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domingo, 1 de febrero de 2009

el observador
las causas de un fenomeno
Cristina: criticada tú eres entre (casi) todas las mujeres
Los analistas coinciden en que las mujeres son más duras que los hombres en sus críticas contra la Presidenta, como lo revelan, por ejemplo, el lenguaje de los carteles que ellas portan en las protestas y sus mensajes en Internet. Hay varias causas: una mayor sensibilidad contra la arrogancia, el tema de la apariencia y el cuerpo y la sombra de Evita.
Por Gabriela Manuli
Antipatía o aversión hacia algo o alguien cuyo mal se desea. Así define la palabra odio el Diccionario de la Real Academia Española. Y es esa sensación la que expresan muchas mujeres argentinas hacia la primera presidenta electa de la historia nacional. Cristina Fernández de Kirchner despierta sentimientos encontrados en el electorado femenino, casi sin término medio.
A Cristina se la critica por muchas cosas. El bótox es una de ellas. Y aun señoras que aceptarían hacerse una cirugía o ven con buenos ojos que la actriz del momento se haga un refreshing consideran inaceptable que una mujer en el sillón de Rivadavia modifique su apariencia. También se suman las joyas, la ropa o las carteras Louis Vuitton. Se duda de su título de abogada. Molesta su tono de voz al estilo “maestra ciruela”. Se dice que es soberbia o déspota. Y la lista sigue. La pregunta es cuántos de estos reproches tienen que ver con que Cristina K es mujer.
Carmen Colazo, consultora en género y magíster en Sociología, busca una respuesta. “La experiencia demuestra que en general las mujeres tiene un voto y posturas culturalmente muy conservadoras. No es raro que esto sea así. Tiene que ver con la asignación de género como guardianas y transmisoras de la cultura patriarcal. No hay término medio: o muy progresistas o muy conservadoras”.
Colazo cree que al momento de juzgar a un político a una política, las categorías no son las mismas. “A las mujeres se las mide con la sensibilidad y a los hombres se los mide desde lo racional. Entonces la gente se mete en la vida privada, en cómo se viste, en cómo habla, en si es machona o femenina. A los hombres eso no se les analiza, sino que se los mide por la participación política. Parece que nadie se acuerda cuando Carlos Menem usaba Armani o llevaba una peluquera en el avión”, explica la especialista. “Cristina tiene el karma de Evita –agrega–. No se ha separado tampoco de esa figura. Es una paradoja irresoluble: quieren una mujer femenina, pero no entienden que lo femenino pueda tener poder.”
Bronca on line. Internet hoy funciona como una caja de resonancia del odio ante todo y todos. Un espacio donde la queja, la bronca, la denuncia son situaciones mucho más comunes que el apoyo, la adhesión o el optimismo. El grupo “Odio a Cristina Kirchner”, creado por una mujer, es uno de los más populares de los espacios anti K en la red social Facebook. Ya ronda los 2 mil miembros y funciona como una suerte de catarsis colectiva donde pueden leerse desde razonamientos detallados acerca de la aversión a la Presidenta hasta insultos de todo calibre. Pero Cristina no es la única política con un grupo de antifans. “No puedo ni ver a la Carrió” ya suma casi 1.300 adeptos.
El grupo “Odio a Cristina” muestra que la bronca muchas veces es intergeneracional: “¡Te odiamos HDP! Mi mamá y yo”, escribe una adolescente furiosa. Y otra retruca: “Recién escuché a esta loca hablando en un acto de Clivilcoy (sic). No la soporto tengo que cambiar de canal, me lastima el alma y el cuerpo y me enferma la mente”. “Ver su foto me pone mal”, agrega otra internauta. Mientras otra se pregunta: “¿Te agarra hipotensión por aplicarte bótox?”.
La comparación con otras mandatarias también es parte del cruce de críticas: “No la soporto. Si vemos a las otras líderes mujeres del mundo son austeras, siempre arregladas pero ni una pizca de más. Esta chiruza (sic) se cree que es Julia Roberts, o alguna modelito o no sé qué, pero siempre sube el tono y está fuera de afinación (en cuanto al look y ni hablar en cuanto al discurso)”. Otras le critican que “en vez de ocuparse del país, se ocupa de qué se va a poner”, y hay hasta quienes le piden: “Dejate de hacer cirugías y de andar en rollers por la quinta”.
Números. Según el último relevamiento nacional de Poliarquía, la imagen positiva de Cristina es del 28%, y la negativa asciende al 41 por ciento. Para Sergio Berenztein, director de la consultora, no se pueden hacer juicios apresurados. “Hay que tener cuidado en dejarse llevar por el microclima en el que uno está inserto. No estoy diciendo que a los K los ame demasiada gente. La gente en general no ama a ningún político.” Y también destaca diferencias en el acceso entre distintos sectores socioeconómicos: “El apoyo o la base social en la cual descansa el consenso de los Kirchner a veces no tiene la presencia mediática necesaria para que se conozcan sus opiniones”. Y, por esta misma razón, relativiza el auge anti Cristina en redes sociales como Facebook: “Mucha de la gente que quiere a Cristina no tiene computadora, y a veces ni siquiera tiene luz”.
Y coincide con el obstáculo del género: “Pasó lo mismo en Chile con Michelle Bachelet. No se mide a todo el mundo con la misma vara. Y los antecedentes en Argentina tampoco ayudan a Cristina, si pensamos en Isabelita, María Julia y tantas otras”. Y a eso se suma, agrega, “que ella no gobierna con total autonomía. Llegó por medio de su marido al poder y sin él nunca hubiera sido presidenta”.
Para el encuestador Artemio López las reacciones polarizadas frente a Cristina no son una novedad. “Ya sucedió en 2007, más allá del 45 por ciento de los votos el resto tenía una imagen muy adversa de Cristina. Siempre hubo una gran divisoria de aguas. El peronismo es un componente de rechazo para una suculenta porción de ciudadanos. Es una primera minoría en el país, siempre en torno al 40 por ciento”. Y cree que el tema de género requiere más tiempo: “Para nosotros es algo nuevo ver cómo reacciona el electorado frente a una presidenta. Es evidente que hay una corriente negativa en mujeres, pero no sólo por el género, sino también por pertenencia, por residir en grandes núcleos urbanos o por el efecto contagio del entorno. Hay una intervención muy fuerte de la construcción mediática de la figura de Cristina. De la crisis del campo en adelante los medios han tenido posiciones críticas respecto al Gobierno. Pero eso es parte de las reglas de juego de la democracia”.
Y le resta importancia a la explosión anti K en Internet. “Es el reino del anonimato donde no existen formas de control. Querría ver si sostienen lo mismo si se les pone un micrófono. Supongo que debe ser también una moda, y hay que ver qué pasa en diez años. También es una forma de recuperar el protagonismo que la sociedad argentina tuvo en los 70 o en los 80. Es un fenómeno sucedáneo de formas de participación que se han perdido”.
Sensación térmica. Paula Feijoó tiene 31 años y es otra de las exponentes de jóvenes mujeres que odian a Cristina. “No me cae bien su modo de hablar y además no me marea su extenso vocabulario para decir la nada misma. Acá mucha gente confunde el manejo de un gran vocabulario con el conocimiento. Ella podrá saber muchos sinónimos y muchas frases para dar a conocer algo, pero el contenido sigue siendo nulo o vacío”. Pero no termina ahí: “Me provoca cuando habla con altanería, me crispa los nervios cuando sólo saca provecho del poder para darse la gran vida olvidándose de la política comunitaria, de la convergencia de poderes y de la institucionalidad (cuando son sus ‘amigos’ los que ocupan el poder), de los deberes de la Carta Magna que le demanda el pueblo al elegirla. Detesto a la señora K”.
Ella no es la única dentro de su amplio grupo de amigas: más de la mitad piensa lo mismo y concuerda con sus argumentaciones. “Como mujer carece de toda característica de género, más allá de lo puntillosa que resulta en su cuidado personal –a veces en exceso–. No me transmite sensaciones que tienen que ver con lo femenino, como la calidez y la sensibilidad. De hecho, como mujer me hace sentir muy lejana. Sus discursos, lejos de parecerme conmovedores, me parecen dignos de patoterismo, llenos de soberbia y cinismo. Incluso cuando habló de su salud recientemente percibí eso. Cuando la escucho pienso: ‘¿Creerá que somos todos tan idiotas?’”, coincide Natalia.
Alejandra Rodríguez es integrante de la “Red de Mujeres con Cristina”, que también cuenta con un espacio cibernético y que nació con la campaña presidencial. “Queremos hacer política de una manera distinta, dejando atrás las formas tradicionales de la vieja política que nos quiere imponer su estilo. Es momento para las mujeres, y es bueno que seamos innovadoras en algunas formas de encarar la política ciudadana, elaborando una comprensión de la política democrática”, explica. Ella, junto a sus compañeras, también escucha las críticas. “No se trata de lo que es Cristina, ni cómo se viste, sino de lo que somos capaces de construir entre todos. Ese tipo de crítica no nos parece política, ya que apunta a la vida privada y la política es siempre vida pública. Cristina expresa un proyecto político y en todo caso es eso lo que estamos dispuestas a discutir. Recuperar la política implica reconocernos en sociedad como mujeres activas y constructoras de la democracia”.
Miradas. Para Monique Altschul, presidenta de la Fundación Mujeres en Igualdad, Cristina K tiene una deuda pendiente respecto a sus pares femeninos. “En ningún momento ha respondido a ninguno de los temas que nos interesa desde el género. Hemos progresado más en esos temas cuando Néstor era presidente”. Y recuerda las críticas que se le hacían a Evita, cuando ella era una niña: “Muchos comentarios eran parecidos a los que se escuchan hoy. Hay un involucramiento personal, no una crítica política. Una de las frases que más escuchaba era ‘¿Pero quién se ha creído ésta?’”.
“Yo recorro el país desde Jujuy hasta Tierra del Fuego y conozco una amplia mayoría que le tiene afecto y respeto a Cristina. Sobre todo la gente más humilde”, aclara al inicio María José Lubertino, presidenta del INADI y defensora de los derechos de la mujer. “Me preocupa cuando escucho a otras dirigentes caer en la trampa del sexismo. Cuando se hacen eco de los estereotipos del sexismo y en lugar de argumentar hablan de cuestiones estéticas. No se dan cuenta de que ellas también van a quedar presas de esos estereotipos”, agrega, y acepta que para las mujeres la política es un terreno más escarpado. “Si es blanda le dicen que no puede. Si es dura que es autoritaria. Si es sensible le dirán que no está preparada. Eso no pasa con los hombres. Si discute es valiente y si es sensible se dice que es democrático y tiene capacidad de diálogo. Lo importante es que las mujeres ayuden a deconstruir esos estereotipos.”
Poco tiempo antes de asumir Cristina había vaticinado a la candidata presidencial del socialismo francés, Ségolène Royal, que “el siglo XXI será de las mujeres”. Aunque por ahora, entre ellas, también encuentre a sus peores detractoras.

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