3º CONGRESO DE COMUNICADORES
FORO I: LA POLÍTICA Y LA COMUNICACIÓN
POLÍTICA Y COMUNICACIÓN: LOS AFICHES DE LA ÉPOCA PERONISTA COMO INSTRUMENTOS DE PROPAGANDA
Autora: María Eugenia Santiago de Camuso
Introducción
Señala Jean Marie Domenach [1] que en todos los tiempos los hombres de Estado y los políticos trataron de lograr la adhesión a su persona y a un sistema de gobierno. Para ello utilizaron distintos medios. En la antigüedad griega la política estaba asociada con la retórica, como al arte de persuadir. En nuestro tiempo, autores como Karl W. Deutsch sostienen que el sistema político puede ser identificado como un sistema de comunicación. Esto se debe a que en toda toma de decisión relacionada con conflictos de intereses de una comunidad hay un intercambio de mensajes. “Un proceso ideal de comunicación política incorpora como elementos el emisor; el receptor, el mensaje y los canales de transmisión y de retroalimentación” [2].
Cabe preguntarse qué relación hay entre comunicación y propaganda política. La comunicación puede concebirse como la relación que hay entre emisor y receptor, aún en el campo político, hasta puede decirse en un plano de “igualdad”, en donde el receptor no es pasivo, reacciona frente al mensaje y a su vez emite otro. En cambio, “la propaganda es una tentativa para ejercer influencia en la opinión y en la conducta de la sociedad, de manera que las personas adopten una opinión y una conducta determinadas” [3]. Se pone el acento en el papel del emisor y su capacidad de “manipular” al receptor, que se trata de mantener totalmente pasivo. El fin de la propaganda es la creación y/o alteración de ideas, valores y opiniones a fin de modificar conductas o actitudes y de lograr adhesiones. De ahí que toda propaganda es un proceso de comunicación, pero no toda comunicación política es propaganda.
En esta ponencia me propongo analizar brevemente el sistema político peronista, y los componentes del proceso de comunicación, dedicando especial atención a los afiches de la época como instrumentos de propaganda. Además intento promover el debate en torno a un tema polémico: ¿hubo manipulación, persuación y control por parte del Estado peronista, que actuaba como emisor? ¿Se logró la adhesión a un nuevo sistema de valores, incorporado en el mensaje? ¿Fue eficaz la propaganda peronista?
Comenzaré, pues, con el emisor.
El emisor: El gobierno peronista
El régimen [4] peronista conformó un nuevo “orden” en la sociedad argentina. El 24 de febrero de 1946 se realizaron, después de varios años de gobierno militar, elecciones democráticas de acuerdo a la ley Sáenz Peña. En ellas la fórmula Perón-Quijano obtuvo 1.478.372 votos contra 1.211.666 de los candidatos de la Unión Democrática. El presidente elegido no contaba con un partido propio, recién fundado en 1947 como partido peronista. Carlos Alberto Floria y César A. García Belsunce [5] señalan: “Durante el año 1946 Perón se propuso reunir todos los recursos políticos dispersos, organizar su movimiento, definir su programa de acción y ventilar sus slogans rezumados por tres ideas-fuerza de indudable eficacia proselitista y aptitud sintetizadora de los sentimientos populares: justicia social, independencia económica y soberanía política. En estas tres expresiones, el Presidente lograba reunir la esencia de la prédica nacionalista, de postuladores sociales, de temas caros al radicalismo yrigoyenista y de principios expuestos por el catolicismo social”.
En lo atinente a la justicia social el general Perón sostenía: “Nosotros encaramos, en primer término, una reforma social que anunciamos ya en el año 1943. Esa reforma social nace con lo que era fundamental para nosotros. Los tiempos que vivíamos nos iban indicando el camino. A ese dolor de la tierra, que tenía sublevada a la mitad de la población de la República o a sus tres cuartas partes, durante muchos años se había ido sumando el de los que llegaban de Europa, tan descontentos como los que estaban aquí, trayendo a la vez sus propios problemas sociales, trasplantando el dolor de otras tierras al dolor de nuestra tierra, con lo cual el problema social había aumentado”. [6]
Autores como Carlos Alberto Kreimer sostienen que los años del peronismo fueron pródigos y fundamentales en materia de legislación social. Entre otras realizaciones, se produjo la creación de un fuero especial para la atención de los litigios laborales. La justicia laboral amplió los beneficios a los empleados y obreros de todas las actividades. También se promulgó el estatuto del peón y otros trabajadores del campo, donde se establecían los salarios y su pago en dinero y no en “bonos”, una vivienda digna y adecuada alimentación, vacaciones, estabilidad, etc. No podemos dejar de nombrar la reglamentación de las convenciones colectivas de trabajo. Cada sindicato podía legislar junto con los patronos, de ahí que el país se alineó a los más modernos en lo que se refiere a leyes laborales. Se creó el Instituto Nacional de Previsión Social, organismo que centralizó los sistemas particulares de jubilación. Se pasó de contar en 1944 con 300.000 afiliados a 3,5 millones en 1949. Todo trabajador percibiría una jubilación llegado a la vejez. Asimismo, por decreto, se establecía un aporte de los empleadores para permitir el turismo de sus empleados. Gracias a él muchísimos trabajadores pudieron gozar de una o dos semanas de vacaciones en playas o en el interior del país, como en Córdoba y Bariloche. También se crearon las colonias de vacaciones. El Ministerio de Obras Públicas incorporó la Dirección de Parques Nacionales y Turismo, que construyó entre otras complejos turísticos, el de Chapadmalal (Buenos Aires).
Con respecto a lo económico el general Perón afirmaba: “La reforma económica argentina tuvo ante sí dos tareas ciclópeas a realizar: 1º Encontramos una economía al servicio del capital; la modificación consistió en poner el capital al servicio de la economía. 2º. Encontramos una economía colonial; la modificación implicó realizar la independencia económica. Lo primero implicaba reemplazar una economía capitalista por una economía social. Lo segundo, disponer integralmente de la riqueza argentina para organizarla, defenderla, incrementarla y ponerla al servicio exclusivo de los designios del pueblo que la produce con su esfuerzo” [7].
Aldo Ferrer, un conocido economista, indica que durante los años 1946-1948 el gobierno redistribuyó los ingresos a favor de los sectores populares a través del proceso de sustitución de importaciones. Se nacionalizaron los servicios públicos y se repatrió la deuda pública. Por el control de precios de artículos de primera necesidad, el subsidio al consumo de los mismos, la política de salarios mínimos, el sueldo anual complementario, el control de alquileres y un mejor sistema de prestación de seguridad social se logró una fuerte expansión de la demanda del consumo y una gran redistribución de ingresos que benefició a los grupos de menores ingresos.
El lanzamiento del primer plan quinquenal, de 1947 a 1951 tenía por finalidad lograr, también, la independencia económica. El mismo general Perón expresó: “La independencia económica ha impuesto también la organización de todo el sistema de transporte y distribución de nuestra riqueza. Nuestro país antes era un país colonial. Nos dejaban sólo el derecho de producir. Ellos se encargaban del transporte terrestre y marítimo, del seguro y reaseguro, etc. Nosotros queremos, en cambio, que tengan sólo el derecho de consumir nuestros productos. Nosotros, que los producimos, tenemos el derecho de transportarlos por nuestros medios hasta los centros consumidores, para distribuirlos allí para que ellos no tengan nada más que comerlos. Esta es nuestra organización actual” [8].
Heredado del gobierno anterior de Farrell, la economía peronista contó con el IAPI- Instituto Argentino de Promoción del Intercambio que fue “descripta por el economista brasileño Celso Furtado como el intento más amplio que se haya hecho jamás en América Latina de poner las exportaciones bajo el control del Estado” [9]. Este instituto monopolizó todas las exportaciones agrícolas y ganaderas, compraba la producción a los ganaderos a un precio fijo y las vendía a precio de mercado, con la ganancia obtenida se la destinaría a lograr el desarrollo industrial. Otra de las medidas implementadas en pro de la “independencia económica” fue la compra de los ferrocarriles, que según algunos autores eran obsoletos y trajeron más gratificaciones síquicas que ganancias [10].
En lo tocante a la soberanía política el general Perón había dicho [11]: “Esta ha sido y seguirá siendo la simplísima filosofía que guía nuestras relaciones internacionales: Se han de asentar en el respeto de la Argentina hacia todos los demás países; pero este respeto ha de ser recíproco. No cabe admitir de nadie, grande o pequeño, intromisiones descaradas o encubiertas en asuntos que afectan a nuestra soberanía. Puede proclamar con orgullo que a este sentimiento de independencia me he visto acompañado por la población civil y por las fuerzas armadas que, en la custodia de esa soberaía tienen su mayor razón de ser” Y en la misma oportunidad, pero seis años más tarde vuelve a repetir la idea: “Si la felicidad de nuestro pueblo está probando con su realidad incontestable que la República ha conquistado ya la independencia económica que necesitaba para crear las condiciones necesarias de aquella felicidad, no es menos cierto, señores, que la soberanía política de que gozamos aporta una prueba definitiva. Muchas veces he dicho ya, y en todos los tonos de mi voz, que ninguna nación puede proclamarse políticamente soberana mientras no realice, hasta los últimos extremos, su independencia económica” [12].
Durante el primer gobierno peronista se tenía la certeza de una futura tercera confrontación mundial. Por eso apareció el concepto de “Tercera posición”, que según Hipólito Paz, Ministro de Relaciones y Culto, tuvo connotaciones referidas no sólo a una estrategia internacional, sino también a una filosofía económica-social. En un mundo bipolar, en continua lucha hegemónica entre Estados Unidos y la Unión Soviética, Perón trató de practicar una política de autonomía. Mario Rapaport afirmaba que “sin abandonar la filiación con Occidente, sistema de valores a cuya pertenencia no se renunciaba, la “tercera Posición” significó, con todo, un cambio en la ubicación internacional del país. Cambio que trascendió la retórica o el mero oportunismo, y pasó a integrar así la base de una política exterior que delineó un perfil nacional” [13]. “La tercera posición es una filosofía que conforma una doctrina y una teoría en lo político, en lo social y en lo económico; y es substancialmente distinta del indidvidualismo capitalista y del colectivismo en cualquiera de sus formas. La doctrina peronista, señores, es la doctrina de esa tercera posición y se puede aplicar a la solución de los problemas políticos, sociales y económicos del mundo contemporáneo” [14].
El receptor: la “masa”
Varios pensadores consideran que en esta época se llegó a “peronizar” la sociedad. E incluso ven en el peronismo una forma muy singular y moderna de la democracia de masas. Para Luis Alberto Romero: “Esta singular forma de democracia se constituía desde el Estado. Los diversos actores que conformaban su base de sustentación eran considerados como “masas”, es decir, un todo indiferenciado, cuya expresión autónoma o específica no era valiosa, y que debía ser moldado, inculcándole la “doctrina” [15]. Esta “masa” estaba conformada por los trabajadores, los “descamisados”, a los que Perón interpretó y les dio sus derechos, los “derechos del trabajador”. En el vocabulario peronista “masa” y “pueblo” son sinónimos: “De nuestra masa hemos formado un Pueblo, con conciencia social, con un celoso espíritu de sobernía y también con una ambición de engrandecer a la Patria y dejarla más grande, más próspera y más feliz de lo que la encontramos” [16].
El mensaje: las realizaciones peronistas
Todos las realizaciones y logros peronistas –que hemos visto al analizar el emisor- fueron difundidos a través de los distintos medios de comunicación social. Es bien conocida la actitud del gobierno peronista con respecto a la prensa y su control. Es nuevamente Luis Alberto Romero quien señala: “A ello se dirigía la propaganda masiva, que saturaba los medios de comunicación- utilizados por primera vez en forma sistemática- y también la escuela. El régimen tuvo una tendencia definida a “peronizar” todas las instituciones, y a convertirlas en instrumentos de adoctrinamiento” [17]. Varios diarios fueron cerrados y sus edificios confiscados. Hubo “un intenso esfuerzo de propaganda orquestado desde la Subsecretaría de Prensa y Difusión, la cual, bajo la dirección del periodista Raúl Alejandro Apold, publicó durante el régimen de Perón más de 2.500.00 panfletos de diversos tipos y más de 3.000.000 afiches, además de la producción de películas y otros materiales de propaganda” [18]. Estos affiches eran exhibidos en las calles y en todas las dependencias del Estado.
El mismo Perón señala en uno de sus libros que fue uno de los primeros en utilizar la radio: “Hay un procedimiento mucho más eficaz que los hombres olvidan, que es el de tomar a la masa en grandes sectores. Los políticos nunca habían utilizado la radio para su acción. Más bien utilizaban las conferencias callejeras, donde los hombres los veían. Yo también me hice ver, primero, porque eso es indispensable. La acción de presencia y la influencia directa del conductor es importante, pero la mayor parte de la masa ya me había visto y yo, entonces, les hablé por radio, que era como si me siguieran viendo. De manera que yo les hablaba a todos” [19]. Recordemos también que la televisión se inaugura durante este período.
Analizaremos brevemente los distintos carteles publicados durante el gobierno peronista. Los “afiches” o carteles son un medio muy económico de llevar adelante la propaganda, pues no está sujeto a impuesto, no tiene necesidad de grandes inversiones de capital y gracias a las máquinas de imprimir de fines del siglo pasado, se podía aumentar sus dimensiones. Fueron muy eficaces por ser breves y contundentes. Pero los consideramos, como señala Zunzunegui, como una enunciación, un texto visual “concebido como un acto de lenguaje a través del cual una estructura referencial produce un discurso” [20]. Este discurso- mensaje según lo consideramos- es captado inmediatamente por el enunciatario – o receptor, ya que la imagen es “el instrumento de más efecto y el más eficaz. Su percepción es inmediata y no exige ningún esfuerzo” [21]. Asimismo Umberto Eco considera que las imágenes deben ser considerada como textos visuales “no analizables ni en signos ni en figuras” [22]. Como texto visual, el cartel exhibe un tema “entendiendo por tal la puesta en juego de toda una serie de programas que permiten convertir valores abstractos en espacio y tiempo” [23].
El primero de los afiches a considerar se denomina “Ayuda social”. Hay tres planos distintos: en el superior aparece la “República”, imagen heredada de la Revolución Francesa, símbolo de igualdad, fraternidad y libertad, envuelta en la bandera argentina. En la parte central dos jóvenes trabajadores, que de acuerdo con su vestimenta ( el varón se muestra con un oberol, ropa utilizada por mecánicos, obreros, etc- ropa de “trabajadores”) con rostros sonrientes y manos en alto, iluminados por los rayos del sol que provienen de la “República”; y en la parte inferior una frase de la esposa del “Líder” que hace referencia a la legislación en materia de justicia social como medio de lograr la felicidad del pueblo. A ambos lados unos niños y una pareja de ancianos, como el principio y el fin de la ayuda social.
El segundo de los afiches está dividido en dos planos: en el superior se muestra en primer lugar dos palabras: “Independencia económica”-concepción a la que ya hicimos referencia- y enseguida en grandes letras el nombre del realizador: Perón. La configuración de un mapa de la Argentina, en donde se observa el crecimiento de la infraestructura económica, industrias, transportes y servicios nacionalizados, está unido por una bandera nacional al símbolo de la indepencia política: la casa de Tucumán, lugar donde se proclamó el 9 de julio la “independencia” nacional , unida al nombre de uno de los mayores próceres de la patria, San Martín, cuyas letras poseen el mismo tamaño que las de Perón, atribuyéndose ser éste el continuador de la gesta de la independencia.
El tercero de los afiches, y tratando sobre la misma problemática económica, es muy simple: una locomotora funcionando a todo vapor, que muestra la nacionalización de los ferrocarriles, logro del gobierno peronista. El afiche presenta dos oraciones muy breve: el “Perón cumple” y el “ya son argentinos”.
El cuarto afiche versa sobre el plan quinquenal. Un gaucho, símbolo de la argentinidad, enarbolando una bandera argentina, y con las cadenas rotas, mostrando la “independencia económica” tan predicada. Dos años: 1947-1951, fechas de comienzo y finalización del plan, que logrará la recuperación nacional.
El quinto afiche, más simple que los anteriores y siguiendo con el tema económico, nos muestra sobre un fondo que asemeja a una pizarra una mano haciendo cuentas: había que producir más para vivir mejor.
Como conclusión traigo a colación unas palabras del ya citado Jean Marie Domenach: “El esfuerzo de la propaganda está destinado, en gran parte, al desarrollo de la producción, especialmente en las democracias populares. Discursos, filmes, cantos, affiches, gráficos de los progresos, (...) proclamación de las metas alcanzadas y superadas, todo crea una mística del plan cuyas variadas manifestaciones invaden la calle y los lugares de trabajo” [24]. El uso de la propaganda hecha por el gobierno peronista para reafirmar sus logros es un ejemplo más en la historia de la comunicación política.
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[1] DOMENACH, Jean Marie. La propaganda política. Bs. As., Eudeba, 1986.
[2] VALLES, Jospep M. Ciencia Política. Una introducción. Barcelona, Editorial Ariel, 2000, p 290..
[3] Calcagno, Eduardo L. Propaganda. La comunicación política en el siglo XX, Bs. As., Comunicación Gráfica edición diseño, 1992, pág. 34
[4] “Entiendo por régimen al conjunto de patrones realmente vigentes (no necesariamente consagrados jurídica o formalmente) que establecen las modalidades de reclutamiento y acceso a los roles gubernamentales, así como los criterios de representación en base a los cuales se formulan expectativas de acceso a dichos roles” en O’Donnell, Guillermo. El estado burocrático autoritario. Triunfos, derrotas y crisis. Editorial de Belgrano, Buenos Aires, 1996,p. 21 Tanto Fèlix Luna en “Perón y su tiempo. La Argentina era una fiesta. 1946-1955”. T.I., Buenos aires, Sudamericana, 1991, capítulo VIII como Cristián Buchrucker en “Nacionalismo y Peronismo. La Argentina en la crisis ideológica mundial (1927-1955), Buenos Aires, Sudamericana, 1987, entre otros, emplean la palabra “régimen” al referirse al gobierno peronista.
[5] Floria, Carlos Alberto, García Belsunce, César. Historia de los Argentinos. Buenos Aires, Argentina, Ediciones Larousse,. 1992, p,875.
[6] Escuela Superior Peronista. Temas de doctrina. Materias fundamentales, básicas y complementarias. Buenos Aires, Editorial Mundo Peronista, 1955, p. 492.
[7] Idem, p. 492
[8] Ibídem, p. 533.
[9] PAGE, Joseph. Perón. Una biografía. Buenos Aires, Javier Vergara Editor, 1984, primera parte, p.201
[10] Idem, p. 204.
[11] Mensaje del Presidente Perón al Honorable Congreso Nacional, el 1 de mayo de 1946, al declarar inaugurado el primer período peronista de sesiones. En Los Mensajes de Perón, Buenos Aires, Ediciones Mundo Peronista, 1952, p. 28 .
[12] Mensaje al Honorable Congreso Nacional, el 1 de mayo de 1952, al declarar inaugurado el séptimo período peronista de sesiones, En Los mensajes de Perón, op.cit., p. 419.
[13] RAPAPORT, Mario. Un margen de autonomía. En revista Nuestro Siglo. Historia gráfica de la Argentina Contemporánea. Buenos Aires, Hyspamérica, 1984, N°9., p. 138.
[14] Mensajes de Perón, op..cit p. 411.
[15] ROMERO, Luis Alberto. Breve historia contemporánea de la Argentina. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica de Argentina, 2001, p. 114.
[16] Escuela Superior Peronista. Temas de doctrina. Buenos Aires, Editorial Mundo Peronista, p. 109.
[17] ROMERO, Luis Alberto.Op. cit., p. 115.
[18] Plotkin, Mariano. Op. Cit., p. 55-56-I
[19] PERÓN, Juan. Conducción Política. Buenos Aires. Servicio Internacional Publicaciones Argentinas., 1953, p. 339,340.
[20] ZUNZUNEGUI, Santos. Pensar la imagen. Madrid, Cátedra, Universidad del País Vasco, 1992, p. 81
[21] Domenach, Jean-Marie. La propaganda política, Buenos Aires, Eudeba, 1986, p. 50
[22] Idem, p.77.
[23] ZUNZUNEGUI, Santos. Op. Cit, p. 85.
[24] DOMENACH, Jean Marie. Op. Cit., p. 34.
FORO I: LA POLÍTICA Y LA COMUNICACIÓN
POLÍTICA Y COMUNICACIÓN: LOS AFICHES DE LA ÉPOCA PERONISTA COMO INSTRUMENTOS DE PROPAGANDA
Autora: María Eugenia Santiago de Camuso
Introducción
Señala Jean Marie Domenach [1] que en todos los tiempos los hombres de Estado y los políticos trataron de lograr la adhesión a su persona y a un sistema de gobierno. Para ello utilizaron distintos medios. En la antigüedad griega la política estaba asociada con la retórica, como al arte de persuadir. En nuestro tiempo, autores como Karl W. Deutsch sostienen que el sistema político puede ser identificado como un sistema de comunicación. Esto se debe a que en toda toma de decisión relacionada con conflictos de intereses de una comunidad hay un intercambio de mensajes. “Un proceso ideal de comunicación política incorpora como elementos el emisor; el receptor, el mensaje y los canales de transmisión y de retroalimentación” [2].
Cabe preguntarse qué relación hay entre comunicación y propaganda política. La comunicación puede concebirse como la relación que hay entre emisor y receptor, aún en el campo político, hasta puede decirse en un plano de “igualdad”, en donde el receptor no es pasivo, reacciona frente al mensaje y a su vez emite otro. En cambio, “la propaganda es una tentativa para ejercer influencia en la opinión y en la conducta de la sociedad, de manera que las personas adopten una opinión y una conducta determinadas” [3]. Se pone el acento en el papel del emisor y su capacidad de “manipular” al receptor, que se trata de mantener totalmente pasivo. El fin de la propaganda es la creación y/o alteración de ideas, valores y opiniones a fin de modificar conductas o actitudes y de lograr adhesiones. De ahí que toda propaganda es un proceso de comunicación, pero no toda comunicación política es propaganda.
En esta ponencia me propongo analizar brevemente el sistema político peronista, y los componentes del proceso de comunicación, dedicando especial atención a los afiches de la época como instrumentos de propaganda. Además intento promover el debate en torno a un tema polémico: ¿hubo manipulación, persuación y control por parte del Estado peronista, que actuaba como emisor? ¿Se logró la adhesión a un nuevo sistema de valores, incorporado en el mensaje? ¿Fue eficaz la propaganda peronista?
Comenzaré, pues, con el emisor.
El emisor: El gobierno peronista
El régimen [4] peronista conformó un nuevo “orden” en la sociedad argentina. El 24 de febrero de 1946 se realizaron, después de varios años de gobierno militar, elecciones democráticas de acuerdo a la ley Sáenz Peña. En ellas la fórmula Perón-Quijano obtuvo 1.478.372 votos contra 1.211.666 de los candidatos de la Unión Democrática. El presidente elegido no contaba con un partido propio, recién fundado en 1947 como partido peronista. Carlos Alberto Floria y César A. García Belsunce [5] señalan: “Durante el año 1946 Perón se propuso reunir todos los recursos políticos dispersos, organizar su movimiento, definir su programa de acción y ventilar sus slogans rezumados por tres ideas-fuerza de indudable eficacia proselitista y aptitud sintetizadora de los sentimientos populares: justicia social, independencia económica y soberanía política. En estas tres expresiones, el Presidente lograba reunir la esencia de la prédica nacionalista, de postuladores sociales, de temas caros al radicalismo yrigoyenista y de principios expuestos por el catolicismo social”.
En lo atinente a la justicia social el general Perón sostenía: “Nosotros encaramos, en primer término, una reforma social que anunciamos ya en el año 1943. Esa reforma social nace con lo que era fundamental para nosotros. Los tiempos que vivíamos nos iban indicando el camino. A ese dolor de la tierra, que tenía sublevada a la mitad de la población de la República o a sus tres cuartas partes, durante muchos años se había ido sumando el de los que llegaban de Europa, tan descontentos como los que estaban aquí, trayendo a la vez sus propios problemas sociales, trasplantando el dolor de otras tierras al dolor de nuestra tierra, con lo cual el problema social había aumentado”. [6]
Autores como Carlos Alberto Kreimer sostienen que los años del peronismo fueron pródigos y fundamentales en materia de legislación social. Entre otras realizaciones, se produjo la creación de un fuero especial para la atención de los litigios laborales. La justicia laboral amplió los beneficios a los empleados y obreros de todas las actividades. También se promulgó el estatuto del peón y otros trabajadores del campo, donde se establecían los salarios y su pago en dinero y no en “bonos”, una vivienda digna y adecuada alimentación, vacaciones, estabilidad, etc. No podemos dejar de nombrar la reglamentación de las convenciones colectivas de trabajo. Cada sindicato podía legislar junto con los patronos, de ahí que el país se alineó a los más modernos en lo que se refiere a leyes laborales. Se creó el Instituto Nacional de Previsión Social, organismo que centralizó los sistemas particulares de jubilación. Se pasó de contar en 1944 con 300.000 afiliados a 3,5 millones en 1949. Todo trabajador percibiría una jubilación llegado a la vejez. Asimismo, por decreto, se establecía un aporte de los empleadores para permitir el turismo de sus empleados. Gracias a él muchísimos trabajadores pudieron gozar de una o dos semanas de vacaciones en playas o en el interior del país, como en Córdoba y Bariloche. También se crearon las colonias de vacaciones. El Ministerio de Obras Públicas incorporó la Dirección de Parques Nacionales y Turismo, que construyó entre otras complejos turísticos, el de Chapadmalal (Buenos Aires).
Con respecto a lo económico el general Perón afirmaba: “La reforma económica argentina tuvo ante sí dos tareas ciclópeas a realizar: 1º Encontramos una economía al servicio del capital; la modificación consistió en poner el capital al servicio de la economía. 2º. Encontramos una economía colonial; la modificación implicó realizar la independencia económica. Lo primero implicaba reemplazar una economía capitalista por una economía social. Lo segundo, disponer integralmente de la riqueza argentina para organizarla, defenderla, incrementarla y ponerla al servicio exclusivo de los designios del pueblo que la produce con su esfuerzo” [7].
Aldo Ferrer, un conocido economista, indica que durante los años 1946-1948 el gobierno redistribuyó los ingresos a favor de los sectores populares a través del proceso de sustitución de importaciones. Se nacionalizaron los servicios públicos y se repatrió la deuda pública. Por el control de precios de artículos de primera necesidad, el subsidio al consumo de los mismos, la política de salarios mínimos, el sueldo anual complementario, el control de alquileres y un mejor sistema de prestación de seguridad social se logró una fuerte expansión de la demanda del consumo y una gran redistribución de ingresos que benefició a los grupos de menores ingresos.
El lanzamiento del primer plan quinquenal, de 1947 a 1951 tenía por finalidad lograr, también, la independencia económica. El mismo general Perón expresó: “La independencia económica ha impuesto también la organización de todo el sistema de transporte y distribución de nuestra riqueza. Nuestro país antes era un país colonial. Nos dejaban sólo el derecho de producir. Ellos se encargaban del transporte terrestre y marítimo, del seguro y reaseguro, etc. Nosotros queremos, en cambio, que tengan sólo el derecho de consumir nuestros productos. Nosotros, que los producimos, tenemos el derecho de transportarlos por nuestros medios hasta los centros consumidores, para distribuirlos allí para que ellos no tengan nada más que comerlos. Esta es nuestra organización actual” [8].
Heredado del gobierno anterior de Farrell, la economía peronista contó con el IAPI- Instituto Argentino de Promoción del Intercambio que fue “descripta por el economista brasileño Celso Furtado como el intento más amplio que se haya hecho jamás en América Latina de poner las exportaciones bajo el control del Estado” [9]. Este instituto monopolizó todas las exportaciones agrícolas y ganaderas, compraba la producción a los ganaderos a un precio fijo y las vendía a precio de mercado, con la ganancia obtenida se la destinaría a lograr el desarrollo industrial. Otra de las medidas implementadas en pro de la “independencia económica” fue la compra de los ferrocarriles, que según algunos autores eran obsoletos y trajeron más gratificaciones síquicas que ganancias [10].
En lo tocante a la soberanía política el general Perón había dicho [11]: “Esta ha sido y seguirá siendo la simplísima filosofía que guía nuestras relaciones internacionales: Se han de asentar en el respeto de la Argentina hacia todos los demás países; pero este respeto ha de ser recíproco. No cabe admitir de nadie, grande o pequeño, intromisiones descaradas o encubiertas en asuntos que afectan a nuestra soberanía. Puede proclamar con orgullo que a este sentimiento de independencia me he visto acompañado por la población civil y por las fuerzas armadas que, en la custodia de esa soberaía tienen su mayor razón de ser” Y en la misma oportunidad, pero seis años más tarde vuelve a repetir la idea: “Si la felicidad de nuestro pueblo está probando con su realidad incontestable que la República ha conquistado ya la independencia económica que necesitaba para crear las condiciones necesarias de aquella felicidad, no es menos cierto, señores, que la soberanía política de que gozamos aporta una prueba definitiva. Muchas veces he dicho ya, y en todos los tonos de mi voz, que ninguna nación puede proclamarse políticamente soberana mientras no realice, hasta los últimos extremos, su independencia económica” [12].
Durante el primer gobierno peronista se tenía la certeza de una futura tercera confrontación mundial. Por eso apareció el concepto de “Tercera posición”, que según Hipólito Paz, Ministro de Relaciones y Culto, tuvo connotaciones referidas no sólo a una estrategia internacional, sino también a una filosofía económica-social. En un mundo bipolar, en continua lucha hegemónica entre Estados Unidos y la Unión Soviética, Perón trató de practicar una política de autonomía. Mario Rapaport afirmaba que “sin abandonar la filiación con Occidente, sistema de valores a cuya pertenencia no se renunciaba, la “tercera Posición” significó, con todo, un cambio en la ubicación internacional del país. Cambio que trascendió la retórica o el mero oportunismo, y pasó a integrar así la base de una política exterior que delineó un perfil nacional” [13]. “La tercera posición es una filosofía que conforma una doctrina y una teoría en lo político, en lo social y en lo económico; y es substancialmente distinta del indidvidualismo capitalista y del colectivismo en cualquiera de sus formas. La doctrina peronista, señores, es la doctrina de esa tercera posición y se puede aplicar a la solución de los problemas políticos, sociales y económicos del mundo contemporáneo” [14].
El receptor: la “masa”
Varios pensadores consideran que en esta época se llegó a “peronizar” la sociedad. E incluso ven en el peronismo una forma muy singular y moderna de la democracia de masas. Para Luis Alberto Romero: “Esta singular forma de democracia se constituía desde el Estado. Los diversos actores que conformaban su base de sustentación eran considerados como “masas”, es decir, un todo indiferenciado, cuya expresión autónoma o específica no era valiosa, y que debía ser moldado, inculcándole la “doctrina” [15]. Esta “masa” estaba conformada por los trabajadores, los “descamisados”, a los que Perón interpretó y les dio sus derechos, los “derechos del trabajador”. En el vocabulario peronista “masa” y “pueblo” son sinónimos: “De nuestra masa hemos formado un Pueblo, con conciencia social, con un celoso espíritu de sobernía y también con una ambición de engrandecer a la Patria y dejarla más grande, más próspera y más feliz de lo que la encontramos” [16].
El mensaje: las realizaciones peronistas
Todos las realizaciones y logros peronistas –que hemos visto al analizar el emisor- fueron difundidos a través de los distintos medios de comunicación social. Es bien conocida la actitud del gobierno peronista con respecto a la prensa y su control. Es nuevamente Luis Alberto Romero quien señala: “A ello se dirigía la propaganda masiva, que saturaba los medios de comunicación- utilizados por primera vez en forma sistemática- y también la escuela. El régimen tuvo una tendencia definida a “peronizar” todas las instituciones, y a convertirlas en instrumentos de adoctrinamiento” [17]. Varios diarios fueron cerrados y sus edificios confiscados. Hubo “un intenso esfuerzo de propaganda orquestado desde la Subsecretaría de Prensa y Difusión, la cual, bajo la dirección del periodista Raúl Alejandro Apold, publicó durante el régimen de Perón más de 2.500.00 panfletos de diversos tipos y más de 3.000.000 afiches, además de la producción de películas y otros materiales de propaganda” [18]. Estos affiches eran exhibidos en las calles y en todas las dependencias del Estado.
El mismo Perón señala en uno de sus libros que fue uno de los primeros en utilizar la radio: “Hay un procedimiento mucho más eficaz que los hombres olvidan, que es el de tomar a la masa en grandes sectores. Los políticos nunca habían utilizado la radio para su acción. Más bien utilizaban las conferencias callejeras, donde los hombres los veían. Yo también me hice ver, primero, porque eso es indispensable. La acción de presencia y la influencia directa del conductor es importante, pero la mayor parte de la masa ya me había visto y yo, entonces, les hablé por radio, que era como si me siguieran viendo. De manera que yo les hablaba a todos” [19]. Recordemos también que la televisión se inaugura durante este período.
Analizaremos brevemente los distintos carteles publicados durante el gobierno peronista. Los “afiches” o carteles son un medio muy económico de llevar adelante la propaganda, pues no está sujeto a impuesto, no tiene necesidad de grandes inversiones de capital y gracias a las máquinas de imprimir de fines del siglo pasado, se podía aumentar sus dimensiones. Fueron muy eficaces por ser breves y contundentes. Pero los consideramos, como señala Zunzunegui, como una enunciación, un texto visual “concebido como un acto de lenguaje a través del cual una estructura referencial produce un discurso” [20]. Este discurso- mensaje según lo consideramos- es captado inmediatamente por el enunciatario – o receptor, ya que la imagen es “el instrumento de más efecto y el más eficaz. Su percepción es inmediata y no exige ningún esfuerzo” [21]. Asimismo Umberto Eco considera que las imágenes deben ser considerada como textos visuales “no analizables ni en signos ni en figuras” [22]. Como texto visual, el cartel exhibe un tema “entendiendo por tal la puesta en juego de toda una serie de programas que permiten convertir valores abstractos en espacio y tiempo” [23].
El primero de los afiches a considerar se denomina “Ayuda social”. Hay tres planos distintos: en el superior aparece la “República”, imagen heredada de la Revolución Francesa, símbolo de igualdad, fraternidad y libertad, envuelta en la bandera argentina. En la parte central dos jóvenes trabajadores, que de acuerdo con su vestimenta ( el varón se muestra con un oberol, ropa utilizada por mecánicos, obreros, etc- ropa de “trabajadores”) con rostros sonrientes y manos en alto, iluminados por los rayos del sol que provienen de la “República”; y en la parte inferior una frase de la esposa del “Líder” que hace referencia a la legislación en materia de justicia social como medio de lograr la felicidad del pueblo. A ambos lados unos niños y una pareja de ancianos, como el principio y el fin de la ayuda social.
El segundo de los afiches está dividido en dos planos: en el superior se muestra en primer lugar dos palabras: “Independencia económica”-concepción a la que ya hicimos referencia- y enseguida en grandes letras el nombre del realizador: Perón. La configuración de un mapa de la Argentina, en donde se observa el crecimiento de la infraestructura económica, industrias, transportes y servicios nacionalizados, está unido por una bandera nacional al símbolo de la indepencia política: la casa de Tucumán, lugar donde se proclamó el 9 de julio la “independencia” nacional , unida al nombre de uno de los mayores próceres de la patria, San Martín, cuyas letras poseen el mismo tamaño que las de Perón, atribuyéndose ser éste el continuador de la gesta de la independencia.
El tercero de los afiches, y tratando sobre la misma problemática económica, es muy simple: una locomotora funcionando a todo vapor, que muestra la nacionalización de los ferrocarriles, logro del gobierno peronista. El afiche presenta dos oraciones muy breve: el “Perón cumple” y el “ya son argentinos”.
El cuarto afiche versa sobre el plan quinquenal. Un gaucho, símbolo de la argentinidad, enarbolando una bandera argentina, y con las cadenas rotas, mostrando la “independencia económica” tan predicada. Dos años: 1947-1951, fechas de comienzo y finalización del plan, que logrará la recuperación nacional.
El quinto afiche, más simple que los anteriores y siguiendo con el tema económico, nos muestra sobre un fondo que asemeja a una pizarra una mano haciendo cuentas: había que producir más para vivir mejor.
Como conclusión traigo a colación unas palabras del ya citado Jean Marie Domenach: “El esfuerzo de la propaganda está destinado, en gran parte, al desarrollo de la producción, especialmente en las democracias populares. Discursos, filmes, cantos, affiches, gráficos de los progresos, (...) proclamación de las metas alcanzadas y superadas, todo crea una mística del plan cuyas variadas manifestaciones invaden la calle y los lugares de trabajo” [24]. El uso de la propaganda hecha por el gobierno peronista para reafirmar sus logros es un ejemplo más en la historia de la comunicación política.
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[1] DOMENACH, Jean Marie. La propaganda política. Bs. As., Eudeba, 1986.
[2] VALLES, Jospep M. Ciencia Política. Una introducción. Barcelona, Editorial Ariel, 2000, p 290..
[3] Calcagno, Eduardo L. Propaganda. La comunicación política en el siglo XX, Bs. As., Comunicación Gráfica edición diseño, 1992, pág. 34
[4] “Entiendo por régimen al conjunto de patrones realmente vigentes (no necesariamente consagrados jurídica o formalmente) que establecen las modalidades de reclutamiento y acceso a los roles gubernamentales, así como los criterios de representación en base a los cuales se formulan expectativas de acceso a dichos roles” en O’Donnell, Guillermo. El estado burocrático autoritario. Triunfos, derrotas y crisis. Editorial de Belgrano, Buenos Aires, 1996,p. 21 Tanto Fèlix Luna en “Perón y su tiempo. La Argentina era una fiesta. 1946-1955”. T.I., Buenos aires, Sudamericana, 1991, capítulo VIII como Cristián Buchrucker en “Nacionalismo y Peronismo. La Argentina en la crisis ideológica mundial (1927-1955), Buenos Aires, Sudamericana, 1987, entre otros, emplean la palabra “régimen” al referirse al gobierno peronista.
[5] Floria, Carlos Alberto, García Belsunce, César. Historia de los Argentinos. Buenos Aires, Argentina, Ediciones Larousse,. 1992, p,875.
[6] Escuela Superior Peronista. Temas de doctrina. Materias fundamentales, básicas y complementarias. Buenos Aires, Editorial Mundo Peronista, 1955, p. 492.
[7] Idem, p. 492
[8] Ibídem, p. 533.
[9] PAGE, Joseph. Perón. Una biografía. Buenos Aires, Javier Vergara Editor, 1984, primera parte, p.201
[10] Idem, p. 204.
[11] Mensaje del Presidente Perón al Honorable Congreso Nacional, el 1 de mayo de 1946, al declarar inaugurado el primer período peronista de sesiones. En Los Mensajes de Perón, Buenos Aires, Ediciones Mundo Peronista, 1952, p. 28 .
[12] Mensaje al Honorable Congreso Nacional, el 1 de mayo de 1952, al declarar inaugurado el séptimo período peronista de sesiones, En Los mensajes de Perón, op.cit., p. 419.
[13] RAPAPORT, Mario. Un margen de autonomía. En revista Nuestro Siglo. Historia gráfica de la Argentina Contemporánea. Buenos Aires, Hyspamérica, 1984, N°9., p. 138.
[14] Mensajes de Perón, op..cit p. 411.
[15] ROMERO, Luis Alberto. Breve historia contemporánea de la Argentina. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica de Argentina, 2001, p. 114.
[16] Escuela Superior Peronista. Temas de doctrina. Buenos Aires, Editorial Mundo Peronista, p. 109.
[17] ROMERO, Luis Alberto.Op. cit., p. 115.
[18] Plotkin, Mariano. Op. Cit., p. 55-56-I
[19] PERÓN, Juan. Conducción Política. Buenos Aires. Servicio Internacional Publicaciones Argentinas., 1953, p. 339,340.
[20] ZUNZUNEGUI, Santos. Pensar la imagen. Madrid, Cátedra, Universidad del País Vasco, 1992, p. 81
[21] Domenach, Jean-Marie. La propaganda política, Buenos Aires, Eudeba, 1986, p. 50
[22] Idem, p.77.
[23] ZUNZUNEGUI, Santos. Op. Cit, p. 85.
[24] DOMENACH, Jean Marie. Op. Cit., p. 34.
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