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domingo, 28 de julio de 2013

Los hackers, de voltear el sistema, a participar

La cultura digital ha generado y se ha mezclado con todo tipo de ideologías, y ha tomado prestados eslóganes o imágenes del anarquismo y una tendencia a la disrupción y la eliminación de barreras tecnológicas y burocráticas.



Esto no quiere decir que los hackers o activistas digitales tengan actitudes unánimes en su relación con, por ejemplo, la democracia o el capitalismo. El Partido de la Red, en la Argentina, se propone mejorar el sistema desde adentro. Uno de los propósitos de Julian Assange, líder de WikiLeaks, es liberar información para generar paranoia en el sistema y volverlo inmanejable, hacerlo caer.
En sus orígenes, los hackers tenían más interés en sacudir estructuras que en mejorar o participar en ellas. Algunos lo hacían promoviendo el software libre con una actitud anticorporativa, como Richard Stallman, y otro ejercían su activismo cometiendo delitos que para ellos no eran delitos: violar la seguridad digital de grandes empresas, abrir información bloqueada, crear redes para compartir software o entretenimiento.
Esta actitud todavía está presente en los movimientos más visibles, como el propio WikiLeaks, el Megaupload de Kim Dotcom o en Anonymous, el grupo de activistas digitales más conocido por sus ciberataques que por sus ideas.
De muchos de ellos, como de los viejos movimientos anarquistas, están más claras sus intenciones de llamar la atención que sus modelos, si los tienen, de sociedad o de democracia.
Uno de los aforismos que más huella dejó en el mundo del activismo digital es "la información quiere ser libre", pronunciado en 1984 por Stewart Brand, un pionero de la cultura de Internet. Este espíritu, de sabores libertarios y contraculturales, muy influyente en el Silicon Valley de los años 70 y 80, todavía rebota, refrescado o bastardeado, en sus nietos hackers.
Hackers de todo tipo participaron hace dos años en las protestas de Occupy Wall Street, y les contagiaron parte de su ética de guerrilla, sin líderes ni reglas, pero también sus dificultades para organizarse. Tras cada una de las protestas masivas recientes (El Cairo, Estambul, Brasil), no fue extraño ver grupos de hackers reclamando o disputándose la autoría de distintas acciones, difícilmente verificables..

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