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miércoles, 30 de septiembre de 2009

opiniones academicas

De matones, represores y miembros de la pesada en el humor gráfico del diario Clarín – Argentina 1973-1983
Florencia Paula Levín (Argentina)
Florencia Paula Levín: Docente e investigadora en la Universidad Nacional General Sarmiento y especialista en el área de historia reciente. Cursó la carrera de Historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, donde actualmente se encuentra concluyendo su doctorado. Su investigación doctoral se centra en la reconstrucción y análisis de las representaciones sobre lo político construidas por el humor gráfico del diario Clarín entre 1973 y 1983. Es autora de varios artículos sobre la historia reciente y la memoria. Junto con Marina Franco, es co-editora del libro Historia reciente. Perspectivas y desafíos para un campo en construcción (editorial Paidós) y co-directora de la Red Interdisciplinaria de Estudios sobre Historia Reciente – RIEHR (www.riehr.com.ar.). Ha escrito diversos manuales escolares y materiales didácticos y se ha desempeñado como miembro del equipo de Ciencias Sociales en el Ministerio de Educación de la Nación. Ha sido docente en el Ciclo Básico Común y la carrera de Historia de la Universidad de Buenos Aires.
florencialevin@ciudad.com.ar, florencia.levin@gmail.com
ResumenEn los tiempos de descomposición del gobierno peronista y en los años de la última dictadura militar, mientras una férrea censura y una silenciosa autocensura regulaban la producción y circulación de información al tiempo que la represión se encargaba de desaparecer a los sospechosos, algunos espacios, menos obvios, permitieron la expresión de ideas incómodas e imágenes alusivas al horror. Particularmente, el humor gráfico, género desvalorizado por los discursos “cultos” y por la mirada inquisitoria de la censura, pudo resguardar ciertos grados de autonomía. En el humor gráfico del diario Clarín, es posible encontrar, junto con la neutralización y trivialización, ciertos intersticios por donde se colaran la expresión de desencanto y la denuncia. En este trabajo analizo de qué modo los chistes del diario se alejaron del canon editorial y de los preceptos represivos del régimen a partir de la construcción de una figura emblemática de las acciones represivas: la del matón-represor.
Introducción
En marzo de 1973 Clarín, uno de los principales diarios argentinos y por ese entonces el de mayor circulación nacional , decidió dejar de publicar comics de autores extranjeros para convocar a varios de los humoristas locales más reconocidos del momento para integrar la página de humor. La decisión tomada por Clarín implicó no solamente “nacionalizar” a los autores de la página sino también al contenido del humor que, a partir de entonces, comenzó a estar directamente vinculado con los avatares cotidianos del país.
Este gesto de Clarín se inscribió en un proceso de valorización y revitalización del género en la Argentina tras de varios años de estancamiento en los cuales el humor gráfico se había retraído en un clima generalizado de censura (Rivera, 1986: 78). A partir de entonces la sección dejó de ser concebida como un espacio de relleno y distracción para convertirse en una suerte de segunda portada que aborda, a partir de sus propias reglas de género y con una fuerte impronta autoral, los asuntos más importantes de la realidad nacional e internacional tratados en la portada y el cuerpo del diario (Sasturain: 1987: 190 y 1995: 34).
Mientras se producían estos cambios, el país vivía un momento de gran conflictividad política. En efecto, en los años transcurridos entre el retorno del peronismo al gobierno en 1973 y el golpe militar de marzo de 1976 la Argentina atravesó un sinuoso proceso de descomposición política y agitación social al que no fue ajeno el fenómeno de la violencia. Aunque restringida a las modalidades de acción y a los valores esgrimidos por grupos cada vez más minoritarios, la violencia fue adquiriendo cada vez más las características del terrorismo.
Por otra parte, la descomposición del gobierno peronista y los enfrentamientos cada vez más virulentos entre las facciones de izquierda y de derecha dentro del peronismo se convirtieron en caldos de cultivo para la emergencia de grupos terroristas paramilitares vinculados a la extrema derecha que, tras el nombre de Acción Anticomunista Argentina (o Triple A) hicieron su aparición en la escena hacia fines de1973 ejerciendo a partir de allí una metodología de persecución y exterminio. Tras la muerte de Perón en julio de 1974 estos grupos iniciaron una verdadera cacería de brujas contra el ala izquierda del movimiento que se sumó a una férrea política represiva lanzada contra toda manifestación autónoma y progresista.
A partir del golpe militar del 24 de marzo de 1976 se produjo una fusión entre las fuerzas de la Triple A y el aparato represivo clandestino de estado cooptado por los militares, inaugurándose un sistema planificado y organizado a gran escala de exterminio masivo organizado en torno a los más de 350 centros clandestinos de detención dispersos por distintas regiones del país. A dichos centros fueron a parar cerca de 30.000 hombres y mujeres que pasaron a integrar la lista de los desaparecidos quienes, en su gran mayoría, luego de haber recibido feroces sesiones de tortura fueron ejecutados y sus restos fueron ocultados o destruidos.
Muchos de estos crímenes fueron consumados en operativos realizados a plena luz del día y en centros de detención y tortura emplazados en lugares sumamente transitados. Por otra parte, la aparición de cadáveres en los ríos, de cuerpos acribillados en los márgenes de los caminos, el hallazgo de cientos de tumbas NN y las redadas y tiroteos formaron parte del día a día de la vida cotidiana de miles de argentinos. Por su parte, los diarios brindaron amplia información, aunque distorsionada, que daba cuenta de los enfrentamientos, muertes y desapariciones. En este marco, el humor gráfico de Clarín se sumó a la tematización, interpretación y difusión de temas y aspectos vinculados con la violencia y la represión a partir de un corpus llamativamente profuso y variado a lo largo de todo el período señalado.
En las líneas que siguen se presentan los resultados del análisis de un aspecto muy específico pero fundamental de este universo temático: la construcción de la figura del miembro de la pesada y del grupo de tareas. Asimismo, y dada la convicción de que los sentidos del humor gráfico deben ser analizados en el marco del complejo juego intertextual que se genera a partir de su emplazamiento en un medio determinado, dichas representaciones serán contrastadas con la línea editorial de Clarín.
Este trabajo se sustenta en la idea de que dada la vinculación entre el humor gráfico y los avatares de la política del país el mismo constituye un referente para abordar algunas representaciones e imaginarios que circulaban por la sociedad en ese entonces. Como sostiene Oscar Steimberg, el cartoon se define como género en tanto discurso subordinado a otros discursos, constituido como “registro y espacio de transformación y transposición de signos y marcas discursivas circunscriptas en todos los espacios del intercambio social” provenientes tanto de la oralidad, la gestualidad, la escritura y cualquier otro género y soporte mediático (Steimberg, 2001: 7). Por lo tanto, analizar este conjunto de cartoons puede constituir una forma, mediada por las peculiaridades del lenguaje del humor y sobredeterminada por su inclusión en un medio periodístico, de acceder al mundo de las representaciones y los imaginarios colectivos del momento.
El estereotipo del activista-represor en Crist y Fontanarrosa
Tal como se adelantara, el fenómeno de la violencia es una temática recurrente en la obra de todos los humoristas de Clarín y conforma un conjunto sumamente rico y complejo de construcciones e interpretaciones que abarcan desde la escenificación de secuestros y extorsiones a la detonación de bombas, la represión ilegal e incluso el empleo de la tortura (incluyendo la picana). Víctimas y verdugos desfilan por las páginas del diario junto con la esporádica aparición de fragmentos de cuerpos y calaveras.
Dentro de este conjunto, es posible recortar una larga y nutrida serie elaborada por Crist y Fontanarrosa en la contratapa de Clarín que refiere a un personaje que, dada su reiteración, perduración en el tiempo y la gran estabilidad de rasgos estéticos aparece como el principal protagonista de las escenas vinculadas con el delito y la represión en sus respectivos cartoons. Se trata del activista de derecha en un sentido amplio que, como se verá, va a aparecer trasmutada en la imagen del delincuente profesional a sueldo tanto como con las fuerzas de seguridad y la figura del represor que actúa en la clandestinidad, todo lo cual queda englobado en una serie de significantes emparentados y no siempre diferenciables: espía-matón-detective-mercenario-represor-miembro de la pesada.

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