Así serán los canales de cable del futuro
Por Ariel Torres
Lunes 26 de mayo de 2008
Hace poco, mientras hacía zapping sin descanso para descubrir, una vez más, que a las 10 de la noche de un día cualquiera de la semana no había ninguna película que no hubiera visto al menos once veces y otras veinte que no me interesaban en absoluto, se me ocurrió pensar cómo sería el servicio de cable del futuro. Ya que no había nada interesante para ver, y como mi vista estaba demasiado cansada para leer, me dispuse a entretenerme con mis propios delirios. Ya hay avances en esa dirección (AppleTV, Vudu, Unbox) pero hacia el fin de la semana una noticia me mostraría que mi imaginación no era tan disparatada. (A propósito, los documentales de Discovery, Animal Planet y History Channel, así como los programas de El Gourmet, siguen salvando la noche, al menos en nueve de cada diez ocasiones. Muy pronto, si la oferta sigue decayendo, daré de baja los canales de películas llamados Premium. Dan películas, sí. El problema es cuáles, cuándo y cuántas veces. Cierto que estos juicios son subjetivos, pero ¿es posible que vuelvan a pasar Inframundo, Cinderella Man y Munich?) Como gustéis Volviendo al futuro. ¿Cómo sería un servicio de cable, si hubiera 100 veces más ancho de banda que ahora? No falta tanto. De hecho, falta relativamente poco; el porvenir del negocio entero de Internet depende de eso. Bueno, con semejante velocidad, la frontera entre TV e Internet ya no se borronearía, como ahora, sino que se evaporaría. Los canales de cable y los videoclubes ya no serían compartimentos estancos. Y la TV como servicio –no como concepto– daría un giro copernicano. La principal diferencia entre el servicio de cable y la TV por Internet es, por ahora, la calidad de video y audio. Y aún esto, con reservas. El servicio de cable que contrato en mi casa no ofrece sonido en 5.1, por lo que al pagar por canales Premium, lo único que obtengo es el bonito logo de Dolby Digital y, claro, el básico, plano y elemental sonido en estéreo. La calidad de video tampoco es para tocar el cielo, créame. Y si la empresa ya ofrece decodificadores Dolby Digital no me lo ha hecho saber. Por contraste, AppleTV tiene en iTunes películas en alta definición y con sonido 5.1. Con mi conexión con Internet tardaría unas 3 horas en descargarla, pero ese es otro asunto. ¿Qué es un cable? Excepto por las emisiones en vivo, el servicio de cable pasa programas y películas a las horas que sus responsables creen correctas. En Internet, en cambio, los programas se pasan a la hora que uno tiene ganas. La gran diferencia a favor de la TV convencional la marca, por ahora, la emisión en vivo. Pero, a decir verdad, en total, ¿cuántas veces por mes vemos programación en vivo? ¿Una, dos? Algún discurso político clave, un partido de fútbol inevitable, un concierto histórico. No mucho más. Lo que llamamos televisión por cable hoy es un enorme conjunto de canales que repiten un número de programas y películas a lo largo de la semana. Eso estuvo bueno durante mucho tiempo, porque nos independizó de los horarios. Si no podías ver una serie a las 21 del jueves, la repetían a las 2 del viernes y a las 15 del domingo. Pero como Internet ha venido a otorgarnos una absoluta libertad en ese sentido, la relación jerárquica entre el director de programación y el público se ha empezado a invertir. Ahora podemos decidir qué ver, cuándo verlo, y presionar pausa para ir a hacernos un café. Se llama streaming , y es el tipo de sistema que usan, por ejemplo, YouTube ( www.youtube.com ) o La Nacion TV ( www.lnteve.com.ar ). Y a un costo inferior que el servicio de cable. La programación todavía es limitada y no hay largometrajes, sí, pero para que dicha relación se termine de dar vuelta sólo se necesita más ancho de banda. El suficiente para descargar un película de dos horas con sonido digital envolvente y video de alta definición en, digamos, 4 o 5 minutos, o para traerlo por streaming sin tropiezos. Catálogo universal de cine Dentro de algunos años, el televisor estará tan conectado a Internet como la computadora, si acaso todavía persiste alguna diferencia entre el uno y la otra. Entre nosotros, creo que sí, que va a seguir habiendo bastante diferencia, y que para ver cine una computadora seguirá siendo tan incómoda como un televisor para llevar planillas de cálculo. Para decidir qué ver esta noche, sólo apretaré el botón Cine y en la pantalla aparecerá el siguiente mensaje. Por favor, elija en nuestro catálogo de 653.007 películas y apriete el botón Descargar (ver ahora) o Programar para ver después La posteridad quizás se ría de mi ingenuidad (¡Hola, muchachos!), porque seguramente el número de películas será mayor y es altamente probable que el remoto sea una reliquia fosilizada. Estoy convencido de que no habrá que descargar nada; le diremos –verbalmente– al televisor que estamos buscando esa película cuyo título hemos olvidado. Sólo sabemos que actúa la misma actriz que, diez años después, encarnaría a la inolvidable policía embarazada de Fargo. No recordamos el nombre de esta mujer, pero sabemos que en la película que estamos buscando investiga un misterioso asesinato en Irlanda. En un segundo, la pantalla (o una amigable voz que no parece sintética) nos preguntará si acaso se trata de Hidden Agenda . Y con esto se refrescará nuestra memoria. Si estamos de acuerdo, le pediremos ver esa película ahora o al día siguiente, o tal vez solicitemos que la coloque en una lista para el fin de semana, cuando nos sentaremos a explorar varios títulos para un artículo que estamos escribiendo. El pago será automático, transparente y con tarifa plana. Será más fácil que el zapping actual, y como cuatro veces más barato. Si la sesión es para ahora, sólo tendremos que esperar unos minutos para verla, si es que tenemos la intención de tener una copia que, supongamos, durará una semana antes de borrarse sola. Llegará el día, claro, en que esos minutos se conviertan en unos segundos. No sé cómo será el modelo de negocios. Sé que un modelo de negocios que me hace sentir burlado una de cada tres noches no puede funcionar para siempre. Pero me imagino que a precios razonables, con un catálogo de casi un millón de películas y banda ancha suficiente, casi no tendrá sentido almacenar los DVD (o memorias holográficas, o lo que sea) de nuestros títulos predilectos. Estarán en línea. El teorema de Netflix Terminaba de escribir esta columna cuando llegó la noticia de que Netflix pondrá un catálogo de 10.000 títulos disponible por Internet para sus socios, que pagan una cuota mensual de entre 7 y 18 dólares por mes. Netflix es el mayor videoclub en línea y hasta ahora sólo enviaba las películas a domicilio por correo postal o por streaming usando la Web en la computadora. Pero la PC nunca fue muy apta para el cine. Ahora, tras aliarse con la californiana Roku, empezó a ofrecer un dispositivo de sólo 100 dólares que transmite la película directamente a la pantalla de la tele. Usted puede encontrar más datos sobre Netflix y su lanzamiento de la semana pasada en www.lanacion.com.ar/1015280Todavía son pocos títulos, sólo el 10% de su catálogo en DVD, y dicen que son títulos bastante viejos. Además, falta ancho de banda, para hacer streaming con video de alta definición. Pero Netflix ha iniciado un cambio radical en la distribución de cine, series, conciertos y otros contenidos que hasta ahora estaban ausentes de Internet. Y para quienes estamos saturados de información y sólo queremos ver alguna buena película tres o cuatro veces por semana, reemplazaría holgadamente el servicio de cable. Por Ariel Torres
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