Orgulloso de sus orígenes

La publicidad evidencia siempre las intenciones del anunciante, de forma que a veces refleja aquello de “dime de qué presumes…”, como ocurre con esos productos supuestamente naturales al 100%, y otras hurga en nuestros más recónditos deseos, como el coche que te promete la libertad… En una sociedad de saturación comunicativa, la publicidad ahonda en los sentimientos para llamar la atención. Y la propaganda política sigue esa tendencia. 
El mensaje del expolio fiscal, basado en números, va dirigido al cliente que no es hostil a la marca. Pero no es suficiente. Por eso, Convergència transforma las frías cifras en el lema “la España subsidiada vive gracias a la Catalunya productiva”. La campaña fomenta lo que John H. Elliott llama el “síndrome de la víctima inocente”, bajo cuyo influjo el historiador sitúa a Catalunya: es un sentimiento de “mutua solidaridad frente a vecinos que, ya sean hostiles o no, son percibidos como diferentes”. (Elliott también atribuye a España el “síndrome de la nación elegida”). El efecto de sentirse víctima inocente es acabar imputando “todas las desgracias de la comunidad a otras e ignorar o desatender deficiencias más cerca de casa”.
Pero esa publicidad sólo sirve para mantener la tensión. El reto es ensanchar horizontes. Hay un sector al que no convence la lista de agravios, que cree que los políticos son todos iguales, los de aquí y los de allí, y que derrochan y se corrompen por igual. Su comunidad de pertenencia, además, no está tan definida. Viven en un limbo identitario. A ellos se dirige la campaña “orgulloso de sus orígenes, orgulloso de Catalunya”, que está aún en la cocina de CDC. Publicidad emocional. Muy eficaz. Lo mejor, la imagen que acompaña al lema: un señor que pinta canas, que a buen seguro llegó a la estación de França con una maleta de cartón y unas perras en el bolsillo, que recaló en el área metropolitana y trabajó duro para salir adelante; detrás, una mujer en la treintena, su hija, a la que pudo dar estudios y… abrazando al protagonista, una niña, la nieta, el futuro, que quizá lleve un nombre catalán que al abuelo aún le cuesta pronunciar. El mensaje es nítido: ¿cómo no va a estar el hombre orgulloso de lo que ha conseguido en Catalunya?, ¿y cómo va a renegar de sus orígenes? Pues se le explica que ambos sentimientos son compatibles con la independencia. Y se le explica en castellano. Porque, aunque Heródoto decía que el sentimiento de comunidad no lo daba la lengua, sino compartir hábitos alimentarios, prácticas sexuales y ritos religiosos, se llega mejor al corazón con el acento materno.
Esta última campaña demuestra dos cosas; una, que Convergència cree que el resultado de una consulta puede estar reñido, y dos, que piensa convocarla. Por ello, se ha puesto ya a trabajarse un electorado por el que no se habría tomado tantas molestias en una cita electoral tradicional. Lo mismo da que sea una consulta o unas elecciones plebiscitarias. CDC ya está en campaña. Rajoy aún cree que el partido se juega en el 2016.