Mostrar para contar
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Detrás de la cámara, los chicos de la Fundación ph15 retratan su barrio, su realidad. El arte como herramienta de expresión y también de inclusión
Si consiguen diez amigos que quieran aprender, empezamos. Les enseño gratis. Palabras más o menos, eso le dijo Martín Rosenthal a un grupo de chicos de Ciudad Oculta que en agosto de 2000, al verlo recorrer el barrio con su cámara, quisieron aprender fotografía. Sin proponérselo, nacía la Fundación ph15, que con el empuje de diez voluntarios ofrece talleres gratuitos de fotografía a chicos de Ciudad Oculta, con la consigna de convertir al arte en una herramienta de expresión, transformación e inclusión social. "Cuando se llevan la cámara a su casa por primera vez la consigna es abierta, que hagan foco en lo que quieran contarnos, lo que les gusta y lo que no les gusta. Y lo que surge es de una gran diversidad. El hogar, la familia, las mascotas, la escuela", coinciden Moira Rubio Brennan y Miriam Priotti, directoras y docentes de la fundación.
Pero a diferencia de lo que muchos puedan pensar, predominan las fotos festivas, a veces dramáticas, pero nunca crueles o salvajes. "Cuando la imagen transmite conflictos, conllevan la mirada infantil y cómo los afecta en su vida cotidiana. Pero no somos un taller de denuncia, ni siquiera pensamos en la fotografía como herramienta de documentación", comentan las directoras. Ante el conflicto, la fundación actúa como ámbito de escucha, diálogo y contención. Y si bien no acciona directamente en su resolución, los canaliza. "Muchas veces derivamos chicos a entidades que ofrecen ayuda escolar. Tenemos una red de profesionales, ONG y órganos estatales a las que recurrimos ante distintas problemáticas. Eso sí, siempre acompañamos, hacemos un seguimiento."Si bien el bastión es Ciudad Oculta, la villa de emergencia N° 15 de la ciudad de Buenos Aires (de allí el nombre del grupo), los talleres también llegaron, en su momento, a La Cava, Villa Soldati, Tolosa, Necochea y la villa Carlos Gardel, entre otros lugares.
El primer año del taller principal, por el que pasaron unos 500 chicos de entre 10 y 20 años, es sólo expresivo, sin aspectos técnicos; en el segundo se aprende el manejo de la cámara y la edición de imagen, y en el tercero, video y cine, materias que también se mechan en los primeros años. Pero la convocatoria es amplia en otros talleres, de uno a tres meses, con más de 3000 alumnos.
Una iniciativa que para muchos chicos significó la oportunidad de tener por primera vez el retrato de sus familiares, y que todos los años se reúne en una gran muestra colectiva. La de 2012 obtuvo el tercer premio en la Segunda Bienal de Arte Joven de Dubai, previo paso por el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti (2011) y el Espacio Cultural Carlos Gardel (2012).
"Las muestras se montan con los más altos niveles de copiado, montaje, colgado e iluminación, como lo haríamos con cualquier artista reconocido, en el Palais de Glace o en un centro cultural comunitario", dicen las directoras, que comenzaron a digitalizar las más de 10.000 fotos obtenidas desde 2000 con la idea de armar un archivo abierto a la comunidad, y lanzaron una campaña para que este año todos los chicos tengan máquinas digitales.
"El 90 por ciento del equipamiento que entregamos a los chicos es donado. Hasta 2012 muchos seguían usando equipos analógicos, prohibitivos por los costos de materiales y revelados. Si tienen máquinas digitales que no usan más, tráiganlas", invitan.
Eugenio Alfonso fue uno de los alumnos en una de las tres aulas cedidas por el Centro Comunitario Conviven, donde en la semana funciona un jardín de infantes. Como tantos otros, finalmente encontró su destino y hoy da talleres de fotografía en otras barriadas. Y Moira piensa en él cuando se le pregunta por una foto que resuma tantos años de trabajo: "Una de sus fotos ya es un ícono de la fundación. Muestra a su sobrina, Rocío, caminando por un pasillo de Ciudad Oculta camino a la escuela, con su guardapolvo blanco, junto a un desagüe y un perro blanco. Eugenio nunca había usado una cámara y ése, su primer rollo, es genial. Veo esos contactos y todavía me emociono".
Y como escribió Raúl González Tuñón: un niño, lo primero que ve, lo primero que siente y descubre, lo que le trae vibración de sonido y color, es una ventana. Entonces habrá que asomarse a esa ventana que abrió ph15 para acercarnos a esa otra realidad. Para darnos cuenta de que más que una ventana es un espejo del que también somos parte.
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