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domingo, 23 de agosto de 2009

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parejas multiples
El poliamor amenaza con extinguir la monogamia y el tabú de la infidelidad
La movida nació en Estados Unidos y se extendió a varios países donde hay cada vez más militantes de esta forma de vida. En Argentina, todavía se refugian en los foros de Internet, pero reivindican con orgullo la honestidad, el respeto y el amor que implica tener más de una relación con el consentimiento de las partes involucradas. Dicen que la monogamia es una hipocresía o un ideal, y que el poliamor, en muchos casos, los ayudó a consolidar sus parejas.
Por Brenda Focas

“Soy poliamorosa. Mi marido y yo creemos que se puede tener más que una relación romántica y duradera a la vez, con amor y honestidad entre todos. No queremos sexo casual, ni grupos, ni swinging”, explica Julieta. Ella se declara adepta a esta práctica basada en premisas que hoy podrían pensarse como casi existenciales: el amor, la fidelidad (con los compromisos establecidos), la honestidad y el respeto a cada uno de los integrantes. Se trata, en definitiva, de mantener una relación amorosa y duradera de manera simultánea con varias personas, con el absoluto conocimiento y consentimiento de todos los involucrados.
En Argentina, si bien no hay grupos militantes como en Estados Unidos, Gran Bretaña o España, muchas personas lo tomaron como modo de vida, frente a la lo que consideran la “hipocresía de la monogamia”.
“Siempre pensamos con Agustina, mi mujer, que no queríamos que cada uno sea la última experiencia del otro. Hace poco más de tres meses ella empezó una relación, yo no terminaba de entender cómo podía sentir cosas tan fuertes por los dos al mismo tiempo, aunque me aclaraba que los sentimientos para cada uno eran distintos”, cuenta Emilio, de San Telmo que tiene 30 años y se siente un “bicho raro” cuando se reconoce dentro de esta comunidad. Pero sigue con su relato: “Una vez que Agustina empezó a tener esta relación, quise conocer a la persona que estaba con ella, y él me quería conocer a mí. Así que nos juntamos y empezamos a intercambiar impresiones de lo que nos pasaba a cada uno. Hoy, no tengo dudas que esta nueva vida que encaramos nos unió muchísimo como pareja”, confiesa.
Aunque puede resultar extraño, para este movimiento un tercer, o cuarto, integrante cierra perfecto el circulo de las complicadas relaciones maritales. Incluso insisten en que es propio de la naturaleza humana amar a más de una persona, y advierten que la monogamia será con el tiempo una opción caduca, no acorde con la vida actual que exige formas de amar más “evolucionadas”.
“Para mí es mucho más fácil vivir mi día a día con la libertad de formar relaciones, y poder compartir todo con mi marido. La última vez que estuvo con una mujer sus ojos brillaban, y lo bueno es que se sentía bien por poder hablar conmigo de ese momento especial”, cuenta con naturalidad Marina.
Francisco, otro poliamoroso que jura que no volvería por nada a su antigua vida conyugal, cuenta: “Las ventajas de esta modalidad creo que son evidentes, mayor sinceridad en todos los ámbitos de la vida, un mayor reparto de tareas, mayor tolerancia (un día discutís con tu pareja y en vez de ir a llorar sólo te desahogás con la otra, por ejemplo). En mi caso, mi pareja principal, Laura, tiene otra relación con otro hombre, con el que me llevo muy bien y tenemos una gran amistad”.
Para la licenciada en psicólogía y antropóloga Fabiana Porracín, el planteo del matrimonio monógamo “desde ahora y para siempre” es sólo un ideal. “Es un intento, pero no es realista. Una cosa es casarse con el obvio deseo de querer morir al lado de la persona que uno elige, otra es creer que va a ser así”, opina. Los poliamantes incluso suelen criar a los hijos de manera comunitaria, para que aprendan los valores del libre amor, y suelen pertenecer a la elite económica, o vanguardia artística, cultural o intelectual.
La práctica también se hizo conocida porque artistas y escritores como Anaïs Nin, Henry Miller, Colette, Simone de Beauvoir y Jean-Paul Sartre lo ejercieron abiertamente.
Lo cierto es que en más de una encuesta la mayoría de las personas reconoce que le gustaría tener relaciones con más de una persona o incluso que son infieles. Quizás por eso, hace más cien años el escritor Alejandro Dumas comparaba al matrimonio con “una cadena tan pesada que para llevarla hace falta ser dos y, a menudo, tres”.
“La posesión es la antítesis de la libertad”
En el prólogo del libro El amor libre. Eros y anarquía , editado por Utopía Libertaria, el escritor Osvaldo Baigorria escribe: “Para defender al principio de amor libre se necesitan dosis parejas de inocencia y experiencia. Una vez desacralizados el matrimonio, la familia y la dupla varón-mujer unidos ‘de por vida’, ¿qué si no la inocencia puede vincular la libertad al amor, en especial si a éste se lo entiende como pasión o atracción entre seres de carne y hueso? La experiencia susurra al oído que la fidelidad es imposible, que la monogamia es una ilusión y que las leyes del deseo triunfan sobre las leyes de la costumbre. La inocencia grita que el amor sólo puede ser libre, que la pluralidad de afectos es un hecho y que el deseo obedece a un orden natural, anterior y superior a todo mandato social (...). Más adelante agrega: “Nunca hubo algo más difícil que ser libertario en las cuestiones de amor. Se puede serlo ante una autoridad o la propiedad pero ante los vaivenes del corazón no hay principio, norma o idea que se sostenga firme en su sitio. ¿Hay alguien más parecido a un esclavo que un enamorado? La posesión es la antítesis de la libertad. ¿Cómo uno puede ser verdaderamente libre cuando ama? Sólo mediante una reinvención de la palabra amor.

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