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miércoles, 27 de junio de 2012


MEDIOS Y COMUNICACION

Círculos virtuosos

Según Fernando Peirone estamos asistiendo a un proceso de interacción entre la comunidad de desarrolladores y los usuarios de celulares y videojuegos. La educación, la ecología, la biología, entre otros campos, son escenarios de este encuentro.

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Por Fernando Peirone *

En el último lustro se produjo una extraña interacción entre la comunidad de desarrolladores y los usuarios de celulares y videojuegos (anche de tabletas). Estos dos grupos se traccionan mutuamente en un círculo virtuoso –aún no demasiado estudiado– que trastrocó la misión original de los gadgets, convirtiéndolos progresivamente en instrumentos con una importante capacidad de intervención ciudadana. Los videojuegos que, sin abandonar el entretenimiento, se proyectaron al campo de la educación, la ecología, la biología, etcétera dan cuenta de este fenómeno.

La diseñadora de juegos Jane McGonigal, por ejemplo, ha convertido problemas como la falta de petróleo, el calentamiento global, las concentraciones urbanas, la obesidad, o la falta de agua dulce, en “empresas épicas” dentro de entornos lúdicos. En 2010, contra el canon de la ética protestante que aún gravita en la escuela, la familia y el trabajo, decía: “Disponemos de millones de jugadores dispuestos a asumir desafíos para salvar el mundo, sólo debemos pasar de las tres mil millones de horas que jugamos actualmente por semana a 21 mil millones semanales, porque necesitamos millones de resolutores de problemas en todo el mundo sorteando los obstáculos del próximo siglo”.

En Argentina, la Universidad de San Martín, junto a la Universidad de Bergen, Noruega, están usando juegos para clasificar proteínas a partir de las habilidades cognitivas que ha demostrado tener el ser humano –en juego– respecto de las máquinas. Asimismo, con el apoyo de la OEA y Flacso, se han desarrollado videojuegos con contenido social (Urgente mensaje, Villa Girondo, Humanos Recursos, Nonsanto) orientados a jugadores de entre 11 y 15 años, para introducir en la escuela debates sobre desarrollo sustentable, recursos naturales, trata de mujeres, trabajo ilegal, y demás.

El celular, que en un principio emulaba las funciones del teléfono fijo, en poco tiempo pasó de ser un “ladrillo” que pesaba casi un kilo, con una autonomía de media hora por recarga y un costo de casi cuatro mil dólares, a un smartphone, con más de 300 mil aplicaciones disponibles y cada vez más accesible. Esto no sólo lo convierte en una suerte de aleph tecnológico multiplicado por millones; muchas de esas aplicaciones, además, poseen una gran capacidad de intervención, organización y afectación remota. Ese tipo de posibilidades hizo que desarrolladores como eBay Inc. conciban RedLaser, una aplicación gratuita que permite escanear el código de barras de cualquier producto y comparar precios online y offline en cuestión de segundos (también permite identificar alergenos o gluten en los alimentos). Por supuesto esta aplicación no está exenta de interés económico, ya que eBay Inc. es uno de los principales sitios de transacciones electrónicas del mundo, pero lo han adoptado los adolescentes –por lo general escasos de dinero– para escanear productos, buscar el mejor precio de la zona y decirle al dueño del local que se van porque a la vuelta está más barato.

No muy lejos de esa “tergiversación” se encuentran las plataformas con dispositivos comunitarios pensados para ayudar a los españoles afectados por la burbuja inmobiliaria. No bien el damnificado se entera que va a ser desalojado y vienen a ejecutar su hipoteca, envía desde el teléfono un tweet de socorro al hashtag #stopdesahucios, o crea un “evento” en la plataforma web, y cientos de vecinos en estado de alerta e integrantes de la asociación Afectados por la Hipoteca se apersonan en el domicilio para evitar el “desahucio”.

Pensemos esto en un contexto donde el 90 por ciento de la población mundial ya usa celular y la alfabetización sobre sus aplicaciones es muy rápida. Con precauciones se podría hablar de un incipiente modo de construcción política que, si se quiere, estaba anunciado en las rateadas secundarias de 2010 y se continúa en el 15-M, Occupy Wall Street y Soy132. Tramas espontáneas, reticulares y horizontales que, a caballo de los dispositivos tecnológicos, se extienden sin que ya nadie pueda evitarlo. Entre otras cosas porque los dispositivos de control están organizados de acuerdo con oposiciones perimidas y no están preparados para enfrentar comportamientos difusos que diluyen su poder en una trama extensa y acéfala, de una multiplicidad no reducible a Uno (Uno concepto, Uno ideología, Uno territorio, Uno tiempo).

El carácter de esta construcción política lo refleja la organización N-1, una red planetaria de colectivos activistas que sostiene: “Ya no necesitamos estructuras verticales y jerárquicas con sentido único. Todxs las partes logran un conjunto mayor que las partes por separado”. También los jóvenes del #Soy132, cuando recuperan Mayo del ’68 y hacen tambalear el candidato de los medios mexicanos.

Mientras tanto, el mundo sigue andando. Pero pareciera que hay otro en paralelo del que no se acusa recibo.

* Director académico de Lectura Mundi (Unsam). Director de la Facultad Libre de Rosario. Docente de Pensamiento Contemporáneo. Blog: http://jengibre.tumblr.com/

MEDIOS Y COMUNICACION

Fiscales del sponsoreo

Cecilia Díaz analiza la manera como los medios informativos y las empresas utilizan el esponsoreo a deportistas para lograr su propia visibilidad, relegando a segundo plano el aporte que hace el Estado.

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Por Cecilia B. Díaz *

Brian Toledo es una de las promesas de la delegación argentina que va a competir en los próximos Juegos Olímpicos en Londres. No es para menos. El joven de Marcos Paz batió records en lanzamiento de jabalina en el Grand Prix Sudamericano de atletismo de este año, donde obtuvo una medalla de oro que se suma a la presea de bronce que alcanzó en los pasados Juegos Panamericanos de Guadalajara. Hoy protagoniza publicidades, a pesar de practicar un deporte “impopular” entre los argentinos.

Hasta aquí nos encontramos con una historia rica para las crónicas periodísticas, ya que se combinan con gracia un origen humilde, juventud y éxito. Sin embargo, Toledo no sólo es un representante del atletismo local, sino un ejemplo de los resultados de las becas del Plan de Deporte Federado y de Representación Nacional del Ministerio de Desarrollo Social, que le permite dedicarse a su entrenamiento de forma exclusiva.

Este apoyo hoy se oculta o se relativiza como parte del discurso hegemónico. En otros tiempos, desde la fiscalía del periodismo deportivo se señalaba la falta de aportes públicos a los deportistas argentinos en disciplinas atléticas. En ese escenario, el amateurismo se volvía heroico: esos jóvenes daban todo por su bandera, aunque la patria no hiciera nada por ellos. En consecuencia, los logros alcanzaban por esfuerzo y constancia individual.

Así entonces se suele explicar la sobreabundancia de la cobertura del fútbol y de novelas tejidas a su alrededor. El atletismo y otras disciplinas quedaron relegadas de la pantalla aun en pleno juego olímpico. Porque, desde la lógica del rating, estas competencias no revisten valor, ya que no atraen a las audiencias. Venden sólo cuando un argentino gana una medalla.

Eso ocurrió en los Juegos Olímpicos de Sydney 2000, donde la falta de resultados de los equipos argentinos, de deportes tradicionalmente favoritos, vaciaron minutos de aire y de interés periodístico. En paralelo, el avance del equipo de hockey femenino sobre césped frente a las potencias mundiales obtuvo resonancia mediática masiva. Así el equipo logró la transmisión en vivo de sus partidos, entrevistas a sus figuras y la expectativa ante cada resultado. Las Leonas empezaron a existir mediáticamente y, con esa visibilidad, se sumaron los sponsors privados.

Lejos de una actitud caritativa, estas empresas buscan no sólo amalgamarse a los aspectos simbólicos del deportista, sino también recibir la cobertura mediática sobre los logos, exponenciar la publicidad y aumentar su imagen. Esta breve explicación del marketing no es reclamada por los periodistas deportivos cuando sostienen que una disciplina no cuenta con el apoyo suficiente para dejar el amateurismo. A su vez, si estas historias recibieran la atención periodística, eso redundaría en ingresos que sostengan el entrenamiento y la preparación en las sombras.

Con una trayectoria más consolidada, Brian Toledo hoy protagoniza spots televisivos y gráficos, cuenta con el sponsoreo de empresas privadas que se suman al fomento del Estado nacional. Sin duda, esto no garantiza un medallero repleto por sí solo, pero evidencia un cambio de rol del Estado en el deporte. ¿Este aspecto será evaluado en las crónicas periodísticas? ¿Los resultados serán parte de un logro colectivo o sólo el brillo de individualidades?

Más allá de un enfoque informativo, en una situación particular se observa –en este caso la trayectoria deportiva de un atleta– el modo en el que la cobertura mediática y el discurso que la acompaña se erigen como el fiscal, juez y cura de la acción del Estado. Así, desde una mirada simuladamente aséptica, neutral, los medios de comunicación esconden su peso en la distribución del capital simbólico y construcción del sentido.

* Licenciada en Comunicación Social, periodista y docente universitaria (UNLaM).


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