le preguntaron al respecto, Wintour se limitó a decir que el tofu hacía bien a la piel. Los diseñadores Michael Kors y Oscar de la Renta tampoco se salvaron de los tortazos. Este último fue destinatario de dos, según él, del mismo sabor.
Decididamente colados
Irrumpir con pancartas en los desfiles también se ha convertido en parte vital del modus operandi de los activistas, en especial de aquellos ligados a PETA. ¿Los escenarios? Las pasarelas de Valentino, Burberry, Roberto Cavalli, y Prada (esta última, seguramente, tendrá un respiro, después de haber presentado la colección otoño-invierno 2007-2008, a la que ha dado en llamar Fake Classics, sin pieles, la primera vez en décadas).
El caso más desopilante ocurrió en 2003, cuando el polémico activista Dan Mathews logró infiltrarse en un desfile de Gianfranco Ferré disfrazado de cura. Luego de interrumpir el show con sus pancartas, los guardias de seguridad se abalanzaron sobre él para echarlo. El propio Mathews relató en una entrevista concedida en 2007 a The New York Times que lo más insólito de todo el asunto fue que las señoras invitadas al desfile comenzaron a increpar a los guardias, gritando una y otra vez: "¡Dejen al cura en paz!".
El año 2005 marca un antes y un después en el debate por las pieles, con el desembarco de PETA en la Escuela de Diseño Parsons. Sin pintura roja ni pancartas, algunos miembros de la organización (entre los que se encontraba Dan Mathews) fueron convocados por las autoridades de la escuela neoyorquina para exponer su punto de vista a los estudiantes. De esa forma, y para sorpresa de unos cuantos, en las aulas se expusieron pacíficamente esta postura y muchas otras opuestas.
Pero PETA olvidó ser políticamente correcta a la hora de intentar disuadir al diseñador Jean-Paul Gaultier de que abandonara las pieles. Abundaron las protestas y los escraches en el negocio parisino de Gaultier, aunque parecen haber surtido el efecto contrario al esperado por los activistas. Basta dar un vistazo al último show del diseñador: había una verdadera sobredosis de pieles (con cabezas y colas incluidas), a tal punto que daba la sensación de estar en un museo de animales embalsamados. Hilary Alexander, directora de moda del Daily Telegraph, opinó al respecto: "Había tantas pieles que parecía que Gaultier estuviera lanzando un deliberado desafío a PETA".
Semejante espectáculo despertó la ira de diseñadores como Stella McCartney, quien desde que puso un pie en la moda concentró todos sus esfuerzos por ubicar las pieles en la categoría out de revistas y diarios. A tanto llega el compromiso de la hija del ex Beatle que no disimuló el enojo con su amiga Madonna después que la "chica material" apareció fotografiada luciendo un tapado confeccionado con fetos de oveja karakul, el supuesto último alarido de la moda.
A partir de los recientes anuncios de diseñadores y tiendas que, en materia de pieles, deciden dar un paso al costado, todo parece indicar que las filas de la filosofía McCartney se estarían engrosando. Uno de los últimos en incorporar el rótulo fur free (libre de piel) ha sido Polo Ralph Lauren: "Sentimos que es el momento adecuado para dar este paso", versa parte de un comunicado de la firma, difundido en 2006. Casi un año después, Tommy Hilfiger adhirió a esta política y anunció que "cualquier producto que contenga piel será retirado de los canales de venta para la llegada de la colección primaveral 2008". La mítica Guess también fue de la partida y aseguró desde su página on-line que no comercializará más pieles.
Sin embargo, la sorpresa llega nada menos que de Milán, con el reciente anuncio de las tiendas La Rinascente de no volver a comercializar, a partir de enero de 2009, productos con piel de animal "que no sean provenientes de la cadena alimentaria". De esa forma, las míticas tiendas italianas se pasan al bando de Foot&Locker, Gap, H&M y Zara.
"Tuvimos victorias muy importantes trabajando de cerca con Ralph Lauren, Calvin Klein, Tommy Hilfiger, Vivienne Westwood, Betsey Johnson y Kenneth Cole en cuanto a políticas libres de piel", asegura McGraw. Y destaca: "Con los diseñadores hemos mantenido negociaciones de meses a puertas cerradas y trabajamos con sus equipos ejecutivos para pasar a la fase libre de piel, algo que se suele dar en el lapso de un año. Al vencer ese plazo, ellos generalmente nos donan sus pieles, las cuales posteriormente entregamos a la gente que vive en la calle y que no tiene otros medios para resguardarse del frío. Nuestra posición es que la gente de la calle es la única que tiene una excusa válida para usarlas", concluye, mientras las polémica sigue a flor de piel.
Por Marina Macome

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