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jueves, 7 de enero de 2010

excelente iniciativa universitaria


CREAN UN VIDEOGAME PARA QUE LOS CHICOS APRENDAN A PREVENIR LA ENFERMEDAD
Un juego contra el dengue
Fue diseñado por especialistas en Medicina Tropical de la Universidad Nacional del Nordeste. Apunta a que los niños comprendan la importancia de frenar la reproducción de mosquitos y transmitan ese concepto a los mayores.
Por Adrián Pérez
El Ministerio de Salud de la Nación confirmó 30 casos autóctonos de dengue en la provincia de Misiones. Esta cifra se suma a los dos casos positivos importados que se registraron días atrás, el primero, en Santa Fe, y el segundo, en la provincia de Buenos Aires. Con ese contexto, un grupo de científicos de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE) presentó –en Resistencia, Chaco– un novedoso soporte de prevención de esa enfermedad. Se trata del videojuego “Guardianes del Hogar: Combatiendo al Dengue”, desarrollado por el equipo de investigadores del Instituto de Medicina Regional de esa universidad, quienes trabajaron en el marco conceptual, temático y en su abordaje, con el objetivo de difundir los riesgos del dengue y los métodos para prevenirlo y combatir al Aedes aegypti, mosquito transmisor de ese mal. El juego tiene una duración de entre 13 y 18 minutos y abreva en las tecnologías de la información y la comunicación (TICs) como instrumento de divulgación para chicos de hasta 12 años. Las aplicaciones del videojuego serán difundidas a través de las líneas de acción del Programa UNNE-Salud.
En diálogo con Página/12, Daniel Merino –especialista en Enfermedades Tropicales del Institut de Médecine Tropicale du Service de Santé des Armées y la Universidad de Aix-Marsella, de Francia, máster en Medicina Tropical de la UNNE y miembro del equipo a cargo del desarrollo de contenidos del videojuego– explicó los objetivos de la plataforma sobre la que los investigadores del Instituto de Medicina Regional trabajaron desde junio de 2009. “Lo primero que pensamos, cuando surgió esta iniciativa, fue en la dureza con la que nos había afectado el dengue. Por eso la consideramos como una enfermedad en la que los niños pueden influir, de algún modo, en los cambios de conducta de los adultos”, evaluó.
“En ese momento se nos ocurrió que el dengue podría ser una buena opción para trabajar en la infancia –confió el investigador–. Reflexionamos sobre ello cuando observamos que los chicos dedican muchas horas a los videojuegos de guerra. Y por eso decidimos implementar un juego con información que fuera útil y de fácil comprensión, pero donde ‘la guerra’ estuviera dirigida a un enemigo real, el mosquito.”
Para darle “vida” al videojuego es necesario tener acceso a Internet, pues “Combatiendo al Dengue” se puede jugar –online y en red– desde la página web de la UNNE (www.unne.edu.ar). Una vez que se ingresa al sitio, un banner ubicado a la derecha de la pantalla muestra a un niño que apunta su gomera contra un mosquito agresor que intenta picarlo. Un simple click sobre el banner le muestra al jugador una imagen donde un enjambre de mosquitos vuela sobre el pasto. Entonces, llega el momento de poner “manos a la obra”. Si ingresa en jugar, el pequeño cibernauta accede a una serie de opciones que se despliegan en cuatro solapas.
Con otro click en “Sobre Dengue”, una voz ilustra sobre la acción del mosquito Aedes aegypti y sus características como transmisor del virus, la enfermedad, el progreso del ciclo de contagio, las acciones sobre la persona infectada en caso de internación y las medidas que deben tomarse para que el mosquito no se reproduzca.
“Cómo jugar” le indica al participante, mediante una captura de pantalla, que sólo podrá hacer uso de tres vidas para lograr su objetivo. Cada vida se consume cuando la “víctima” es picada dos veces, o cuando los mosquitos invaden alguno de los ambientes en exceso. Aquí también se explica cuáles son las herramientas habilitadas para proteger a las personas de los mosquitos y, además, la necesidad de impedir que se reproduzcan en caso de que toquen los recipientes con agua. Con una interfase simple, el juego es lo suficientemente claro como para que los pibes y pibas comprendan los problemas que ocasiona la enfermedad.
Una vez que los chicos accedieron a la primera etapa de información, están listos para superar los cinco niveles de complejidad que plantea el juego. Cinco recuadros o viñetas destacan el compromiso que el niño encargado de ahuyentar y matar a los mosquitos debe adoptar: “Soy responsable de ayudar a mi comunidad”, reza uno de los globos. Como elementos de defensa, el jugador dispone de una mano; un cepillo para limpiar neumáticos, floreros y bebederos; insecticidas y repelentes, y, en caso de necesitarlo, la opción de telas mosquiteras.
No bien el mosquito aparece en escena toma contacto con los receptáculos y esto hace que cambien de color. Si se asienta sobre neumáticos, floreros y bebederos, los recipientes se vuelven amarillos y se transforman en potencial criadero de larvas. Los cacharros se convierten en peligrosos cuando su color pasa de amarillo a rojo. “Ahí comienza a complicarse el juego porque el chico tiene que luchar contra los mosquitos con más rapidez”, confía Merino.
Ese es el momento indicado para echar mano a los cepillos disponibles, que los niños deberán usar para limpiar los recipientes. Si la limpieza es eficiente, retomarán su color verde. “Es una lucha contrarreloj porque, mientras limpia los recipientes, el jugador debe cuidar a los chiquitos que permanecen en el interior o el exterior de la casa. Para hacerlo, tiene que utilizar repelente, espiral o aerosol insecticida”, aclara el especialista en enfermedades tropicales. El videojuego finaliza con un puntaje donde los chicos suman puntos y compiten con otros chicos que juegan en red.
Merino reconoce que no fue fácil pensar en una enfermedad en la que los chicos pudieran intervenir activamente. “La idea es que el videojuego se utilice en las escuelas, pero también en las casas, porque allí los niños tienen la posibilidad de comenzar a gestionar cambios de conducta en los mayores.” Al respecto, el investigador considera que para influir en esos cambios, “los niños tienen que acceder a la información necesaria y deben ser considerados responsables por sus padres. Estoy convencido de que eso se puede lograr”.

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