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domingo, 27 de julio de 2008


Sociedad
Tendencia: los argentinos y el bienestar
Desde que comenzaron a difundirse estudios científicos que relacionan el estrés con todo tipo de enfermedades, se afirma entre los argentinos la inclinación a privilegiar el equilibrio y la vida relajada por sobre el vértigo y el pulso hiperactivo de otros tiempos
asta un fugaz pantallazo por cualquier tanda televisiva para deducir sin demasiado esfuerzo que las publicidades ya no prometen belleza, juventud o estatus. Hoy, la nueva gallina de los huevos de oro se llama bienestar (aunque en el reino de la caja boba a él se llegue, curiosamente, a caballo de esos mismos productos que antes prometían belleza, juventud o estatus).
Es que los gurúes del marketing y la publicidad, verdaderos expertos en interpretar (y a veces maximizar) los miedos, aspiraciones y deseos humanos, saben que entre los argentinos cobró una importancia significativa la preocupación por estar bien. Tampoco desconocen que el discurso que impera en los diferentes ámbitos de la vida cotidiana comenzó a privilegiar el equilibrio y la vida relajada por sobre el vértigo y la euforia de otros tiempos, sobre todo desde que comenzaron a difundirse los estudios científicos que relacionan el estrés con todo tipo de enfermedades.
Calidad de vida
Una investigación reciente de la consultora TNS Gallup traza un interesante perfil de la relación de los argentinos con el bienestar. Tomando como base sus últimas encuestas, los expertos estiman, por ejemplo, que el 64% de los argentinos manifestó haber padecido estrés, depresión o desgano en los últimos doce meses (este segmento llegaba al 53% en 2001). El 74 % de los consultados se preocupa por su estado de salud, el 66 % se manifiesta muy interesado en tener una alimentación sana, en tanto que el 83 % cree que es importante contar con tiempo libre.
Uno de los ámbitos en los que mejor se percibe el deseo de una mayor calidad de vida es el de la alimentación: las góndolas de los supermercados están inundadas de productos reducidos en calorías, fortificados con vitaminas y minerales, o que se anuncian sin conservantes para responder a los requerimientos de los nuevos hábitos alimenticios.
En este sentido, la misma investigación revela que el 65% de los encuestados controla periódicamente su peso, mientras que el 82% asegura leer los vencimientos de los productos, el 64% está preocupado por incorporar vitaminas y minerales en sus alimentos, y el 52% controla la cantidad de grasas que ingiere en las comidas. Otra de las conclusiones fue que más de la mitad de las amas de casa elige productos fortificados, y a dos de cada tres les parece razonable que tengan un precio más elevado que las versiones regulares.
"Esta es la era del plus -explica Constanza Cilley, directora económica y de investigación de la filial local de TNS Gallup-. Si a una persona le das a elegir entre dos paquetes de galletitas, lo más probable es que elija el que tiene más vitaminas o el que se presenta como más sano, aunque no sepa muy bien por qué."
La experta explica que, anualmente, la consultora elige un aspecto social que considera relevante y lo analiza de manera exhaustiva. Este año, justamente, el tema elegido fue el bienestar. "Si bien se trata de una tendencia que no es reciente, en los últimos tiempos cobró mayor relevancia. Tanto el contexto local como el mundial llevan a una revalorización del presente y a un deseo de estar bien. También influyen cuestiones demográficas: al tener una mayor expectativa de vida, nos empezamos a preguntar cómo queremos llegar a la vejez."
Con ella coincide Guillermo Oliveto, presidente de la Asociación Argentina de Marketing y CEO de la Consultora CCR. "En el siglo 20, el imaginario de las sociedades más desarrolladas se focalizaba en el acceso a determinados bienes y servicios. Pero como el deseo se caracteriza por anhelar lo que no se tiene, resuelta esa búsqueda material, surgen nuevos paradigmas como el equilibrio y el bienestar. Cobra relevancia lo espiritual."
Si bien está incorporado en la vida cotidiana de múltiples formas, los argentinos llaman de diferentes maneras a este deseo de una vida más equilibrada, aunque la más utilizada suele ser "estar bien". En las investigaciones de Gallup también surgió que los consultados asociaban esta idea con conceptos como equilibrio, suspensión de la rutina y hasta la veían como un vuelco hacia el individualismo, la afectividad y el hedonismo.
"Vemos una revitalización del placer como fin en sí mismo. El modelo que caracterizó el consumo en los últimos veinte años estaba basado en la imagen. Ahora, todos los sentidos deben experimentar. Un ejemplo es el avance de la cultura de la lentitud o slowness y se ve en la gastronomía. Hemos pasado de la era fast food a la de good food ", analiza Cilley.
Sin embargo, para Cecilia Arizaga, autora del libro El mito de comunidad en la ciudad mundializada , la era del bienestar no es precisamente un corte abrupto con el auge consumista de los noventa, sino, más bien, la otra cara de la misma moneda. "Esta idea de un nuevo ´buen vivir es un proceso de construcción social compuesto por imaginarios y valores materiales que opera como marca de clase. Yo lo veo como un discurso que nos habla de una posición social, de una aspiración y un estilo de vida mundializado con ciertos parámetros de gustos, de ocio y hasta para relacionarse con la familia."
Arizaga, socióloga y docente universitaria, considera que este modelo vigente no es para cualquiera. Y eso lo torna, en cierto sentido, peligroso. "Para ser parte de esta cultura del buen vivir hay que disponer de recursos económicos. Pero está instalada en toda la sociedad como el estilo de vida legítimo porque la publicidad no discrimina clases sociales. Y esto puede generar tensiones entre quienes no están en condiciones de acceder."
Por supuesto que no sólo bienestar prometen las publicidades. Es cada vez más frecuente que ciertos productos asociados con la alimentación o la limpieza ahora prometan, además, algún tipo de protección: desde aspirinas que adicionalmente previenen infartos, pasando por la clásica avena de la infancia que ahora evita problemas cardíacos, hasta cualquier limpiador que, para ser efectivo, debe matar todo tipo de gérmenes.
En este punto, los expertos son coincidentes: el menor peso que instituciones como la familia, el trabajo o la escuela tienen sobre el individuo lo vuelve más autónomo y, al mismo tiempo, más vulnerable. "Ya no hay verdades absolutas y me las tengo que arreglar solo. Yo soy el responsable de mis hijos, de mis actividades, de procurarme una vida sana. Obviamente, estar bien se vuelve algo estresante", considera Oliveto de CCR, también autor del libro El futuro ya llegó .
El estudio de Gallup confirma esta sensación de estrés y vulnerabilidad. "Los consultados hablan de una sobreoferta de artículos de consumo que se presentan con la excusa de que te hacen bien. Los consumidores reconocen las nuevas propuestas pero critican la intensidad de las campañas, porque ese mandato de estar bien termina estresando", interpreta Cilley.
Es cada vez más frecuente que médicos y científicos estudien el efecto del estrés sobre la salud física o el rendimiento laboral. En Europa y los Estados Unidos, reconocidas empresas cuentan con espacios de relajación y, en algunos casos, hasta promueven la siesta. En nuestro país, algunos modelos comienzan a replicarse, sobre todo, entre algunas empresas multinacionales.
Golpe al corazón
El jefe de Cardiología de la Fundación Favaloro, Enrique Gurfinkel, ha realizado diferentes estudios científicos que buscan relacionar el estrés con las enfermedades cardíacas. Así, por ejemplo, un trabajo suyo reveló que los casos de infarto no fatal disparados por el estrés y la depresión sumaron 10.000 casos durante el período de gestación, desarrollo y desenlace de la crisis de 2001.
"La relación científica del estrés con la enfermedad coronaria es muy reciente porque, históricamente, se había subestimado el efecto del estrés sobre el corazón. Pero ahora se lo empieza a mirar de otra manera. Algo similar ocurre con la depresión anímica, un factor que nunca considerábamos, pero que se ha comenzado a relacionar, ahora, con los infartos", reconoce el experto.
Gurfinkel y su equipo se encuentran abocados en retomar la investigación de la crisis de 2001 para ahondar en sus conclusiones. "La Argentina tiene la mayor tasa de enfermedad cardíaca del mundo: 250 argentinos por cada 100.000 habitantes. En Estados Unidos la tasa es de 150/100.000, y en Brasil de 205/100.000, aunque ahora que empezaron a estar mejor económicamente el índice está comenzando a disminuir. En nuestro caso, nos empezamos a preguntar qué papel juegan esas pequeñas gotitas de estrés diario que absorbemos."
Por Lorena Oliva

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