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domingo, 24 de mayo de 2009

Oferta de órganos por Internet: "Cambio mi riñón por una casa"
Lo propone María Teresa, en uno de los avisos que proliferan en la red vinculados al negocio de los trasplantes ilegales. Los ofrecimientos crecen en forma incesante, de la mano de la crisis y el desempleo.
Por:
Pablo Calvo

Pintado de rojo, el corazón de Jesús está rodeado de rayos de sol. Es un póster tamaño natural, que protege el kiosco de María Teresa de San Justo, su modesto medio de vida. Ella aparece a contraluz, en una escena clandestina, impensada. Ofrece un mate dulce y suelta una pena amarga: "Mi situación económica es muy delicada y tengo miedo a quedar en la calle. No por mí, sino por mis tres hijas, ellas son mi vida. Por eso me decidí a poner el aviso. Por eso estoy dispuesta a cambiar mi riñón por una casa".El aviso llegó a Internet, permaneció un tiempo y esta semana desapareció, como aparecen y se esfuman miles de ofertas similares de personas desesperadas, que se exponen a uno de los negocios más peligrosos del mundo: el tráfico de órganos.En la Argentina, la donación en vida de un órgano para trasplante únicamente se permite si el donante y el receptor son parientes o sí, en una situación excepcional, la autoriza la Justicia (ver página 36). Para los demás casos está prohibida y hay penas de hasta seis años de prisión para médicos, enfermeros e intermediarios que intenten lucrar con estas situaciones.Hasta ahora, no se detectó ningún caso de venta de órganos en toda la historia jurídica del país. Pero las ofertas existen, se multiplican, generan ilusiones en los necesitados y afilan los colmillos de los mercaderes.En los últimos ocho días, Clarín se entrevistó con personas que decidieron vender o permutar uno de sus riñones o parte del hígado, que son los únicos órganos que se pueden ceder en vida. Consultó además al Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (INCUCAI) y recorrió las páginas de la web donde figuran decenas de miles de anuncios similares, con señuelos para distintos negocios, virus agazapados y, quizás, trampas mortales.Entre toda esa maleza aparecen también los gritos desesperados, como el de María Teresa: "Viví en taperas, en casuchas donde había arañas y cucarachas, recorrí La Matanza de aquí para allá. Las mudanzas fueron traumáticas, pero en la última dije 'basta, tengo 47 años y mi deber es asegurarles el futuro a mis hijas'". Una de ellas tiene 20 años, quiso entrar a la Gendarmería pero sus muelas careadas demoran el ingreso. Otra escucha música con auriculares en la puerta, al lado de Cristo. Y la más chica es la más desprotegida: anda cerca de los 12 años y aún no le hicieron el DNI."Trabajo sin francos, de lunes a lunes, no recibo cuota alimentaria, estoy en juicio con un policlínico que me operó cuando no debía, el dueño del departamento que alquilo se murió y tengo miedo que me quieran sacar", enumera la mujer, nacida en Santiago de Chile, criada en Viña del Mar y angustiada hoy en los suburbios del Gran Buenos Aires.Entre cebada y cebada, María Teresa pispea la novela de la tarde con el volumen bajo. Amor, traición, esperanzas y engaño, en una historia importada que la conmueve. En la pausa, ella vuelve a la novela de su vida: "Estudié actuación, trabajé en el circo italiano de Orlando Orfei, fui recepcionista y asistente del mago. Hasta intenté probar como trapecista, pero eso sí que era difícil".En su local, a dos cuadras del hospital de niños de San Justo, vende desde ropa para chicos hasta velas para santos. El miércoles pasado tenía sobre el mostrador tres galeras negras con la cinta argentina para los actos escolares por la Revolución de Mayo. -Señora, ¿por qué no llama al INCUCAI? Ahí le van a explicar que lo que usted pretende tiene límites legales y no se puede hacer. Hay gente preparada para contener a personas en su situación.-No quiero que me den vueltas, yo estoy decidida. Esas instancias son como las audiencias de divorcio, la pareja ya se rompió y el juez no va a arreglar el problema en cinco minutos, sentado en su oficina.La línea gratuita 0800 555 4628 del INCUCAI recibe consultas de hombres y mujeres que quieren vender sus órganos. Los funcionarios que atienden tienen instrucciones de llevar un mensaje de calma, orientado a que esas personas abandonen su intentona. "No hay que perseguir al que está en una situación límite, sino ayudarlo a entender que eso no es lo correcto", indicó un vocero.Se les explica que en un operativo de procuración y trasplante de órganos participan entre 100 y 150 profesionales y que solamente cinco de cada mil personas fallecidas pueden convertirse en donantes. Además, se les detalla que un operativo así requiere de una infraestructura tan compleja (quirófanos, ambulancias, eventualmente helicópteros o aviones, aparatología médica, etc.) que "su realización clandestina es imposible", afirma el INCUCAI.Pese a estos frenos, la proliferación de avisos por Internet no se detiene. Poner por ejemplo en el buscador de Google "vendo riñón" reporta 185 mil referencias y escribir "vendo hígado" dispara 37.600 resultados. Lo mismo sucede en Yahoo: "vendo mis órganos" dio el jueves 40.800 referencias y "vendo hígado" habilitó 451 mil.La mayoría de los avisos son basura o trampas para los usuarios de la red. Clarín envió mails a una docena de personas que figuraban entre los oferentes de hígados y riñones. La mayoría no contestó, aunque, sugestivamente, en las páginas donde aparecían los avisos escogidos, comenzaron a aparecer leyendas sobre el cese del ofrecimiento. "Este aviso fue finalizado por el usuario"; "No es aceptable continuar con este anunciante con intereses comerciales" o "Este aviso fue eliminado por no respetar los términos y condiciones de uso", fueron algunas de las nuevas inscripciones detectadas. La pregunta: "¿Hay alguien que está atento a los mails de los interesados en comprar un órgano, quizás tan desesperados como el que los ofrece a la venta, quizás dispuestos a pagar lo que sea para salvar la vida de un familiar?; ¿El anonimato de Internet da lugar a nuevas formas del "cuento del tío? Fuentes consultadas afirman que los contactos de supuestos compradores se producen ni bien aparece el aviso y que con las semanas decae el interés, pero que cada tanto sorprende alguien que promete depositar 10 mil dólares o más de 100 mil euros a cambio de información sobre el donante. Los pagos nunca se concretan.Una de los avisos que acaba de ser retirado -parcialmente, porque afinando los criterios de búsqueda se puede ver el encabezado- es el de María Teresa. Por eso, para que no quedaran dudas de su decisión, aceptó participar del reportaje y contar su situación."Yo no quiero lucrar. En Estados Unidos hay gente que dice que un riñón sale 360 mil pesos. Y yo no pido nada de eso, simplemente quiero un terrenito con cuatro paredes, nada más", señala.Según la Organización Mundial de la Salud, el 10 por ciento de los trasplantes involucra a algún órgano proveniente del comercio ilegal.En las carteleras de Internet pueden verse avisos de jóvenes latinoamericanos que piden euros y dólares a cambio de una parte de sus cuerpos. Varios aseguran que es para poder estudiar.Uno de los que fue tentado para viajar a España se llama Claudio, vive en Villa Ballester y también aceptó contar su historia.

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